Muchas
veces dudo de mi valía comunicativa: no sólo como escritor, sino que también como
persona.
Durante
esas devaluaciones, me replanteo hasta qué punto mi trayectoria vital ha sido
un viaje a la deriva consecuente de mi incapacidad para afrontar una vida real,
o una huida de mi miedo a la Verdad de los hechos en la que me refugio en la
falsa seguridad del autoengaño verosímil.
Desde
mi refugio individualista observo las vidas de otros, de la mayoría de aquellos
con los que convivo, de quienes se consideran mis iguales pero ante
los que me siento diferente. Su día a día es disparejo al mío: orbitan a un sol
que brilla para todos, pero que yo ignoro. Ellos se ajustan a las vidas que se
esperan de adultos maduros. Ocupan su sitio y encuentran su lugar bajo un sol
que a mí me deseca la ilusión. No voy allí donde otros van y se esperaba que yo
también coexistiera; la verdad es que pese a mi erosión física e intelectual se me
siguen brindando oportunidades de unirme a ellos, de ocupar ese sitio donde
sólo yo parezco no querer encontrarme.
Pero
es que no me puedo permitir el converger en la sombra de un gigante sin alma,
para así sentirme aceptado y creer que formo parte de algo importante; yo sólo
quiero experimentar destellos de felicidad y avivar mi ánimo con su recuerdo.
Quiero tener mis momentos de luz, no reflejar el esplendor ajeno. En veces como
éstas, en las que me aferro a mi universo para evitar orbitar en su mundo, me
pregunto si mis experiencias no son sólo un cúmulo de desperdicios vitales; y
quizá lo mejor que puedo hacer es rendirme y aceptar que estoy equivocado.
Me empeño
en vivir a mi manera y eso me lleva a vivir en soledad, sin apenas recursos
económicos y con una salud quebradiza. Para mi sorpresa me hago viejo, para
sorpresa de todos –entre los que me incluyo– sigo viviendo a mi manera, de una forma bastante similar a la que me entregué cuando era adolescente y creía que no llegaría a viejo.
No sé si estoy equivocado, pero siempre
acabo decidiendo que debo vivir según lo que quiero, no de acuerdo con lo que
se espera de alguien que no soy yo, sino un dato estadístico.
Me he hecho planteos, similares, me los sigo haciendo. Pero no quiero ser un dato estadistico, no quiero vivir según lo que pueda esperarse de mí.
ResponderEliminarSaludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarCreo que es bueno cuestionar nuestras actitudes ante los otros y la sociedad. Al hacerlo, al poner en juicio nuestros actos llegamos a comprendernos, a mejorar y evolucionar. Pero cuando el resultado de ese poner en juicio nuestro obrar es siempre el mismo, me parece que es una clara señal de que esa puesta en juicio está amañada. En mi caso, siempre acabo decidiendo que mi vida es mía y los actos propios que me desagradan son mera consecuencia de las interferencias ajenas. Por ejemplo: me preocupa el que la única compañía que NUNCA me aburre sea la mía, creo que es señal de misantropía, a la vez que es extenuante pues al estarme estimulando constantemente me sobrevienen apagones anímicos que son cada vez más largos.
Me resisto a ser la encarnación de unos datos estadísticos, pero la vida en esta sociedad nos lleva a ello: aquí en España casi la totalidad de los estudios universitarios incluyen la asignatura de “Estadística”, no la de “Desarrollo personal”.
Un abrazo, Demiurgo.
No somos números, somos personas que sienten, que laten, que vibran, que a veces necesitamos estar en soledad y otras veces abrazados en compañía.
ResponderEliminarMe ha encantado tu precioso texto, Nino, me he sentido en parte identificada.
Besos.
Buenas tardes, María:
EliminarSí, como bien escribes somos personas. Pero para vivir en sociedad conviene saber despersonalizarse, desprenderse en parte de la individualidad y aceptar normas éticas y vitales que nos igualan. Yo me resisto a hacerlo. Creo que mi concepto de “persona” se acerca a su significado en las lenguas anglosajonas: personaje ficticio creado de manera consciente para interactuar.
