Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte.
El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial.
¡Gracias por venir y enloquecer!
El contenido literario de este blog está registrado en Safe Creative
Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre
Hay momentos en los
que conviene mirar hacia atrás, para apreciar el camino recorrido. Momentos
como esta fría mañana de lunes, en la que parecen tan intensos los ataques del
invierno del desencanto contra la primavera del ánimo.
Incluso para alguien
acostumbrada a correr medias maratones, parece mentira lo mucho que se puede
tardar en recorrer la corta distancia que nos aleja, momentaneamente, de vivir
como queremos vivir. Hoy comienzas esa carrera, corta e intensa. Supongo que
los comportamientos trillados parecen siempre los mejores atajos; de ahí que
recurramos a conductas rutinarias, devenidas en tics de nuestro nerviosismo. No
te culpes por transitar cualquier atajo, amiga.
La vida es una
sucesión de paseos que, ocasionalmente, puede parecer que nos conducen a
callejones sin salida. Muchas veces esos paseos llevan a una sala, en un
principio oscura. Allí sólo tenemos que esperar, como una bombilla, a que nos
encienda el roce adecuado de esperanza.
Un día, ya harta de
taquicardias, dejaras de moverte en meandros prescritos y volveras a retomar tu
paso. Tu única dirección será alejarte de lugares donde no necesitas estar,
aunque sepas que debiste frecuentarlos para recomponerte.
No desmayes en tu
paso. No te desanimes en la espera. No siempre será invierno, llegará la
primavera.
Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10:Two-Headed Man
El hombre de dos cabezas XVII
El
escritor RaymondChandler se retiró de Hollywood tras
haber participado en los guiones de películas como «Perdición», «La
dalia azul» o «Extraños en un tren». “No me importa cuánto me paguen, a menos que
también me proporcionen placer en el trabajo. No pueden”, afirmó Chandler al despedirse.
Por
supuesto, parte de esta reclamación de placer laboral era producto de su
resentimiento. No pudo llevarse bien con AlfredHitchcock ni Billy Wilder.
Pero
también comprendió que, aunque hubiera podido “bailar” con Wilder y Hitch, sus
escritos no habrían satisfecho el sentido de trabajo soñado que un escritor
necesita para sobrevivir.
En
los pesebres de Hollywood, Chandler
sentía una “sensación de exilio del
pensamiento, una nostalgia de la habitación tranquila y el equilibrio mental.
Soy un escritor, y llega un momento en que eso que escribo tiene que
pertenecerme, necesita ser escrito en silencio, no con alguien supervisándome
sobre mi hombro, ni nadie diciéndome una manera mejor de escribirlo. No tiene
que ser un texto magnífico, ni tan siquiera tremendamente bueno. Tan sólo tiene
que ser mío”.
El
creador de Philip Marlowe no pudo existir como un hombre de dos cabezas en
Hollywood.
Todos sabemos que la Cultura
tiene un componente mágico.
Unas veces lo llamamos evocación,
otras empatía o simplemente simpatía.
Como suele ocurrir cuando
profundizas en lo que te hipnotiza, al convertirte en artífice del artefacto,
descubres que tras la palabra ARTE hay mucho artista de lo imposible que
–mientras a ti te conmina a hacer algo tan sencillo como trabajar por amor al
arte– realiza un acto filantrópico de transmutación, al aparentar su cuerpo
vivir lo mejor posible, mientras que su espíritu se sacrifica a frecuentar la
compañía de esa burguesía que tanto detesta.
Al final, la quijotada no es la
tuya –que tan sólo le restas horas al descanso para crear ilusiones que
compartir–. No, el sacrificio es el suyo que te da la oportunidad de permitirle
que se aproveche de ti, cuando hay tanta gente de la que se podría aprovechar.
Y si te quejas eres un egocéntrico, un resentido o un venyenloquecido.
Es curiosa la cantidad de
personas que se gana la vida representando a aquellos que denosta como
“mediocres”.
