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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

jueves, 11 de agosto de 2016

Mi pertinaz asimetría efervescente

Por mucho que me guste embellecer el trastorno de déficit de atención que sufro y recurra a llamarlo “capricho”, soy consciente de que mi comportamiento tiene mucho de gravamen y poco de antojo.

No recuerdo cuándo me vi obligado a autoimponerme un orden cotidiano que me sacara de mi pertinaz asimetría efervescente. Imagino que fue en algún momento entre los cinco y seis años, a lo largo del curso de párvulos: quizá todo empezó en alguna de esas mañanas en las que se nos mandaba colocarnos por orden alfabético antes de entrar en clase y yo solía alejarme de la formación para acercarme a cualquier cosa que me llamara la atención.

Castigos físicos, humillaciones públicas, intentos de convencer a mis padres de que era un “retrasado” y debían sacarme de esa escuela para ingresarme en un centro especial… el personal docente del Colegio Nacional Jovellanos recurrió a métodos atropelladores en su fogosidad por enderezarme. Según fui aprobando cada curso, fue evolucionando el grado de descalificación personal que sufría. Pasé de ser señalado como “despistado” a ser vituperado por “vagoneta”; y al dejar de vestir pantalones cortos para ir al colegio, comenzaron a largarme del aula y a lanzarme nuevos tipos de agravios, entre los que no faltó el dejar en el aire mi condición incipiente de “drogadicto”, adicción que explicaría mi condición de “alelado” en clase.

Recordándolo ahora, lo más triste de ese abuso docente fue que no era un niño violento o problemático, pero el hacer las cosas de manera diferente a cómo se me ordenaba –debido a mi estado de despiste– y la seguridad que mostraba frente a sus desprecios –al saberme querido por mis padres– hicieron que mis profesores me denostaran como un alumno rebelde.

Por otro lado hay un factor sociopolítico muy determinante para lo que ocurrió: mi etapa escolar transcurrió durante los últimos años de la dictadura franquista y el arranque de la Democracia en España, en una etapa (de 1970 a 1979) en la que a los colegios “públicos” aún eran acreditados como “nacionales”, y el personal docente de la escuela a la que asistía estaba conformado en su mayoría por maestros de edad avanzada o de mentalidad retrógrada. De ahí que imagine que haberles pedido a esos intolerantes que no discriminaran a los “diferentes” habría sido pedirles demasiado.

Para cuando empecé el instituto ya era demasiado tarde para que dejara de asociar todo proceso formativo impuesto con un intento de deformar mi individualidad: pese a la juventud de la mayoría de los profesores y a la fascinación que exhalaban mis compañeras, el miedo a pasarlo mal me volvió cobarde y decidí seguir al abrigo de mi laberinto emocional, lo que llevó a que afianzara una personalidad solitaria.

Luego vinieron los años universitarios; época en la que me atrincheré, en pliegues de piel sudada, de las ofensivas de una Realidad que temía que no tardaría en aniquilar mi individualidad.

La lucha sigue pese a las pérdidas y a las derrotas. Hoy hace doce años que falleció mi madre. Recuerdo con emoción cómo se encaminó hasta el Jovellanos con mi tarjeta de Selectividad para “metérsela por las narices” al director del colegio que había avalado la conveniencia de que dejara de estudiar y de que aprendiera un oficio.




Mi lucha es la misma en la que combatió mi madre: es la lucha eterna, desde que el ambicioso Caín mató al idealista Abel, por demostrar la valía de todos aquellos a quienes los mezquinos marginan por “inútiles”.

La que cuento es mi Historia, las que fabulo son nuestras historias: las de quienes ambicionamos felicidad y no poder. Mientras tenga voz, hablaré; mientras tenga voluntad, escribiré.

En la vida soy Nino, ante el teclado soy Nino Ortea. Frente a los miserables, no tengo pena ni olvido.

Tu atención al leerme compensa mi distracción y estimula mi ánimo.
Gracias, atento lector.

Nino

30 comentarios:

  1. Y nunca dejes ni de hacer oír tu voz, ni de darnos el placer de tus letras.

    Como docente me averguenza y me da muchísima tristeza que haya habido, y existan aún hoy, "operarios de la educación" (llamarlos "maestros" sería darles un título que no merecen mínimamente) que marcan estos límites, colocan estos rótulos y ejercen una autoridad que sólo es producto de un sistema, porque de otro modo no sería posible.

