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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

domingo, 24 de julio de 2016

A Clarisa



Buenas tardes, Clarisa:

Gracias por hacerme sentir, de nuevo, querido como persona y apreciado como fabulador.

Espero que disculpes el que esté contestando en forma de entrada en el blog al comentario que me has dejado en el anterior texto.




Sí, creo que fue hace casi tres años que nos encontramos en Twitter, me parece que ese cumpleños tiene fecha del inicio de 2014.

Donde tú ves generosidad, creo que en realidad hay necesidad: mi escribir es un acto de “escapismo” con el que busco que el Tiempo, más bien mi percepción de él, se desvista de Realidad y se engalane de Deseo. Cuando escribo pienso en mí y lo hago para leerme. Al escribir me alejo de mi Realidad, pero sin perderla de vista: la vislumbro con la lupa del Recuerdo, el espejo de la Ensoñación y el catalejo de la Fantasía. Esos trucos de ilusionista hacen que al sacar mi mano de la chistera creativa me encuentre un ramillete de palabras que me permite aceptar mi Pasado, embellecer mi Presente, y tranquilizarme ante  el Futuro.

Me sé incapaz de llevar una vida “normal”, Clarisa. Esta certeza me lleva a un desencanto con (casi) todo y todos, a un preocupante aburrirme de todo(s) tarde o temprano, a preferir la soledad a la decepción o al bostezo.

Sin embargo, sé que es mejor vivir una vida aburrida que azarosa; de ahí que haga casi diez años que me he alejado del vértigo del caos. Creo que pocas alegrías he dado a quienes me quieren que se puedan comparar con la de verme felizmente tranquilo; de hecho me temo que hubo una larga época en la que dudaban que a los 50 años siguiera vivo y bastante sano. Escribir me ayuda a alejarme del caos, a calmar mi adicción al capricho.



Soy un hombre dado al descuido con personas y con cosas. Aunque tú no lo sepas, Clarisa, soy constante en mi desatención a lo(s) que no me atrae(n). Fíjate en dos constantes de mi presencia en Internet:

1ª Apenas leo blogs ajenos (tu blog, que me gusta e interesa, está lleno de mi ausencia)

2ª Son muchas las personas que jugaron un papel importante en este blog y que ya no están en él sin que su ausencia me preocupe.

Pero, por suerte, mi descuido no lleva a que quienes lo sufren me condenen al desprecio: esta imagen me la ha enviado una persona que fue muy importante en el arranque de este blog para felicitarme por mantenerlo abierto nueve años después de su apertura impetuosa.




Es más, cuando volví a abrir este blog en septiembre de 2013 lo hice a sangre y fuego con mi pasado.



Ayer sábado, mientras visitaba en su lecho de muerte a una amiga, el arrepentimiento me ha hecho llorar. Allí, de pie y sin saber qué decirle más allá de asegurarle que cuidaré de su hija, ella me preguntó por mi próxima novela, se moría sin saber cómo acababa la historia. Lloré y lloré pese a su insistencia en que no lo hiciera, al igual que lo estoy haciendo ahora mientras te escribo: yo había borrado todo rastro suyo en este blog.

No soy buena persona, aunque lo parezco. Confío en que ese parecer me permita llegar a serlo. Mi primer paso para ser esa buena persona de la que me hablan será dejar de (d)escribirme bonito y empezar a obrar con sentimiento.



No me voy, sólo me retiro por un tiempo a encontrar lo bueno que hay en mí.

Mañana empieza todo; hoy sólo me queda darte las gracias, Clarisa.

Ojalá que el calor del verano no falte nunca en tu vida ni en la de quienes te son queridos.
Nino

miércoles, 20 de julio de 2016

Nueve años de cuentos marcianos

Hola:

Ocho años atrás di un paso adelante y me decidí a abrir este blog, para el que tomé prestado el título de una fantástica antología “prestosa” de relatos de Fredric Brown.

Aquí sigo, entre mis ganas y desánimos, compartiendo mis ensoñaciones que siempre temí que al compartirlas resultaran ser absurdas, meros cuentos marcianos, pero con las que logro comunicar más allá de mis limitaciones, y lo logro para sorpresa propia y de los que no me sois extraños.

Aquí sigo, gracias a vosotros que me acercáis de mi alejamiento voluntario y recurrente de un Internet hacia el que, quizá, el origen de mi recelo se deba a que siempre se escapa a mi capricho.

Aquí sigo, con la intención de volver pero sin imponerme cuándo ni cómo. Quizá lo haga en alas de una música del azar tan imprevista como la que ha sonado hoy, mientras buscaba información sobre el cineasta John Carpenter en la biblioteca de Gijón Sur y, casualmente, he acabado leyéndome y cayendo en la cuenta de que hoy hace nueve años que empecé a contar mi cuento.

Una vez más: Gracias por venir y enloquecer.

Os deseo salud y suerte a todos.

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