La hermosa y el maldito (1)
No sé qué
pudo llevar a que mi madre matase a papá y a toda mi familia paterna durante la
celebración de mi undécimo cumpleaños (2).
Papá tenía
veintiún años cuando la conoció. Acababa de licenciarse del servicio militar. No
dudó cuando su primo Felipe le ofreció unirse a su cuadrilla de peones. Una
mañana en que el constructor Francisco Seco le había ordenado que subiera a su
mansión, Felipe le pidió que lo acompañara, pues en el ejército se había
acostumbrado a dirigirse a personas importantes. Sin tiempo para saludos, el
empresario los informó del motivo de su aviso: necesitaba poner verjas a varias
habitaciones. Felipe asignó el cometido a mi padre.
Al acercarse
a unos ventanales, oyó cantar a una mujer. Nunca había visto una chica tan
hermosa. Confiaba en poder acompañarla hasta su casa al salir de trabajar. Estaba
tan absorto que no sintió aproximarse a la esposa de Seco. La señora ignoró su
presencia y recriminó a su hija que se estuviera exhibiendo ante desconocidos.
Más tarde, papá ametralló a su cuadrilla con preguntas sobre la “señorita”. Supo que se llamaba Dolores, era hija única, su madre padeció depresión tras el parto y la intentó matar una noche en que no paraba de llorar. La niña pasó su infancia ingresada en internados. De chica, había desaparecido por una temporada y se decía que la habían tenido que traer de vuelta a rastras de un “puticlub” donde se ganaba la vida cantando para la clientela.
Mi padre ignoró
esos chismorreos.
A la mañana siguiente regresó a la mansión. La “señorita” estaba sentada en la penumbra de su dormitorio mientras Antonia –su antigua aya– barría el suelo. No abandonó la habitación cuando Antonia sugirió que dejaran trabajar sin distracciones al peón. Se sentó a la luz de la ventana para ojear unas revistas y observar con disimulo al asalariado.
Al
reunirse la cuadrilla, papá hizo un aparte con Felipe. Le confió que estaba
enamorado de la “señorita”. Sabía que ese amor podía parecer infundado, pero
había algo en su mirada que le hacía creer en lo imposible. Felipe calló,
confiaba en que olvidaría su encaprichamiento al acabarse la reparación.
Luego de asentar
las verjas, le asignaron diversas tareas. La “señorita” le habló por primera
vez. Le preguntó si tenía novia. En sus posteriores encuentros Antonia bloqueaba
a la puerta de la sala. Simulaba estar pendiente del operario, cuando en
realidad vigilaba que no se acercara nadie que pudiera delatar ante los señores
el comportamiento de su hija.
Una tarde
en que Antonia estaba fuera, vareando colchones de lana, le pidió a papá que la
llevara lejos de allí. Él no supo qué decir. Acudió a casa de Felipe, que le aconsejó
que informara al patrón: sabría lo que hacer con su hija.
Papá se alteró. Lo acusó de no haberlo escuchado. A ella la encerrarían. A él le impedirían verla. Y a ellos dejarían de contratarlos para la constructora. Felipe se preocupó: Seco era su mayor cliente.
Papá descartaba
la idea de fugarse; no por miedo al empresario, sino que por respeto a ella. No
merecía vivir señalada como una cualquiera sólo por amar en libertad. La
solución era que se casaran. Pero resultaba imposible: el empresario tenía en
su puño a las autoridades eclesiásticas.
Felipe entrevió
una solución: su esposa tenía un hermano sacerdote. Si ella se lo pedía, accedería
a casarlos. Mi padre sabía que, en seis sábados, el matrimonio Seco estaba
invitado a una cena de gala en Valladolid en honor al dictador Franco. La boda
debía celebrarse ese sábado.
Los Seco se desplazaron de viernes. Se llevaron al chofer y a una sirvienta. Su hija quedaba bajo la vigilancia de Antonia. La otra criada descansaba. Mi madre le echó somníferos a la leche de su yaya. Salió sigilosa de la mansión. Fuera la esperaba papá en su furgoneta.
Aunque vestía
de calle, papá aseguraba que nunca había habido una novia más hermosa. Si hasta
el monaguillo estuvo más pendiente de ella que del cura durante la ceremonia.