Gracias por tu compañía, María.
Pues, querido amigo, bien entrado el verano y con los calores que nos llegaron ya, (buenos días, perdón) sería bueno pensar que las células cancerígenas expulsan a la sana, que siempre hay una manzana que no se pudre aunque las otras se empeñen; por eso pienso que tu felicidad llegará cuando mires al cielo, sonrías y consientas que tu corazón y mente se deleiten de la vida que has decidido llevar, que la aceptes tal cual, que vayas con quien te apetezca y cuando te apetezca, que disfrutes de las pequeñas cosas -como yo misma- que aceptes que eres tú el sano y que estimas a quienes viven con el "sentir y sentido común", y que porque tú no seas común no impica que debas sufrir por no serlo. Porque las individualidades han sido recriminadas hasta donde me llevan los presocráticos, aquellos pensadores que condenaban al que no era bueno para la polis...
ResponderEliminarQue tú no necesitas cambiar en nada, que el mundo te sonrie por ser único en tu especie y que eso te hace importante para que los demás se sientan comunes y populares, que puedes mezcarte o amarlos, odiarlos o asumirlos, que no te va a afectar, solamente observa y siente tu idiosincrasia con felicidad y cariño, porque te quieres, porque el espíritu platónico que bajo de los cielos a poseerte era de una belleza extraordinaria :) (olé pedantería, jajajaja) y que no se equivocó de cuerpo al caer, al contrario, tenía mucha memoria y no olvidó, como las de los demás, el contacto inicial con las divinidades, porque
era especial y así se mantiene.
Bien, disertando y opinando, tal vez ni debiera atreverme a tener un punto de vista sin conocerte bien, auqneu hago mi esfuerzo por ponerme en tus chancletas :)
Un helado de chocolate con almendras y un abrazo muuuuuuuuuuuuy gordo, te estimo, amigo.
Buenas tardes, Verónica:
EliminarGracias por tus refrescantes palabras en este cálido julio en el que me abochorno con mis inseguridades.
Sin ser éstas unas memorias, sí que escribo desde el subsuelo. Los pájaros en mi cabeza vuelan por ese cielo al que me aconsejas mirar sonriente, pero el ánimo está bajo. Mis achaques crónicos se agravan de manera ligera en verano, y éste malestar constante me vuelve más frágil e irritable. Como si fuera un vampiro sofocado evito la luz y el sol. Me molestan sonidos, olores y roces. Me aíslo y pienso, repienso y requetepienso mis cosas desde mi perspectiva. Yo, mí, me, conmigo… Una de mis constantes vitales que más me replanteo es mi entrega al hedonismo; retomo la disyuntiva de si mi vida ha sido una búsqueda esforzada de la felicidad o un atajar por el camino fácil de evitar responsabilidades. Al igual que los médicos especialistas coinciden en que he oxidado una salud de hierro, quienes me conocen coinciden en que he desaprovechado toda una serie de oportunidades que a pocas personas se le presentan. Y es verdad: no he querido ser padre, ni esposo o pareja de hecho; he rechazado trabajos estables y ofertas laborales rimbombantes; me he desentendido de la mayoría de mis familiares y me aburre la compañía de casi todos mis conocidos. Lleno con mi imaginación el vacío real en mi vida.
Aunque te pueda sorprender, Verónica, mi estado de crisis actual tiene su origen en haber cumplido un objetivo: he acabado ¿con éxito? la escritura de mi novela ambientada en el París de los locos años 20 y me siento fracasado. No quiero corregir el texto, me gusta con sus incorrecciones y sus fallos, disfruto con sus faltas de ortografía y gramaticales pues me hablan del proceso de escritura y reflejan la manera en que siento y expreso las ideas y sensaciones. Pero sé que si no adapto el texto al código lingüístico, si no lo depuro de “enninaciones”, lo que he escrito es un desbarre, no ya desde el punto literario sino que desde el comunicativo. Si no despersonalizo mi borrador, nadie se interesará por el texto. Pero no quiero cambiarlo. Prefiero dejarlo tal cual y emprender un nuevo proyecto. Y mi preferencia me lleva a dudar de si soy un caprichoso mimado por la suerte.