Es llamativo el silencio
mediático, cuando no la aprobación social, con el que estos pródigos con lo
público se enriquecen con lo ajeno.
Invoquémoslos como
representantes, marchantes u organizantes; el caso es que estos
prestidigitadores culturales logran el acto de magia definitivo, al distraer
nuestra atención con los oropeles de lo gratuito, para que no nos demos cuenta
de cómo se enriquecen con lo público. Y es que hay mucho Fagin fuera de las
páginas de Dickens.
Pero ante todo, ¿no habíamos
convenido en que el Arte tiene un componente mágico? Está claro, ese quinto
elemento que maravilla nuestro sexto sentido es que el Arte se hace solo.
Quizás por eso tras disfrutar de un cuadro, un artículo o una caricia, no podemos
evitar el comentar: ¡Esto lo hace cualquiera! ¡Hasta lo hago yo!
Esta introspección no la ha hecho
cualquiera, la hemos hecho tú y yo, amable leyente: yo he puesto la creación y
tú la recreación. Gracias por tu ayuda; sin tu aporte, este texto carecería de
contexto.
Mi más sincera felicitación por tu brillante reflexión en verso, mi más sincero agradecimiento por tu generosidad al publicarla.
Te releo y me vuelve a inundar una pasión por la vida que hace tiempo que no sentía. Me apetece volver a las andadas, a mi vivir con intensidad lo que creía efímero aunque confiaba en que se presentaría en una nueva variación. Pero me desviví en la intensidad. No me queda cuerpo ni ánimo para retomarla. Además, he perdido la inocencia que mantuve durante más de cuarenta años. Inocencia que me acompaña ahora mientras te escribo, pero que –aunque no está lejos, está en mi interior– mejor dejo dormida entre las brumas del ánimo que impregnan el Ávalon donde yace lo mejor de mi.
Gracias
por tu tiempo y atención. En un principio, tenía pensado usar este ejercicio
para practicar una serie de variaciones tonales; pero he decidido limitarme a
dar voz a mi admiración por la escritora Clarisa
Tomás Campa y a mi afecto por mi amiga Clarisa,
leyendo su poema «Mientras febrero se quita la camisa», que puedes leer –mientras
escuchas esta locución– pulsando aquí.
Te
invito a que te hagas seguidor de su blog y a que compres cualquiera de sus
magníficas antologías creativas.
La
música que suena de fondo es el tema Пташечка [офіційний відеокліп] de la
intérprete ucraniana Vivienne Mort.
Gracias
por tu lectura y escucha de «Mientras febrero se quita la camisa»,
un poema de Clarisa Tomás Campa.
Esta
locución ha sido realizada sin ánimo de lucro. Esta locución ha sido realizada
sin ánimo de lucro. Te estaré agradecido
si te haces seguidor de mi canal en YouTube y le das a "me gusta" en
el video.
Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10:Two-Headed Man
El hombre de dos cabezas XVI
Hubo un Chandler guionista al servicio de la Paramount, trabajó con BillyWilder en «Perdición», escribió «La dalia azul» mientras estaba en la mitad de un desorden alcohólico, y luchó con AlfredHitchcock a causa de unos «Extraños en un tren».
Chandlerse alejó de Hollywood, dejó todo lo relacionado con el cine, denunció a los productores, directores, cámaras, actores y actrices –incluyendo a “Miss Moronica Lake”(1)–; con todo tenía más que decir sobre las películas que casi ningún otro escritor.
Comprendió que el cine no era “un arte literario o dramático transplantado... está más cercano a la música; en el sentido de que sus mejores efectos pueden carecer de una intencionalidad precisa; sus transiciones pueden ser más elocuentes que sus escenas destacadas; sus fundidos y movimientos de cámara, que no pueden ser censurados, son a menudo mucho más efectivos emocionalmente que los argumentos, que sí pueden ser censurados.”
También sabía que el escritor en Hollywood nunca podría ser más que un pistolero a sueldo. Los Estudios “destruyen el vínculo entre el escritor y su subconsciente. Después todo lo que hace es una actuación. Su corazón está en otro lugar.”