El par de fotos tomadas tras la ceremonia muestran a papá mirándola embelesado
mientras ella sonríe a la cámara. Quizá fue la penúltima vez que sonrió.
Sé que mi nacimiento la trastornó. Me crió una interna. Mi madre me ignoraba, al igual que ignoraba a todo el mundo. Papá la disculpaba diciendo que estaba enferma. Quien estaba enfermo era él. Enfermo de amor. No veía la realidad. Seguía viviendo en aquella época en que ella se había enamorado de él, del herrero que había acudido a poner una celosía en el ventanal de su habitación.
Papá pasaba el día trabajando. Mi madre, encerrada en su habitación; de la que sólo salió para preparar junto a Antonia el menú de mi cumpleaños. Papá me castigó sin asistir al banquete. La policía acusó a Antonia de los asesinatos. Pero yo vi a mi madre sonreír mientras el resto morían.
Hoy cumplo dieciocho años. Felipe me ha dado los diarios de papá. He leído sus anotaciones del día previo a su muerte. Estaba cansado de la maldición de vivir sin mi madre. Intuyó que ella planeaba envenenarnos. Confiaba en que, una vez muertos, pasarían la Eternidad juntos... aunque fuera en el Infierno.
Ésta es la
primera entrada en mi diario, que oficiará de bitácora de un viaje en el que
“avanzo, barco contra la corriente, arrastrado sin cesar hacia el pasado”. (3)
La compañera Marta Navarro coordina la actual convocatoria creativa del blog «El tintero de oro». Marta nos anima a participar tomando como inspiración para nuestras fabulaciones al escritor estadounidense Francis Scott Fitzgerald y su novela «El gran Gatsby». Para acceder a una enumeración de los relatos participantes, sólo necesitas pulsar sobre este enlace.
https://concursoeltinterodeoro.blogspot.com/2022/10/concurso-de-relatos-xxxiii-ed-el-gran.html
Si te apetece leer más sobre «La hermosa y el maldito», te invito a que leas mi enninación actualizada «El gran Tintero».
Gracias por venir y enloquecer, amable leyente.
Nino. Gijón. 2022.
(1) «Hermosos y malditos» (The beautiful and Damned) es la segunda novela escrita por F. Scott Fitzgerald, publicada en 1922.
ResponderEliminar(2) La mayor parte de este relato es una adecuación de un par de capítulos de mi novela «Donde vive el recuerdo».
(3) La oración con la que Fitzgerald cierra «The Great Gatsby» es: “So we beat on, boats against the current, borne back ceaselessly into the past”.
He retirado la versión narrada en imágenes y reproducido el texto.
EliminarGracias por vuestras indicaciones.
Muchas gracias, Nino, por participar con este relato en el homenaje a Fitzgerald. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarGracias a ti, Marta, por todo tu trabajo de idear, plasmar y coordinar la convocatoria.
EliminarUn abrazo.
Buen día, Nino, me alegro lo hayas terminado, pasaré luego a leerte, desde el celular me cuesta con imágenes
ResponderEliminarUn abrazo
Buenas tardes, Mujer de Negro:
EliminarDisculpa las molestias que te he causado. He cambiado el soporte del texto.
Confío en que tu próxima lectura de él te compense el esfuerzo que estás haciendo por leerlo. Lo siento.
Feliz tarde, compañera.
Oh, vaya, mi comentario no era con esa intención, Nino, pero te agradezco
EliminarEs mucha carga para un pequeño. Quizás el castigo fue en realidad para mantenerlo vivo. Impresiona el trágico final.
Me gustó tu relato
Un abrazo, Nino
Hola, Mujer de Negro:
EliminarEs una coincidencia sorprendente la de tu referencia al castigo: el primer acto de este drama se titula "Castigado a vivir": Castigado a vivir https://www.amazon.es/Castigado-vivir-Nino-Ortea/dp/1530703468
Gracias por tu comentario, Mujer de Negro.
Una historia que impresiona, con un final trágico. Terrible peso sobre los hombros de tu protagonista saber la verdad. Un relato que seguro obtendrá muchos votos para el concurso. Saludos.
ResponderEliminarHola, Ana:
EliminarTe agradezco sinceramente, compañera, el que siempre tengas palabras de aprecio hacia mis relatos. Me gusta cómo escribes y me estimula recibir tus opiniones.
