En lo creativo sigo en la encrucijada, pero no parado en ella, sino que correteándola. Pese a ello, siempre regreso a mi laberinto.
He abandonado todos mis proyectos, incluido un libro ajeno que iba a editar. Creo que la autora ha entendido mis razones, o al menos las ha aceptado.
Me apetece probar nuevas cosas, escribir de otra manera, refrescar mi "ninoteca". Y no puedo experimentar con el trabajo ajeno, sería injusto. De editar a otra persona me apetece hacer una edición “opinativa” –contando mi opinión lectora, y claro eso sólo lo podría hacer con alguien con quien sintiera verdadera confianza–.
He abandonado la escritura de las 2 novelas que tenía empezadas. El blog y el navegar por Internet se encuentran en un impás. Me aburre lo pretencioso y me repele lo vacío. Me asusta el acabar pretenciosamente vacío.