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¡Y es que me meto en cada jardín!

domingo, 31 de enero de 2010

El Odio según Peter Bagge 3 de 4




...pues en casa nunca ODIA dos veces


Pese a su título, Hate no es una obra impregnada de resentimiento, ofuscación o animadversión, firmada por un creador maldito. Para eso ya está este blog.
Tampoco estamos ante una creación que le sirve al autor para proyectar sus problemas personales y arreglar cuentas pendientes; algo que sí ocurre en muchos trabajos que sirven a sus firmantes para aliviar su resquemor social. Como es el caso de David Sim y su Cerebus, cuyo lector es en todo momento partícipe del día a día del autor.
Hate es un producto exitoso, creativa y comercialmente, donde Bagge –manteniendo su impronta gráfica y narrativa— refleja vivencias comunes a gran parte de los lectores, independientemente de su condición, edad o sexo. Junto a planteamientos disparatados, y habitualmente distorsionados, conviven reflexiones, normalmente disfrazadas de reflejos accidentales, sobre el lado menos amable de vivir en la sociedad del bienestar.
Ojeando los tebeos, uno puede quedarse con las escenas de sexo explícito, consumo de drogas o cabreos paternos. Leyendo las historias, puedes encontrar personas que ven en mantener una relación de pareja la única forma de escapar de su soledad, que encuentran en el consumo de alcohol un paliativo a su angustia, o que ven en la confrontación la única forma de comunicarse con sus allegados.
Bagge entiende el “odio” como una consecuencia de tener las ideas claras, y saber que no quieres tener nada que ver con mamones y mamonadas, por mucho que vengan fajados en la piel del éxito. Sus personajes son indiferentes a los mensajes de consumo convertidos en necesidades. No necesitan tener el último disco del penúltimo “triunfito”, sino disfrutar de un buen disco de una buena banda. 
Buddy no ambiciona nada ajeno; busca que no mangoneen lo suyo, y no duda en airear su inconformismo ante el vacío que lo rodea. Es esta condición de “joven airado” lo que lo convierte en “odioso”; tal y como le ocurriría en nuestro Mundo Real –constreñido por el blanco y negro que marcaron en las viñetas los primeros pasos de Hate– donde muchos califican de antisociales a los que defienden que OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Bagge mantiene una actitud crítica y libre ante la vida. Principios que aplica al proyecto creativo. Aunque aborrece del ideario de las grandes editoriales, no duda en desaprobar la actitud de muchos de sus compañeros del cómic independiente, que con sus métodos convierten un universo creativo en camarote artístico. 
De hecho, sufrió ataques por preferir incluir publicidad en Hate a subir su precio, con el paso al color en el episodio 16; o por el cortometraje animado sobre ODIO que Steve Loter dirigió en 1995.

Afortunadamente, el lector español puede disfrutar en su lengua de esta obra, en una edición cuidadosamente acertada.
Lo que sigue es un somero acercamiento a ella. Si odias que te destripen las tramas, este es un momento perfecto para que te pongas a buscar por Internet fotos de Megan Fox, o videos de Mariah Carey embebida.

