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viernes, 20 de septiembre de 2013

Nuestra última línea de defensa



Supongo que usted, atento lector, habrá ojeado más de un artículo sobre los problemas de adicción a las redes sociales y al uso compulsivo de Internet. O sobre cómo más de uno –que siempre es el otro– nos ponemos furiosos al ver que nuestro número de seguidores no aumenta… o el de followers disminuye. Solemos ponerle cara a ese “otro”; y, normalmente, es la de un adolescente inseguro o la de un maduro pacato la que carga con el pato. El pensar que nosotros hacemos un uso razonable y sostenido de Internet nos hace sentir seguros. Seguridad tan falsa como la imagen de nuestra sociedad que reflejan las redes sociales.
Y esta falsedad es beneficiosa, pues será nuestra última línea de defensa, nuestro Verdún frente a los invasores verdes!

Imaginen que un marciano llega a España, en plan explorador de lo desconocido, con la misión de redactar para su raza un informe diario que prepare su invasión. Supongan que para infiltrarse en nuestra cultura utiliza una red social, pongamos que Facebook. Le bastará usar como foto de perfil la imagen de una pelirroja peligrosa –o la de un lindo gatito– para tener un número considerable de ciberamigos. Y mediante ellos obtener la información que le permita a su ralea la total dominación de este planeta.




Tras leer los muros, comentarios y megustas de los hispano terrícolas, llegará a la conclusión de que en este país somos unos pacifistas contrarios a todo tipo de violencia–ya sea contra toros de La Vega o tontos de capirote– por lo que no ofreceremos resistencia a su invasión.
Además, la nuestra es una cultura que rinde culto al intelecto –ya que en nuestras ciberopiniones siempre lamentamos el cierre de periódicos y alabamos los documentales de la dos–; por lo que nuestras mentes no embrutecidas serán un sabroso aperitivo para ellos –sí, amigo lector, esta amenaza extraterrestre, además de verde es ¡devoracerebros!–.

Y, por si fuera poco, el nuestro es un país en el que (casi)nadie admite haber votado al gobierno; de lo que nuestro marciano deducirá que el resultado electoral fue consecuencia de un tongo igualable al de la elección de ganador en “Campamento de verano” –sí, nuestro alienígena es espectador babeante de programas de corazón y tripas, (por eso de ir haciendo boca), de lo que deduzco que debemos de estar infestados de invasores dado el alto porcentaje de televidentes que tienen estos programas–. El marciano llegará a la conclusión de que a su horda le bastará presentar su invasión como revolución para que todo indignado se ponga de su lado.

“La cosa está hecha”, pensará el verde felón, sin saber que se va a llevar la del melón.
Que vengan a invadirnos, que vengan… que ya verán cómo nos las gastamos los humanos cuando nos alejamos de las maquinitas y nos acercamos a los seres vivos. 

Somos una sociedad que agrede al diferente, que considera tonto al que no se aprovecha del débil y que defiende que la letra con sangre entra. Si hace un millón de años ya acabamos con los dinosaurios –que también eran verdes y más grandes– ¡que se preparen esos delgaduchos!
¡Qué gran razón hay en eso de “La verdad está ahí fuera”! Sí, fuera de ese decorado que es Internet, el cual hemos preparado para engañar a los invasores extraterrestres –no en vano en su origen Internet fue una red militar y ahora sigue siendo una herramienta ofensiva (ya ven la cantidad de insultos, calumnias y irrespetuosidades que circulan por ella) donde nos ponemos verdes por eso de ir practicando la caza del marciano–. De hecho, mandamos en el año 1977 la sonda Voyager para atraerlos a nuestro planeta. Aquí los aniquilaremos y luego vestiremos sus pieles como uniformes de camuflaje para ir a Marte a exterminar su linaje.




Y pensar que estuve todos estos años sin haber conocido este manual de supervivencia que es la teleserie Expediente-X. Lo mío, más que de enloquecido es por un sinsentido.



© Guillermo Zorro Moldeador
     Ufólogo necesitado de urólogo

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