Respecto a lo de los votos: la parte del concurso no me interesa, sinceramente. Sería muy larga mi explicación, acabaría en una divagación, pero voto por ser algo imperativo.
Mañana me pasaré a leerte. La tarde de hoy se presenta complicada.
Un gran abrazo, Ana.
Hola Nino, sinceramente tuve que esforzarme para poder leer tu historia agrandando pantalla y reduciendo cuando llegaba al final de cada línea. No esperaba el trágico final. Ha sido un placer leerte. Abrazos y suerte
ResponderEliminarHola, Nuria:
EliminarTe agradezco tu sinceridad. Participo en la convocatoria por el placer de la compañía de personas que comparten sueños literarios. Sin convertirla en pesadilla, no quería hacer de la lectura de este relato un sueño accidentado. No uso el teléfono para leer blogs, ni siquiera correos electrónicos o acceder a RRSS; pero es evidente que muchas personas sí lo hacen. Con tu sinceridad, o la anterior de Mujer de Negro, he comprendido mi error y he podido solventarlo.
Sí, el final de este relato es trágico. Normalmente pretendo escribir fabulaciones que trasmitan esperanza, pero no siempre lo consigo.
Espero que el de mañana sea un día tranquilo; y poder ir leyendo y disfrutando de vuestros textos a un ritmo que evite la saturación.
Gracias por tu lectura atenta, Nuria.
Hola Nino: Me ha gustado tu historia. Tiene un poco de todo y ese final que aunque parece un poco catastrofico espero que acabe siendo esperanza. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Ainhoa:
EliminarA mi también me gusta leer tus historias, compañera entintada. Ahora me paso a leerte.
La base argumental de este relato bello y maldito son los capítulos 4 y 5 de una de mis novelas (que tiene más de 60 capítulos). Siempre intento que mis novelas concluyan de manera esperanzadora, aunque ésta se anticipe efímera.
Un abrazo, Ainhoa.
Realmente sorprendente. Enhorabuena, y suerte.
ResponderEliminarHola, Guille:
EliminarGracias reales por tu enhorabuena. Me alegra saber que te ha sorprendido. Ahora me paso a leerte.
Un abrazo, Guille.
Buenas tardes Nino, he leido tu historia y justo sonó el timbre... Tu libro ohh.. estoy super emocionada, ilusionada, es una delicadeza, la portada una fuerza como si fuera acuarela y trasmite sensibilidad, ya sin abrirlo.. :) cuando lo lea... me engancho.
ResponderEliminarTe leo en cuanto pueda, gracias amigo... tengo ese pedacito de ti que es tanto.
Un abrazo desde mi aprecio.
Hola, afable Cora:
EliminarGracias por tu interés en leer «Contra el Robasueños», confío en no decepcionarte. La foto de portada, se me olvidó indicarlo, es de los jardines donde crecí jugando. La he editado para darle cierta atmósfera onírica.
Me alegra leer que te ha causado buena impresión. A tu atención lectora, se unen tu condición de escritora (suerte con tu poemario «Entre mis alas» que acabas de publicar) y de fotógrafa; por lo que tu triplete apreciador me hace sentir tríplemente apreciado.
Un abrazo alado, Cora.
Genial, niño, te ha quedado genial!! He empezado a leerlo y me recordó a tu novela del chico huérfano, pero lo has cambiado y me pareció otra cosa. Besos. Maite.
ResponderEliminarHola, genial Maite:
EliminarTu comentario me ha sentado genial. Y en especial con tu referencia al “chico huérfano”, donde me genialicé en Charles Dickens. Gracias por tu compra y lectura de «Donde vive el recuerdo». Gracias, nuevamente, por tenerlo en mente al apreciar este relato sobre el sentirte maldito al ser expulsado del jardín de la belleza.
Mis mejores deseos, Maite.
Cómo olvidar esta presentación, amigo Nino. Solo con leer este fragmento ya quedé pegada a la historia de "Donde vive el recuerdo". Te felicito por tu participación. Enhorabuena, compañero.
ResponderEliminarUn abrazo muy grande y mi cariño.
Hola, felicitante Auroratris:
EliminarFeliz me hace el leerte, ahora y siempre, amiga y compañera de letras.