El Odio según Peter Bagge 3 de 4




--> ...pues en casa nunca ODIA dos veces


Pese a su título, Hate no es una obra impregnada de resentimiento, ofuscación o animadversión, firmada por un creador maldito. Para eso ya está este blog.
Tampoco estamos ante una creación que le sirve al autor para proyectar sus problemas personales y arreglar cuentas pendientes; algo que sí ocurre en muchos trabajos que sirven a sus firmantes para aliviar su resquemor social. Como es el caso de David Sim y su Cerebus, cuyo lector es en todo momento partícipe del día a día del autor.
Hate es un producto exitoso, creativa y comercialmente, donde Bagge –manteniendo su impronta gráfica y narrativa— refleja vivencias comunes a gran parte de los lectores, independientemente de su condición, edad o sexo. Junto a planteamientos disparatados, y habitualmente distorsionados, conviven reflexiones, normalmente disfrazadas de reflejos accidentales, sobre el lado menos amable de vivir en la sociedad del bienestar.
Ojeando los tebeos, uno puede quedarse con las escenas de sexo explícito, consumo de drogas o cabreos paternos. Leyendo las historias, puedes encontrar personas que ven en mantener una relación de pareja la única forma de escapar de su soledad, que encuentran en el consumo de alcohol un paliativo a su angustia, o que ven en la confrontación la única forma de comunicarse con sus allegados.
Bagge entiende el “odio” como una consecuencia de tener las ideas claras, y saber que no quieres tener nada que ver con mamones y mamonadas, por mucho que vengan fajados en la piel del éxito. Sus personajes son indiferentes a los mensajes de consumo convertidos en necesidades. No necesitan tener el último disco del penúltimo “triunfito”, sino disfrutar de un buen disco de una buena banda. 
Buddy no ambiciona nada ajeno; busca que no mangoneen lo suyo, y no duda en airear su inconformismo ante el vacío que lo rodea. Es esta condición de “joven airado” lo que lo convierte en “odioso”; tal y como le ocurriría en nuestro Mundo Real –constreñido por el blanco y negro que marcaron en las viñetas los primeros pasos de Hate– donde muchos califican de antisociales a los que defienden que OTRO MUNDO ES POSIBLE.
Bagge mantiene una actitud crítica y libre ante la vida. Principios que aplica al proyecto creativo. Aunque aborrece del ideario de las grandes editoriales, no duda en desaprobar la actitud de muchos de sus compañeros del cómic independiente, que con sus métodos convierten un universo creativo en camarote artístico. 
De hecho, sufrió ataques por preferir incluir publicidad en Hate a subir su precio, con el paso al color en el episodio 16; o por el cortometraje animado sobre ODIO que Steve Loter dirigió en 1995.

Afortunadamente, el lector español puede disfrutar en su lengua de esta obra, en una edición cuidadosamente acertada.
Lo que sigue es un somero acercamiento a ella. Si odias que te destripen las tramas, este es un momento perfecto para que te pongas a buscar por Internet fotos de Megan Fox, o videos de Mariah Carey embebida.

viernes, 29 de enero de 2010

Lucía Alonso Fernández: Pinturas.

Hola a todos:

De más de unos labios he oído que la admiración artística es una transfiguración de la frustración creativa.
Quizás sea así.
De hecho, no faltan hijos criados para cumplir las sueños de sus padres; ni artistas a los que, a falta de valía, nos sobra VANIDAD.

En mi caso, a mi exhibida vanagloria literaria se une una frustración pictórica que, quizás revele mi afición a La narrativa gráfica –vamos, a los tebeos–, al coleccionismo de carteles de cine y mi tendencia a dejarme ver por museos y salas de Arte.
El que os escribe –ese Marcelino que paternaliza a Nino– es un claro ejemplo de incapacidad para eso de la tinta y las texturas. Y no es que sea daltónico, o que mi condición masculina me ofusque ante esos colores imposibles que tiñen las telas –el día que alguna maniquí me bienexplique qué es eso de un color “roto”, me hará un descosido–.
No, la cosa es más clara y mi incapacidad para los lápices o pinceles es tan evidente como mi incontinencia ante la Belleza.
Cuando comencé párvulos, ya sabía leer. Cuando dejé la universidad seguía con una grafía de párvulo.
En primero de B.U.P., mi concepto de Arte Abstracto era merendar bocadillos de sustancias pringosas sobre las láminas de dibujo; y presentar las manchas como ejercicios creativos. Fui suspendido injustamente, pese a que Javi Nistal me había hecho todas las láminas de dibujo técnico. Llevé la asignatura pendiente hasta acreditar mi incapacidad para dibujar mi ordinaria mano izquierda en 3 convocatorias extraordinarias.
Mi madre siempre decía que me faltaba mano izquierda, nunca pensé que mi condición de manco afectara a lo artístico.
A los 18 años incumplidos, mi profesor en la Autoescuela San Esteban me preguntó la distancia de un extremo a otro de la acera, le contesté que unos 100 metros. Sorprendido, me indicó que eran unos 20. Tras obtener el carné de conducir, su sorpresa mudó a miedo y me aconsejó que adelantara en zonas de mucha visibilidad.
Hace poco, le dibujé con el mayor de los esmeros un conejo a un niño de 9 años. Buscaba impresionar a su ya crecida hermana. La que no sé si se impresionó o se presinó fue su profe, al saber que aquél esperpento lo había hecho “un señor”.

