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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

jueves, 19 de noviembre de 2009

Recomencemos



Recomenzando donde lo acabábamos dejando:

Hace tiempo que he llegado a la convicción de que el único límite que se puede imponer al ingenio, es el de la pobreza, bien sea económica, de miras o de ánimo.

Sin embargo tu belleza es tan ilimitada como mi impaciencia.

¿Le ponemos un signo de infinito?






lunes, 16 de noviembre de 2009

Sus montañas y mi locura 002

Hola, este relato forma parte de la antología «Nada ha sido probado», disponible en Amazon por 0,99 €.

Gracias.



© Nino Ortea. Gijón, 15-XI-09

jueves, 12 de noviembre de 2009

El consuelo del tonto



Dicen, los que se sienten dichosos en el uso de sus dichos, que es de tontos encontrar consuelo en el mal de muchos.

Pero, puede que sea por que aunque parezca tonto lo que estoy es loco; o por que el consuelo no lo encuentro en el mal compartido, si no en el bien privativo, o quizás sea debido a que mi niñez sigue jugando en tu playa; el caso es que el saber que a los demás les traspasa lo que a mi me pasa –o pasó— es algo que me sobrepasa. Lo de mi sobrepeso sabido es que me sobresale, e intento sobrellevarlo con las sobras de mi soberbia.

Bueno a ver si me centro, que a estas horas de mi insomnio hotelero la dispersión es mi única diversión.

Decíamos ayer, mientras tú vestías con presteza lo que yo desvestía con torpeza, que mañana será otro día. Pero, el único presente diario es el regalo del hoy por hoy, que al cuadrado me dejará el culo de seguir aquí sentado todo chulo —¡con la de sábanas que me esperan en el tendal y yo aquí, desentendiéndome de lo tendido!—.

¿He dicho chulo?

¿En quién estaría yo pensando? No tengo ningún espejo a mano, así que debía de ser un espejismo del espíritu de las novedades pasadas. Una ofuscación que me hablaba de alguien empeñado en mantener su novismo a base de esnobismo, demandas y estiramientos de piel.

Alguien como, por citar a alguno, el gran Monchito quien como ya no disfruta siendo marioneta del poder, ni pelele del Moreno, se ha dispuesto a no dejar títere con cabeza en esa revista filistea que, pese a llamarse El Jueves, sale los miércoles. Si eso no es prueba de mala fe, que baje el endiosado Ra —en su moncín balancín— y lo vea.

El caso es que no se si sabéis que los ciberguardianes de Gu:gul han cerrado el canal que la revista El Jueves tenía en Yo tube (una granja en África). Parece ser que la causa principal de ese cerrojazo ha sido el contenido de dos videos albergados por la publicación satírica, en los que se escarnecía la figura pública de ese buen chaval y mejor persona cuyo anonimato respetaremos bajo las siglas de J.R.J.M.M.; o mejor, por ponerle un mote inexistente, llamémoslo Ramoncín, pues que yo sepa, NADIE se llama así ni en la pila del bautismo ni en la burocracia del abismo.

El caso es que todas las voces se han centrado injustamente en criticar la demanda en defensa de su honor del honorable King of the Fried Chicken in the Kitchen. Olvidando que tienen tanto derecho a defender su honor un vasallo como su señor, y que si eres rey nunca debes cambiar tu reino por un caballo. Otra cosa que no debes olvidar es llamar a casa de la que vuelves tarde a casa, no vayas a encontrarte a tu compañera en compañía y jugando al “tanto monta, monta tanto”.

Volviendo al tema del rifirrafe entre el Ra y el Ju, en la fuenteovejunera defensa de los del cuarto día, se nos olvida el primer factotum: Gu:gəl.

Y es que el mismo oligopolio que colabora con la dictadura China, vende nuestros datos personales ¡Y ME DEBE 137 $ QUE SE NIEGA A PAGARME A LA VEZ QUE NOS ACUSA A MÍ Y A ESTE BLOG DE FALSARIOS!, los muy corsarios van y cierran el canal de El Jueves al completo —y los requete pantagruélicos, van y lo hacen de miércoles—.

