El presente artículo está basado en una relectura partidista de
los primeros 25 números y dos anuales del cuarto volumen —que no mundo— de la
serie El poderoso Thor, en su ya caduca
explotación por parte de la editorial Planeta. A falta de rayos y truenos, el
repaso de estas páginas me ha proporcionado tranquilidad y buenos alimentos.
Emociones fuertes buscarlas en otra composición.
Una de las decisiones menos afortunadas que Marvel ha tomado en su
laaaaaaaarga historia de laudos inlaudables fue aprobar Heroes Return; proyecto consistente en cerrar varias colecciones clásicas con
bajo nivel de ventas, relanzándolas con nueva numeración y absurda fe ciega en
algunos de los hijos pródigos de la editorial. Vamos, algo tan ridículo como
confiar en que Espinete deje de pincharte cuando lo abrazas; ¿acaso no es un
puercoespín, pues siempre te acabará pinchando?
Si existe un registro de
partos artísticos desafortunados, el propiciado por Jim Lee y Rob
Liefeld encabeza los realizados en el paritorio de los Cómics. El origen de
héroes y villanos fue alterado y, pese a la presencia de autores como James
Robinson o Walter Simonson, el todo vale con tal de vender impulsó
este despropósito al precipicio editorial; alud que afectó doblemente a Thor
como personaje y como colección.
En su condición de miembro
del grupo Los Vengadores, experimentó un revivir indigno tanto de un dios como
de un mortal. El Dios del Trueno reapareció en el primer número de “The Avengers” (Vol. II), colección en la que Kurt Busiek lo presentaba
habitualmente como un ser de mucho músculo y poco cerebro; uno de esos zorolos que tanto les gustan a
las estudiadas chicas estudiosas.
El asgardiano no contó con
serie propia que mal contara sus gestas; retomándose el título de ”Journey Into Mistery” —colección en la que el asgardiano dio sus primeros martillazos en
el número 83— que continuaba la numeración de la serie en la que había caído
ante Onslaught (502). Planeta publicó los trece números de este proyecto de
Thor sin Thor, en formato comic-book y como serie limitada (Los dioses perdidos).
Tom DeFalco y los Deodato Studios desarrollaron
una trama apuntada con anterioridad: Odin, temeroso de que el Ragnarok acabase
con los dioses, les asignó identidades mortales, y los envió la
Tierra inconscientes de su condición
divina. Contaba con la ayuda de su hijo para, una vez pasada la amenaza, poner
en orden las cosas; pero su retoño, tan dado a proteger a Midgard, acudió en
defensa de ésta desapareciendo en el citado combate frente a Onslaught.
El protagonista de estas
aventuras es un Odin sin poderes y convertido en acólito de Baco, quien verá
cómo una siniestra organización intenta eliminar a los desmemoriados
asgardianos. Por lo que se convierte en un barrigudo ”YamesVón” que
combate amenazas “spectrales”.
La serie protagonizada por
la deidad nórdica se retrasó en medio año respecto a las de sus compañeros de
exilio; quizás por aquello de que en la peluquería no acababan de dar con el
tinte apropiado para las mechas de su poblada melena. Dan Jurgens fue
seleccionado como guionista; siendo polémica desde el principio su elección. No
era el candidato inicial —Walter Simonson rechazó el ofrecimiento—, y su
propuesta compitió con las de guionistas más valorados, como el supravalorado Peter
David.
El pasado editorial de Jurgens
—marcado por su vinculación con La muerte de Superman, o el intento desmedido
por redefinir el Universo DC en Hora Cero— y su vínculo con Rob Liefeld —uno de los
personajes más controvertidos de la Industria
del tebeo— tampoco contribuían a garantizarle una agradable acogida.
Conoces y dominas el tema a placer. Un abrazo
ResponderEliminarEl placer es siempre el de leerte, Carlos.
EliminarUn abrazo.