Desplegado lo anterior, debo aconsejaros que degustéis la muestra de diferentes pinturas firmadas por Lucía Alonso Fernández que cuelga en el salón de entrada del Ateneo Obrero de La Calzada, en Gijón.
La exposición consta de 36 obras –desprovistas de título– que permanecerán expuestas hasta el 13 de febrero.
Estamos ante una artista capaz de captar lo extraordinario en lo cotidiano, y de capturar la fugacidad del momento en lo que se llegan a asemejar a instantáneas de polaroid.
En más de una ocasión, me he sorprendido cuando tras asistir a una muestra, recordaba más los marcos que los lienzos. En el caso de las telas de Lucía, la mayoría aparecen desenmarcadas o encuadradas por una enmarcación sobria. No faltando obras que, como la vida, se exceden de sus límites, lo que lleva a la autora a aprovechar cada resquicio pintable.
Un arte anónimo, al que cada par de ojos puede poner título, y que pese a su marcada inspiración localista trasciende lo costumbrista y profundiza en lo humano, en la belleza de lo que nos rodea. Belleza que sólo apreciamos cuando se convierte en recuerdos de lo que ya no existe. Sensaciones, que al igual que los cuadros de Lucía Alonso, puede presentar diferentes tamaños o intensidades
Hacía mucho tiempo que no presenciaba una muestra artística tan desprovista de ampulosidad y tan impregnada de tranquilidad.
Os aconsejo que disfrutéis, sin más razón que el hedonismo, de las pinturas de Lucía Alonso Fernández.
A la que, de manera anónima y en vuestro nombre, deseo toda la Suerte y ánimo.
Y ahora, a vivir la vida; y a hacer de ello un Arte.

© Nino Ortea. venyenloquece@hotmail.es Gijón. 29/I/10

Lucía Alonso Fernández: Pinturas



Hola a todos:

De más de unos labios he oído que la admiración artística es una transfiguración de la frustración creativa.
Quizás sea así.
De hecho, no faltan hijos criados para cumplir las sueños de sus padres; ni artistas a los que, a falta de valía, nos sobra VANIDAD.

En mi caso, a mi exhibida vanagloria literaria se une una frustración pictórica que, quizás revele mi afición a La narrativa gráfica –vamos, a los tebeos–, al coleccionismo de carteles de cine y mi tendencia a dejarme ver por museos y salas de Arte.
El que os escribe es un claro ejemplo de incapacidad para eso de la tinta y las texturas. Y no es que sea daltónico, o que mi condición masculina me ofusque ante esos colores imposibles que tiñen las telas –el día que alguna maniquí me bienexplique qué es eso de un color “roto”, me hará un descosido–.
No, la cosa es más clara y mi incapacidad para los lápices o pinceles es tan evidente como mi incontinencia ante la Belleza.
Cuando comencé párvulos, ya sabía leer. Cuando dejé la universidad seguía con una grafía de párvulo.
En primero de B.U.P., mi concepto de Arte Abstracto era merendar bocadillos de sustancias pringosas sobre las láminas de dibujo; y presentar las manchas como ejercicios creativos. Fui suspendido injustamente, pese a que Javi Nistal me había hecho todas las láminas de dibujo técnico. Llevé la asignatura pendiente hasta acreditar mi incapacidad para dibujar mi ordinaria mano izquierda en 3 convocatorias extraordinarias.
Mi madre siempre decía que me faltaba mano izquierda, nunca pensé que mi condición de manco afectara a lo artístico.
A los 18 años incumplidos, mi profesor en la Autoescuela San Esteban me preguntó la distancia de un extremo a otro de la acera, le contesté que unos 100 metros. Sorprendido, me indicó que eran unos 20. Tras obtener el carné de conducir, su sorpresa mudó a miedo y me aconsejó que adelantara en zonas de mucha visibilidad.
Hace poco, le dibujé con el mayor de los esmeros un conejo a un niño de 9 años. Buscaba impresionar a su ya crecida hermana. La que no sé si se impresionó o se presinó fue su profe, al saber que aquél esperpento lo había hecho “un señor”.