Y así estoy, aturdido, hasta que un día me despierte con el ánimo retomando el vuelo en pos de los pájaros que vuelan en mi cabeza.
Espero no haberte aburrido con mi digresión. Gracias por tu compañía, compañera.
Compartamos ese helado y un buen café arábica.
Hola, Nino. Coincido plenamente con el comentario que te ha dejado XXI, no te conozco bien aunque creo que lo que escribes hace que te conozca lo suficiente como para apreciarte. No dudes de tu valía comunicativa. Besos.
ResponderEliminarBuenas tardes, Ángela:
EliminarGracias por tus palabras de aprecio. No puedo evitar cuestionar mi valía comunicativa, mis actos son impulsivos y mis palabras expresivas. Sé que mi comunicación sería más fluida su me adaptara a los códigos del lenguaje y contuviera mi expresividad, pero entonces mi comunicación sería también menos intensa y personal. Muchas veces entró en aclaraciones que devienen en divagaciones. Me gustaría expresarme de una manera clara.
Un abrazo, Ángela.
Siempre hay que hacer las cosas a la manera propia, y que sean los demás quienes se sorprendan, o se preocupen porque nos escapamos de la media. ¿Soledad? Mejor, así no escuchamos todo el tiempo las mismas palabras, las mismas ideas gastadas, las mismas noticias repetidas una y otra vez.
ResponderEliminarSoledad no significa, por otra parte, estar efectivamente solo.
Los libros, la música, el cine, son gratas compañías la mayor parte del tiempo.
Saludos,
J.
Buenas tardes, José:
EliminarNo somos nada si no somos sencillamente nosotros.
Como individuos, creemos en el encanto de lo sencillo: situamos nuestras vivencias más satisfactorias en la inocencia de la niñez, y nos pasamos el resto de la vida queriendo recuperarla, incluso intentamos comprar esa sencillez tras haberla sacrificado en el altar del reconocimiento social, pero lo que compramos son objetos, no inocencia.
Como socializados, muchos despreciamos en público lo sencillo y nos abandonamos en vidas pretendidamente complicadas (basta con echar un vistazo al Facebook de esas personas empeñadas en pormenorizar su vida con apariencias insubstanciales)
Un abrazo, José.
A veces nos empeñamos tanto en hacer las cosas a nuestra manera que rechazamos totalmente cualquier otra forma de hacerlas. Y puede que hacerlas de la forma en la que las hacen otros amplíe nuestra perspectiva, eliminando nuestros puntos ciegos y enseñandonos cosas. Por ejemplo, que nuestra manera era mejor que la del otro o que puede hacerse un híbrido de ambos.
ResponderEliminarNo sé, estoy haciendo de abogada del diablo y no debería. Porque cada cual sabe lo que lleva en su mochila y como llevarla y si es rosa o verde fosforito y nadie más lo sabe, sólo quién la lleva.
Supongo que lo importante es ser feliz, dando igual la manera en que lo seas.
Un saludo.
Hola, pikxi, gracias por regalarme tu opinión comentada:
EliminarNo creo que hayas hecho de abogada del diablo, sino que te muestras como una persona solidaria que comparte su opinión ante una incertidumbre ajena.
Y sí, soy de esas personas que personalizan su obrar y reaccionar en remas privativos, esta actitud terca de “ninear” con ensoñaciones mi vida de Marcelino, hace que mi mochila vital esté más ligera de problemas, pero también más vacía de logros.
Normalmente me siento feliz. Pero de manera recurrente me pregunto si mi sensación de fatalidad es un mero ejercicio de autoengaño para no afrontar la realidad y admitir que he desperdiciado mi vida.
Vivo de manera tan diferente a mis amistades y familiares –y me preocupa tan poco el no ser esa persona que aseguran que aún podría ser si mi dejara de tonterías–, que en periodos como éste de invade la sensación de ser un cobarde vital que se disfraza de diferente social.
Un abrazo, pikxi, gracias por tu compañía.
