¿A quién podemos reclamar cuando lo vivido no se ajusta a lo soñado?
¿Al maestro armero?
Yo, no. Soy p
a
c
i
f
i
s
t
a.
Mi única arma frente a la amargura de la infidelidad es una armadura de esperanza.
Sólo puedo reclamarle a tu realidad el que no le sea tan infiel a mi deseo. Y si no es posible, que me deje en paz con mi ensueño de felicidad.