Capítulo 01
A mis abuelos maternos se les planteó el
problema de qué hacer conmigo tras el fallecimiento de mis padres. En un primer
momento, sopesaron mantenerme confinado en diferentes internados hasta que, al
alcanzar la mayoría de edad, hubiera sido encaminado hacia la vida religiosa o
la militar. Pero para organizar mi vida necesitaban ser mis tutores legales,
idea que rechazaron de forma inmediata.
Me consideran el fruto de una unión inicua;
por lo que nunca seré parte de su familia, más allá de lo que figure en los
registros civiles. Y ello pese a que en su momento, a mis abuelos les había
parecido una afrenta que su hija no les hubiera ofrecido desempeñar el papel de
padrinos en mi bautismo. Por supuesto que habrían rechazado el ofrecimiento, lo
mismo que se negaron a aceptar la invitación que les formuló mi padre para
asistir al oficio del sacramento bautismal; pero mi abuela le insistió a Petra, su hasta hace apenas dos años
criada de máxima confianza, en que el respeto a las formas sociales conllevaba
el que se les hubiera propuesto ejercer esa función de padrinos.
A las pocas horas de haber sido informados de
que eran los únicos familiares directos que me quedaban vivos, mis abuelos Francisco y Concepción dieron comienzo a su campaña para cortar todo vínculo
legal conmigo. Su primera medida al respecto fue desentenderse de mi situación
de huérfano y buscar a alguien que estuviera habilitado por ley para desempeñar
ese papel. No tardaron en concretar con mis padrinos, Zacarías e Isabel, las
condiciones bajo las que asumirían el cargo de ser mis tutores.
(…)
Continuará.
Este viernes, 17 de junio, saldrá a la venta
en Amazón.com “Obligado a convivir”, novela en la que continúo la historia
iniciada en mi libro anterior “Castigado a vivir”.
Una vez
más os doy las gracias por vuestras muestras de apoyo.