    Un abrazo especial en este día.

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    1. Buenas tardes, Alma:
      El placer es mío al disfrutar del estímulo de tu compañía.
      Sí, hay unos cuantos indecentes camuflados de docentes; pero al igual que no despreciamos las manzanas, pese a que alguna pueda contener un gusano, no es justo desprestigiar a todo el personal educativo.
      Mi rechazo a todo lo que suena a escuela, es una exteriorización adulta de todos los mecanismos de autodefensa que me vi obligado a desarrollar en la infancia.
      Un fuerte abrazo, Alma.

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  2. Me ha emocionado tu relato. No tengo más que dejarte un abrazo =)

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  3. Me ha emocionado tu relato. No tengo más que dejarte un abrazo =)

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    1. Buenas tardes, Mónica:
      Es esta solidaridad emocional, este nuevo destello de tu brillante humanidad, la que me emociona.
      Gracias por el tesoro de tu abrazo, Mónica.

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  4. Te entiendo, en mi caso las monjas del colegio me llenaron de complejos y sentimientos de culpa.
    Gracias a ti Nino.
    Besos

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    1. Buenas tardes, Ángela:
      A mis casi 51 años, me mantengo inmaculado de todo complejo o sentimiento religioso. El vivir en una sociedad falsamente cristiana y el haber crecido en un ambiente familiar católico tienen su influencia en mis modos y maneras, pero no en mi ser.
      Un abrazo, Ángela.

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  5. En cierto mondo me recuerdas a mi, pero no quiero extenderme hoy

    Haces un hermoso homenaje a tu madre, que creyó en ti , y no siempre sucede eso,
    la palabra de un niño frente a la de un tutor ( de aquellos tiempos) era casi siempre dudosa

    Te dejo un abrazo grande

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    1. Buenas tardes, MaRía:
      Lamento que también sufrieras represión escolar. Lo más sombrío es que a día de hoy pervivan algunos miserables camuflados como “educadores”.
      Sin entrar en detalles, digamos que los despropósitos de los profesores fueron maestros; mis padres tenían claro que su hijo no era ningún portento, pero estaba muy lejos de ser el pequeño troglodita que descubrían. Como la situación económica familiar no era holgada, no podían plantearse el escolarizarme en un centro privado (además de que creo que mi madre sentía que de haberlo hecho, les habría dado la razón a aquellos palurdos) De hecho, mis padres no me regañaban mucho por mis malas notas escolares. Les encorajinaba el que no me gustara estudiar y me pasara el día en las nubes; pero con sus castigos estimularme,
      Mi madre (y también a su manera mi padre) siempre me han hecho sentir querido. Eso fue muy importante en mi desarrollo emocional, pues desarrollé una coraza frente a los prejuicios ajenos. El problema estuvo en mi convertir ese defender mi individualidad en un alejarme/desentenderme de lo ajeno.
      Me agranda tu abrazo, MaRía.

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  6. Valiente la actitud de de tu madre que se le plantó, con actitud, a ese mal director.
    Por suerte no lograron enderezarte, heredaste esa actitud. Gracias por contarlo.
    Espero que se criterio educativo haya quedado en el olvido.
    Saludos.

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    1. Buenas tardes, Demiurgo:
      Es que mi madre era una gran persona y una mujer que no toleraba las injusticias. Su pasión fuimos sus hijos y de desvivió por nosotros, nunca se perdonó el no haberme sacado de ese colegio donde me atrapó el determinismo social (mi hermana iba a un colegió público para niñas, situado a unos100 metros, donde recibió una educación afectuosa)
      No ha quedado en el olvido, ni mucho menos en el perdón. Es a día de hoy que sigo siendo un mal alumno (este curso me había apuntado a la escuela de Idiomas, pero dejé de ir a clase y no llegué a examinarme, quizá me lo replantee en septiembre)
      Un abrazo, Demiurgo.

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  7. Y que tú voz tiene, nunca calle y siempre se presente ante cada luz, alma o pantalla de la forma en la que sienta que debe, de la forma en la que se considere LIBRE, ELLA, .....siempre

    Un abrazo

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    1. Buenas tardes, AtHeNeA:
      Gracias por tus renovadas palabras de ánimo. Es alentador el saber que mi voz forma parte de un coro donde la única pauta en las partituras es el respeto a cada cual.
      Sin libertad para pensar y sentir no sería nada. Por suerte, pese a aislarme en un laberinto, camino casi siempre hacia la luz; por suerte, algunos de sus pasillos se convierten en cruces de caminos donde mi pasear se acompasa temporalmente al ritmo compartido.
      Gracias por acompañarme en este paseo, AtHeNeA, confío en no desorientarme en algún cruce.
      Un abrazo, compañera.

