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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

domingo, 27 de diciembre de 2015

Y no amanece

Una de mis metáforas más recurrentes es la de presentar la vida como un paseo. Debo reconocer que no siempre avanzo en el camino, soy de los que retroceden; y no precisamente para tomar impulso, sino que debido a un recelo instintivo a transitar por lo concurrido o por el placer de revisitar lo delicioso.

ilustracion de Maurice Boulanger


Son muchos los espejismos que me alientan en mi caminar, imágenes de algo bueno que, aunque no se hagan reales, me alientan a mantener el paso a lo largo de pasajes áridos en esperanzas. También me encuentro ocasionalmente con quimeras; aunque por suerte mi vejez convierte mi carne seca en poco apetitosa para las harpías, mi curiosidad hace que me acerque a escuchar sus cantos de sirenas y ellas, al confundir mi torpeza con jactancia, deciden juguetear con mi corazón mientras yo creo que lo acarician.



Esta vez la quimera se había encarnado en una esfinge, en una mujer anodina cuyo atractivo radicaba en su habilidad para hacer de su vacío un misterio. Se encamó en alguien que hizo de su oquedad un laberinto de lujuria donde mi intelecto se desorientó y me impulsaron los bajos instintos.

Mi curiosidad acabó aburrida de profundizar en los pliegues de su piel y encontrar sólo sudor, sin ningún poro por el que suspirara su alma. Nada sabía de ella, salvo su nombre sin apellidos, su número de teléfono y su dirección; ya que cerró su vida con un candado, no uno de esos que los enamorados dejan en los enrejados, sino que de los que usan los desconfiados frente a los curiosos. Mi obcecación se desvaneció el día en que mi mente supo preguntarle a mi corazón qué hacía latiendo por una pasión en la que no era un amante, sino un ignorante.

Mi interés fue tachado de interrogatorio por ella a la vez que me recordaba que hacía tiempo que toda complicidad había sido declarada proscrita. Por respeto a su silencio, me fui sin decirle nada, ni siquiera un adiós. Mientras bajaba andando las escaleras desde aquel quinto piso comprendí que no había sido el “amant de coeur” de una mujer reservada, sino el lenitivo de una persona interesada.



“En un tiempo en el que debí cuidar mi corazón, me descuidé tras unas caderas”, éste es el epitafio que he escrito en mi diario sobre la lápida de ese nuevo amor muerto. Por suerte, mi curiosidad tiene las siete vidas de un gato y mi corazón se acelera ante la posibilidad de compartir un buen rato. Con suerte, volveré pronto a sentir que la Realidad no amanece y que la luz del Sol no conlleva el fin de un ensueño.


¡Miaú!

martes, 22 de diciembre de 2015

Felices fiestas 2015



Hola:
Os deseo a todos unas felices fiestas.
¡Salud y suerte!




Esta ilustración es obra del gran Daniel Castaño. Os invito a que visiteis su blog. http://blog.elcomercio.es/eldesvan/
Gracias, Dani.

viernes, 18 de diciembre de 2015

En un tiempo en el que me debió doler el corazón, sufrí migrañas



En un tiempo en el que me debió doler el corazón, sufrí migrañas.

El neurólogo no me da esperanza de curación. Asegura que debo intentar llevar una vida normal, siempre teniendo presentes las limitaciones de mi enfermedad crónica.

No necesito un dictamen médico para saber del anacronismo que enferma mi corazón, víscera que late a destiempo entre las aceleradas sístoles de la pasión y las pausadas diástoles del sentimiento; además, desconozco lo que el neurólogo entiende por vida normal. Sí que puedo escribir que algunos de los que convivieron la mía me rehuyeron por amoral; pero mi vida es mía y a quien debe gustarle es a mí.




En un tiempo en el que me debió doler el corazón, sufrí migrañas.

Mi padre y hermana intentan calmar mi inquietud. Aseguran que la culpa de mi malestar es de este tiempo raro que hace que, ya mediado diciembre, estemos a veinte grados. Los dos afirman que cuando el tiempo recupere su normalidad también lo haré yo. Si a ellos el cariño los convierte en ciegos ante mis defectos, a mí me deja mudo tras sus socorridas palabras de ánimo, ya que cualquier matiz aclaratorio que les dijera sólo serviría para preocuparlos.

La culpa de mi malestar cíclico no es de este tiempo raro que está en boca de todos, sino del viento que exhalan algunos labios al pronunciar mi nombre. Labios que cambian de voz y de cuerpo, pero que siempre me acaban diciendo: “Ven y enloquece”.





En un tiempo en el que me debió doler el corazón, sufrí migrañas.

Hasta hace unos minutos me preocupaba lo insensato de mi adios, ahora lo veo consecuente: pasaba más tiempo pensando en su distanciamiento que sintiéndola cerca. Su forma de mantener viva nuestra relación era mantenerme en vilo, su desafección vació mi corazón de sentimientos y me llenó la cabeza de incertidumbres: el desapego que yo le afeaba, era una más de mis fantasías de ensoñador. Incluso ahora asegura que, cuando yo sentía desinterés, ella sólo deseaba aniquilar mi rutina.