Así nos equivoquemos, que sea de nuestra elegir el modo de vida. Un abrazo. carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarDentro de mis limitaciones, hace años que elegí mi modo de vida. Básicamente procuro evitar lo que no me gusta; ya que el conseguir lo que quiero conlleva, habitualmente, el interferir en vidas ajenas. De ahí que no quisiera ser padre, esposo sin ganas o trabajador inconmovible.
No es fácil decir “NO”, a quien te propone ser el padre de sus hijos, su compañero vital o su trabajador de confianza. Llegan años en los que por vejez, enfermedad o pobreza me replanteo si cuando creí que me comportaba con justicia, en realidad me estaba comportando con altanería.
Pero al final llego a la conclusión de hago lo correcto al alejarme de lo que no quiero, pues no sólo me garantizo no marchitarme, sino que evito que otras personas carguen con quien creen que los acompaña encantado, cuando en realidad lo hago forzado.
Mi vida es limitada, mis ensoñaciones son infinitas.
Un abrazo, Carlos.
La vida no es facil.
ResponderEliminarSi todos la contaran como la contas vos.
La vida tiene problemas y el mundo está loco
por lo tanto a veces un poco de soledad
cura los vómitos del alma
Hola, mi apreciada Mucha:
EliminarLa vida no es siempre fácil, aunque reconozco que la mía no ha sido difícil. No he sufrido problemas serios de salud, nunca me he visto en una situación de penuria económica y siempre he sabido lo que es sentirse querido. Mi mayor desgracia ha sido la enfermedad y muerte de mi madre, Elena. E incluso guardo recuerdos especiales de su calvario y he aprendido de mi desplome.
Por suerte, mi vida no ha sido infeliz ni aburrida.
Gracias por formar parte de mi vida, Mucha.
Quería comentar en la entrada nueva pero en ésta es perfecto porque es una extensión de aquella...
EliminarLo primero que se me ocurre pensar es que es bueno el ejercicio de analizarse, de pensar en logros y fallos personales... Demuestra tu inteligencia y ganas de mejorar...
La mirada ajena es eso mismo, ajena... Solo si no estás conforme con lo que haces el cuestionamiento es válido... Creo que la entrada va mas por ese lado, el de creer que quizá no fuiste lo mas inteligente en algunas cuestiones...
Lo de tu mamá que leí en un comentario es doloroso, pero no debería marcar a fuego toda tu vida... Se entiende? Sino es una dependencia eterna que malogra todo...
Abrazo grande y gracias por pedir una opinión sobre algo tan personal... Al fin y al cabo somos tus amigos bloggers!!
Coincido con JLO, incluso en no poder comentar en la entrada nueva.
EliminarY me siento totalmente identificado con lo que dice más arriba José. Uno a veces está acompañado de autores que han dejado su marca en el mundo, o que la están haciendo.
Es bueno analizarse, pero para tomar algún tipo de acción, para acomodar el rumbo. o no, para decidir seguir así, que es como preferimos.
Claro que a veces no es fácil, casi siemrpe es difícil diría. Pero el empezar por analizar, por criticar lo que se hace, es un buen primer paso.
El segundo paso ya depende de vos.
A la vez algo similar me ocurre, a veces me siento solo estando acompañado. Pero eso lo dejo para una entrada que pronto planeo...
Abrazo grande Nino!
Buenas tardes, JLO:
EliminarGracias por buscarme la forma de comunicar. Mi entrada más reciente está escrita “a vuelablog” y publicada con las ganas de recoger un momento- Sí, esta entrada y la siguiente son un eco apalabrado del mismo sentimiento de duda sobre si mi vida es un autoengaño.
Pero, como ya he escrito, siempre llego a la misma conclusión tras ese reincidente ejercicio de analizarme del que escribes. He aceptado que soy diferente y he aprendido a adaptarme a mi entorno social. Hasta el momento he logrado hacerlo sin abandonarme. Estoy a gusto conmigo, me preocupa estar cada vez más incómodo con los demás. Llevo una vida sencilla, con apuros pero sin estrecheces, en la que mi mayor preocupación es el temor a que mi condición diferente llegue a ser diagnosticada como locura.
