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viernes, 24 de octubre de 2008

Rubén Paniceres sobre Jim Steranko


LOS HEROES ESTÁN CANSADOS


Indiscutible arquitecto de una brillante imaginería gráfica, Jim Steranko es, asimismo, un renovador del tratamiento de la figura del héroe en el cómic.


El artista aportó al unidimensional universo de la Marvel, plagado de seráficos paladines cuyo principal problema era ver si le hacía caso la chica de sus sueños, una nueva mirada que recoge la conciencia de la soledad, e inevitable fracaso del hombre moderno.


Así, su visión de Nick Fury, Agent of Shield, supera el planteamiento de hipérbole de James Bond. Nick Fury vive sus aventuras en unos Estados Unidos donde el futuro es hoy. Un Brave New World, que exhibe, con barroca iconografía pop, un paisaje de oníricas ciudadelas colonizadas de maquinaria dadaísta, lujuriantes apartamentos, espejismos de neón, automóviles émulos de vehículos espaciales, y toda clase de gadgets.


Pero, más allá de toda esa parafernalia que parece denotar el triunfo del progreso, Nick Fury descubrirá el rostro de todo tipo de amenazas atávicas. La Hydra del fascismo, siempre inmortal y prolífica, que invade ciclópeas splash pages, donde se multiplican hasta el infinito los discípulos de la ira que gritan su Hail al sueño de hierro de la barbarie.


Mientras que el mal es un enigma camuflado detrás de un simulacro de fantasmas célticos; teratológicas amenazas extraterrestres disfrazadas de apolíneos arcángeles; profetas de la eugenesia a medio camino entre los doctores Mengele y el Moreau de H.G.Wells. O ser un arcano indescifrable regido por las estrellas del zodiaco, como el demiúrgico asesino Escorpio.


Pero lo más desolador es que Steranko nos transmite cómo Fury es incapaz no sólo de salvar, si no de comprender, la ignorada tragedia de un perdedor que, víctima del azar, vuela por los aires en una mugrienta cabina telefónica cuando intenta hablar con los que ama.
Imposibilitados de amparar al hombre de la calle, la misión de los héroes carece de sentido y se impone la idea de abandonar el escenario. El lograr ese programa que el Capitán América lee en el fortune teller de una pesadillesca feria de las tinieblas: “Mañana vivirás. Esta noche moriré”.
Trilogía que constituye una de los más bellos momentos de la carrera de Steranko, donde traza de manera feérica y sublime la crisis del titán enmascarado. Virtual forastero en tierra extraña, prisionero de la culpa, la incomunicación y el aislamiento. Siendo su posibilidad de escape, como en un proceso alquímico, perecer, para renacer y ser, cómo diría Borges, el otro, el mismo.



Y ésta es la enseñanza de la obra de Steranko, la única forma de conseguir una vida libre por parte del héroe es renunciar a su tarea. Con los años en sus novelas graficas que devienen en retratos en clave noir, Red Tide y Atmósfera cero, se nos presenta a detectives y sheriffs futuristas que comprenden que su entorno está envenenado por la corrupción y la mentira, y que la única opción es arrojar la placa, y caminar de la sombra a luz.

Pero, antes, habrá que luchar la definitiva batalla contra las mascaras de la vileza. No tanto para cambiar el estado de las cosas, como para recobrar una cualidad hoy en desuso, la dignidad. Gran lección ética la del autor americano que, en estos tiempos en los que, quienes más y quienes menos, pactamos con la infamia, debería hacernos meditar a muchos de nosotros.

Rubén Paniceres

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