Sí, gracias a tú supe que el primer acto de «Donde vive el recuerdo» –esos veintipico capítulos que lo conforman– adhería a la lectura del resto de la historia. Aunque como sabes mi pasaje favorito del primer acto no es éste, lo es la parte en que Fernando evoca la ausencia de su madre al ritmo de “A Whiter Shade of Pale” de Procol Harum, sí que me pareció muy apropiado para “entintarlo”.
Un abrazo, compañera.
Magnífico relato, Nino.
ResponderEliminarUna historia que apunta maneras ya desde el primer párrafo.
Mucha suerte en el concurso.
Un abrazo.
Hola, Estrella:
Eliminar“Magnífico”, siempre quise ser uno de esos siete magníficos que cabalgaban para combatir a los abusadores. “Magnífico”, así me siento a tu lado y al del resto de los compañeros entintados. Ahora me paso a leerte.
Gracias por tu magnífico comentario, Estrella.
Hola, Nino. Una historia con muchos matices. Sin duda, es un relato apropiado para esta ocasión. Suerte en el Tintero. Un saludo.
ResponderEliminarHola, Carmen:
EliminarTu compañía lectora es apropiada y estimulante en toda ocasión. Te agradezco el que me indiques que aprecias diferentes matices en la historia.
Ahora me paso a leerte.
Un abrazo, Carmen.
Impactante, fuerte, triste también. Hay enfermedades así, capaces de llegar a esos extremos. Muy acertada la visión desde el punto de vista del chico, el realismo, el tono de su narración…; pareciera estar junto a una, en un café, contando su historia. Muy buen aporte; la diferencia de clases es el eje, aunque la fuerza está puesta en esa extraña mujer, rara y siniestra.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Maite:
EliminarAciertas de pleno: la diferencia de clases entre el herrero y la “señorita” es sólo social, algo que se arregla con dinero; pero la diferencia que trasciende es que son diferentes clases de personas, algo que sólo se palía con humanidad. Esa diferencia no sólo mata al amor, también a tus iguales cuando no los consideras tus semejantes.
Lo impactante, fuerte y triste es que esa inhumanidad vive en la puerta de enfrente, se sienta frente a ti o duerme a tu lado. La manera en que descuidamos a nuestros hijos o ancianos es muestra de esa inhumanidad.
Hay que dejar llorar al niño para que se haga hombre, hay que dejar morir al viejo que ya vivió bastante. Hay que hacer sufrir a aquél cuya debilidad es amarme y depender de mí.
Un abrazo cálido y sentido, Carmen.
Estamos llenos de tantas capas que nos creemos cebollas cuando solo somos un extraño ombligo del mundo.
ResponderEliminarHas descrito la dureza que es enfrentarse a los prejuicios impuestos en una sociedad que es pobre en sentimiento.
Un beso enorme, Nino, y suerte con el reto.
Hola, Mag:
EliminarNo hay dudas de que la convivencia social nos convierte en esas cebollas que comentas: a nuestras diferentes personalidades (laboral, afectiva, recreativa...) se unen los perfiles variados con los que las proyectamos. Lo sorprendente es que son legión quienes se “encebollan” para aceptarse. Su autorechazo es tan grande que no soportan estar solos (tal y como por suerte expuso el confinamiento pandémico(.
Gracias por tu compañía, Mag.
A veces parece que la tragedia ya ha sido escrita y sus víctimas no pueden hacer otra cosa más que acercarse a ella esperando el golpe final..
ResponderEliminarUn bonito (y trágico) homenaje.
Hola, Beauséant:
EliminarComo bien sabes, ese determinismo vital es una sensación que nos ha invadido a muchos. De hecho está en la raíz de lo que muchos presentan como sentimiento religioso. Esa sensación de ser peón sobre un tablero ha dado origen a obras maestras del Arte.
Un abrazo, Beauséant.
Padres que parecen sufrir un destino del que no se puede escapar, determinan de algún modo el camino del hijo. He sufrido más por ese muchacho que quién sabe cuánto de su vida tendrá que dedicar a ese pasado. Muy bella tragedia (por ahora, puesto que por lo que dices puede ir a un final más positivo). Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHola, Juana:
EliminarComo todo aquél que ha sufrido la gratuidad del mal (con letra pequeña, que lo del Mal es algo más excepcional y putinesco), no puedo evitar preguntarme por el origen de tanto malnacido. Y es que creo, firmemente, que ese mal cotidiano de quien disfruta fastidiando a sus congéneres es un mal heredado y practicado. Mi protagonista, Fernando, se plantea si su destino es ser otro malnacido o romper con la facilidad de culpar al destino de nuestros desatinos.
