Esta mañana he escuchado a la ponente de un estudio científico que establece que España, Italia y Croacia serán los países europeos donde las olas de calor venideras causarán más muertes.
La mayoría de las regiones españolas ha afrontado estos días una subida de temperaturas que, afortunadamente, no ha provocado víctimas directas. Esta ausencia de fallecimientos se debe a la suerte caprichosa, no a la ciencia estudiosa, ya que sobrellevamos esta amenaza calórica con las mismas herramientas “no científicas” a las que ha recurrido la Humanidad desde el amanecer de los tiempos: evitar exponerse al sol, buscar protegerse en la sombra y mantenerse hidratado.
Pese a los innegables avances científicos que salvaguardan a nuestra sociedad, frente a algunos rigores seguimos recurriendo a alivios ancestrales –el confinamiento pandémico es un recurso tan salvador como atávico–; lo que me retrotrae a una sensación de que, en lo vital, el tiempo no pasa y sí que pesa hasta que su gravedad te aplasta. Y conozco pocas realidades más aplastantes, sean científicas o burdas, que la gelidez que te paraliza tras la muerte de un ser querido.
ŋinO. Gijón. 2022.
Sí, llegó el verano... Los ciclos de la vida se suceden con sus realidades más o menos aplastantes o transitorias, pasajeras... Hoy hay guerra, mañana habrá paz; y si nos alcanza una desilusión, una ilusión vendrá y quizá vuelva la alegría, porque todo vuelve, aunque no el tiempo, je. Y tienes razón en que lo que más te paraliza es la muerte de un ser querido. (También por experiencia lo sabemos). Y qué cosas, querido amigo, que todo es cuestión de nuestra precepción al afrontar los cambios, ya sean del tiempo planetario, ya sean el de nuestros corazones.
ResponderEliminarBuen verano, Nino. Abrazo.
Hola, Clarisa:
EliminarLeerte es brisa: refrescante en verano y reconfortante en invierno.
La vida y sus ciclos pueden ser sentidos como el Infierno y sus círculos; en cuyo caso la vida sería una comedia divina y nosotros unos cómicos en un sindiós de viaje a ninguna parte.
Como te he escrito antes, hoy no estoy muy animado. Y ello pese a que hace días que este verano se asemeja a otoño, mi estación favorita. Disculpa mi tono pesimista, pero me apetece escribirte.
Tolstoi, tal y como lo entendí, nos escribe que la Guerra es la realidad y la Paz es la ilusión, un espejismo que nos hace continuar en esta travesía del desierto que llamamos vida. Pero, en este viaje a ninguna parte lo que no cambia es mi preferencia por las compañías gratas; y la tuya lo es, Clarisa. Venga sol o lluvia, sea verano o invierno, siempre es buen momento para saber de ti, amiga.
Me voy a acabar de preparar la comida. Confío en cocinar un mejor ánimo.
Un abrazo atemporal, Clarisa.