La necesidad de sentirnos inmortales es humana. Necesidad
que en bastantes casos explica el desear que nuestros hijos inmortalicen
nuestros sueños. Imposición que lleva a que esos sueños incriminados se
conviertan en pesadillas.
Ahora que temo mi mortalidad, también temo mis
sueños. Soy hijo de mis pesadillas.