Curiosamente a esta compañía que gana millones prestando servicios gratuitos, y que aspira al control global de nuestra información, nadie la cuestiona ni investiga.

Sabido es que —como toda mente bien manipulada y mal informada sabe— el triágulo rectángulo formado por Bill Gates, Mr. Propper y Chiquito de la Calzada es el culpable de la decadencia de nuestro sistema de valores… y peor nos iría de no ser por que llegaron los de c Gu:gəl con el alza de su paquete de acciones. Sin su sacrosanto algoritmo, el mundo estaría regido por monstruosos yahoos, reducidos ahora a inocentes liliputienses gracias a los viajes de Gu:gəliver.



No sé a vosotros, pero a mí la omnipresencia de los todopoderosa Gu:gəl me preocupa tanto como la ausencia de pelos en mi testuz y su abundancia en mi espalda.

Ahora que lo pienso, ¡tengo este blog en un servicio de Gu:gəl!... ¡¡Seré vicioso!!

Mejor subo al tendal a ver si lo tiendo, aunque a mí no hay quien me entienda.

¡Nadie es perfecto! (Y ahora que me estoy mirando al espejo)

© Nino Ortea. Gijón, 11-XI-09

martes, 10 de noviembre de 2009

Niños del paraiso VI a







Jerome Charyn // Niños del Paraíso.

6. Tenemos que considerar otros asuntos, como la Cinémathèque, y porqué floreció en Francia gracias a la frenética devoción de Henri Langlois. “Francia es la nación más centralista de Europa”, me comentó Martens, “la base y dogma del centralismo es la concentración. La Bibliothèque Nationale fue la primera biblioteca del mundo. No sé qué rey decidió que todo lo escrito (o grabado) en el reino de Francia debería ser puesto en depósito.

Actúa como un inventario de las cosas, pero también funciona políticamente como un registro.

Una vez que centralizas todo lo que es creado, sabes lo que va a pasar: ningún autor ni grabador puede funcionar por separado, ningún artista puede crear sin enviar copias de su producción a la librería central. Funciona exactamente como un país totalitario. Nada de lo creado es ajeno a la vida política”.

Me sentía como Borges adherido a un enciclopedista de la tierra de Tlön, mientras Martens seguía hablando.

“Tan sólo Francia podría dar vida a la loca idea de coleccionar y guardar todas las películas que habían sido hechas. Todo debe tener su copia en algún lugar (su fantasma). La Cinémathèque sólo se podía desarrollar en un lugar donde el archivismo llevaba siendo una realidad política durante siglos.

La genialidad aislada de Langlois encontró los medios para crear la Cinémathèque en las estructuras internas del país... Tuvo una idea alocada. Pero pudo ponerla en marcha. Tan sólo una persona ajena al Imperio (Hollywood) podía crear la Cinémathèque, en los límites del Imperio”.

Hablamos sobre ese misterioso oficial Nazi que ayudó a Langlois en mitad de la Segunda Guerra Mundial.

“Las acciones de Langlois fueron heroicas”, comentó Martens. “Estaba intentando mantener a los alemanes alejados de las películas. Él no fue un colaboracionista, quería proteger las películas”. Y el mismo Langlois, tal y como aparecía reflejado en los ojos de Martens, comenzó a parecerse a una figura sacada de Borges, “Hombre, el bibliotecario imperfecto”, que intenta desesperadamente aferrarse a los recuerdos de su mundo en un universo de “desorden divino”. ¿Y Martens?. Él podría haber sido algún dios que luciera el rojo cabello de la ira. ¿Y yo?. El único oyente que quedara vivo.

“La gente se agrupaba a su alrededor, chiflados como él, el Cristóbal Colón del nuevo arte. Truffaut, Godard, Rohmer, Chabrol fueron apóstoles que realizaron sus películas más tarde. El autor real de una película es el director, solían decir.