Un abrazo, compañero JLO.
Buenas tardes, Frodo:
EliminarTras leerte, creo que mi problema está en que a ese segundo paso sobre el que escribes, le siguió un tercero, y el cuarto… ¡Y así estoy, en continuo movimiento; quizá para no pararme a reparar en el lugar solitario al que me ha llevado mi perseverancia! Permíteme que te cuente uno de mis paseos, pues encuentro bastante desquiciante el lamentar mi soledad cuando es algo que busco:
Hasta hace unos cinco años, creo que la fractura coincidió con Las olimpiadas de Londres, logré mantener una red afectiva de amigos y conocidos, pero de repente dejé de tenerla. Fue, o eso creo, un acto de voluntad propia; mi entorno me dejó ir, imagino que confiaban que, como había sido costumbre, acabaría volviendo. Hasta entonces me habían llamado raro, soñador, vividor o bohemio; incluso no faltaba quien desde su marcha ordenada admitía en privado admirar mi callejear caprichoso. Pero, a lo largo del último tercio del año 2012 algo cambió: yo me cansé de aburrirme y la gente se cansó de aguantarme, desde entonces cada vez más personas definen mi comportamiento como huraño y noto como a mi padre y hermana les preocupa verme tan sólo. Yo me veo bien y me siento con ganas de vivir; pero quizá sea todo una quimera, quizá mi problema no esté en la necesidad de algo de autocrítica, sino que puede que esté empezando a perder la capacidad para verme en la Realidad.
Me quedo a la espera de leer esa entrada tuya que ya planea sobre mi imaginación.
Gracias por tu compañía, compañero Frodo.
vine a leer tus post Nino
ResponderEliminarraro, diferente, exclusivo, tantos adjetivos para una misma cualidad: la esencia de ser uno mismo, a pesar de todo o de nada, de lo mucho o lo poco, de sentirse solo en medio de una multitud , o sentirse inmensamente acompañado en soledad
Creo que con los años, aprendemos a seleccionar o nos volvemos selectivos. Unos pueden llamarle madurez otros experiencias de la vida , yo te puedo decir, que supongo que un poco de cada, de los trompazos, de los cuidados, de las decepciones y de las alegrías que nos van aportando las relaciones con los demás
Ir contra corriente de las masas puede salir caro
ir contra corriente de uno mismo, te desgasta, te agota y te acaba matando
un abrazo y buen inicio de agosto
Bienvenida, compañera MaRía:
EliminarSí, demasiados adjetivos calificativos que al recibirlos aplicados a nuestra cualidad no suenan apreciativos, sino despectivos. Cuando no son multitudes, son legiones las que nos rechazan por el mero hecho de mostrarnos como somos, de ahí que en nuestra vida en sociedad tendamos a desnaturalizarnos.
Quizá empecemos a ser nosotros mismos cuando seamos tan naturales en soledad como acompañados, cuando nos atrevamos a desaprendamos de lo superfluo con que investimos nuestros comportamientos, y desvistamos nuestros modales de los modos amanerados a los que llamamos “buenos modales”.
Yo no saludo a los miserables ni a las vulgares, a los dañinos ni a las pérfidas, a los deslenguados ni a las descorazonadas… Mi obnubilar lo dañino hace que se me tache de “fantasma” por pasar frente a los materialistas como si fueran transparentes. Con ello no me libro de trompazos o decepciones, pero me alegra el dejar claro mi desprecio ante lo despreciable.
Ir contra corriente resulta caro, pero no debemos hacer de nuestra vida algo barato y regalarnos en pro del qué dirán. Al final todos acabamos muriendo en el olvido, mientras se nos recuerde que sea con dignidad.
Un abrazo sincero, MaRía.
Estimado Nino, leo y releo tus razones para sentirte a disgusto en esta sociedad tan deshabitada de humanos intereses y si, por defecto, donde las costumbres mal llevadas y falsas, provocan la idea de que es en esa "corriente" donde debemos nadar. Soy también de formas rebeldes y discrepo como tú de aceptar las "necesarias" fórmulas comunes como las únicas que nos salvarán.
