Voodoo: Bailando en la oscuridad.
Cómic escrito por Alan Moore y dibujado por varios autores.
Nos encontramos con una serie protagonizada por uno de los miembros más carnalmente interesantes de WildC.A.T.S., Vudú, a quien Alan Moore presenta envuelta en unas incidencias totalmente alejadas de trasuntos heroico-mutantes, viéndose inmersa en la eterna pugna entre el Bien y el Mal. Moore aborda esta dicotomía alejándose del fácil maniqueísmo desde el que se puede acometer la lucha perpetua entre estos dos principios eternos. Sirva como ejemplo el que el Bien está encarnado en unos seres de aspecto dudoso, intenciones oscuras y creencias paganas.
Aprovechando el hecho de que la protagonista tiene un nombre que coincide con el de la creencia religiosa Voodoo, el que sus poderes consistan básicamente en exorcizar demonios y en el papel fundamental de la danza —su profesión— dentro de los rituales de Vaudou; el guionista entremezcla estos aspectos con el relato de una búsqueda de identidad personal, en la que el personaje no se da cuenta de que es utilizada por un colectivo como arma y deseada por la otra facción como víctima. La acción se nos presenta en un entorno realista —el mundo de las bailarinas exóticas en la ciudad de Nueva Orleans— donde la música machacona sustituye al dixie jazz; y el culto a fenómenos como Star Trek ocupa el lugar de las antiguas religiones.
A la cuestión vital centrada en Vudú, Moore une una trama detectivesca —investigaciones policiales sobre asesinatos rituales de bailarinas— y un fondo fantástico en el que los demólatras poseen clubes erigidos en antiguas iglesias; mientras prostitutas y asesinos vigilan la puerta para evitar la entrada del Mal. Innegablemente, el tono de la narración es en ciertos momentos alegórico; inflexión que aparece reforzada por el acertado uso sitil de palabras ambiguas como “camino”, “puerta” o “portero”. Las bailarinas tienen nombres como Angel o Purificación y el apellido del inspector de policía es Paloma.
La narración es muy ágil, pues Moore se aleja del preceptismo moral. No juzga, sino que relata, unos sucesos: nos proporciona el grado justo de información para seguir la exposición; y excluye discursos moralizantes que nos hagan prejuzgar los hechos. A la vez, que confiere a la narración un tono iniciático; al presentar la aventura como una etapa vital en el proceso introspectivo del personaje.
En ambos casos el dibujo se puede calificar como “muy actual”: dotado de gran perfección técnica; pero falto de garra y personalidad.
En el caso del primer grupo, su arte es más detallista y marcan los contornos con unas líneas gruesas que aumentan la sensación de relieve en las viñetas. En algunos trabajos, como en la ilustración final, el resultado recuerda a la obra de Bill Sienkiewicz. El segundo equipo presenta un acabado más claro e influenciado por el manga.
Tras haber sido editada en cuatro entregas —formato comic-book— por Planeta, la historia se encuentra incluida dentro del volumen antológico WildWorlds de Alan Moore, editado por Norma. Aquí os dejo un enlace donde se especifican las carácterísticas del volumen.