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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

jueves, 6 de enero de 2011

El Diablo te había avisado de que una nueva montaña se erigiría cada vez que alguien te rompiera el corazón.



Por poner, ¿qué te parece si te pongo en antecedentes?
Este videoclip, de tonalidad tan celeste, cerraba el blanco y negro del segundo largometraje protagonizado por Prince. Quien, para la ocasión, también había asumido la dirección del larga duración que responde a la titulación de Under the Cherry Moon (1986).
Por revelarte un misterio, no te voy a desvelar la identidad de Los Reyes Magos —que con tu cercanía esta mañana me han agraciado—, pues todo el mundo sabe que en realidad son los padres de la ilusión. Pero sí que te indico que al Prince peliculero le acababan de regalar, en lugar de carbón, un poco de plomo. Muerto, pero no enterrado, a falta de un roscón con el que endulzar sus penas, al buen chaval le dio por bailar en un cielo apastelado, con su banda The Revolution a un lado. Y con la sección de baile de The Time a un costado.
Prince —quien se define como hombre religioso; pero es en realidad todo un goloso— adoptó para la ocasión la identidad de Christopher, en consonancia avanzadora de su vocalización resucitadora sin esperar al tercer día. Decisión que conllevó críticas por parte del integrismo cristiano yanqui. Fariseos que por tercera vez —y no sería la última— incitaron a la quema pública de sus lps por sacrílego, rijoso y sodomita.
Y es que a la irreverencia de asemejar su alias al nombre de la deidad, el de Minneapolis unía su blasfemia contra el de Nazaret con ese resucitar celestial plasmado en el video de Mountains —primera canción de la cara b del álbum Parade: Music from the Motion Picture Under the Cherry Moon (1986)—.
La película fue un fracaso, como suele ocurrir con los filmes que se ruedan con pulso firme. Véanse Blade Runner, Arrebato o el vídeo de Pedro J Ramírez. Pero el tremendo fiasco del disco en el mercado estadounidense tiene en parte su explicación en el boicot integrista. Otra razón se encontraría en las disputas del camaleónico con su discográfica, que ya empezaba a estar cansada de la figura de un músico, con contrato multimillonario, que se reinventaba con cada obra, lo que lo alejaba de una audiencia mayoritaria.
El disco marcó un nuevo giro en la trayectoria de un Prince que en cada nuevo proyecto confirmaba las palabras de David Bowie y hacía suya la década de los 80. Tras Parade, el astro decidió desbandar su banda The Revolution. Decisión que posibilitó el que articulara a su alrededor a la formación más sólida que nunca he visto sobre un escenario —vale nunca he asistido a un pase de Victoria’s Secret—.
Pero ese concierto del 88 vendría después.
Lo que llegó antes, fue mi primer momento princifánico. Londres/ Leicester Square/ Warner Bros. Complex/ Septiembre de 1986. Allí estábamos unos cuantos ultrarítmicos y este pegamoide bailando como posesos esta canción en mitad de una sala de proyección. La película acababa, pero el espectáculo continuaba.
Como recuerdo aún guardo esta camiseta.

Aunque coincidirás conNino en que a ella le queda mejor esta otra.

Tarde de Reyes tras una noche de ilusión bajo una luna crepuscular. Aunque llueve, no puedo evitar confiar en que el tiempo nos sea propicio.


Prince/Revolution - Mountains (Altered), posted with vodpod

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