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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

lunes, 13 de febrero de 2012

No faltarán quienes nos llamarán vehementes.



Ayer me enviaron varios correos electrónicos con archivos adjuntos de imágenes. Normalmente interpreto este tipo de mensaje como un saludo cibernético, como un “Me he acordado de ti”. No entiendo el que haya personas a las que les molesta recibir este tipo de correo de parte de un amigo. Supongo que nada les molesta más que el que las eche de menos quien no les importa.

Volviendo al tema de los correos, uno de ellos trataba sobre cómo Islandia ha reorganizado sus estructuras políticas; y ha llevado a los tribunales a algunos de los culpables de la situación de bancarrota sufrida por el país. El envío concluía con una reflexión sobre cómo se ha intentado silenciar esta revuelta pacífica desarrollada por los islandeses, frente al eco con el que los medios de comunicación han reverberado el ruido y la furia que acompañan a La Primavera Árabe o, ayer mismo, a las protestas griegas.

Es como si alguien ahí fuera estuviera intentando que interioricemos el concepto de “protesta social” con el de “terror a sangre y fuego”.

Antes de nada, me gustaría dejar claro que no temo que ningún agente gubernamental esté asignado a clasificar mis despojos en la basura, sé que mis vecinos no espían mis movimientos y estoy seguro de que mi alopecia no se debe a la excesiva cercanía de un satélite que me espía.
No veo en la inhabilitación a Baltasar Garzón ninguna amenaza para la Democracia, no pienso que la política laboral del PP vaya a ser más dañina de lo que ha sido la del PSOE; y confío en que llegaré a ver a nuestra democracia dejar de estar coronada por una aristocracia.
Soy más dado a las fobias que a las filias, así que nunca he estado afiliado a ningún partido, sindicato u organización. Evito tanto a las teorías conspiratorias como a los teóricos con aspiraciones. Sin embargo…

 
Me extraña –y no es que ella me eche de menos, pues me tiene muy presente– esta crisis. No le veo sentido. No me creo que la casusa sea económica. El dinero que antes fluía no se ha secado, ha hecho el Guadiana y riega otras tierras. Tierras en las que los derechos sociales y las libertades individuales son minifundios. ¿Cómo puede ser que la economía de los países en desarrollo esté a pleno rendimiento y la de los países avanzados se encuentre en aprietos? ¿No será que a los que quieren poner en aprietos es a los ciudadanos? 


Creo que los poderes económicos están intentando readaptar el poder político a un nuevo orden –y que conste que no estoy escribiendo esto añorando ningún Blue Monday–. Tras comprobar la rapidez con la que en los otrora estados comunistas se ha impuesto el capitalismo salvaje, ya no es necesaria la existencia de un estado del bienestar que frene la pujanza en Europa Occidental de los partidos de izquierdas (de los de verdad, no de aquellos que lo de “socialistas” y “obreros” sólo lo llevan en sus siglas) Toda una serie de conquistas sociales van desapareciendo. Nuestros padres ven cómo sus hijos heredamos un mundo más injusto que el que ellos han construido. Pocas cosas hay más tristes que oír de gargantas que apaga la silocósis, que la vida del trabajador era más fácil durante la dictadura.


Lo bueno de ser libre para equivocarnos es poder contarlo en libertad. No hay que tener miedo a la Libertad. Por miedo uno puede alejarse de un barranco, dejar de fumar o empezar a tomar fibra. Pero no podemos dejar que el miedo a que la situación empeore nos haga desertores de nuestras ilusiones. Dentro de nuestras capacidades, debemos intentar defender nuestros derechos en el día a día. Aunque por ello no faltarán quienes nos llamarán vehementes, exaltados o radicales.
Vivimos tiempos difíciles, en nuestro ánimo está el intentar mejorarlos. Ese ánimo no nos lo podrán quitar.

Nino Ortea.

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