Frente a la actual pérdida de papeles por parte de la prensa diaria, los semanarios de sociedad han ido alcanzando más poder –que no prestigio– social. Muestra de ello es que los periódicos incluyen noticias del mundo del colorín en sus páginas coloreadas. Y muchos de ellos añaden en su popurrí de fin de semana, alguna publicación centrada en un mundo del corazón sin trasplantes pero con desplantes.
El poder de estas revistas cardiacas es tal que,
aunque no quiten ni pongan reyes, ayudan a sus señores. Desde sus portadas
desinformantes nos intentan colar un
cuento sin fin, ante el que debemos sentirnos felices al leer cómo otros se
comen nuestras perdices. Los programas de embrutecimiento son fieles a su
planteamiento; mientras que en los informativos se nos engaña con desinformación.
Todo el colorín colorado que está coloreando las
revistas de sociedad y los diarios de suciedad con trazos de la figura barbarizante
del exmonarca tunante y su vetusta amante, no
deja de ser una clara muestra de lo mucho que los españoles preferimos las
fábulas regias a las informaciones reales.
Curiosa sociedad la nuestra en la que, tras acostarse
con el Príncipe Encantado, la Bella Durmiente ya no quiere ser princesa, sino
que vivir para siempre del cuento.
Y este plebeyo nada bello está harto de que lo
intenten forzar a tragarse sapos chulapos y besar ranas marranas.
Me siento inseguro en este mundo con corazón impuro y
donde el rumor noticiado provoca tumor atontado. Inseguridad que me lleva a la
nimiedad de refugiarme en evocanciones de mi tierna edad.
Raffaella Carrà- Rumore