En
cierto modo, mi decisión de apostar por mi profesionalización como escritor, es
un buscar profesionalizarme en la vida. Un querer seguir vivo, para así poder
seguir escribiendo y dando vida compartida a mis sueños. Desde siempre, he sido
un “ensoñador”, alguien que no recurre a la imaginación para anular la
realidad, sino que para poder vivirla. Amenizo, embellezco o intensifico las
vivencias cotidianas. Y este ejercicio de supervivencia individual, tiene
también su proyección social. Soy una compañía entretenida, un interlocutor
animoso y un escuchante templado. Por eso sé que la voz de mi personalidad
literaria debe tener el tono de mi persona —para ser entretenida, animosa y
templada—, y alejarse de declamaciones pretenciosas. Y en ello estoy,
intentando apalabrar mi voz ensoñada, entonando evocaciones de realidad y
deseo.
En
mi próxima novela reaparecen creaciones de mi trilogía «Donde habita el recuerdo», y
aparece mi yo real –MJOS–
tratado con un personaje por mi heterónimo, Nino Ortea. Realidad y ficción convergen en una trama
que transcurre en buena parte en Gijón, mi ciudad vital, pero que también
recorre las calles de poblaciones ficticias.
Siento
gran curiosidad por comprobar si sabré novelar una resolución positiva para
esta convergencia. Pese a mi anhelo, he decidido para su escritura. Algo en mi
ánimo estaba orientando mi creatividad hacia una conclusión más literaria que
sentida. Estaba articulando un final trágico con ambición literaria, lo que lo
habría convertido en un relato fallido, cuya lectura produciría frustración. Sé
que mi formación académica me ha dotado de técnica para la “literatura de
salón”, que resulta en textos formalmente cuidados pero carentes de vida. Debo
frenar la deformación creativa que produce el amaneramiento academicista. Lo
deploro desde que alcanzarlo dejó de ser un reto.
Y en
éstas estoy, mi atentoLector venyenloquecido. Mi vida transcurre
tranquila, lo inquieto está en mi ensoñar.
Gracias
por acercar tu compañía animosa al patio de mi recreo. La soledad sólo suena
bien en las canciones de Antonio Vega.
Gracias, atentoLector, por no
decirme que “es
mentira todo. Un sueño tonto y no más”.