Ignoro si la vida es un bestiario de cronopios, que nos mantiene en la innopia mientras buscamos ser desvelados por labios de ensueño.
Sé que mi prójimo, Nino Ortea, vive ufano en un devocionario
donde se afana por ser personaje fiel, devoto de la Libertad y de la Belleza. Mientras
que yo, su anfitrión, soy ocasionalmente impersonal a mi persona y me afeo al
atarme a ferreas cadenas de oro.
“Cronopios” es un préstamo léxico que rezuma de mi condición aléxica de la obra de Julio Cortázar.
ResponderEliminarComo ordinario petulante, sé que el citarlo me confiere literario talante.
Cortázar siempre será si no modelo un epígono para seguir en la desmesura de su surrealismo, tan a la vista como en estas historias de Cronopios y famas. Me atrapa, Nino ese texto de desdoblamiento, de un Nino auténtico y emancipado, de uno aprehendido con eslabones aúreos. Un abrazo, con gran aprecio. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarCortázar se sentiría desmesuradamente satisfecho tras leer las palabras de aprecio que le dedicas, al igual que yo –sin desdobles– me siento orgulloso de contar con tus palabras de aliento.
Un abrazo.
Ojalá de verdad fuéramos cronopios, mi querido NINO, me temo que abundan bastante más “los esperanzas” y “los famas”, e incluso los amorfos jajaja elegir a Cortázar siempre es una buenísima opción y me has sorprendido gratamente porque recuerdo que me comentaste que a ti Rayuela te resultó intragable, a mi me ha gustado todo lo que he leído de él, este que mencionas, además de un compendio de historias llenas de ironía, que se lee sin darte cuenta, muestra su genialidad y su desbordante imaginación, es más, puedo decir sin temor a equivocarme por lo que te he leído que sin ninguna duda tú eres un cronopio de los pies a la cabeza.. esos seres verdes ( tú de colorines ; ) que viven al margen de convencionalismos entre el arte y lo asocial. Idealistas, apasionados, tan sensibles como desordenados, tan disfrutones como sufridores de este mundo, que sin embargo aman … no me digas que no es tu viva radiografía : ) Bueno, es la que me permito hacer yo de ti con lo poco que sé de ti, si no es así, mis disculpas. Un abrazo muy fuerte, mil gracias por tus letras allí y mil perdones por lo muchísimo que he tardado en agradecértelas, a ver si poco a poco voy regresando, gracias otra vez.
ResponderEliminarPD
Y no seas humilde que con o sin Cortázar, tu nivel literario es bien alto, a mi me pasas por encima varios metros : )
¡Hola, MARÍA!
EliminarConfío en que estés bien, compañera apreciada.
Sin ser vanaglorioso, no tengo nada de amorfo. Y aunque prefiero la fama a la notoriedad, me guía siempre la esperanza de pasar desapercibido –algo que me cuesta, dadas mis peculiaridades–.
No quiero ser cortante cual borde afilado, pero –como bien recuerdas– Cortázar me es tan intragable que no puedo evitar tenerlo siempre en la boca, por eso de no digerirlo. No le quito un ápice de valía a su obra, pero sus libros sólo me valen para evitar que cojee la mesilla de mis sueños, sobre la que acumulo obras de las que meramente he ojeado la contraportada, para así fabular que he leído su contenido.
¡¿Qué le voy a hacer si sólo leo al analfabeto de Nino Ortea, para el que “El sulfato atómico” (de Francisco Ibáñez) es su obra referencial?! ¡Así le luce el pelo a este calvo!
Lo de considerarme un “cronopio” me parece muy propio, dado mi regusto por vivir en la inopia. Puesto a ser de colorines, me pido ser púrpura como la lluvia que bañaba a Prince, amarillo como la pañoleta de ‘El capitán Trueno’, colorado como los mofletes de Guillermo Brown…
Ahora en serio, apreciada, María: gracias por tu compañía y por las energías renovadas que me produce el leerte. Gracias por tus constantes palabras de aprecio y por tu lectura atenta e intuitiva de mis enninaciones (tal y como refleja esa descripción que de mi realizas de pies a cabeza).
Aunque mi heterónimo ‘Nino Ortea’ escriba que no lee a Cortázar, yo, tu compañero Nino, lo he leído aunque no lo haya sabido apreciar.
Confío en que regreses cuando quieras. Y que tu ausencia se deba a que tengas entretenimientos más gratos y experiencias más estimulantes que la de sumergirte en el éter de Internet.
Un abrazo cálido, compañera MARÍA.
No leerás a Cortazar, pero te ha quedado un relato muy suyo. Besos 😘😘
ResponderEliminarHola, Maite:
Eliminar¿Leer a Cortázar? ¿Acaso me lee él?
¡Pues ya está todo escrito!
Un abrazo.
Ay, Nino!
ResponderEliminarBendita ignorancia cuando nos aleja del aburrimiento.
Un beso.
Hola, Ángela:
EliminarBueno, en mi época de estudiante era más bien maldita, ya que me condenaba a pasarme horas y horas copiando castigos, memorizando lo incomprendido o fantaseando con quemar a los profes en una pira con libros de texto.
Ahora soy igual de ignorante, pero soy viejo, lo que conlleva pericia para disimular mi estulticia.
Un abrazo.
He intentado comentarte en tu entrada anterior, pero no he podido así que te escribo aquí mi condolencia por la muerte de tu madre y mi agradecimiento por tu apoyo a nuestra lucha.
ResponderEliminarOtro beso.
Gracias a ti, Ángela.
EliminarEntiendo esa dualidad.
ResponderEliminarMe gustan la Libertad, muy tergiversada por acá, y la Belleza.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarLa dualidad entre realidad y deseo, entre lo irreal y lo onírico, abona los fértiles campos creativos que cultivas en Hurlingham.
Gracias por permitirnos pasear por ellos, Demiurgo.
Las almas torturas siempre se desdoblan, una sigue con el calendario, la oficina, la mujer y los hijos. La otra, crea, piensa, sueña... a veces, por las noches, se cruzan.
ResponderEliminarEl mundo debería ser de los cronopios, ¿verdad?
Hola, Beauséant:
EliminarPor suerte hay muchos mundos: el de los que vivimos en la inopia, el que pueblan los cronopios, el que abarrotan los adocenados…
El problema llega cuando los inmundos del inframundo empiezan a hacer acopio de mundos mundanos y que ellos convierten en tan perfectamente antinaturales como lo es una naranja mecánica.
Un abrazo.