‘Soy devoto de una nueva fe. Todos los restantes están equivocados respecto al cine’. Pero, ¿quién es el autor real de Casablanca?. ¿La guerra?. ¿El guión?. ¿Los actores?”.

“¿Qué me dices del rostro de Bogart?”.

Martens se rió.

“No. La Cinémathèque diría que Michael Curtiz (quien dirigió Casablanca). Una vez que los apóstoles dejaron establecido que el director es el autor de una película, entonces añadieron: ‘me voy a convertir en director’. No puedes hacer películas sin un componente de megalomanía... o terrorismo, terrorismo efectivo”.

Le pregunté a Martens cuándo se había convertido en hijo de la Cinémathèque.

“Tendría unos quince o dieciséis años”, respondió.







Martens había vivido en los EE.UU. durante la Guerra y regresó con su madre a Francia en 1946. Fue una especie de "pequeño norteamericano que se vio engranado dentro del juego”. Una de las primera películas que recuerda es El retrato de Dorian Gray (1945), —la idea que tenían en MGM de una novela de Oscar Wilde—.

Todo el film giraba en torno a un rostro inolvidable. Dorian, el joven inglés diletante, es interpretado por Hurd Hatfield, cuyo aspecto en la pantalla se asemejaba al de un ángel corrupto; de aire masculino en un momento y femenino al siguiente, cualquier niño se habría sentido confundido respecto a la identidad de Dorian.

En la película, Dorian se mantiene joven mientras su retrato “envejece” en su lugar. Esto es doblemente confuso, pues no sólo tenemos un “fantasma” en la pantalla, con un lado masculino y otro femenino, sino que nuestro fantasma, Dorian Gray, también tiene su propio fantasma, el cual envejece en su lugar y en el nuestro.

La mayor parte de la obra está rodada en blanco y negro, lo cual resalta las sombras sensuales y perversas de la cara de Hatfield, podemos sentir su corrupción, sus expresiones amaneradas, como de muñeca, su voz “monocromo”.

La escena final está rodada en tecnicolor: Dorian, harto de su “juventud”, raja el retrato y se cae al suelo. “Envejece” inmediatamente y muere, con lo que su retrato recupera su juventud.

A Martens lo aterró tremendamente esa doble conversión. Tendría unos cinco o seis años, y todo ese color tan chillón lo horripiló.

ADELANTE

ATRÁS

Hijos del paraiso VI b





Jerome Charyn // Niños del Paraíso.



A finales de los años cincuenta, Martens conoció “a un entusiasta de las películas de Luxemburgo, Fred Jung, un orondo rubio... un auténtico chalado del norte.

Luxemburgo no existe.

Nadie ha estado allí. Es un país tan pequeño que nunca nadie ha conocido a alguien de allí (salvo a Fred Jung).

Es un lugar más mítico que Mónaco.

Jung se lanzó al mundo de las películas. Encontró su destino, éste consistía en ver películas. ¿Pero cómo puede uno ir por la vida viendo películas?. Creó la Cinémathèque de Luxemburgo. Fue a ver al primer ministro de la ciudad fantasma de Luxemburgo.

‘Tenemos museos’, le dijo. ‘Necesitamos una filmoteca’. Construyó su propia filmoteca.

Él viaja por el mundo viendo películas seis meses al año. Desentierra viejos rollos de películas. En la actualidad atesora algunos de los tesoros más escasos del mundo del cine. Viajó a Klondike, donde se encontró por casualidad una ciudad fantasma, y descubrió, congeladas, copias de producciones de Hollywood realizadas en 1915, 1916 y 1920, obras que se daban por desaparecidas.

Sufrió una especie de frenesí compulsivo. Siempre hay una nueva película que encontrar para el país pequeño más rico del mundo”.

Fred Jung es sólo “otro de los monstruosos hijos de Henri Langlois.



