Tras tanto mareo provocado, llega el momento avocado de bailar abrazados.
Sin entrar en muchos detalles —que luego me
desoriento y convierto mis reflexiones en laberintos— debo reconocer que mi más
preciada creación, lo más cercano que nunca he tenido a un hijo, es mi
personaje de Nino Ortea.
Cual Gepetto, me gusta tallar figuras con mis
palabras e insuflarles vida con mis ilusiones. A falta de madera —que aunque
haya sido un pirata malo, no tengo ninguna pata de palo— me baso en
experiencias ajenas y propias para repujar escenarios ficticios recubiertos del
barniz de la realidad. Un poco de esto, un algo de eso, sombra aquí, sombra
allá, unos polvos mágicos y, en lugar de un conejo, saco un personaje de mi
chistera.
En el caso del asombrosamente menguante Nino Ortea,
su nombre es resultado de la nada original conjunción de mote por el que me
llamaba mi madre –ni cuando me reñía me llamaba por mi patronímico– con mi
apellido paterno. La idiosincrasia de mi heterónimo, su vita operandi y su
modus vivendi son un mero juego de espejos y humo, articulado sobre las
fallidas percepciones de quienes creen conocerme bien, y como mucho me
prejuzgan por mis apariencias o sus carencias. Habitualmente es él quien viene
al rescate de mi persona en desiertos de misantropía. Ocasionalmente, soy yo
quien acudo al rescate del personaje en naufragios en tierras extrañas al
afecto.
Del King Kong virulento con que me animalizan
quienes me violentan, al Peter Pan irredento con el que fantasean las Wendys
que me niegan. Del pendón irredento –enamorador de damas de alta cuna– al
romántico irredento –enamorado de lozanas de cama accesible–, hay una
diferencia basada en que el latido de quien me atienda de corazón lo haga al compás
de una sístole o al destiempo de una diástole.
Pinocho es el mismo, lo que varía es la percepción
ajena. En ti, afable leyente, está ese toque vital –como el de un hada azulada–
que le confiere su vida anhelada.
Lo
que debe pasar, pasa. Y un día, ya no estamos
Cuidado al reproducir este clip, contiene la escena final de «Pinocho» –Guillermo del Toro (2022)–.
¡Gracias por venir y enloquecer!
Nino. Gijón. 10-IV-2024.
Todo empieza por la creación de un nombre o una marca en la que nos sentimos libres para deliberar sobre nosotros mismos o sobre aquello que nos guste. Qué bonita es la creación de Guillermo del Toro y su recreación de una historia que parecía ya contada y cerrada.
ResponderEliminarAbrazos, Nino.
EliminarHola, Miguel:
En mi caso, comencé publicando artículos –curiosamente sobre cine–, pasé a escribir ensayos sobre temáticas culturales y sociales, lo siguiente fue realizar traducciones variadas. Firmaba con mi nombre. Era prolífico, lo que conllevó que necesitará de al menos un heterónimo para que no pareciera que ciertas publicaciones eran un monográfico: ahí nació el alter ego de “Nino Ortea”, que ahora es básicamente mi única voz creativa.
Sí, la recreación de del Toro tiene una gran fuerza lírica. “Pinocho” es un personaje que descubría gracias a una miniserie en imagen real de la RAI, de la que guardo un neblinoso recuerdo onírico, ya que no la he querido volver a ver.
Un abrazo, Miguel.
La adaptación de nuestro nombre a nuestra personalidad es un acto creativo de primer nivel.
ResponderEliminarSalud.
Hola, Francesc:
EliminarEn mi paso del colegio al instituto dejé atrás el sobrenombre de “Nino”, lo encontraba infantil y sólo lo siguieron utilizano mis padres y amigos de infancia. En el instituto me identificaba como “Marcelo”. En la universidad recuperé “Nino” y lo he mantenido desde entonces salvo en el mercado laboral donde me mercadeo con mi nombre real.
Un abrazo, Francesc.
Muy bella escritura de tu propiedad intelectual. Abrazo grande, gran Niño. 😘😘
ResponderEliminarHola, Maite:
EliminarLo mío sería más bien un acto de apropiacionismo intelectual (considero la voz de “Nino Ortea” como el eco de una posesión narrativa, pero nunca he sabido explicar bien esa apropiación).
Un abrazo, Maite.
Todos creamos un personaje màs o menosvfiel. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarPor desgracia hay perjuros que no le son fieles a su persona ni a sus personajes sociales (amigos que traicionan, padres que abandonan…)
Un abrazo, Susana.
Es bueno tener un alter ego sobre el que poder descargar el peso de los días, ¿verdad?
ResponderEliminarHola, Beauséant:
EliminarMás que bueno o malo, tenerlo es inevitable. Brota solo, como la sonrisa a un bebé o la fascinación por la belleza.
Un abrazo, Beauséant.
Por lo general juego con los personajes que creo y como tu creo en la esperanza. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, Citu:
EliminarSí, he sido testigo recientemente de uno de tus juegos creativos. Mi creencia en la esperanza es un hábito autoimpuesto tras callejear por donde los ángeles no se aventuran.
Un abrazo, Citu.
Me gusta la idea de tallar palabras e insulflarles vidas. Es como ser alquimista, como lo era Geppeto, al crear un homúnculo conocido como Pinocho.
ResponderEliminarMiguel Angel Buonorroti escribió sonetos, sobre el arte de esculpir, de sacar lo que sobra de un bloque de marmol. Algo que suele pasar a veces, eliminar parte del texto puede mejorarlo.
Interesante el origen del heteronimo, como la relación con esos personajes.