Quizá fue por cobardía, puede que por vértigo, el caso es que dejé de vivir sobre un hilo. Ahora que mi mente no la extraña, la araña de la migraña no se enreda en su nombre. Ahora mi corazón deja de ser de latón y vuelve a ser delator de mi debilidad por la belleza.

ROBERT PALMER - She makes my day


Buenas tardes:
Como acabo de escribirle a la cosquilleable Teresa Oteo: ¡¡Me encanta Robert Palmer!! Su voz, sus canciones, su estilo, sus videos… era todo un dandi decadentista. Es una pena que haya borrado mi blog “Ven y enloquece: ¡Pop!”, tenía enlaces y comentarios sobre la mayoría de sus clips.

Por suerte, al igual que mi corazón tiene freno y marcha atrás, también mis actos impulninos tienen arreglo –siempre es buen momento para el placer–; y además, más vale hacer las cosas por impulso que por inercia.

Más allá del guiño técnico a la teórica única toma que constituye el videoclip, esta canción es de lo más ronroneante.
¡Feliz fin de semana!


domingo, 13 de diciembre de 2015

Foto y video de nuestro grupo de relatos jueveros



La compañera juevera Mónica ha tenido el detallazo de confeccionar un collage fotográfico, donde aparecemos un gran número de aquellos que, con mayor o menor frecuencia, colaboramos en las convocatorias de relatos jueveros.







Y nuestra compañera Cass ha elaborado un video que puedes disfrutar en su blog:

http://elbalcondecas.blogspot.com.es/2015/12/feliz-navidad-feliz-2016-y-felices.html


Entre mis buenos propósitos para las próximas fechas está el de retomar la buena costumbre de participar en convocatorias jueveras.

¡Gracias por el detallazo, Mónica y Cass!

sábado, 28 de noviembre de 2015

lunes, 2 de noviembre de 2015

NADA ES LO QUE PARECE, novela de Teresa Oteo



Mi compañera en paseos por bulevares de sueños recompuestos, Teresa Oteo, ha publicado la novela Nada es lo que parece.
Aquí os dejo un enlace con la página de la editorial Editamás, desde la que podéis adquirir la novela de terror y misterio, escrita por Teresa Oteo.



Y éste es el sugerente resumen de la trama de Nada es lo que parece:
Tras una experiencia amarga y dolorosa Jimena Costa decide trasladarse a Santa Brígida, su pueblo natal. Una tranquila localidad que pronto verá alterada la apacible vida de sus habitantes por la desaparición y asesinato de varias jóvenes, dejando a la población inquieta y conmocionada.
La investigación de los crímenes nos llevará por una encrucijada de caminos escabrosos e inesperados que confluirán en Jimena. Página a página el mal se irá apoderando del pueblo creando un clima desasosegante y malsano hasta sorprendernos con un final desconcertante que nos sobrecogerá y nos hará reflexionar.
Porque en la vida… “Nada es lo que parece”.

sábado, 10 de octubre de 2015

Quizá París fue una fiesta




       Quizá nunca te lo había dicho, para así no desmitificarme en tu endiosarme como el escritor que esta generación se perdía; pero, hasta ahora, no había concluido la lectura de una novela escrita por Ernest Hemingway.






Quizá se deba a mi natural caprichoso; pero en cuanto un libro deja de interesarme, concluyo su lectura. Valoro más mi opinión que la de jurados que fallan permios perjuros o la de lectores que acumulan libros. Sin hacer de ellas unas malas novelas, son cientos las obras a las que he puesto final sin interesarme por la conclusión que les dan sus autores.

Soy juez y jurado en mi tribunal de valoraciones, ante el que no admito que se eleven apelaciones a galardones conseguidos o a corazones partidos: cuando se acaba, se acaba; y nuestro final conlleva no volver a rozar tu piel, que para mi voluntad se ha convertido en hiel, pese a mi deseo aún se relama ante tu miel.



Quizá te suene a boutade saber esta gran “nidade”: hasta hace nada mi libro favorito de Hemingway lo era por su portada. Allá por 1983, la editorial Salvat publicó para su venta en quioscos una impresión de la novela Fiesta, en cuya portada aparece la magnetizante Rita Hayworth con una sonrisa acogedora; expresión que sólo he visto reflejada en ti, aunque ahora sé que lo tuyo era una mera mueca.



Quizá ya no te interese saberlo; pero, al igual que hay corazones con freno y marcha atrás, mi determinación se ve refrenada por mi “caprichosidad”; de ahí que sin ningún rubor haga lo impensable para evitar el sopor y lo insoportable. Hace algo más de una semana, estuve a punto de contestar a uno de esos mensajes que me mandas por error, ya que no puedo ser el destinatario de las palabras inflamadas que contienen. Por no escribirte, me puse a leer; y empecé el último libro que me regalaste.

Me ha gustado, gracias.


Sin ningún quizás, nuestra fiesta se ha acabado. Estoy tan cansado que no me importa si París brilla o arde, lo que importa es que lo nuestro ha terminado.

Sont finis, le livre et nous. Adieu, Sidonie. Bon chance.

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