“¡Yo soy grande! ¡Son las películas las que se han vuelto pequeñas!
Frase tomada de la película: El crepúsculo de los dioses.
No es lo mismo ser soberbio que estar soberbio.
No se debe utilizar el pronombre “YO” delante del verbo.
Es redundante. Es de engreídos. Es signo de Soberbia…
Lo reconozco, ¡hay veces en que me gustaría ser inglés!
Y ésta es una de ellas.
Los angloparlantes no diferencian entre “Ser” y “Estar”.
Con coger una calavera y cuestionarse el “To Be” tienen bastante.
A ellos no les preocupa que los llamen “Prepotentes” por enfatizar el sujeto agente. Si no ponen la forma pronominal ante el predicado, los llaman “tarzanes” y eso no ser muy mono, Jane.
Me queda un consuelo: no soy un inglés flemático pero sí un asturiano enfático.
Nosotros, quizás por ser católicos, seguramente por ser fariseos, aparentamos llevar muy mal lo del “Yo” y lo barnizamos con el freudiano “Super Yo”. Que no sólo es más culto, si no que es la antesala de la Educación para la ciudadanía.
Después a opositar, o a militar en ONG’s, y… ¡Ya está!
¡Nuestra vocación de servicio social alcanzada! ¡Todos iguales! ¡Todos al servicio de la Sociedad !
El gran hermano de George Orwell, la Alemania de Hitler, o los Hare Krishna de los aeropuertos son prototipos de este estereotipo. Yo, pese a mi calvicie, no me veo danzando al son que me tocan, al servicio de un estado, ni dejándome bigote…
¡Mi madre no me crió para eso!
Siempre he sido el raro, el diferente, el mutante… No voy a negar que me haya aprovechado de ello. Puedo parecer tonto, pero estoy muy lejos de serlo. Con mi proverbial torpeza tengo bastante. Pero debo reconocer que, en más de una ocasión, el que me consideraran un loco me ha servido para lograr lo que quería, o al menos para que me dejaran tranquilo.
Cuando nacemos nos mostramos como somos. Nos gusta ser el centro de atención. Exteriorizamos nuestros sentimientos. Comemos cuando queremos. Y dormir no tiene límites.
Entonces llega el “Colegio”.
Una de las ventajas de haber sido un mal alumno, es que el proceso formativo reglado no me deformó en exceso.
En la “Escuela” se nos somete a un arbitrio de socialización y aprendizaje. En ese destete emocional, nos despojan del YO, y nos invisten en el nosotros. Todo buscando que en el futuro seamos personas de provecho para la Sociedad.
“El burro delante para que no se espante”. “Su hijo no comparte el material con sus compañeros”. “¡MJOS!... ¡Una semana expulsado por pegar a María del Puí!”. “¿Cómo que no quieres hacer un trabajo en equipo?... ¡Suspenso!”. “Su hijo presenta serios problemas de aceptación de la autoridad. ¿Han pensado en llevarlo a un psiquiatra, o en matricularlo en otro centro?”. “No llegará a nada en la vida”. “Acabará muy mal”…
Por fortuna, frente a la erosión practicada por el Sistema Educativo y los prejuicios sociales (“¡Uy, qué raro es! ¡No le gusta jugar al fútbol!” “¡Debe de ser marica, prefiere leer un libro a jugar con nosotros al Scalextric!”) mi autoestima encontró cobijo en mi madre.
Siempre me escuchó, apoyó y cuando hizo falta me pegó con la zapatilla. Con su “Hijo, no es así” logró más que todos los educadores con sus castigos. Su “Hijo, ¡Cuánto vales!” me armaba frente a los desprecios belicosos.
Hoy hace cuatro años que mi madre falleció.
Incluso moribunda me enseñaba cosas.
Creí que lo mejor de mí se había ido con ella.
Con su muerte descubrí mi debilidad.
Tras su muerte, me abandoné.
Durante años me ensombrecí.
La tristeza me asoló.
Me volví pequeño.
Temía brillar.
Me volví dependiente.
Dejé que enanos me eclipsaran.
Que inútiles me manejaran.
Que seres despreciables me despreciaran…
Por fortuna, cuando mi amargura se me atragantaba siempre tuve amigos con los que compartir ese mal trago.