Para Chandler, el negocio del cine era un “coloso magnífico pero infantil” que arrojaba a la pantalla “una especie de ídolo masculino” con “la constitución de un vigilante de piscina, y la mentalidad de un estrangulador de pollos.”
Consideraba los Premios de la Academia como “el baile tribal de las estrellas y los poderosos productores” de Hollywood. Ni tan siquiera todos los polis de L.A. podrían proteger “a los peces gordos” del grito entumecedor de la multitud, el cual se asemejaba al “destino silbando a través de un proyectil ahuecado”.
Y ese grito también revelaba la futilidad del guionista. “Lo que Hollywood parece querer, es un escritor listo para suicidarse en cada reunión para tratar la historia. Lo que realmente obtiene es un tipo que grita como un semental ardiente y luego se corta la garganta con un plátano. El grito demuestra la pureza artística de su alma, y puede comer el plátano mientras otra persona está respondiendo a una llamada relacionada con otra película”.
«Movieland: Hollywood and the Great American Dream Culture»;
Esta foto no tiene que ver con el contenido del texto
locutado. Contiene el contexto de mi inspiración (musa y obra). La
frambueseante posante sostiene un ejemplar de mi locuela brevela «La
gata vio al asesino», a la venta en Amazón.
El
objetivo de esta práctica era trabajar variaciones tonales narrativas sin
cambiar la entonación natural en mi voz. He usado un micrófono dinámico para su
grabación.
«Cegato, un relato de Flor y Nino Ortea» está locutada sobre el fondo musical «Strolin’»,
tema compuesto por Prince y
que aparece en su brillante álbum «Diamonds and Pearls».
Esta locución ha sido realizada sin ánimo de lucro. Si pulsas en el enlace que
cierra esta entrada, podrás leer el relato. Te estaré maullantemente agradecido
si te haces seguidor de mi canal en YouTube y le das a "me gusta" en
el video.
El
desprendido David Rubio vuelve a
impulsar un encuentro creativo desde su blog «El tintero de oro». Esta 35ª convocatoria toma su inspiración en el
escritor estadounidense John Kennedy
Toole y su imprescindible novela de «A Confederacy of Dunces» –La conjura de los necios– una de mis
favoritas como lector y de mis referentes como escritor.
Esta
convocatoria me ha resultado muy especial, ya que he tenido la suerte de
participar en ella con un texto coescrito junto a Flor: autora de una creatividad
vivaz y con una impronta personal desbordante.
En
principio este “regato” iba a ser publicado en el blog de Flor; pero circunstancias
personales, que ella misma te cuenta en esta entrada, han conllevado un cambio
de planes.
Aunque,
lo que no ha cambiado es nuestra “conjuga” de estilos: el suyo, ronroneante; y
el mío, maullante. Gracias
por tu interés en nuestro “regato” sobre un cegato que tiene mucho de tozudo y
nada de necio.
Imagen a25de381f04dff38237b85df51b5395,
encontrada por Flor en Pinterest.
Cegato
(Un
relato maullado por Flor y Nino Ortea)
—¡Finalmente, ya se me ve en la cara!
O eso, o soy de Picio,
pues ella me habló de vicio luego de haber bajado su cabeza para mirármela
fijamente.
Mientras mi acompañante,
Úrsula, entre dientes decía:
—¡Con qué descaro lo mira, la descarada!
La doctora se alejó todo
lo que pudo y me encaró –con rostro enojado– tras haber auscultado lo que este
gato no le había ocultado.
—“Usted no sufre presbicia, señor Igmacio Minino. Lo suyo es puro vicio… de
quejarse”.