Puedes describir a una persona por sus hijos simbólicos.

El mismo Langlois era un monstruo.

Su imperio estaba construido con celuloide, pero con todo fue un imperio. Él le puso sus fronteras. Él era el Señor del Cine”.

Langlois fue un “bastardo maníaco egocéntrico, un magnate a su manera, un magnate chiflado, tan gordo que no podía joder con nadie.



Su único placer fue reinar sobre la noche obscura de las películas...



Era tan monstruoso como Orson Welles, pero con la voz de un castrato, un elefante grotesco que nos insistía en las razones por las que John Ford era un genio. Para sostenerlo, proyectaba una o dos películas de Ford, las más aborrecibles.

Langlois era perverso”.



Comenzó a organizar homenajes a los estudios a finales de los años cincuenta.

“Su tributo a la Paramount duró nueve o doce meses”.

Algunas veces comentaba que “una película norteamericana le debe más al estudio que la engendró que a su director o estrellas. Langlois alcanzaba el delirio al tratar de diferenciar (el sonido) del trueno de la RKO del de la MGM”.





La Nueva Ola se lo debía todo. Ni Truffaut ni Godard fueron a escuelas de cine. Nunca trabajaron en un plató.

Aquí nos encontramos con un emperador junto a sus discípulos... San Henri, San Langlois. Siempre estaba sin un duro. Compraba demasiadas películas. Se arruinaba por su museo. Él mismo vivía en un museo. Dormía en la bañera de Cleopatra —había comprado la bañera de la película Cleopatra de De Mille para la Cinémathèque—...

Al final de su vida se convirtió en un sádico bastardo.

Podía proyectar una película italiana con subtítulos en japonés, y añadiría, ‘ésta es la única copia que tenía. La compré en Manila’ “. También podría mostrar una “película rusa en versión danesa... No tenía una vida propia. Por todo el mundo se rendía tributo a su genialidad. Pero él me hacía sentir incómodo.

Creó algo monstruoso, pero lo hizo con genialidad. Sus límites se agrandaron demasiado, así que murió”.





7. Seguimos volviendo a Borges, que había escrito novelas policiacas y publicado guiones junto a Adolfo Bioy Casares para un par de películas de gángsters.

Borges había comprendido la peculiar habilidad del cine, su habilidad para espaciar el tiempo y adentrarse en los misterios de la mente y el espacio que han preocupado a nuestra imaginación desde que empezamos a intentar comprender quien diablos éramos.

Un hombre no tiene una vida, nos dice Borges, “ni tan siquiera existe una de sus noches; cada momento que vivimos existe, pero no su imaginaria combinación”. Pero es esta combinación imaginaria la que da vida a nuestros sueños... y a nuestras películas.

Borges nos habla de Chuang Tzu, el escritor taoísta chino que, “hace más de veinticuatro siglos soñó que era una mariposa, y, cuando se despertó, no supo si era un hombre que había soñado que era una mariposa, o una mariposa que soñó que era un hombre”.

Todos somos Chuang Tzu, sumergiéndonos en el curso del siglo mientras soñamos con un camino que nos lleve a través de un universo que puede, o no, existir; al igual que unos niños en la sala de cine final, con un techo infinito y paredes muy estrechas...

ATRÁS

© Nino Ortea. Gijón, 9-XI-09

sábado, 7 de noviembre de 2009

miércoles, 4 de noviembre de 2009

A la Viuda le sienta bien el luto



De cara al inminente estreno de la segunda parte de la franquicia cinematográfica centrada en el personaje tebeístico Iron Man, la mayor parte de los ojos se están centrando en adivinar cómo le sentará el cuero negro ceñido a esa liliputiense con más curvas que una botella de coca-cola que responde al nombre de Scarlett Johansson.



Como actriz, la señorita tiene tanto futuro como yo de ventrílocuo; pero enfundada en odres y blandiendo un látigo… ¡me pone firme! Eso sí, como le de por ponerse a cantar no aguantaría la tortura; pero si le diera por acariciarme con su fusta, me volvería infausto.