Un abrazo, Juana.
Hola Nino , un relato muy interesante
ResponderEliminarEl cual , muere mucha gente y se salva la niña y Felipe.
¡¡Ojo al dato!! No es lo mismo yaya que aya , busca está última a ver si la hayas , te deseo una feliz tarde amigo ¡Remiaú! Flor.
Hola, reconocida Flor:
EliminarSí, hubo un momento durante la escritura de esta novela en el que todo indicaba a que no se salvaba ni el apuntador (y lo preocupante es que el “apuntante” era yo, je je)
Gracias por datarme la dualidad “yaya – aya”. He optado por esta última
https://www.google.com/search?q=aya&rlz=1C1OKWM_esES1019ES1019&oq=aya&aqs=chrome..69i57.1311j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8
¡Feliz tarde, Flor!
Hola Nino, me gustó mucho tu historia, trágica, triste pero con un dejo de esperanza al final.
ResponderEliminarEsa muchacha rechazada por su madre, criada por una nana, debió tener una mente fría, un cuerpo sin alma para hacer lo que hizo, me gustó leerte.
Saludos, PATRICIA F.
Hola, Patricia:
EliminarLa esperanza llega desde el principio de tu comentario, con estas palabras cálidas.
Esa muchacha es el protagonista en la sombra de toda mi novela, en la que llegamos a conocer la ¿lógica? en su sinrazón.
Me gusta que me leas, Patricia.
Un abrazo.
Te has tomado en serio lo de empezar fuerte psra atraer la atención del lector, eh?
ResponderEliminarMe encanta el tema: la impunidad del poderoso y como los mortales nos convertimos en muñecos en sus manos. Aunque sea sin maldad, somos sus juguetes rotos, y como algunos tienen el mal gusto de seguir vivos... es algo que hay que arreglar.
La historia completa ni sé cómo derivará, porque el meollo lo has explicado bastante.
Suerte y abrazo fuerte
Hola, Gabilante:
EliminarLa oración al comienzo está tomada del arranque de la novela. Para esta historia (tanto en su versión corta como en la larga) siempre me ha parecido fundamental una frase que sitúe al lector en un contexto diferente al que se va a encontrar durante el grueso de la narración, ya que creo que eso lleva a que preste atención a unos personajes y no a otros que se van consolidando en la sombra. Digamos que es un juego de manos de un aprendiz de ilusionista.
Sí, el poder abusivo lo es por nuestra condescendencia ante él. Todo empieza en la escuela y en el comportamiento abusivo de ciertos docentes indecentes.
Un abrazo, Gabilante.
Hola Nino. Una historia de amor en la posguerra, que solo es correspondido por una de las partes. Para la "señorita" (que solo se diga una vez su nombre en todo el relato es muy significativo de lo que quieres transmitir) el pobre albañil no era más que un capricho pasajero, una oportunidad de rebelarse contra el encorsetamiento al que la sometieron sus padres, que perdió todo interés en cuanto tuvo que enfrentarse a la rutina. Es, como te han comentado, una historia de clases, de familia bien frente a un trabajador que se gana la vida con el sudor de su frente. Tremendo ese final en el que el hombre, sabiendo de su fatal destino, salva a su hijo pero prefiere morir con tal de estar con ella aunque sea en el infierno. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Jorge:
EliminarHas resumido perfectamente el argumento del relato, gracias por tu lectura atenta y por tu atento comentario. El lenguaje, su uso por los personajes o para narrar sus acciones, es mi aliciente a la hora de construir relatos. No me gustan las descripciones “pictóricas” y no tengo naturalidad para los diálogos, por lo que a la hora de contar una historia uso (abuso de) el flujo de conciencia de los personajes. Busqué reflejar los sentimientos del narrador hacia su progenitora en evitar que se refiera a ella como “mamá”.
Un abrazo, Jorge.
Cuando Cupido el estúpido diosecillo en pañales se equivoca con su tiro al arco, las hace pasar canutas a sus victimas. Está demostrado que no siempre los amores a primera vista son los más adecuados para nuestra salud física y mental. En este caso ha sido toda una locura literal.