De nada habían servido
mis indicaciones y pronósticos. Según el diagnóstico de su profesionalidad,
tengo una visión de 10 sobre 10. Yo a esa numerología, en las horas poco frías,
la llamó “¡Pedazo orgía!”, pero con los ojos cual lirios tras su abuso de
colirios –y con mi atención puesta en el corte y confección de la bata de la
enfermera– allí, y sin que sirva de precedente, no encontré indecente el
admitir mi incultura al preguntarle a la oculista por qué insistía en esa
formulista del 10 sobre 10.
Mi acompañante me miró y
me dio un codazo –para que reprimiera mis deseos gatunos–. En voz alta subrayó:
—¿No va usted un poco ligera de ropa, con esa bata que apenas tapa su
generoso escote, enfermera lisonjera?
El caso es que la señora
doctora ignoró lo dicho por mi radiante acompañante y me indicó tanto la salida
—para mi desgracia no era la sanísima sanitaria— como que la última línea del
cartel de lectura lleva una muesca con el número 10.
Pese a su meterme prisa
para irme, volví a sentarme e insistí en mi incipiente condición de “rompetechos”
mientras llamaba doctor al extintor. Ella se rió —la enfermera, que la señora facultativa
permaneció muy entera— y de repente resonó la simple voz doctorera que me
recordó que, simplemente, me hago viejo; pero que ya quisieran mis coetáneos
tener mi ahínco visual. A lo que la afable Úrsula añadió que –tal y como ella
siempre me había destacado– es mi percepción, y no mi visión, la que necesita
dioptrías; pues veo lo que es y no lo aparente. Y a este gato lo tachan de
“cegato” por percibir lo evidente.
¡Pobre de este felino
que lleva toda su vida negándose a que lo den por liebre! ¿Y ahora quieren que
me contente porque, pese a lo viejo de mi pellejo, tengo la vista de un conejo?
Desde la escuela soy ese gato encerrado por preguntar lo que pone en el
encerado. Desde siempre, hasta el más acompasado de mis ronroneos ha sido
percibido como un maullido desafinado. Y ahora, por prohibirme, me niegan
ponerme unas gafas que me permitan ver esa realidad a la que no atino a ponerle
cascabel.
¡Remiaú!
Eso de no ver lo que los
demás vislumbran, es un serio problema. Quizá no de visión, pero sí de
adaptación. Y ya estoy cansado de ser el diferente y el raro. ¡Yo quiero ser
Premio Nobel y tenerte a mi lado, minina!
Mientras me lamentaba en
silencio, mi acompañante seguía afeándole su talante a la doctora:
—¡No es cegato, este loco gato; lo que
tiene son visiones cíclopes por su mal de amores miopes! Y por eso pide con
insistencia unas gafas. Ya que la vio y de la enfermera se enamoró pese a sus
chafas.
De nada sirvió la
explicación prímula de mi amiga Úrsula. De su consulta nos echó la oculista
inculta.
La verdad redentora de
la doctora no me había hecho libre, sino echado años y dejado sin gafas. ¡Con
lo que me apetecía llevar anteojos como Vargas
Llosa! Pero así está la cosa: yo, sin gafas; y Mario, sin Porcelanosa.
Como buen gato galán que
soy, no pararé hasta que esta bella enfermera sea mía. De día y de noche le
cantaré una sonata, le cantaré con la tuna de Tudela; y, poco a poco, ablandaré
su duro corazón.
A la luz de la luna le
citaré poemas de amor para mi bella doncella.
«Es verdad ángel de amor, que en esa alejada orilla del río el sol luce
mejor, desde aquí no llegan los rayos de sol. Vayamos pues a esa otra orilla a
tomar el sol.
Disfrutemos de nuestro amor, con tiempo y
dinero te pondré un casoplón con chofer, criada, jardinero, y azulejos y
baldosas Porcelanosa.»
Para disfrutar de un brillante ensayo
escrito por David Rubio sobre John Kennedy Toole y acceder a la
relación de textos conjurados, sólo tienes que pulsar aquí
Así mismo, te invito a que accedas al
canal de YouTube «Todo lo que tiene
nombre, existe»; donde las compañeras Ainhoa
y Gille conversan con su amenidad
habitual sobre vida y obra de Kennedy
Toole.