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  8. Hola, gracias por vuestros comentarios y compañía.
    Disculpad mi retraso en contestaros. Esta semana he cambiado las ventanas del mirador del salón y, dado lo abarrotado de objetos y cachivaches que lo tenía, tengo la casa convertida en un almacén de trapero y a mi hermana desquiciada en su intento de ayudarme a poner orden en este caos.
    Un abrazo.

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  9. Agradezco tu reivindicación tan legítima. Una parte muy importante de nuestro desarrollo como persona está en esos primeros años de colegio, en nuestro país arrastramos esos "malos educadores", quizá porque a su vez, ellos, sufrieron iguales o parecidas desconsideraciones y es lo que aprendieron, (no lo justifico, por supuesto), ¿pero qué se puede esperar de aquellos que enseñaban con el temor y el dogma aprendido? Y no te creas que las cosas han cambiado mucho, yo he cambiado a mis hijos tres veces de colegios y me he peleado no sé cuantas veces con algunos maestros. El ejercicio de la docencia sigue normas rígidas, son pocos los que aplican una pedagogía fuera de estadísticas y baremos, apostando por el natural desarrollo de los niños con todo su amplío caudal de posibilidades. Y todo es por un desconocimiento, porque a la educación sistemática y "normalizada" no le interesa la "persona" que hay detrás del número y la ficha de un alumno. Es lo triste, en España si un niño llega a ser "persona" será por su propio empeño y el de su familia, ya que lo primero que hace nuestro método educacional es "anular" cualquier inquietud o rebeldía.
    Tu madre demostró inteligencia al no dejarse engañar y creer en ti. Tenemos tanta presión social sobre nuestros actos y conductas, derivados del peso de prejuicios, costumbres que, hay que ser muy fuerte para romper esas cadenas y luchar por ser uno con sus diferencias. Ese gesto es admirable, igual que el tuyo al contar los detalles sin "tapujos", porque así es como lo viviste.
    Por suerte, no pudieron contigo, y eres tú. Sí, quizá a costa de esa "distancia" que mantienes entre esa sociedad que no te reconoce y tú, o más bien donde no te reconoces. Yo creo que lo mejor para uno es alejarse de lo que le hace daño o sólo le aporta desasosiego.
    Te reitero mi agradecimiento por tu sincera explicación de esa etapa vivida con sus deslealtades a tu vida incipiente, pero que quizá te hizo más fuerte, más audaz para descubrir los engaños.
    Poder leerte ya es un premio.
    Dejó escrito Pessoa en su "Libro del desasosiego" que:
    "(...) Seré comprendido solo en efigie, cuando el efecto ya no compense al muerto de la falta de afecto que sufrió en vida.
    Tal vez un día comprendan que cumplí, como nadie, con mi deber de intérprete de una parte de nuestro siglo; y, cuando lo comprendan, escribirán que en mi época fui un incomprendido, que viví desdichado entre desafecciones y frialdades, y que es una pena que semejante cosa pudiese haber sucedido. Y quien esto escriba será, en la época en que lo escriba, un incomprendedor, como los que hoy me rodean, de mi ser análogo de ese tiempo futuro. Pues los hombres solo aprenden para beneficio de sus bisabuelos, que ya murieron. Solo a los muertos sabemos enseñar las verdaderas reglas del vivir".
    Las reglas del vivir...vivir sin reglas...
    Un abrazo, Nino.