A la espera del estreno de esta segunda peli —que si es la mitad de interesante que la primera, ya será bastante chanchi— os aconsejo la lectura de las aventuras protagonizadas por Viuda Negra. Además, es probable que alguna de sus historias la podáis conseguir a un precio más tentador que la carne escarlatera; pues ya hace 4 años que Planeta dejó de editar tebeos de Marvel y no es raro encontrar copias a un precio muy original.

Aquí os dejo con una pequeña reseña sobre una gran obra.







Max: Viuda Negra.

Planeta DeAgostini. 72 páginas. Color. Prestigio. 4.7 €.

Guión: Greg Rucka. Dibujo: Igor Kordey.





Hay muchos a los que nos gusta ser bebé en el bautizo, novio en la boda y difunto en el funeral. Con mujeres como Viuda Negra, cualquiera que orine erguido puede entender mi interés por las dos últimas ceremonias: de sufrir la condena del matrimonio, mejor compartirla con una fémina que hará de la sentencia conyugal algo breve y placentero.



Black Widow fue presentada como una enamorada espía a la fuerza, reconvertida en voluptuosa compañera de cabriolas de innumerables enmascarados marveloides, a los que la picadura de la pizpireta arácnida llevó a desprenderse de sus pijamas superheroicos, para que la pomada del deseo aliviara su picazón.

Destacó su salto al vacío emocional junto a Daredevil, quien cegado por Eros no dudó en compartir temporalmente la titularidad de su colección con la rotunda ex agente soviética reconvertida en heroína pro yanqui.

Natasha —nombre de la enlutada— alcanzó la gloria de convertirse en líder de Los Vengadores; aunque la desgracia en forma de Onslaught hizo que ostentase su cargo en un momento aciago para la formación. La vengadora decidió alejarse temporalmente del colorido mundo de los héroes en pijama, donde su riguroso negro era poco menos que una provocación.

Justo entonces, la reencontramos en la primera de sus dos miniseries para Marvel Knights. De la mano de la guionista Devin Grayson aparecía una Viuda que en su función de súper espía salvaba al mundo de la amenaza de un arma química. En esta historia, ilustrada por J.G. Jones, destaca la presentación del concepto Black Widow como una franquicia al estilo James Bond; introduciendo a Yelena Belova –actual Viuda Negra del Servicio Secreto Ruso– quien está obsesionada con la figura de su predecesora.

En el siguiente relato —dibujado por Scott HamptonGrayson contó con la ayuda de Greg Rucka. Un forzado intercambio de identidades posibilitaba que Natasha y Yelena experimentasen en cuerpo ajeno amarguras propias.

La línea Max acogió la siguiente aventura de Black Widow, originalmente presentada en tres comic-books y que Forum publica en formato prestigio. Rucka firma los guiones dibujados por Igor Kordey. La historia está protagonizada por Yelena Belova quien se verá envuelta en una trama ceñida en cuero y látex, en la que los azotes de la obsesión avivan las carnes de los clientes del club de sadomaso más popular de Moscú, donde comienzan a producirse una serie de asesinatos.

Bajo la apariencia de relato policiaco, subyace un lacerante acercamiento a experiencias comunes en todo aquel que respire. La facilidad con la que la Pasión se convierte en Obsesión; la dificultad de compartir sentimientos privados a los que la Moral Pública convierte en insanos; la complejidad de mantener el equilibrio en una Sociedad donde la sumisión a la voluntad ajena nos ata embozados a la rueda de eso que llaman Sistema... Vivimos tiempos enfermizos, en los que el Abuso, la Dominación y la Iniquidad son pautas extendidas de comportamiento.

Uno cree encontrar en este relato de Rucka la reflexión de que el ser humano NO es tan débil como nos quieren hacer creer, y la mejor forma de combatir la explotación es alejarte de la sumisión. No en vano, Yelena convierte un proceso de crisis en una etapa de reafirmación personal que la lleva a abandonar el disfraz militar.