Eso fue entonces. Esto es ahora.
Este Pulgarcito ha vuelto a encontrar el camino de baldosas doradas. Y de la que vuelve a casa se alimenta con migas de felicidad. Al ver su reflejo, le gusta la imagen que ve.
Ahora me gusto.
Me quiero.
Me cuido.
Ahora gusto.
Me quieren.
Me cuidan.
No me supravaloro, pero odio la falsa modestia. Sé que no soy más que nadie, ni menos que nada. Tengo mucho que aprender y por disfrutar. Llegado el momento sé compartir. Cuando hace falta sé perder. Pero, ante todo sé cual es mi sitio, y lo que quiero. Si hay que reír, río. Si hay que llorar, lloro. Si hay que enredarse, me enredo.
Vuelvo a equivocarme. A enamorarme. A comportarme con torpeza…
En mi vida me he puesto un uniforme. No he necesitado disfrazarme para que me aceptaran. La necesidad de pertenecer a alguien o a algo me ha sido ajena. La hipocresía de lo políticamente correcto me es impropia. Aunque ya no soy joven, sigo siendo airado. Soy agresivo con los miserables. Y rencoroso con los que me hacen daño.
No soy perfecto, sólo egocéntrico.
Cuando hago las cosas, las hago pensando en mí. Si escribo estas líneas no es buscando convenceros, si no reafirmarme en mi valía. Si estoy enamorado no es por que busque hacerla feliz, si no que los dos lo seamos. Cuando doy primero, no es por generosidad, es por evitar recibir.
Pese a todos estos rasgos asociales, egoístas o hedonistas, si de algo puedo presumir es de la amistad de mis amigos. De hecho, más de una vez me habéis comentado en este blog que debía de estar contento por las muestras de aprecio. Lo estoy. Ellos sacan lo mejor de mí, y soportan lo peor.
Al igual que el agua, algo tendré para que me bendigan con su compañía.
¿Soy soberbio? SÍ. Y no sabéis lo que me ahorro en libros de autoestima.
Diosas, humanos, amigas, anonimos, amantes, colegas, vampiros, batman, king kong, Naomi watts, alatriste, mafiosos rusos, premios nobel, fumadores, bebedores, sherlock holmes…
ResponderEliminarY por encima de todo tu.
Acaso pensabas que ibamos a perdernoslo?
Besos
Laura
Hola Marcelino!
ResponderEliminarExcelente comentario has puesto en tu blog. No digo que sea excelente por su calidad literaria o por su ingeniosidad (tampoco digo que no lo sea) sino porque sigues avanzando en el conocimiento sobre ti mismo, profundizas en ti y ya eres más consciente sobre tu persona; pero lo más importante es que vas dejando atrás miedos, traumas, fobias y demás zarandajas que se suelen llevar en la mochila del caminante, pesos muy pesados que nos resistimos a abandonar en la cuneta.
Algo que me ha llamado la atención, por compartir contigo (aunque de forma diferente que ya comentaremos en privado) es que tu madre continua siendo tu maestra de vida. Sí, estoy de acuerdo contigo, aunque físicamente no la puedas ver, sus palabras, sus hechos, su amor hacia ti, hace que cuando te recreas en su memoria, en las escenas que vuelven a tu mente, sigan siendo escuela de vida. Realmente se puede aprender mucho de una persona aunque no esté.
No sé si es este blog o si simplemente es un momento especial en tu vida, pero estás avanzando mucho y muy rápido, eso me alegra.
Sé que, además de tu familia presente y no presente, muchos amig@s estamos orgullosos de ti, por ser como eres, pero lo importante es que tu te valores a ti mismo, y veo que vas en ese camino.
Volviendo a un tema recurrente en tus comentarios: la mujer, te recomiendo de la serie Frasier (sabes que me encanta) los capítulos 9.1 y 9.2.
Creo que fue Voltaire quien dijo ¿Cómo se podría combatir el oscurantismo con la oscuridad? ¿El miedo, con el terrorismo? ¿La estupidez, con el esnobismo? Dejaste que los inútiles te manejarán y ahora conoces esa palabra para distinguirla de su antónimo, pues que bien ¿¿no?? Y con ello llego la luz, es más de lo que han aprendido muchos debajo de sus corazas.
