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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

jueves, 16 de julio de 2009

Felicidades, Carmen



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Felicidades, Carmen, mi amiga:
Me encanta tu nombre, firme como la “n” que lo cierra y sensual como las curvas de todas las letras que lo componen.



Felicidades, El Carmen, mi barrio:
Tus calles han guiado a mi familia desde hace 73 años; por lo que cuando piso tu asfalto me siento firme.


Felicidades a ti, lector:
Hoy es un gran día para vivir. El pasado se ha quedado en el ayer; y la esperanza se hace firme en tu hoy.
El destino, en su capricho, ha escogido este día para robarme durante un tiempo las noches. Pero confío en que la calma me meza en su regazo.
A todos los que sois, fuisteis y seréis: ¡Felicidades!
Gracias por estar ahí.


©Nino Ortea Gijón, 16-VII-09

4 comentarios:

  1. Tremenda la última carta... madre mia... Marce, lo que hay que leer... Tomando prestada tu palabra, menuda pellejuda era la tipeja esa
    Espero que mi exnovio nunca lea esto.
    Ja ja, tengo algunos de sus cds.
    Ayer te vi pasar apurado por san miguel y estabas muy guapo de rojo.
    Besines
    Sara

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  2. Hola Nino.
    Tus últimos blogs tienen un tono intimista que me atrapa por la desnudez de tus sentimientos.
    Una pregunta que espero no encuentres indiscreta: está claro quien prestó los libros, pero ¿Quién robó los besos?
    Besos "entregados"

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  3. Pero bueno, Sarina: ¡¿qué haces usando una palabra tan ninista como “pellejuda”?! Si se entera la ministra de desigualdad, ¡te cuelga de los pulgares!
    Además, para tu sorpresa, es una palabra a la que tengo cariño; pues iguala a un tipo muy desigual de mujeres por el que pierdo los papeles.

    Me temo que aunque yo encuentro tristeza en mi texto sobre los libros, vosotros leéis desdén. Por lo que algo de ello tendrá.
    Sinceramente, en esa historia el mayor culpable fue mi inacción. Cuando el sábado 27 de noviembre de 2004, me pidió tiempo para pensar en nuestra relación, debí haberme ido de su vida. Pues el amor se siente, no se sopesa.
    Pero, por entonces yo prefería quedarme ciego ante el mundo a sentirme ciego de su voz.
    Cuídate, Sara

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  4. Hola, Medea:

    Verás, no estoy muy seguro de que sea acertado seguir hablando en voz alta de un tema que creo estar reflejando torpemente.
    Ésta no es una historia de buenos y malas. Es simplemente una constatación de lo ofuscado que estaba, y de cómo me empeñé en compartir con la persona equivocada.
    Sé que la sublimé en mi obsesión, ahora no quiero denostarla en mi decepción.
    Pero los besos, se los robamos los dos a la pasión. Que en su envidia nos maldijo con la incomprensión que llevó a que no nos entendiéramos.

    Cuídate, Medea.

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Gracias por tu lectura comentada.

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