El arte de Kordey nos acaricia el Ánimo, fustiga la Estima, acelera el Corazón y aviva el Pensamiento con cada una de sus viñetas. La intensidad que desprenden sus dibujos, en los que nada sobra ni falta, aparece remarcada por el coloreado de Chris Chuckry.

Estamos ante un nuevo punto de partida para un personaje clásico. Olvídate de todo lo que hayas leído sobre Viuda Negra. Este relato te permitirá disfrutar a la vez que te hará pensar.

Eso sí, si despierta en tí el goce por el roce, ¡no culpes a las viñetas!





Nino Ortea. Gijón, 4-XI-09



domingo, 1 de noviembre de 2009

Lo sano de tu alimentación



Hola, ojos de miel.

¿Cómo estás?



Permíteme que repita mi parte de lo que hace poco hablábamos sobre el tapete de los sueños.



Si quieres compartir una vida de emociones, cada día llevaré a la ciudad de tu corazón un circo de tres pistas:

en una seré un trapecista con vértigo,

en otra un payaso sin pelucón

y

en

la

central

te

esperará

un

fierecilla

domado

por

tu

ternura.





Si lo que quieres es disfrutar de un paseo en el que suavicemos lo tortuoso del día a día, e intensifiquemos lo fascinante de compartir ilusiones: ¡échame el lazo de tu sonrisa y sácame a pasear!





Pero, si lo que quieres es invitarme a cenar a un restaurante vegetariano, llegaré tarde; aunque confío en hacerlo para el postre.

El día en que comer brócoli me sea indiferente, será el día en que vivir se me atragante al no poder saborearte. Hasta entonces —y más teniéndote a ti en mente— sólo le echo el diente a la carne de tus entretelas, a lo dulce de tu voz y lo salado de tu piel.





Quizás sea cierto el dicho de “contigo pan y cebolla”, pero el de “contigo lecho de coliflor sobre torta de hongos” no aparece en ninguna biblia, súper pop ni código de barras.



Vamos, que hay que ser muy animal para preferir chupar un espárrago a lamerte un dedo. El silogismo deductivo sería muy fácil, incluso para un inductivo como yo: hace falta ser un animal para ser vegetariano.

Pero si a un cerdo, que come de todo, lo llaman “marrano”… ¿Cómo llamaremos a quien sólo se alimenta en su impaciencia de pación? ¿Quizás… “VEGETARIANO”? Así al pronto leido suena a mofa insulsa; y más si me acuerdo que tanto Hitler como Sofía, comparten sectarismo frugal.





Aunque te rías, te recuerdo que antes dejo que me llamen “lechuguino” a que me hagan comer lechuga; pues lo único que me gusta de las verduras es su verde que me habla de mi esperanza en ti. Y que a mí —que me llaman “verdulero” por hablar de ti sin parar— únicamente me gusta dejar plantados en el barbecho a los que se ponen rojos como tomates en su envidia al vernos florecer juntos.



Eso sí para que leas que soy hortofrutícola de tu cosecha como sé que al hablarte de peras, melones, pepinos y plátanos verías una forma de llevarte al huerto del deseo; prefiero citarte las pechugas, zancas o descotes que hacen de mí el granjero más dicharachero en tu granero.



Para vegetar siempre hay tiempo: y, Miel, para mí hacerlo contigo y ahora sería un desperdicio. Puestos a hacer cosas que acaben en /-ar/, prefiero empezar por soñar en mi minifundio y acabar por disfrutar en tu latifundio.



¿Vegetales? ¡Sólo como guarnición del fortín de tu entrecot!



¿Hace una hamburguesa en Los Vikingos?

Si eso salimos a comerla fuera, para que la luna se muera de envidia mientras tú te echas ese cigarro que me emboquilla a tu boca.





Supernino.

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