Hola:
El de hoy se presenta
como un día de despedidas.
Ha fallecido el
escritor estadounidense Harlan Ellison.
Más allá de sus trabajos literarios, probablemente hayas disfrutado de muchos
de sus guiones cinematográficos o televisivos.
Por otro lado, hoy me
he decidido a despedirme por el momento de este blog.
Han pasado casi diez
años desde que abrí «Ven y enloquece». Y,
sinceramente, estoy desmotivado para continuar blogueando. Tanto lo vivido como
lo fantaseado aquí durante esta década son actos de ilusión de mi persona y
actuaciones de ilusionismo de mi personaje. Pienso que, en gran medida, esa combinación
entre Realidad y Deseo habla de cómo he vivido estos casi 3650 días de
navegación en Internet: como un náufrago que nunca ha estado solo. Gracias por
no haber hecho de las vuestras unas costas extrañas para este Gulliver.
Incluso en el caso de
textos aparentemente livianos, si me fijo en la foto que los acompaña, en
su título o en la fecha de publicación, veo matices muy personales. Y es que, a
base de topetazos con la Realidad, este proyecto artístico se fue convirtiendo
en un libreto expresivo de mis deseos: encontrar tranquilidad, aislarme de los
excesos y dejar que mi personalidad ensoñadora —la que firma como Nino
Ortea—diera cuerpo a su anhelo literario.
Atrás fueron quedando
mis fantásticas intenciones para ese blog, impregnadas de la sinceridad que permite
la inmediatez en Internet. Siempre vi en «Ven y enloquece»
un valor instrumental: lo entendí como una mera herramienta de aprendizaje del
proceso de creación literaria. Mi heterónimo no era del mismo sentir: él tenía
para este blog grandes planes, de ahí que siempre que yo me proponía dejarlo
atrás, él lograra que los dos acabáramos volviendo aquí. A este escenario que
para él siempre ha tenido esa magia comunicativa que conlleva la ruptura de la
cuarta pared y hace que el personaje se convierta en escritor, y los lectores
en coautores. Muchas de sus “enninaciones” son resultado del efecto exultante
que en él ha producido el privilegio de contar con la compañía lectora y
recreativa de personas como Clarisa,
Demiurgo, Carmen… O más
recientemente Mujer Virtual, cuyos
comentarios frescos en entradas que temía marchitas me han hecho darme cuenta
de que, en gran medida, las decisiones que he ido tomado respecto a «Ven y enloquece» acabaron resultando
acertadas.
Pero, es un hecho que
—a medida que mi condición de ficcionador se ha ido asentando en el mundo del
papel— me he ido alejando del universo digital. No miento cuando afirmo que,
como persona, recelo de Internet; pero mentiría aún más si no admitiera que mi
heterónimo es feliz aquí junto a vosotros, amables leyentes.
A mí —Nino— me gusta
el mundo del papel, abordar el reto que conlleva la realización de un libro. La
explicación es sencilla: a la parte creativa, se une el aliciente de solventar
el enigma que supone el emprender cada autoedición. Elegir el tipo de
paginación, la tipografía, la cubierta… No voy a cometer la boutade de comparar
cada uno de mis libros con un hijo, pero han sido fuente de ilusión y lo son de
esperanza.
En mi constante
persecución del cambio, me había propuesto para este año el reto de lograr que
una de mis novelas o antologías fuera editada por otros. Ésta es mi idea de
profesionalización: lograr que un profesional literario muestre su interés por
publicar mi obra. Y no desisto de ella, aunque soy consciente de que su
materialización no depende de mí, sino de un capricho del destino. Pero soy tan
caprichoso como tozudo, y no me llevo mal con el Destino. Por lo que me
mantengo en la intención de que mi ficción sea editada por otro.
Pero Nino Ortea
necesita este blog. Y si quiero que esté contento no puedo quitárselo. He
llegado al siguiente acuerdo con él: nos tomaremos unas semanas alejados de
Internet. Sólo me conectaré por motivos personales al correo electrónicos.
Durante este tiempo, buscaremos una nueva manera para bloguear de acuerdo con nuestras
inquietudes —el blog no es sólo suyo, también es mío y vuestro—.
Tanto mi heterónimo
como yo nos reconocemos fascinados por el “decadentismo”—embellecemos una vida
afeada por la Realidad— y coincidimos en querer evitar la decadencia de «Ven y enloquece».
Hace casi diez años,
la entrada “El porqué de las cosas” supuso el punto de arranque de este blog.
Hoy, estos porqués suponen un punto y aparte.
Gracias por venir y
enloquecer, amable leyente.
Te
deseo AMOR, te deseo El CIELO.
Y
ahora comienza el silencio loco.