Desplegado lo anterior, debo aconsejaros que degustéis la muestra de diferentes pinturas firmadas por Lucía Alonso Fernández que cuelga en el salón de entrada del Ateneo Obrero de La Calzada, en Gijón.





 La exposición consta de 36 obras –desprovistas de título– que permanecerán expuestas hasta el 13 de febrero.
Estamos ante una artista capaz de captar lo extraordinario en lo cotidiano, y de capturar la fugacidad del momento en lo que se llegan a asemejar a instantáneas de polaroid.
En más de una ocasión, me he sorprendido cuando tras asistir a una muestra, recordaba más los marcos que los lienzos. En el caso de las telas de Lucía, la mayoría aparecen desenmarcadas o encuadradas por una enmarcación sobria. No faltando obras que, como la vida, se exceden de sus límites, lo que lleva a la autora a aprovechar cada resquicio pintable.

Un arte anónimo, al que cada par de ojos puede poner título, y que pese a su marcada inspiración localista trasciende lo costumbrista y profundiza en lo humano, en la belleza de lo que nos rodea. Belleza que sólo apreciamos cuando se convierte en recuerdos de lo que ya no existe. Sensaciones, que al igual que los cuadros de Lucía Alonso, puede presentar diferentes tamaños o intensidades
Hacía mucho tiempo que no presenciaba una muestra artística tan desprovista de ampulosidad y tan impregnada de tranquilidad.
Os aconsejo que disfrutéis, sin más razón que el hedonismo, de las pinturas de Lucía Alonso Fernández. A la que, de manera anónima y en vuestro nombre, deseo toda la Suerte y ánimo.

Y ahora, a vivir la vida; y a hacer de ello un Arte.

El Odio según Peter Bagge 2 de 4



...Y si encuentra algo mejor, ÓDIELO. 


Peter Bagge nació el 11 de diciembre de 1957 –así que aún estás a tiempo de enviarle una de esas aborrecibles tarjetas de cumpleaños o de Navidad para felicitarlo en este 2010– en Peeksville, Nueva York.
Tras asistir a la School of Visual Arts de Manhattan, centró sus intereses en la Música –ahí están sus discos con The Action Suits, con portadas suyas– y en la Historieta. Medio en el que, junto a John Holstrom, desarrolló la revista Comical Funnies, donde nacen unos personajes llamados a las más altas cotas del rencor, los Bradley


Tras su trabajo en Weirdo –publicación creada por Robert Crumb– comienza su relación en 1985 con la editorial Fantagraphics, plasmada en los quince números de Neat Stuff; en cuyas páginas –desarrolladas en su totalidad por Bagge– comprueba la capacidad incordiadora de un grupo de historias de extensión variable que combinan elencos fijos con fugaces. Mundo Idiota –publicada por Ediciones La Cúpula, dentro de Brut Comix– recoge en sus trece entregas la totalidad de Neat Stuff salvo los dislates protagonizados por Los Bradley.
Concluida Neat Stuff, Bagge lanza Hate serie figurada por Buddy, hijo mayor de los Bradley. Hate alcanzó treinta entregas en los diez años en los que se mantuvo abierta (1990 - 2000) como colección serializada. Tras su decisión de cancelar la serie, Bagge ha regresado ocasionalmente al mundo de Hate, bien fletando especiales como Hate Jamboree, o en anuales, de los que ya van equipados cuatro. La Cúpula lleva publicados trece volúmenes de Hate dentro de la colección ODIO; viniendo a incluir cada uno tres episodios de la serie yanqui.