Es elogiable ser un Peter Pan irredento.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarTienes maestría en tallar personajes e insuflarles vida. Tu tierra de Hurlingham es una muestra fértil de ello.
Desconozco a Miguel Ángel Buonorroti, intentaré leerlo. Gracias por mencionarlo.
Sí, la edición de los textos es una función ardua, de ella se ocupa mi parte consciente (“Nino” en los creativos, “Marcelino” en los divulgativos).
Gracias por el aprecio que me llevas mostrando a lo largo de estos 12 años, compañero Demiurgo.
Es el celebre Miguel Angel, rival de Leonardo Da Vinci. No sólo era escultor y pintor, sino que escribía sonetos.
EliminarGracias por tu atención, Demiurgo. Ya ves que mi ignorancia no es célebre, pero sí evidente.
EliminarUn abrazo, compañero.
Mmmm ¡qué cosa más mona el video de la peli de Pinocho! ¿ de Guillermo del Toro? Vaaaya no sabía que hacía animación. El Pinocho musical del principio también es bonito y tu escrito entendible y delicioso, da la sensación que el personaje NINO Ortega no se siente demasiado comprendido, como que se siente atacado o criticado en su forma y si de verdad sucede, piensa que cada uno piensa y siente como el parece, me temo que la mayoría siente poco y piensa menos, por eso todo lo que se sale de la normalidad choca y resulta extraño.. en fin, tú a lo tuyo, si así estás cómodo y feliz. Además tanto Pinocho, como Gepetto son dos personajes entrañables. El caso es que me resulta muy curioso eso de desdoblarse en personajes paralelos a uno mismo, a mi eso no me sale, lo que hay es lo que hay, para bien o para mal, ya tengo que interpretar bastante trabajando, por pura necesidad, como para hacerlo por placer.. Un abrazo muy fuerte, a mi, me cae muy bien NINO, díselo de mi parte, si tienes oportunidad : )
ResponderEliminarHola, MARÍA:
EliminarMe encantó el cuentacuentos de Guillermo del Toro. Se encuentra en el fondo televisivo de Netflix, que tiene mucho de pozo sin fondo ya que no cede derechos de emisión a otras cadenas ni de publicación en soporte doméstico, por lo que la mayoría de sus títulos quedan sepultados por la catarata semanal de estrenos.
Mi voz literaria es caprichosa, por lo que se siente siempre cómoda con lo que escribe y no repara en lo que otros piensen de sus escritos. Soy el primer admirador de lo que Nino Ortea escribe, lo animo a que no calle su voz. El problema lo tengo con quienes le faltan al respeto a mi persona o a quienes me comentáis.
Entiendo que te resulte curioso ese desdoblamiento, lamento no saber explicarte mi caso: es un proceso natural, cercano a una posesión
Él sabe de tu aprecio, yo te lo agradezco.
Un abrazo primaveral, esta tarde brilla el sol, apreciada MARÍA.
¡Hola, Nino! Jo, de este texto, seguro que Sabina podría extraer muchas frases para sus canciones. La realidad depende de quien la mira y, además, del instante y momento en el que la mira. No solo cambia persona a persona, sino que la misma persona cambia cada día su objetivo fotográfico y con ello enfoca planos distintos. De todo eso se nutre la ficción, gracias a eso logramos una voz propia, que es a lo máximo que uno puede aspirar a la hora de escribir. Un abrazo!
ResponderEliminarHola, David:
EliminarGracias por tu valoración, me ha llevado al sonrojo.
Hubo un tiempo en que este “boy, boy, boy” habría preferido que fuese Sabrina la que lo estrujara. Pero en este tiempo el que Sabina extrajera mis palabras me llevaría al desmayo, sería demasiada impresión para este juntaletras.
La realidad es constante, su apreciación es variable. Hace poco compartiste en tu blog un ensayo detallado sobre la novela “The Eye of the Beholder”: todos podemos enamorarnos de una asesina en serie pese a saber de su condición letal, el amor nos hará porfiar en que el escorpión olvidará su naturaleza y no nos aguijoneará. Es ese confiar en que la realidad hará una excepción con nosotros lo que nos impele a imaginar mil y un maneras de vivir una realidad alternativa.
Muchas gracias por tu compañía estimulante, David.
Nino, puedo comprenderte perfectamente...Leemos, leemos y los personajes los hacemos nuestros, nos sentimos reflejados y nos sirven para refugiarnos, guarecernos de nuestros límites y nuestra propia realidad. Esa realidad que va cambiando de un día a otro, porque evolucionamos...Asi que Peter Pan, Pinocho o Nino, todos ellos eres si así te sientes, amigo...También yo acudo al rescate de mi misma y vuelo como Wendy, o me introduzco en el espejo como Alicia...creando mi propio mundo. La imaginación y la ilusión son necesarias, muy necesarias.
ResponderEliminarMi felicitación y mi abrazo entrañable por alimentar a tu "niño interior" Nino.
Hola, Mª Jesús:
EliminarGracias por tu comprensión. Hay personas que pese a declararse aficionados fervientes al arte creativo son en realidad inquisidores feroces de la libertad creativa.
Por suerte, el ser humano cuenta con la ilusión para paliar el desencanto, con la imaginación para asimilar la realidad, con la esperanza para mitigar la angustia… El Arte es, a mi entender, un ejercicio de comunicación con el que se busca transmitir una sensación, no una verdad. No se debe confundir a escritores con escribanos.
Confío en que Wendy o Alicia te sigan llevando a través del espejo o a lugares donde nunca jamás anide el desánimo.
Un abrazo entrañable, Mª Jesús.