Si aún no te has hecho seguidor de su
blog y canal, o del de cualquiera de los gestionados por los compañeros
participantes en ésta o cualquier convocatoria “tintera”, “juevera” o “lunalunera”
te invito a que lo hagas. Los compañeros fabulantes debemos enrolarnos en
conjugaciones de creadores y no en conjuras de necios.
Nino Ortea.
Y, por si te apetece escucharlo, aquí te maullo ¡Remiaú!
The dreadful death of my parents
during the celebration of my birthday had left me all alone at the age of
eleven; hence, my godparents, Zacarías and Isabel, felt forced to adopt me.
My maternal grandparents were not
worried about my orphanhood. They have never regarded me as one of their own.
They consider me to be the son of my father, not of their daughter. In fact,
they prevented my attendance at mom's funeral; whom they buried in the pantheon
of the Seco-Eván family without paying any honour to her life circumstances, as
if she had never been a mother nor a wife.
I came to know that two years
after the tragedy, my godparents had reached my grandparents to ask them to
allow me the access to the mausoleum where my mother's body rests. As reply,
they received a letter from the law firm that handles the legal affairs of my
grandparents here in San Agustín del Campo. Zacarías and Isabel read it in
secret; ever since then, their proposal to take me along to visit my mother's
grave fell in the limbo of their silence, not in my forgetfulness.
They would not talk about it
again: my godparents avoid breathing the life of sound to what they think is
better dead in silence.
Has
escuchado el arranque de mi segunda novela en inglés «Punished to Live». Libro
que se encuentra a la venta en Amazon tanto en formato impreso como
electrónico.
El
objetivo de esta práctica era doble: profundizar en el uso del editor de video
–aumentar y variar la rotulación– y practicar la locución en inglés. He usado
un micrófono dinámico para grabar la voz mientras leo el arranque de mi segunda
novela en inglés «Punished to Live». Libro
que se encuentra a la venta en Amazon tanto en formato impreso como
electrónico.
«Punished to Live. 01-01» está locutada sobre el fondo musical «For You», compuesto por Prince.
Primer tema de su primer álbum «For You» (1978).
Esta
locución ha sido realizada sin ánimo de lucro. Si pulsas en el enlace que
cierra esta entrada, podrás escucharla. Te estaré agradecido si te haces
seguidor de mi canal en YouTube y le das a "me gusta" en el video.
Jerome Charyn’s Movieland, chapter 10:Two-Headed Man
El hombre de dos cabezas XV
Cuando Robert Montgomery interpretó a Marlowe en «La dama del lago» (1946), una cámara actuaba como la cara de Marlowe: su rostro es invisible la mayor parte del tiempo, salvo cuando lo vemos reflejado en el espejo.
El mismo Chandler era invisible la mayor parte del tiempo.
Tal vez ésta es la razón por la que me vi tan atraído por su historia vital, tal y como la contó Frank MacShane. El muchacho sin padre ni país, que fue educado para ser un pequeño caballero, un poeta de versos lúgubres que se convirtió en una especie de nómada en la California del Sur... y un escritor de novelas pulp con su peculiar sentido del arte, como si Chandler no sólo estuviera inventando una máscara para Philip Marlowe, sino una mascara que todos nos podemos poner, en un siglo de máscaras.
Y las vicisitudes en la vida de Chandler, sus constantes traslados, su maravilloso matrimonio con una mujer mayor que él, la extraña supervivencia en Francia, su ingreso en la R.A.F., los estériles caballeros de sus primerizos poemas infantiles, transformados en un detective con el código de caballerosidad de Chandler. El alcoholismo, la persecución de faldas, los guantes blancos que vestía para proteger sus dedos, sus intentos suicidas; se asemejan a una película muy larga, un viaje que comenzó y acabó en la obscuridad, una pauta de todas nuestras vidas, una biografía compartida.
«Movieland: Hollywood and the Great American Dream Culture»;