ResponderEliminarA mi me parece una buena no iniciativa, además de admirable, “desnudarse” de esta manera, estoy segura que si relees lo que escribiste incluso te harás mas consciente del concepto que tienes de ti mismo.
En este mundo donde la gente se teme tan vulnerable si muestra sus sentimientos, tan pudoroso ante una exhibición emocional, donde muchas veces la inteligencia se mide con la capacidad para engañar, mentir solo por competir y ganarle la partida al que tienes al lado, donde priman los miedos, la falta de tolerancia y comprensión, donde las relaciones se han vuelto tan epidérmicas, opino que eres valiente, tal vez te secunde….
Pasearemos y hablaremos, como siempre…
Un beso casto,
G.G.
"Mi nombre es Marcelino José Ortea Suárez. Y estoy orgulloso de ser quien soy"
ResponderEliminar¿José? Vaya por Dios Nino, ahora es cuando se descubre que en realidad yo sólo soy un alias creado por ti para rellenar entradas en el blog. Cachis
Sólo una cosa: Voy a imprimir tu entrada para hacértela leer si alguna otra vez noto que vuelves a dejar que enanos e inútiles te eclipsen o manipulen por usar tus palabras.
Y recuerda siempre cuando vuelvas la vista atrás:
"Lo que no me mata, me hace más fuerte".
No hace falta que diga de quien es la cita ¿verdad?
Salu2
Hola, Laura:
ResponderEliminarA riesgo de repetirme, no sé lo que esperaba cuando abrí el blog. Pero lo que he recibido supera toda expectativa.
No sé cómo llevaba tanto tiempo perdiéndome.
Mirándome el ombligo mientras me limitaba a quejarme.
Es increíble como ahora todo parece camino de quedar atrás.
Por cierto, ¿ de toda esa pléyade de personas y personajes, dónde apareces tú?
Te veo pronto.
Nino
Hola, ¡Zukki!
ResponderEliminarSupongo que eres esa diosa a la antes citaron.
Los viajes, tratados como un proceso iniciático y de descubrimiento, han dado mucho juego creativo. En mi caso, lo veo más bien como un estar quieto, dejar de moverme como un perro que busca que lo saquen a pasear.
Quizá sea todo producto de mi reencontrada soberbia, pero los “miedos, traumas, fobias y demás zarandajas” me los había creado yo. Me gustaba llevarlos, sin comprender que no me daban más peso, si no que me convertían en pesado.
Culpar es fácil, admitir mi culpa en mi proceso de autodestrucción fue difícil. Lo fácil era culpar al viento por susurrarme verdades. A la tierra por recibirme con dureza cuando caía. Al agua del mar por estar bajo el influjo de la Luna, como yo lo estaba del suyo.
Desde luego, para mí, mi madre sigue viva en todas mis pequeñas cosas. Y creo que ahora puede dejar tranquila su zapatilla. Por el momento, he dejado de ser necio, y vuelvo a ser ese terco que acunó.
Yo tampoco sé la razón de esta vuelta a mi caos egocéntrico. Este blog es simplemente la exteriorización de cómo me siento. Y, ahora estoy lleno de ideas, proyectos e ilusión.
Para tú información: He visto todo Frasier, y lo tengo casi todo. De hecho una de mis muchas tareas pendientes es comprobar qué episodios me faltan.
Si son del comienzo de la 9ª temporada, ¿son aquellos en los que anda liada con una rubia psicóloga que…?
Bueno, Zukki, me apetece verte.
Hola,G.G.:
ResponderEliminarNo te hacía de vuelta tan pronto.
¡Gracias por superar reticencias y ocupaciones, para visitarme aquí donde exteriorizo mi renacimiento!
Recuerdo que fuiste tú quien me oyó decir muchas veces eso de “Hay que querer a quien te quiere”
Recuerdo que me lo has repetido muchas veces, siempre que me quejaba de que los despreciables me incluyeran en su desprecio.
Como bien sabes, no soy ningún filántropo. Lo que hagan los demás con sus corazas me trae al pairo. Sois pocos los que me preocupáis, interesáis y entretenéis. Para mí, la humanidad se reduce a un puñado de personas a las que quiero. El resto, no son o no existen.
¡Allá ellos y sus corazas!
