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viernes, 18 de diciembre de 2020

Capítulo XXI c

Pilar le contesta inmediatamente. Tras repetirle su alegría ante las buenas noticias relacionadas con Helena, lamenta no ser veinte años más joven, entonces la acompañaría en su viaje a El Congo. Obviamente, Karloff es un hombre peligroso, pero no podemos vivir con miedo a alguien que merece nuestro desprecio. La posibilidad de salvar la vida de su madre justifica todos los riesgos que, sin duda, Calinka correrá, no sólo en África, también en Thula.

Pero está segura de que encontrará una nueva forma de derrotar al monstruo, después de todo no hay dos sin tres. Éste será su tercer enfrentamiento; y la derrota del “robasueños” será definitiva. Y respecto a las dudas de Calinka sobre su verdadera idiosincrasia, no tiene dudas.

–Cariño, sabes que las ideas se pueden inculcar, pero los sentimientos son algo innato. Tu amor por la naturaleza no lo aprendiste en los libros, es natural en ti. Recuerdo cómo, de niña, se te acercaban todos los animales que te encontrabas, incluso algún perro callejero esquivo con el roce humano a causa del maltrato que había sufrido. –la señora se detiene al sentir cómo la emoción se apodera de ella al hablarle con sinceridad a alguien a quien quiere como una hija. La chica la está mirando con más fuerza y seguridad. Parece que sus palabras están haciendo efecto, así que Pilar decide continuar hablándole:

–Tienes muchos dones, Calinka O’Malley. Eres intuitiva, empática, alegre, generosa y resolutiva. Ningún viejo resentido y amargado es responsable de tus virtudes, no permitas que siga siendo la causa de tus tristezas. Vete a África. Salva a tu madre y dale una patada en el culo a ese monstruo pomposo.

Las dos se funden, entre lágrimas de emoción, en un largo abrazo.


Mientras comienzan a preparar la merienda, Calinka le pide a Pilar que no deje de tenerla al día sobre todo lo que le pase a Sara. Teme que la muchacha se sienta dolida, al saber que su amiga se marchará. Pilar la tranquiliza. Le dice que está segura que Sara lo entenderá. Sí, echará de menos a Calinka; pero no verá su marcha como un abandono, sino como la oportunidad de que le cuente apasionantes historias sobre África a su regreso. Además, los niños llevan los cambios de planes con mucha más naturalidad que los adultos. Si la ve contenta, ella se sentirá contenta.

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