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    1. Buenas tardes, Clarisa:
      El agradecido soy yo por tus constantes muestras de aprecio: GRACIAS.
      Me temo que esos "malos educadores" no son disfuncionalidades exclusivas de España, sino que inclusivas a la condición humana. No soy un gran viajero, pero sí un espectador/lector desmedido y son innumerables las obras de ficción donde aparecen educadores que convierten al Sr. Bumble de Dickens en un auténtico prohombre.
      Me entristece el saber que tus hijos también han sufrido a deshumanizados, confío en que su experiencia escolar amarga y tu preocupación vital hayan llegado a su fin con ese tercer cambio de colegio. Enhorabuena por tu lucha/defensa de la dignidad de tus hijos (el combate a la Injusticia empieza en batallar esos abusos cotidianos que se asientan como modos y costumbre sociales)
      Entiendo que se normalice un habla para convertirla en Lengua, pero las personas no tenemos que ser normalizadas. Yo nunca he querido ser una persona normal, sino ser un individuo social. La Educación está aún usada por el Estado como una apisonadora normalizadora (ahí están despropósitos tan inexplicables como el que a los zurdos se los convierta en diestros, con los efectos negativos que ese proceso conlleva en la Psique)
      Quizá una de las causas de esta perduración de las malas prácticas docentes que señalas, Clarisa, esté en el hecho de que una gran mayoría del profesorado no ha recibido formación “docente”. Yo estudié Filología Inglesa y en los 5 años de carrera no había ninguna asignatura orientada al aprendizaje de metodologías didácticas, pese a que la salida laboral de la carrera era la docente.
      Todo un detallazo el fragmento de Pessoa, para mí es todo un referente por la libertad creativa que ejerció con su uso de los heterónimos.
      Leerte, aquí y sobre todo en tu blog/libros, es siempre un estímulo y el contar con tus comentarios aquí es una bendición.
      Creo que mi única regla en la vida es el respeto a los respetuosos con la dignidad ajena.
      Feliz domingo, compañera Clarisa.
      Espero que el sol os ilumine y la brisa os refresque.
      Salud y suerte.

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  10. Ya tardaba yo en comentar, leo y leo a todos y no me da para más.
    Esos cerebros castradores de mentes infantiles eran los que se dedicaban a forjar caracteres de buenos ciudadanos respetuosos con el movimiento nacional. Recuerdo una escuela de un pueblo costero mediterráneo en el que la maestra se llevaba la máquina de coser al aula; se ponía en una esquina y trocotrocotrocotrocotroco, dale que te pego al pedal, dejaba a los chavales el curso entero leyendo y haciendo ejercicios en silencio, las correcciones no llegaban nunca.
    En mi escuela, pasaron unos incipientes psicólogos a pasarnos unos test de vete a saber el qué. Una de las preguntas, la recuerdo perfectamente, era de qué color pintarías tu habitación, yo respondí de color verde loro, con flores y animales, la respuesta de la maestra fue llamar a mis padres para decirles que era una extravagante desequilibrada, debía tener unos nueve o diez años...
    Cuando comencé en el conservatorio, el primer profesor, que por cierto es de renombre en la comunidad valenciana, me dijo que no valía ni para tocar la zambomba, quien le diría que sería la primera viola de una sinfónica durante años y doctora en epigrafía musical, el muy cretino. Y otros personajes que, estando tan fuera de tono, ni merece que se les nombre.
    Con el tiempo conseguí hacerme dura en mi campo de conocimiento, no me sopla ni el más pintado, pero con estos malditos tiempos, guardas el cultivo de tantos años en el bolsillo - a ver si así el conocido refrán de "el saber no ocupa lugar" hace algo de bulto- y te dedicas a ocultarlo para, por ejemplo, fregar platos en cualquier maldito sitio durante 16 horas seguidas. Pero también a eso se le planta cara y el contenido del bolsillo se muestra de nuevo, vuelves a endurecerte más y finalizas lo que no es para ti. Y el carácter se va forjando más y más y se hace selectivo, cada día más intolerante y más coherente.
    Tal vez, algo les debemos a los degenerados docentes, quienes no permitiéndonos avanzar en nuestro camino, nos dieron las herramientas necesarias para apartar escollos aunque fuera con la cabeza y darles una buena coz llegado el momento.
    las mentes libres con sentido crítico son peor que la cicuta para ellos, bien por nosotros, amigo.

    Un abrazo bien gordo.

