Ya no voy al dentista: ¿para qué pagar por pasar miedo
cuando ya nos lo dan gratis por la tele? Y, aunque no quiera, tengo que ver los
informativos por las buenas; pues a quienes intentamos ignorar a las malas
(noticias), nos estigmatizan por ignorantes señalándonos con el dedo, como si fuéramos
un ultracuerpo invasor o lleváramos la camisa manchada y la bragueta abierta.
El caso es que uno se pone a escuchar el parte y el ánimo
se le parte: todo son malas noticias y peores perspectivas. Aunque peor te va
si ignoras los modismos de sus aforismos; pues basta que te vean guardar en un
sobre el azúcar que sobró de tu café a deber, para que te hagan ver cual
aforado que se volvió forrado por aceptar sobornillos, cuando lo tuyo es
ahorrar en sobrillos.
Desde siempre, mi fantaseada Sidone, se han aplicado castigos
ejemplarizantes a los ignorantes de los malos augurios. Ahí está el gran Julio César, quien cruzó rubicones
hasta el Sena, pero no subió los escalones del senado por despreciar las
advertencias sobre un idus de marzo. O pensemos en la flor de Olmedo, al que
así le lució el pelo una noche en la que desoyó todas las coplas y cuartetos
que le cantaron en su cabalgada alocada.
Así que más nos vale oír sin escuchar los informativos y
ver sin mirar los telediarios; para así formar parte de las masas ciudadanas
que señalan para no ser señaladas. Y me es indiferente si me señalan con el
dedo por pensar diferente. Se acabó el aceptar manipulación presentada como
información; para desinformar ya tenemos al Gobierno y a sus heraldos del
averno. A partir de ahora, cual adolescente efervescente, sólo leeré tebeos de
superhéroes, veré pelis escapistas y oiré radiofórmulas
musicales –porque escuchar, lo que es escuchar, sólo te escucharé a ti, Sidonie–.
Estés donde estés, tu voz me aleja del mundanal ruido.
Lamentable es escuchar las noticias, nos dejan desmoralizados, imagínate si uno está bajo de moral, ya lo que le faltaba, mejor leer tebeos.
ResponderEliminarBesos.
Buenos días. María:
EliminarGracias por tu compañía que hace que el día empiece con palabras afables.
Feliz fin de semana.
Sí, Nino, ya ves lo mal que se está informando sobre el caso de Juana y cómo se le está dando voz al maltratador del ex marido.
ResponderEliminarBesos.
Buenos días, Ángela:
EliminarTengo claro que en ese caso la justicia no está actuando de manera libre, y que la presión mediática está logrando desvirtuat el ejercicio igualitario de la ley.
Feliz fin de semana.
Es un buen plan el de escuchar sólo a Sidonie.
ResponderEliminarSaludos.
Buenas tardes. Demiurgo:
EliminarSí, los planes sencillos suelen ser tan difíciles de completar como gratificantes al cumplirlos.
Un abrazo, Demiurgo.
No me gusta ir al dentista pero voy.
ResponderEliminarEs lindo escribir de madrugada
Estas sola con el teclado
y tus letras resultan así mas saladas.
Por la ventana entra el sonido del mar...
corre una brisa un poco mas fresca...
Se va agosto y pronto el otoño comenzara
Buenas Noches
me voy a dormir
Me encanta el otoño
Buenas tardes, Mucha:
EliminarVives en libertad, lo que no implica que a veces no tengas que ir donde no te gusta Eso sería vivir inconsciente)
La sal de la vida se impregna a nuestros actos sencillos y los impregna del sabor que los aleja de sosos.
Yo no puedo escribir de madrugada, mis textos se desperezan en tristezas y melancolías.
Sí, aquí en el norte ya huele a otoño. Septiembre es mi mes favorito, aunque siempre es buen tiempo para leerte.
Un abrazo, Mucha.
En 2010, antes de una mudanza, regalé mi última televisión, desde entonces vivo sin uno de esos aparatos, la gente que me conoce sigue sorprendiéndose cuando llega a mi casa y no encuentra la caja negra encendida, pero por mi parte sé que vivo más tranquilo que antes.
ResponderEliminarSaludos,
J.
Hola, José:
EliminarNo soy de carácter generoso, de ahí que los objetos se me estropeen de (des)uso.
Me pasé años, no recuerdo cuantos, sin antena de televisión (en algún momento del blog figura una entrada en la que comento mis impresiones al volver a ver la tele). Y sí, te entiendo: recuerdo la sorpresa de la gente en cuanto les comentaba que no tenía antena de televisión y más cuando lo comprobaban al venir a casa. Lo cual era muy llamativo pues, por no tener, do no tengo ni coche, ni lavadora, ni mesa de cocina, o espejo de cuerpo.
Un abrazo, José.
En hueco, esta noche estoy paseando un ratito por tu blog, leyéndote y disfrutando con tus "locuras" tan verdaderas para mí. Me encanta la gente despegada de las cosas (cosas, cosas...) y los que las noticias las observan en su diario vivir, sabiendo que serán más fiable que lo que cuentan por televisión. Y es que todo está desvirtuado, y los noticieros son una burla.
ResponderEliminarMe encantan tu respuesta a la vida.
Un abrazo, Nino. ¡Gracias!
(Ya puestos a desnudarnos, je, te diré que tampoco tengo tele, ni casi ningún artilugio de estos digitales y tal..., pero libros, sí.)
Gracias, Clarisa, por llenar éste y otros tantos huecos.
EliminarCreo que no tengo encanto, ya que no soy un despegado (lo que no implica que sea un “pulpo” o un “agarrado”) bueno, mejor me explico en tantos noes.
Me aferro a mis cosas, al valor material que tienen y a su valía emocional. No me desprendo de algo por no estar de moda o funcionar con achaques (si algo me gusta, lo mantengo, además mi economía no me permite un consumir vanguardista) Además, valoro mucho el dar un segundo uso a los objetos, encontrar para ellos una utilidad diferente a aquella para la que fueron comercializados. Por último, los objetos se convierten en detalles cuando hay en ellos un aprecio, así que no los guardo. Ya fuera de lo personal, sufro de una ligera obsesión acumulativa que hace que guarde montones de “cosas” (por suerte, en ese aspecto mi hermana me ayuda a tirar objetos)
Disculpa el malentendido provocado por mi mal expresarme: Yo siempre he tenido tele en mi casa, salvo en los días siguientes a mi divorcio. Lo que no tenía era antena, me limitaba a ver películas; pero puse antena para que mi padre pudiera ver la tele cuando venía a mi casa (ahora apenas lo hace)
Me encanta tu compañía en mi vida, Clarisa.
Un abrazo por triplicado.