El proceso de escritura creativa es
solitario. Hay quienes incluso lo abordan aislándose físicamente de su entorno.
Me he planteado hacer esto último, e
irme a pasar unos días a una casa familiar, vacía y destartalada, hasta que le dé forma al primer borrador de mi novela; pero no acabo de verle la conveniencia a aislarme en el olvido de
quien soy.
Quizá resultase productivo para mi
personaje, pero creo que sería destructivo para mi persona: no me conviene
alejarme aún más de la realidad; pues, sin pretenderlo, mi conducta se ha vuelto
muy retraída. Cada vez estoy más dentro de un laberinto de autoaislamiento,
cada vez encarno más al ninotauro que
evita todo contacto humano. Este blog funciona como “ovillo de Ariadna” gracias
a que tú, atentoLector, me mantienes al hilo de que Ítaca no se ha hundido.
Además,
con la escritura creativa busco contactar con otras personas, por lo que para
abordarla debo interactuar con mis iguales y observar sus prácticas sociales.
De hecho, suelo salir a la calle a escribir ficción: aprovecho mi capacidad de
abstracción –la llevo ejercitando desde niño– para sentarme en parques o en
salas de bibliotecas, e incorporar matices de la realidad que me rodea a la fabulación
que esté desplegando. Lo que resulta en una enninación, en un acto inconsciente
con el que doy vida a una inocencia que me infunde esperanza ante una realidad desencantada.
Cuando observo a los demás, no analizo sus seres o estares, reparo en sus actos
sencillos: en costumbres que a ojos ajenos son manías, en imperfecciones que los
humanizan o en muestras de afecto que los dulcifican. Intento que mi ficción
sea como la vida que observo: amable. De ahí que en lo que ensueño evite reflejar
lo vulgar, al igual sorteo lo soez en lo que vivo.
Llevo
estas últimas semanas disfrutando de un proyecto que ideé para empezar a
combatir mi soledad al escribir: la antología creativa «Mirador».
Somos varios y variados los observantes La nuestra es una asociación libre
entre iguales en nuestras diferencias, donde cada participante aporta una obra propia
de género y temática libre.
A
finales de este mes finaliza el periodo de recepción de originales. Luego:
dispondré la antología, solventaremos las incidencias editoriales que surjan,
y, en algún momento de marzo, confío en que podremos invitaros a asomaros a
nuestro «Mirador». Ya he
recibido la mayoría de los contribuciones de mis compañeros, y sólo puedo
afirmar que estoy muy ilusionado luego de haberlas leido mientras las editaba.
Pero, ante todo, me siento honrado ante la confianza que han depositado en mí al
creer en «Mirador» desde un
principio y al animarme a convertir el proyecto en realidad.
Sí,
la escritura creativa es un proceso solitario: pero también solidario, Os
agradezco –tanto a mis compañeros en «Mirador»,
como a ti, atentoLector– vuestra compañía.
Os deseo lo mejor.