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    1. Querida Verónica, tú nunca tardas: llegas a tu tiempo, como la Primavera; otra cosa es que al Otoño, tan alejado de ti en el calendario que le imponen como cercano en las sensaciones que anhela, le gustaría tenerte siempre a su vera.
      Te agradezco la cercanía que me muestras al confiarme estas confidencias.
      En asturiano tenemos la expresión “castrón” para identificar a esos castradores de ilusiones. Y sí, para nuestra desgracia personal y vergüenza social, los hay a puñados y en muchos casos engalanados como bienhechores por esta feria de las vanidades que al diferente lo convierte en fiera y al abusón en marginador. Lo preocupante (y como madre tu preocupación se convierte en dolor) es que esa estirpe de castrones es más prolífica que la de los Borbones y sus nietos siguen haciendo de las aulas sus reinos de taifas.
      Curioso, pero mientras te escribo está sonando en la radio la canción “El enemigo” de Juanes, uno de esos temas que siento que me hablan al corazón y a las tripas: si esos idiotas supieran que seguimos aquí felices y orgullosos de ser quienes somos, verían que su “movimiento nacional” nos ha vuelto inamovibles frente a toda orden que no viene del corazón.
      Así que tuviste una profe tricotosa, confío en que fuera mejor zurcidora que maestra. A mi colegio no vinieron psicólogos (o al menos no les dejaron entrar en nuestras aulas), todo problema se arreglaba formando al inicio de la jornada escolar y poniéndote firme al entrar el director o cualquier profesor en clase. Lo más parecido que recuerdo que me hicieran a un test psicológico fue el encerrarme a oscuras, bajo una trampilla, cada vez que me echaban de clase y mi madre tenía que pasarse a buscarme. Una de esas veces mi “infracción” fue la de responder “once” cuando se me preguntó cuál era mi número favorito (parece ser que el castrón me había preguntado cuál era mi número favorito del o al 9, pero yo no recuerdo haberle oído esa acotación)

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    2. aquí sigo, Verónica, se me había olvidado que a goggle no le gustan los comentarios libres en extensión.

      Soy muy limitado para apreciar la gama cromática, por lo que mi respuesta a la pregunta del color favorito era siempre la misma “el amarillo” (yo creo que debido a que ése era el color que vestía Crispín, el compañero de El capitán Trueno) Obviamente, mi respuesta les parecía poco viril a los malprofesores, que consideraban ese color impropio de un futuro hombre de provecho. En más de una ocasión, al proponer usar el amarillo para pintar algo que no fuera el sol o la bandera de España, se me castigó a permanecer de pie en una esquina. A día de hoy las paredes de mi salón son de amarillo canario; las de mi pasillo, amarillo limón y toda la marquería de mi casa está en un amarillo crema. Lo único que no me gusta amarillo es el submarino de los Beatles (siempre me han parecido unos ñoños, mi simpatía es por los Stones)
      ¡Lo que habría dado yo por aprender a tocar algún instrumento! No dejas de maravillarme, Verónica. Yo encontré una guitarra sin cuerdas en la basura a la que le puse el cordaje de diferentes raquetas de tenis de mi hermana. La guitarra no sonaba, pero me la llevaba conmigo en todas las excursiones del instituto como excusa para poder cantar y verme así rodeado de mis crujientes compañeras.
      Sí, en estos tiempos nuevos¬que son igual de salvajes con los diferentes que cualquier época pasada¬ más vale disimular nuestra valía frente a las necedades que buscan mangonearnos: si hablas con propiedad te llaman “machista”, si defiendes tu individualidad te tachan de “insolidario” o si no te rindes ante el desánimo te marginan por “iluso”. Somos como somos, ni mejores que peores que nadie; no buscamos ser normales, sino respetados; nuestra ambición es ser felices, no millonarios.
      Son sus intentos de marginarnos los que nos convierten en radicales. Somos incompatibles con la vulgaridad e intolerantes con la violencia. Ven agresividad en nuestro defender lo que nos es querido: que nos dejen en paz, pues no vamos a ir a buscarlos. A lo que llaman “carácter huraño”, yo lo defino como “carácter selectivo”. Temen nuestra independencia, nuestro poder convivir con nuestros demonios, les preocupa que no dependamos de falsos estímulos de dependencia. Mientras otros salen a capturar pokémones, nosotros seguimos persiguiendo nuestras ilusiones.
      Sí, quizá esos malos maestros nos enseñaron involuntariamente algo muy valioso: a defender lo que amamos.
      Un fuerte abrazo, compañera.
      ¡Salud, República y café!

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  11. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  12. Grandioso y despistado vamos de la mano en un mundo
    de dolor ...
    donde ponemos especias al vivir cotidiano
    y cantamos un Tango sin bandoneón
    Un brindis de despiste para vos

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    1. Buenas tardes, Mucha:
      Gracias por este brindis y por entonar un tango tan sentido como sincero.
      Unas veces (pocas) el dolor, otras veces (suficientes) la alegría y bastantes veces (muchas) la curiosidad condimentan con especias el vivir cotidiano, que en boca de otros siempre peca en exceso de picante o salado. Para ellos lo soso, yo no quiero vivir 100 años.
      Un abrazo, Mucha.