Bagge ha diversificado su producción, y ha bañado con su gracia otros medios como la TV o Internet. De entre su restante producción tebeística publicada en España, destacan las historias autoconclusivas que aparecían regularmente en la revista El Víbora —publicación que nos ha dejado justo cuando más la necesitábamos—, donde se presentó Hate.  
Si no eres de los que los odiables que a lo viejo lo llaman “clásico”, te sugiero que rebusques sus ocho episodios de Yeaah –escritos por Bagge y dibujados por Gilbert Hernández– y el relato arácnido Startling Stories: The Megalomaniacal Spider-Man, recogido en el Spiderman: El hombre araña nº 14 (edición de Planeta). Y ya puestos, repesca sus viñetas sobre The Matrix –ideada para la página web de la película o su colaboración con DC, Sweatshop, publicada in Spain por La Cúpula bajo la cabecera Sudando Tinta



Y si te encuentras entre los fatuos que no tienen problemas con el pérfido idioma inglés, podrás acercarte a algunas de sus obras más recientes, como su historia “The Incorrigible Hulk", esmeraldaza en la miniserie Strange Tales, con la que la editorial Marvel nos bendijo a finales de 2009.


El Odio según Peter Bagge 2 de 4



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...Y si encuentra algo mejor, ÓDIELO. 


Peter Bagge nació el 11 de diciembre de 1957 –así que aún estás a tiempo de enviarle una de esas aborrecibles tarjetas de cumpleaños o de Navidad para felicitarlo en este 2010– en Peeksville, Nueva York.
Tras asistir a la School of Visual Arts de Manhattan, centró sus intereses en la Música –ahí están sus discos con The Action Suits, con portadas suyas– y en la Historieta. Medio en el que, junto a John Holstrom, desarrolló la revista Comical Funnies, donde nacen unos personajes llamados a las más altas cotas del rencor, los Bradley


Tras su trabajo en Weirdo –publicación creada por Robert Crumb– comienza su relación en 1985 con la editorial Fantagraphics, plasmada en los quince números de Neat Stuff; en cuyas páginas –desarrolladas en su totalidad por Bagge– comprueba la capacidad incordiadora de un grupo de historias de extensión variable que combinan elencos fijos con fugaces. Mundo Idiota –publicada por Ediciones La Cúpula, dentro de Brut Comix– recoge en sus trece entregas la totalidad de Neat Stuff salvo los dislates protagonizados por Los Bradley.
Concluida Neat Stuff, Bagge lanza Hate serie figurada por Buddy, hijo mayor de los Bradley. Hate alcanzó treinta entregas en los diez años en los que se mantuvo abierta (1990 - 2000) como colección serializada. Tras su decisión de cancelar la serie, Bagge ha regresado ocasionalmente al mundo de Hate, bien fletando especiales como Hate Jamboree, o en anuales, de los que ya van equipados cuatro. La Cúpula lleva publicados trece volúmenes de Hate dentro de la colección ODIO; viniendo a incluir cada uno tres episodios de la serie yanqui.

Bagge ha diversificado su producción, y ha bañado con su gracia otros medios como la TV o Internet. De entre su restante producción tebeística publicada en España, destacan las historias autoconclusivas que aparecían regularmente en la revista El Víbora —publicación que nos ha dejado justo cuando más la necesitábamos—, donde se presentó Hate.  
Si no eres de los que los odiables que a lo viejo lo llaman “clásico”, te sugiero que rebusques sus ocho episodios de Yeaah –escritos por Bagge y dibujados por Gilbert Hernández– y el relato arácnido Startling Stories: The Megalomaniacal Spider-Man, recogido en el Spiderman: El hombre araña nº 14 (edición de Planeta). Y ya puestos, repesca sus viñetas sobre The Matrix –ideada para la página web de la película o su colaboración con DC, Sweatshop, publicada in Spain por La Cúpula bajo la cabecera Sudando Tinta



Y si te encuentras entre los fatuos que no tienen problemas con el pérfido idioma inglés, podrás acercarte a algunas de sus obras más recientes, como su historia “The Incorrigible Hulk", esmeraldaza en la miniserie Strange Tales, con la que la editorial Marvel nos bendijo a finales de 2009.


jueves, 28 de enero de 2010

Esperanza



Hay veces en que no vemos posibilidad de escape. En las que resulta dificil mantener la confianza.
Hay vidas cuya única esperanza es contar con que el ipad sea compatible con el ipod. Por lo que les sobra tiempo para descuidar a los demás o llenarlos de miedos.
Muchas veces se me dice que soy un hombre sin ambiciones, pues no deseo un trabajo estable, ni una vida cómoda.
Se equivocan, mi vida no es acomodada pero si confortable; y tengo una gran ambición: ser feliz.

