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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

martes, 26 de abril de 2011

Jusqui’ci tout va bien…

¡Hola a todos!

En una noticia publicada en la página 3 de la edición de hoy lunes del periódico 20 minutos, se nos informa de que “el Ministerio de Sanidad cifra en 180.000 las personas que se quedan fuera de la llamada universalización de la cobertura sanitaria. (…) El Ministerio asegura que los colectivos que no están amparados por el sistema público son los que, en principio, dispondrían de recursos para financiarse la asistencia. (…) Parados sin el subsidio de desempleo que dispongan de rentas o recursos anuales por encima del salario mínimo interprofesional y personas que no han trabajado nunca o de manera esporádica y también con ingresos por encima del salario mínimo”

Tras leer esta noticia, la cual no me comunicaba de nada sobre lo que no me hubiera avisado repetidamente una gran amiga que ve muy posible el que yo pase a engrosar esta legión de desasistidos, me entró mi habitual cabreo de las 3 de la tarde. Pues entre las familiares tocaduras de narices de mi padre y/o hermana, y la sempiterna desinformación manipuladora de los informativos televisivos, es contada la comida cuya ingesta no se me acaba indigestando.

Luego me esperaba el atrangantón de hacer de lazarillo de un invidente vital; así que se me olvido el arrebato al poco rato. Tras volver a oficiar de devorador de mundos ajenos, compartí un par de vinos con un gran amigo al que hice partícipe de esta crónica sanitaria. Ya en casa, donde la cena en soledad es siempre digestiva, me dispuse a buscar en Internet un enlace a la noticia y me encontré con una serie de exabruptos disimulados de cometarios a dicho artículo, que ratificaban una teoría que había expuesto torpemente unas horas antes.

El problema que tenemos Los Humildes es que El Poder siempre se las arregla para que la venganza a sus abusos la apliquemos a nuestros iguales. Desde el colegio, vemos cómo los representantes de la autoridad, logran dividirnos a la hora de plantear nuestras reivindicaciones. Preferimos volcar nuestra frustración en mortificar a ese compañero tartamudo cuyo nombre, casualmente, siempre recuerda el profesor a la hora de intentar evitar que “la clase” se le escape. Ya convertidos en clase obrera, la artimaña les sigue funcionando; y estamos más pendientes de la inquina que nos produce un compañero esquirol que de ponernos en nuestro sitio ante un jefe miserable.

Frente a la progresiva disminución de derechos sociales, Los Poderes que Son lo tienen fácil: o bien aprovechan cualquier cortina de humo que nos encabrite cual potro de Caballo Loco, o bien azuzan a sus perros de prensa para que emprendamos la caza de la pieza social más débil. Que siempre es el diferente y el desarraigado. Que últimamente es el inmigrante.

Es curioso que a los mismos robaperas a los que les interesó la llegada masiva a España de una mano de obra extranjera no cualificada –con la que cubrían trabajos de explotación o la usaban como amenaza laboral, para conseguir que el trabajador en precario aceptase la mengua de derechos consolidados–, busquen ahora demonizar a estos extranjeros señalándolos como una recua de parásitos que infectan nuestro Estado del bienestar.

Bien está lo que bien acaba; y todo pinta a que la cosa acabará mal. Quizá en una organización social cercana a la que se vive en Los Estados Unidos de Norteamérica. Sociedad donde bajo la fachada de un sistema legal garantista, subyace una sistemática desigualdad social.

Quizá, por que soy hijo y nieto de emigrantes. Probablemente, por que me veo obligado a vivir en la autarquía sumergida. Con toda seguridad, porque estoy harto de este hartazgo, te invito a que hagamos algo más allá de escribir un texto o ponernos una camiseta. Idear un proyecto que agrupe a los que, como tú y como yo, estamos hartos de que nos hagan de menos por nuestra capacidad para vivir con menos. Un proyecto que de voz a aquellos a los que se nos paternaliza como “raros” por no llamarnos “vagos”, cuando lo único que hacemos es vivir de manera diferente.

¡Ah, se me olvidaba! ¿Quizá estás demasiado ocupado en descubrir quién es mejor: el barça o el madrid? Perdona, no quería molestarte. Sigue ahí sentada demostrando que eres una súper profesional, pues para compartir tu condición de mujer y de persona siempre hay tiempo.


Creo que antes de dejarnos llevar por el odio social, podríamos intentar la coherencia social. Mi madre, la tuya y la suya nos educaron para no hacer a los demás lo que no nos gusta que nos hagan. Nos criaron para querernos y defendernos frente a quienes nos desprecian. Seamos buenos hijos. Volvamos a ser esa niña pizpireta que siempre se mofaba de quien intentaba ridiculizarla. Volvamos a ser ese niño mimoso con los que lo trataban con cariño.

Nino Ortea.

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