ResponderEliminarUn escrito muy gráfico con su punto dramático y trágico.
Un abrazo.
Hola, Francisco:
EliminarTu “estúpido Cupido” ha obrado la magia de llevarme a la banda británica ABC y su “Poison Arrow” tema que escucho sonar mientras te correspondo).
Quizá el problema con la mayoría de los “amores a primera vista” es que solemos calificar de amor lo que en realidad es deseo, sentimiento tan juguetón como efímero (al menos para una de las dos partes, mientras que la otra se queda con el sentimiento eterno de que se la jugaron).
Gracias por tu comentario, tan reconfortante como estimulante, Francisco.
Y, ahora, si no la tarareo, reviento:
If I were to say to you, "can you keep a secret?"
Would you know just what to do or where to keep it?
Then I say, "I love you", foul the situation
Hey girl, I thought we were the right combination
Who broke my heart, you did, you did
Bow to the target, blame Cupid, Cupid
You think you're smart, stupid, stupid
Shoot that poison arrow to my heart
Shoot that poison arrow
Hola, Nino. Una triste historia que se vertebra potenciando la diferencias sociales, y el egoísmo de una de las partes. Las aristas del amor, o desamor.
ResponderEliminar¡Suerte con tu libro, Nino!
Un abrazo.
Hola, Tara:
EliminarGracias por tus gratas palabras para este relato y por tus buenos deseos para el libro que lo originó. Aunque hace 3 años que lo autoedité, sigue vivo en el recuerdo y alejado del olvido.
El amor, la obsesión, el desprecio... los sentimientos y sus aristas que convierten a los que aman en artistas sobre un alambre fino.
Un abrazo, compañera.
Eso es Amor. El padre del chico era un romantico, pero creo amaba lo fisico de ella, un poco superficial porque no vio la locura de esa mujer. Mal hizo felipe en ayudar a consumar ese matrimonio.
ResponderEliminarY mal hizo antonia. en no huir lejos de alli.
Un cuento, hermoso en todo sentido
Hola, José:
EliminarCon el amor y los enamorados, ocurre como con el alcohol y los alcoholizados: es la razón y la excusa para todo. Cuando algo nos vale para alegrar o entristecer un corazón, para avivar o ahogar un sentimiento, en realidad no nos vale para nada. En este relato, el único amor verdadero es el del hijo hacia su padre. El resto son pasiones, obsesiones, adicciones...
Gracias por tu comentario, José.
Un abrazo, compañero.
Dura y trágica historia familiar, hay amor, diferencia de clases, muertes... es difícil que no le condicione al protagonista sus antecedentes familiares, así como sus tragedias. Nos dejas con un final abierto y con ganas de descubrir más. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Mayte:
EliminarSí, tal y como escribes esos “antecedentes familiares” son el motor de la trama de la novela a la que pertenece este relato. La influencia de esa madre ausente se va haciendo cada vez más presente en él.
Gracias por tu comentario, Mayte.
Hola, Nino. Un gusto leerte. Es la primera vez que lo hago y me ha gustado mucho esta tragedia. La "señorita" puede ser que solo jugara a escapar de sus padres o que tuviera algún problema psicológico. De cualquier forma, él se ha debido apañar para criar a su hijo. Y el joven veremos qué otras pruebas deberá superar además de la pérdida de su familia.
ResponderEliminarUn relato que invita a seguir.
Abrazo
Hola, Mirna:
EliminarTe agradezco tu comentario detallado. No soy bueno escribiendo escenas narradas ni descripciones estáticas, por lo que mi único recurso narrativo para perfilar a los personajes es recurrir a contrastar los pensamientos de los personajes con sus acciones y omisiones. Tanto el padre, como sobre todo la madre, mantendrán su protagonismo en la trama novelística. La casa familiar también se convertirá en un personaje.
Gracias por tu lectura comentada, Mirna.
Que bien comtado
ResponderEliminarElla.era apasionada tanto en.la canción como el amor...con estilo siniestro. Podría ser un personaje femenino de romanticismo. O una femme fatale del noir.
Saludos, estimado Nino
Hola, Demiurgo:
EliminarGracias por tu comentario, compañero. Confío en que tus incidencias con Internet estén solventadas. Ahora me paso a leerte.
Sí, el personaje de la madre es muy simbólico. Busqué hacer de ella una figuración de la capacidad humana para lo excelso y lo perverso. Incluso su nombre busca esa función (Dolores-Lola).