Hay veces en que no vemos posibilidad de escape. Pero eso no quiere decir que no haya gente hay fuera intentando rescatarnos de la apatía que nos aprisiona.
Para vivir tenemos que sobrevivir a los caprichos del destino que nos maneja cual marionetas.

La chica haitiana de 17 años, Darlene Etienne, fue rescatada de entre los escombros de un edificio universitario este miercoles, 15 días después del terremoto que devastó la capital haitiana el 12 de enero.
Al menos otras 135 personas han sido desenterradas por equipos de rescate tras el terremoto.



Una vez más, gracias a todos los que confiasteis en mi cuando sólo sabía quejarme.
El ánimo es algo que se puede compartir. Recuerda que no hay mayor catástrofe natural que la soledad, seguro que al alcance de tu voz tienes a alguien víctima del desasosiégo.
Ayúdalo.
Con el tiempo, sólo recordará a quienes lo ayudaron y se habrá olvidado de los imperdonables.

Esperanza

La chica haitiana de 17 años, Darlene Etienne, fue rescatada de entre los escombros de un edificio universitario este miercoles, 15 días después del terremoto que devastó la capital haitiana el 12 de enero.
Al menos otras 135 personas han sido desenterradas por equipos de rescate tras el terremoto.



El Odio según Peter Bagge 1 de 4




Marcado por el ODIO

Desde pequeños se nos ha inculcado la idea de que odiar es algo muy feo, y lo que hay que hacer es “amar y ser desprendido”. No, no pongáis esa cara tipo Michelle Obama viendo su orondo reflejo en el espejo. Con lo de “amar y desprenderse” no os estoy sugiriendo que os despelotéis a la ligera, y menos con este frió eneril.
¿Os he dicho que odio el frío?
Sin embargo, uno es de los que piensan que eso del odio no está tan mal, dado que es una fina línea lo separa de esa tontería llamada amor; y además, por mucho que repaso los siete Pecados Capitales, no encuentro ninguna mención a la impiedad de detestar. 
Si todos aceptamos que “algo tiene el agua cuando la bendicen”, ¿por qué no admitimos que todos bebemos ocasionalmente de las acequias del odio, y nos dejamos de memeces como “envidia sana” o “indiferencia total”


Odio el brécol, odio trabajar, odio envejecer, odio que me toque quien no quiero, odio a los padres que dejan que sus monstruitos incordien a los demás, odio al que se acuesta con ella y despertarme solo.

Vivimos tiempos absurdos. En los que el matrimonio entre La Falsa Moral y El Remilgo Social ha tenido como descendencia silencios culpables disfrazados de buenos modales. La conjunción entre “Eso no se hace”, “Eso no se dice” y “Eso no se toca” ha originado una Sociedad donde quien mantiene una opinión crítica es un criticón, y quien no participa de las pautas globalizadas es un asocial.
El libre albedrío, el derecho al pataleo y al cabreo no tienen sentido en un Mundo donde las grandes corporaciones se han apoderado de todo aquello que no tenía derecho de propiedad y hacía de vivir un ejercicio de individualidad.
Cuando la llegada de las estaciones pertenece a una cadena de grandes almacenes, o la alegría de vivir está embotellada en una bebida refrescante, sólo nos quedan dos opciones: ponernos la piel de corderos y pastar felices en el redil del asentimiento, o clamar a voces en el rebaño del descontento.
¡Odio no tener televisión, para así poder lobotomizarme y tirar pa´lante!

