Buenas
tardes, Clarisa:
Gracias
por hacerme sentir, de nuevo, querido como persona y apreciado como fabulador.
Espero
que disculpes el que esté contestando en forma de entrada en el blog al comentario
que me has dejado en el anterior texto.
Sí,
creo que fue hace casi tres años que nos encontramos en Twitter, me parece que
ese cumpleños tiene fecha del inicio de 2014.
Donde
tú ves generosidad, creo que en realidad hay necesidad: mi escribir es un acto
de “escapismo” con el que busco que el Tiempo, más bien mi percepción de él, se
desvista de Realidad y se engalane de Deseo. Cuando escribo pienso en mí y lo
hago para leerme. Al escribir me alejo de mi Realidad, pero sin perderla de
vista: la vislumbro con la lupa del Recuerdo, el espejo de la Ensoñación y el
catalejo de la Fantasía. Esos trucos de ilusionista hacen que al sacar mi mano
de la chistera creativa me encuentre un ramillete de palabras que me permite aceptar
mi Pasado, embellecer mi Presente, y tranquilizarme ante el Futuro.
Me
sé incapaz de llevar una vida “normal”, Clarisa. Esta certeza me lleva a un
desencanto con (casi) todo y todos, a un preocupante aburrirme de todo(s) tarde
o temprano, a preferir la soledad a la decepción o al bostezo.
Sin
embargo, sé que es mejor vivir una vida aburrida que azarosa; de ahí que haga
casi diez años que me he alejado del vértigo del caos. Creo que pocas alegrías
he dado a quienes me quieren que se puedan comparar con la de verme felizmente
tranquilo; de hecho me temo que hubo una larga época en la que dudaban que a
los 50 años siguiera vivo y bastante sano. Escribir me ayuda a alejarme del
caos, a calmar mi adicción al capricho.
Soy
un hombre dado al descuido con personas y con cosas. Aunque tú no lo sepas,
Clarisa, soy constante en mi desatención a lo(s) que no me atrae(n). Fíjate en
dos constantes de mi presencia en Internet:
1ª
Apenas leo blogs ajenos (tu blog, que me gusta e interesa, está lleno de mi
ausencia)
2ª
Son muchas las personas que jugaron un papel importante en este blog y que ya
no están en él sin que su ausencia me preocupe.
Pero,
por suerte, mi descuido no lleva a que quienes lo sufren me condenen al
desprecio: esta imagen me la ha enviado una persona que fue muy importante en
el arranque de este blog para felicitarme por mantenerlo abierto nueve años
después de su apertura impetuosa.
Es
más, cuando volví a abrir este blog en septiembre de 2013 lo hice a sangre y
fuego con mi pasado.
Ayer
sábado, mientras visitaba en su lecho de muerte a una amiga, el arrepentimiento
me ha hecho llorar. Allí, de pie y sin saber qué decirle más allá de asegurarle
que cuidaré de su hija, ella me preguntó por mi próxima novela, se moría sin
saber cómo acababa la historia. Lloré y lloré pese a su insistencia en que no
lo hiciera, al igual que lo estoy haciendo ahora mientras te escribo: yo había
borrado todo rastro suyo en este blog.
No
soy buena persona, aunque lo parezco. Confío en que ese parecer me permita
llegar a serlo. Mi primer paso para ser esa buena persona de la que me hablan
será dejar de (d)escribirme bonito y empezar a obrar con sentimiento.
No
me voy, sólo me retiro por un tiempo a encontrar lo bueno que hay en mí.
Mañana
empieza todo; hoy sólo me queda darte las gracias, Clarisa.
Ojalá
que el calor del verano no falte nunca en tu vida ni en la de quienes te son
queridos.
Nino