Eso sí, con los misántropos disfrazados de solidarios, vuelvo a ser beligerante hasta extremos groseros. Todavía hoy, camino de casa he dado una dentellada.
No sé si mi “desnudo” emocional tiene algo de valentía, tiene un poco de exhibicionismo, una pizca de curiosidad, un algo de ociosidad, y una base de reafirmación.
Si tras tu “ tal vez te secunde….” Se encuentra lo que espero me alegraría. Tienes una forma de hablar colorida, una expresividad impresionista, una sensibilidad evocadora y una capacidad empática que envidio.
Yo, que me he beneficiado del efecto balsámico de tus palabras, sé bien de lo que hablo.
Lo hablaremos mientas paseamos.
Doña Inés, no le hable de castidad a este Don Juan recién huido de los Infiernos.
Nino
Mi nombre es Marcelino José Ortea Suárez, y estoy orgulloso de contar con tu amistad, José
ResponderEliminarSólo una cosa: ¡Imprímelo!
Volveré a perder la cabeza, el norte y las ganas de comer. Pero nunca volveré a perder la autoestima.
Te doy mi palabra Es lo único valioso que tengo.
Respecto a tu cita…
Fue con Zukki, ¿verdad?
El amor es algo maravilloso. Ningún desengaño me convencerá de lo contrario.
Cuídate.
Nino
Pidiéndote perdón por anticipado,me voy a tomar la libertad de hacer hoy de Pepito grillo.
ResponderEliminarPrudencia,Marcelino José, prudencia.
Ni tanto...ni tan poco.
Prudencia con los amigos en épocas de autoestima.Ellos son los mismos(¿?).Es tu punto de vista el que varía.
Prudencia con la vanidad.
Disfruta tu época dorada, sí,pero solo hay un paso de la gloria al vacío.
Prudencia con las sombras de tu pasado.
Quizas no fuesen tan demoledoras.Su intención pudo ser constructiva.
Prudencia,en fín con las autoafirmaciones. No dejes que se conviertan en soberbia.....
PD
Me he pensado bastante si enviar o no este comentario.
Tómatelo como un consejo de otra mamá.
Un saludo
Juncal.
Buenos días, Juncal!
ResponderEliminarImagino que leerás esto por la mañana, de ahí mi saludo.
¡Pero bueno! ¿A razón de qué esas disculpas?
Como diría el gran Peter Pan: “Lo bueno de vivir en Ven y Enloquece, es que nos acostamos cuando queremos, no cuando nos mandan”
No es sólo que éste es un espacio abierto, en el que cuento mis apetencias a quien lo quiera leer, si no que lo veo como un vínculo comunicativo. Por lo que toda opinión, y más si aparece con una firma reconocible, es bienvenida.
Otro asunto es que le haga caso a lo que se me dice, pues soy bastante terco en los temas relativos a mi vivir.
Bueno, Pepita Grilla, fíjate si mi terquedad no es en realidad una soberbia encubierta, que pienso firmemente, que quien mejor me entiende soy yo. ¡Aunque quizás esto último sea resultado de oír eso de. “¡No hay quién te entienda!
Así que siento que ahora mismo estoy en mi momento y en mi lugar, cosa que no sentía hace una hoja del calendario.
Vendrán tiempos duros, pero ciertos pajarracos, al igual que las golondrinas del poema, no volverán.
Además, encuentro tu posteo como una muestra sincera de cariño e interés. De sobra sé que para escribirme le estás restando tiempo al placer del descanso, o de la compañía de tu costilla.
Lo habitual en estos casos en que ves que una persona que aprecias está revolucionado, es, o bien callar (mientras piensas que se va a volver a deshinchar muy pronto) o bien darle la razón del loco.
Así que bienvenida sea tu sinceridad, y esperemos a ver lo que nos depara el paso del tiempo.
Nunca te pienses enviarme este tipo de comentarios. La sinceridad, aunque en un primer momento pueda hacer daño, siempre es necesaria.
Así que, tranquila. Estoy bien, muy bien. Alegre, con esperanza e ilusionado.
Y en cuanto acaben esta semanita begoñera y el sopor sofocante, pasaré al estado chiripitiflaútico!!
Nos vemos y me invitas a un trident.
¡Llevo 3 semanas sin fumar!
¡Biennnn!