El clamor de esos gritos de insatisfacción se convierte en Arte cuando brota de contados individuos que logran expresar lo que gran parte sentimos. Las diferencias creativas que distinguen a Pío Baroja, John Huston o The Rolling Stones, no les impiden coincidir en esa defensa del inconformismo y denuncia de la angustia vital que subyace en películas como Vidas rebeldes, novelas como El árbol de la ciencia, o canciones como Satisfaction.

El mundo de la Historieta no es ajeno a este “mecagontó” que nos desborda ante la infamia social. La genial obra de IVÁ, o la de Peter Bagge son prueba de ello. Las siguientes líneas se centrarán en la, hasta el momento, obra más representativa de Bagge, Hate, publicada en España bajo el título genérico de ODIO.
Pero antes de comenzar... unos consejos de nuestros patrocinadores.

El Odio según Peter Bagge 1 de 4




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Marcado por el ODIO

Desde pequeños se nos ha inculcado la idea de que odiar es algo muy feo, y lo que hay que hacer es “amar y ser desprendido”. No, no pongáis esa cara tipo Michelle Obama viendo su orondo reflejo en el espejo. Con lo de “amar y desprenderse” no os estoy sugiriendo que os despelotéis a la ligera, y menos con este frió eneril.
¿Os he dicho que odio el frío?
Sin embargo, uno es de los que piensan que eso del odio no está tan mal, dado que es una fina línea lo separa de esa tontería llamada amor; y además, por mucho que repaso los siete Pecados Capitales, no encuentro ninguna mención a la impiedad de detestar. 
Si todos aceptamos que “algo tiene el agua cuando la bendicen”, ¿por qué no admitimos que todos bebemos ocasionalmente de las acequias del odio, y nos dejamos de memeces como “envidia sana” o “indiferencia total”


Odio el brécol, odio trabajar, odio envejecer, odio que me toque quien no quiero, odio a los padres que dejan que sus monstruitos incordien a los demás, odio al que se acuesta con ella y despertarme solo.

Vivimos tiempos absurdos. En los que el matrimonio entre La Falsa Moral y El Remilgo Social ha tenido como descendencia silencios culpables disfrazados de buenos modales. La conjunción entre “Eso no se hace”, “Eso no se dice” y “Eso no se toca” ha originado una Sociedad donde quien mantiene una opinión crítica es un criticón, y quien no participa de las pautas globalizadas es un asocial.
El libre albedrío, el derecho al pataleo y al cabreo no tienen sentido en un Mundo donde las grandes corporaciones se han apoderado de todo aquello que no tenía derecho de propiedad y hacía de vivir un ejercicio de individualidad.
Cuando la llegada de las estaciones pertenece a una cadena de grandes almacenes, o la alegría de vivir está embotellada en una bebida refrescante, sólo nos quedan dos opciones: ponernos la piel de corderos y pastar felices en el redil del asentimiento, o clamar a voces en el rebaño del descontento.
¡Odio no tener televisión, para así poder lobotomizarme y tirar pa´lante!

El clamor de esos gritos de insatisfacción se convierte en Arte cuando brota de contados individuos que logran expresar lo que gran parte sentimos. Las diferencias creativas que distinguen a Pío Baroja, John Huston o The Rolling Stones, no les impiden coincidir en esa defensa del inconformismo y denuncia de la angustia vital que subyace en películas como Vidas rebeldes, novelas como El árbol de la ciencia, o canciones como Satisfaction.

El mundo de la Historieta no es ajeno a este “mecagontó” que nos desborda ante la infamia social. La genial obra de IVÁ, o la de Peter Bagge son prueba de ello. Las siguientes líneas se centrarán en la, hasta el momento, obra más representativa de Bagge, Hate, publicada en España bajo el título genérico de ODIO.
Pero antes de comenzar... unos consejos de nuestros patrocinadores.

domingo, 24 de enero de 2010

El fuego y la palabra


El viernes 22 de enero –además de otros miles de personas– murió la actriz Jean Simmons.
Descansen todos en paz. 







