El
29 de enero 2014 comencé la escritura de mi novela “Buscando el olvido”.
Apenas había llegado el verano y ya daba por finalizada la revisión de su texto,
tal y como cuento aquí.
Desde
entonces, una nueva revisión profunda de la novela y su envío a cuarenta y dos
editoriales me han mantenido ocupado. El nada sorprendente silencio empresarial
con el que se contestó a mis correos, me había impulsado a aparcar la novela –las
esperas forzadas desesperan mis fuerzas– y a emprender un nuevo proyecto: una
antología de relatos de vidas cruzadas por la posesión de un objeto.
Pero
he cambiado de planes. Creo en la valía del texto que he escrito; además, en
opinión de Toni y Mar –las dos únicas personas que han
leído el borrador la novela, tal y como estaba redactado cuando se lo facilité–
la obra es interesante, aunque no carente de fallos y posibilidades de mejora.
El
miedo a quedarme atrapado en el laberinto de la reescritura perfeccionista me
había vuelto cobarde. Y lo peor es que la mía era una cobardía inconsciente,
una de esas cobardías de las que uno se avergüenza tanto que la disfraza de
valentía. El leer los comentarios que recibí en la entrada Vivo
en dos mundos, me ha ayudado a comprender lo dañino de mi
autoengaño. Doy las gracias a María,
JLO, Maduixeta, El Demiurgo,
Carmen, Clarisa y Mario por
hacerme sentir su aprecio. Es curioso que yo que me considero mi mayor
animador, necesite que seáis otros los que me digáis lo que, en la soberbia de
mi autonegación, siempre escribiré que no necesitaba leer.
He
decidido añadirle un capítulo a Buscando el olvido –que hará el
número treinta y cuatro– y perfeccionar la narración de la trama que cuenta
cómo se conocen los padres del protagonista –mis dos atentas lectoras
coincidieron en que esa parte está enmarañada–. Confío en haber acabado esta
remodelación cuando así me lo diga mi inspiración.
Ya
os comentaré.
Por
cierto, quizá te apetezca leer el prólogo de Buscando el olvido, si es
así, sólo tienes que escribirme a ninortea@hotmail.com
y estaré encantado de enviártelo.
Un
abrazo.