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    2. Si te entiendo enfocarse
      ADD
      fue parte de mi vida
      desenfocarme y ser normal no es fácil
      Me rio lo tomo como algo genial.
      Depende como miremos las cosas desde el lado del drama
      o el lado sin final
      Buen domingo para vos querido Nino
      Sos especial

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  13. Me ha llegado muy adentro lo que has escrito Nino, me ha emocionado y necesito volver a leerlo, ahora no puedo decirte más.

    Un beso grande.

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    1. Buenas tardes, María:
      Gracias, de nuevo, por la compañía de tus palabras.
      Confío en no haber avivado con esta asimetría el mal recuerdo de alguna experiencia escolar desagradable.
      Siempre es importante mirar ocasionalmente atrás y tener presente nuestro pasado. Mi mirara atrás, aunque lo haga con ira, me ayuda a mantener el ánimo; pero quizá al compartir mis recuerdos lo hago en forma de impresiones que despiertan sensaciones incómodas en quienes tenéis la amabilidad de interesaros por mis “enninaciones”. Si ha sido tu caso, discúlpame: con las palabras puedo tener tanto peligro como un ciego con una pistola.
      Un abrazo, María.

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    2. Buenas tardes, Mucha:
      Confío en que algún día llegaré a parecerme a ese Nino que tú ingenias cuando me lees.
      Hasta el momento no he podido, no por falta de ganas, sino que por exceso de impericia. Pero es siempre un estímulo recomenzar en tu compañía este intento perenne de llegar a ser como tú me lees, pues llegar a cualquier sito a tu lado es siempre un buen destino.

      Gracias por todo, Mucha.

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  14. No puedo decir que te entienda por lo que pasaste porque realmente no pase por lo mismo, pero si realice un trabajo para una tesis de TDAH, en niños con hiperactividad y problemas de atención, y pude estudiar un poco los problemas a los que se vieron enfrentados los niños que lo padecieron en el pasado....y por otro lado,también pude constatar que al igual que los autistas, desarrollan ciertas habilidades....en tu caso es la tremenda imaginación para desarrollar tus novelas...aprovecho para comentar aqui, la entrada siguiente del video...y es para decirte que me gustó mucho conocer tu voz..creo que asi la imaginaba cuando lei el comienzo de tu novela...que por cierto....ejem...leeré la continuación?
    Bueno...a pesar que lei en uno de tus comentarios que no te encuentras bien, te deseo que pronto lo estes...
    tu amiga...Mirella

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    1. Buenos días, Mirella:
      Gracias por tu comentario.

      Quizá uno de los aspectos donde más nos singularizamos sea en nuestras dolencias y carencias, imagino que como experta en temas de conducta y aprendizaje encontrarás grandes diferencias en casos que aparecen englobados dentro de una misma patología.
      En mi caso, apenas sufrí/mostré hiperactividad; sí que tengo un carácter impulsivo, pero no muestro hiperactividad física. Desde muy pequeño toleré todo castigo/aprendizaje que consistiera en forzarme a estar quieto y sin moverme; nunca he mostrado una actitud agresiva (sí resolutiva) y mi respuesta a los estimulantes me sorprendió tanto que, salvo con el alcohol, siempre me he mantenido alejado de ellos (incluso de los legales y de los medicados)

      Es más, creo que en mi trastorno están muchas de los soluciones a los problemas cotidianos. Por decirte un ejemplo simple: sufro de migraña crónica; me negué a tomar la medicación pautada por el neurólogo, pues suponía la ingesta diaria de pastillas de aquí a mi muerte; en lugar de con medicinas, alivio las molestias caminando con paso muy vivo y sólo cuando el malestar se convierte en dolencia tomo la mitad de la medicación prescrita. Es como si esas “migrañas” fueran en realidad una exteriorización que mi organismo muestra de su necesitad de actividad.
      Respecto a mi “falta de atención”, esa carencia sí que me ocasiona “problemillas” a diario; pero bueno, no soy ningún cabeza vacía.
      Muchas gracias por tu compañía, Mirella.

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Gracias por tu lectura comentada.

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