Un abrazo, Demiurgo.
Hola, Nino. No se que hice con mi comentario después de haberlo escrito, pensé que lo había enviado y no fue así, otro despiste más.
ResponderEliminarBueno, en cuanto a tu historia con razón tenían los padres a esa muchacha encerrada en casa, aunque mejor hubiera sido en otro sitio. Ella loca de atar y él peor por su obsesión, así que al final tuvo que correr la sangre y no dejar títere con cabeza en esta historia. Esperemos que no sea hereditario y la criatura, ahora ya mayor de edad, no haya heredado las debilidades genéticas de sus padres.
Saludos y suerte.
Hola, JM:
EliminarCreo entender y compartir esa sensación que has tenido al comprobar que tu comentario no está aquí donde lo habías confiado. Suelo tenerla cada vez que escribo en blogs con control de comentarios (control que, por desgracia, cada vez más autores consideran necesario). Esa incertidumbre hace que suela redactar mis comentarios en Word; y, si surge alguna incidencia, pueda recuperarlos.
La posibilidad que indicas de que esa esquizofrenia materna sea hereditaria e irrefrenable resonará en la mente del hijo hasta casi el último párrafo de la novela.
Un abrazo, JM.
Hola, Nino, la verdad es que el inicio es tan aterrador como impactante. Imposible dejar de leer para conocer el motivo de tamaña tragedia. Y entonces nos encontramos con una historia de amoríos imposibles, casamientos y personas con graves problemas de cabeza. Un relato denso, con muchas subtramas y con giro final tan sorprendente como su inicio. Me encantó, Nino.
ResponderEliminarMucha suerte y un abrazo!
Hola, Pepe, gracias por tu detallado comentario.
EliminarSí, son muchas las subtramas que apunto en el relato. Creo que admite una depuración temática, pero en cuanto alcancé la extensión máxima aceptada, dejé de editarlo.
Me supone un gran esfuerzo anímico editar mis escritos, se crea una pugna entre mi yo inconsciente (el que fabula) y mi yo consciente (quien edita). El escribir ficción es para mí como un acto de posesión por parte de un espíritu narrativo; y la corrección es un acto de exorcismo.
Un abrazo, Pepe.
Hola, Nino. No se puede negar el amor por parte del padre, no correspondido por una mujer con un trastorno heredado. El señor Seco debería haber ejercido más influencias para parar la boda, pero, claro, el cura de su parte y a traición no lo pudo evitar. Triste relato de desamores que es más frecuente de la que se sabe, sobre todo en esa época y con un final trágico que, esto no, no es tan frecuenta. Me ha gustado. Un abrazo
ResponderEliminarHola, Isan:
EliminarSiempre me ha llamado la atención la actitud de esas personas que prefieren que alguien las desprecie a que nadie sienta nada por ellas. El estar solo y el que los demás sepan que lo estás es algo que es evitado incluso hoy en día. Si ambas partes saben que su relación de convivencia se basa en la conveniencia, no hay nada que objetar. Pero cuando uno aparenta lo que no siente... comienza el abuso de cosificar a una persona.
Gracias por tu comentario, Isan. Un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarHola, Nino. ¡Menudo suspense! ¿Qué enfermedad es esa que pasa de madres a hijas y que lleva al asesinato? Seguiremos de cerca las entradas del diario.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Hola, Bruno:
EliminarLa posibilidad de que la esquizofrenia pueda ser trasmitida genéticamente era una obsesión del músico David Bowie (ahí está la historia de varias de sus tías y de su hermanastro; ahí está, por ejemplo, el videoclip de “Ashes to Ashes”). El lanzamiento de “Ashes to Ashes” obsesiona a mi personaje de Fernando Rivas tras haber visto el videoclip.
La figura de Bowie siempre me resultó fascinante, mucho más que su música. Descubrí a Bowie con el videoclip de “Ashes to Ashes”. Por entonces ya me denostaban como “loco”.
En su momento reflexioné sobre esta denostación en una enninación titulada “Monstruos asustadizos”.
Gracias por tu comentario, Bruno.
Hola, Nino. Hay mucha intensidad en una historia de amores, desamores, encierro, mentiras y una gran dosis de encerrar los fantasmas en el sótano. Aunque al final el monstruo afloró de todas formas. El amor puede resultar muy dañino y, cuando eso ocurre, es porque en realidad no existía tal amor, sino otra cosa.