ResponderEliminarTe comprendo, pero creo que no merece mucho insistir en la que nunca cambiará. Hay un mundo (no sé si paralelo) al que le eres ajeno y del que tú te apartas. En eso tienes mi admiración, pues sabemos que apartarse casi siempre es a costa de ser ignorados o caer en la soledad más absoluta.
La idea de ser dignos ha de ser para nosotros mismos (como bien te dice MaRía), mejor ser recordados con esa dignidad que nos caracterizó que ser olvido común y pétreo.
Tu lucha por no ser absorbido en el global marmóreo es grande, intensa. Siempre parece tu constante vital, no ser vital entre el mediocre maremágnum que todo lo reduce a lodo. Haces bien en ser claro en tus esfuerzos y quedarte en ese plano ignorado, tal vez, pero en el que tú sabes hacia dónde vas.
El precio a pagar bien puede ser la soledad o el menosprecio, pero como bien dices, ser uno lo vale.
Ante todo, cuanto planteas a través de tus reflexiones, son aportaciones con las que podemos entablar un diálogo (virtual) y reconocernos en los errores y liberarnos de ellos.
Ahora ( que me tomé un descanso veraniego) lo que más hago es leer y dejar por un tiempo atrás esta sociedad "atadora", (aunque una, nunca llegue a liberarse de ella, por eso de estar viva, je). Al hilo de cuanto planteas te refiero algo de Osho, que leí de su libro: "Vivir peligrosamente en tiempos extraordinarios".
"No basta con librarse de la sociedad. Hay que ser libre y responsablemente libre; sólo así serás libre, de lo contrario, te habrás vuelto a encasillar en otro patrón. Si te segregas, estás reaccionando. Cuando reaccionas, te vas al extremo contrario. Si la sociedad dice que hagas algo, tú inmediatamente harás lo contrario. Pero recuerda que cuando haces lo contrario sigues atrapado en la sociedad porque ella ha decidido lo que debes hacer. Diciendo que "no" la sociedad te está encauzando en una dirección.
Una persona convencional está integrada en la sociedad y una persona que reacciona en contra de la sociedad sigue estando atrapada en ella. Aunque una diga que no y otra diga que sí a la sociedad, ambas están reaccionando de acuerdo a la sociedad. Quien realmente quiere ser libre no dice ni sí ni no".
Y ya estamos en la disyuntiva radical del "sí" o del "no"... Resolviendo simplicidades...
Quizá todo sea cuestión de sentirnos libres sin estar a favor ni en contra de nada y ser pura libertad:fragancia de libertad.
Estoy de acuerdo contigo y respeto tu trayectoria personal en todo aquello que aquí expones, cargado (creo) de tus buenas razones y válidas para tu forma de sentirte Nino. Y es que todo, todo, es medible en esta sociedad que nos esclaviza a satisfacer las demandas de otros. Si actúas consecuentemente, eres responsable; si actúas por tu cuenta, irresponsable. Creo que lo mejor que haces es lo que haces, estar en el presente con tus características únicas y hacer lo que más te convence. No hay más razones que dar.
Aquí, leyéndote, hemos entablado una conversación (creo, útil, mis amigos y yo). Así que, te agradezco tu exposición tan sincera y real de las cosas que te ocurren (literariamente ) porque abren un mundo rico en percepciones para entender mejor lo complejo de nuestras relaciones sociales y lo especiales que somos cada uno.
Tú, en tu especialidad, siempre interesante.
Un abrazo, Nino y feliz agosto.
Buenas tardes, Clarisa:
EliminarSe me había olvidado que Blogguer tiene un máximo para la extensión de los comentarios; pero el espíritu en el éter me lo ha recordado "Su HTML no es aceptable: Debe contener como máximo 4.096 caracteres
No es ésta la primera vez que esto me ocurre al conversar contigo. Como no me apetece fragmentar el comentario, paso a publicarlo como entrada individual en el blog. Voy a buscar alguna foto para acompañar mi enninación.
Gracias de nuevo por tu compañía.
¡Salud y suerte, Clarisa!