Cada vez tengo más claro que nada es para siempre; y que por mucho que un beso te pueda hacer sentir invulnerable, no te convierte en inmortal. Incluso los dioses se acaban muriendo. Para matarlos no tenemos que escalar a ningún olimpo, donde desatar un ragnarok.
Encuentro fácil acabar con un dios. Basta con no creer en él.
En lo que siempre me revelo fallido es en recolocar, desde mi devocionario a mi bestiario, a aquellas que yo mismo endioso.




En ese sentimiento, como en otras cosas, me reconforta no sentirme solo.
Ayer mismo –cuando la noche calzaba finos tacones de aguja– me trasmitieron la decepción por que prefiriera odisear en pos de un sueño, a viajar en la realidad.
 Pero es que en el intento de llegar a conocerme, aprendo de lo que vivo, no de lo que los demás me previenen. Y me estimula mas la ilusión que la prevención. Aún así, gracias. Habría sido un placer compartir ese viaje.




También aprendo de la mayéutica que ofrece el Arte, principalmente del Cine.
Son muchas las veces en las que –al no recordar habitualmente lo que sueño– me ensueño con las películas que veo. Y siento como vivido lo que cuentan.




Me encantan las películas de amor. Sobre todo las  que nos hablan de esa pasión que hace que el corazón y el cerebro hablen idiomas diferentes.
Me atrapan esas historias en las que las tripas se me alteran, y las lágrimas se me escapan, al ver cómo otros son capaces de lo más sublime o de lo más indigno para aliviar esa quemadura que no se calma.




Mientras escribo esto, me vuelve al recuerdo la mirada de mi madre al ver mis lágrimas tras el resultado del duelo entre el vizconde de Valmont y Raphael Danceny. Pese a que ya había visto la película Amistades peligrosas (Stephen Frears) en el cine Robledo, esa escena volvía a emocionarme. Y aún me turba por lo irredento del sacrificio.




Otto Preminger es un creador que intermitentemente me obsesiona.
Sus historias se entremezclan con mis memorias, hasta llevarme a dudar de la autencidad de lo vivido. Al igual que Dana Andrews en Laura, también vi aparecer ente mí, mojada por la lluvia, a una mujer que me obsesionaba sin haberla conocido. Ella se llama Marta. Es rubia y a su lado descubrí el discreto encanto de la burguesía.
Ocurrió en otros tiempos, pero –al igual que ocurre con las mujeres de los cuadros–, los sentimientos cobran vida en el momento menos esperado



Otto Preminger no dejaba que la realidad maculara sus películas. En el filme Cara de ángel (1952), Preminger no estaba contento con el resultado de una escena en la que Robert Mitchun abofeteaba a Jean Simmons. Hizo repetir la escena hasta llevar a Simmons a llorar de dolor. Entonces ordenó cortar. La toma era perfecta.


Jean Simmons solloza en más momentos de la película, atrapada por una pasión enfermiza y criminal hacia alguien que no pertenece a su mundo. Simmons interpreta a una burguesa obsesionada con un proletario. Quizás mi mujer en la lluvia pasaba ahora a ser una hija de Electra, y yo había trasmutado de policía desencantado  a conductor atrapado en una relación destructiva de la que no quiere salir.
Aunque en teoría prefiero las ligazones en blanco y negro, me acabo desviviendo por ese gris que tan bien retrata Preminger.
Mi condición fetichista se manifiesta en mi pasión por el coleccionismo de carteles de cine.




En una entrevista que me realizó el diario La voz de Asturias el 22 de noviembre de 1992, hablo en un momento dado de los que son mis carteles favoritos, y destaco la ilusión que me haría conseguir un programa original de la película Cara de ángel. Con el paso del tiempo, lo tuve frente a mí en una plaza porticada de Bilbao donde los domingos se mercadea con quimeras.
No compré el cartel.
Creo que es bueno tener siempre un sueño que me haga seguir buscando. Pues al buscar, aprendo.




Ha muerto Jean Simmons. Su sueño de inmortalidad seguirá vivo mientras hablemos de ella.


Cuidaros en este domingo de color tan especial.

© Nino Ortea. Gijón. 24/I/2010
  



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