ResponderEliminarSuerte con el concurso. Un saludo.
Hola, MJ:
EliminarAunque casi todos afirmamos disfrutar con los amores tranquilos, son muchas veces las pasiones que han arañado nuestra piel las que nos dejan huella en el corazón. En la ficción, esos amores tortuosos, a destiempo o malditos son los que más destacan en el recuerdo lector y en muchos casos inmortaliza las obras recluyéndolas en la categoría de “románticas” (ya me dirás qué tiene de romántico el misántropo de Heathcliff, imagino que sí tiene esa “otra cosa” que mencionas).
Un abrazo, MJ.
Hola Nino, una historia de gran crudeza donde los protagonistas sufren por amor y al final es sufrimiento les lleva a la muerte. Hay amores que matan y el que tu nos cuentas es uno de ellos,
ResponderEliminarDura situación la que viven todos en ese ambiente.
Un abrazo y suerte en el concurso
Puri
Hola, Puri:
EliminarMe entusiasma el leer las emociones tan puras que están presentes en comentarios como el tuyo.
Sí, hay personas que no saben interpretar sus sentimientos ni controlar sus emociones. Estas personas son víctimas propiciatorias de quienes son expertos en leer a los demás y aprovecharse de sus carencias afectivas.
En el entorno de una relación de pareja con hijos, son éstos las víctimas más recurrentes; y, por desgracia, también suelen acabar prolongando la sombra del abuso emocional.
Un abrazo, Puri.
Hola, Nino. Una historia de amor que empieza siendo preciosa y se convierte en una terrible pesadilla. Muy bien retratada la época en la que se hicieron novios, con los temores de los trabajadores ante los ricos, las viejas vigilando, muy logrado.
ResponderEliminarMucha suerte en el concurso.
Saludos.
Hola, Pedro:
EliminarGracias por tus palabras de aprecio. La mayor parte de la ambientación del relato proviene de las memorias vagas de este perezoso. Aunque a la muerte del Dictador yo tenía 10 años, conocí una España de luz mortecina. Luz que intenté capturar para una novela en la que los perfiles de los personajes no quedan muy marcados. Nadie es bueno ni malo, sólo son infelices.
Un abrazo, Pedro.
Directo desde el comienzo de tu relato, Nino, pues nos adelantas casi el final del mismo. La buena lectura nos deja las divagaciones y conjeturas que saca el triste hijo con la lectura del diario de su padre. Un relato trágico entretejido por un amor fulgurante y algo efímero de esa pareja que se conoce bajo circunstancias adversas. Buen relato de amor.
ResponderEliminarMe ha gustado el relato. Suerte en el Tintero. Un abrazo.
Hola, Carles:
EliminarSí, con esa prolepsis busco atrapar la atención lectora. Y más si es la de lectores tan atentos como tú. Te agradezco tus palabras y tus buenos deseos, Carles.
Un abrazo, compañero.
Hola Nino, muy buen relato, una historia de amor bonita que se convierte en tragedia. Encantada de leerte. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Lola:
EliminarGracias por tu comentario, compañera. Encantado con tu lectura.
Tengo que practicar en el desarrollo de los cambios de enfoque narrativo; y más en relatos dado que la limitación en la extensión me impide recurrir a los retruécanos en los que me apoyo en cuentos o brevelas.
Un abrazo, Lola.
Bravo, una narrativa impecable, con pinceladas tristes, que reflejan la cruel realidad de tu protagonista. Abrazos virtuales desde Venezuela
ResponderEliminarHola, Raquel:
EliminarGracias por tu lectura y comentario. La verdad es que el que hayas adjetivado la narrativa como “impecable” me ha animado.
Un abrazo desde España.
Genial relato, Nino. Muy acertado ese tono triste durante la narración, que nos va preparando para desembocar en ese final trágico.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Suerte en el Tintero.
Un saludo.
EliminarHola, Cynthia:
Sí, ese tono triste que aprecias se me iba impregnando a medida que avanzaba en la escritura de la novela. Alcanzar el final resultó liberador. Me gusta mucho el resultado, pero no tengo fuerza de ánimo para escribir una historia parecida.
Un abrazo, compañera.