Tras
años de bucanero por los mares de Internet, me he animado a navegar, con
licencia de grumete, por costas propias y extrañas.
Ni
mi proverbial tacañería, ni mi anquilosante cobardía, volverán a limitarme a
ser un marinero en tierra que ve a otros embarcarse en bajeles para hacerse a
la mar, mientras él se esfuerza por colarse de polizón en una chalupa. Confío
en que las sirenas dejarán de ser seres mitológicos y en que sus cantos me
guiarán hacia tierras de excelencia creativa; espero no perder el Norte en
mares de sargazos y, sobre todo, deseo no convertirme en aquello que más temo:
en un capitán Ahab empeñado en dar caza a los enigmas surgidos de las fosas
abisales con los que me cruce en mi travesía.
La
guerra de trincheras entre la Realidad y mi deseo, de la que os hablaba en mi
anterior entrada en este blog, ha terminado en un nuevo armisticio. No quiero
volver a ser un guerrero contra el desencanto, quiero ser un marinero a favor de
la ilusión. Vuestra compañía sopla ilusión en mis velas y aviva las ganas en
mis venas.
Me
encontrareis navegando aquí, también en Facebook
@VenyenloqueceBlog y
en Twitter @ninOrtea
Una
vez más:
Gracias
por venir y enloquecer.
Nino.
Pues si hay que soplarte, no sufras, me convertiré en un lobito bueno y ¡¡soplaré y soplaré hasta que mucho te animaré!!
ResponderEliminarYa hemos hablado algunas veces de que ser la oveja marrón social es algo que nos buscamos y que cansa al principio, cuando las personas suelen tildarte, respecto a la forma de vivir que uno toma, de una forma despectiva. Apetece entonces decirles: "Déjame en paz y estate a mi lado si quieres y si no, pues a tomar viento". Son escaramuzas que crean urticaria pero ¡Ah! llega el mmento en que el despecho o la ignorancia hacia ellos te hace mucho más potente y te das cuenta de que has ganado la batalla... y entonces llega el momento de pensar si te has acomodado a algo demasiado y deberías moverte más porque te anquilosas en esa decisión de vida que tomaste, comienzas a dudar de nuevo y a darle vueltas a lo acomodaticio como si fuera un vicio. Y así sigue la vida. Y te plantas en la cuarentena y la decisión sigue pesando, pero no porque los demás te aturrullen, más bien aturrulla su pesadez, sino porque uno mismo se encadena a esa decisión sin remedio, porque se siente feliz de haberla tomado, porque el resto de las opciones a las que quisiseras acceder o bien no existen o bien no son coherentes con ella o no se te permite alcanzarlas. Y sigue la vida, amigo mio.
¡¡Soooopla el viento de levanteeeee!!
Un beso y un cafelito compartido. MUAC.
Buenos días, Verónica:
EliminarGracias por tus buenos aires.
Hoy el viento ha soplado a ráfagas de levántate y pasea. Un sol que temo que será escaso durante una larga temporada me ha animado a salir a vagabundear en lugar de quedarme en casa, como tenía pensado hacer, navegando por Internet a la búsqueda de empleo.
Luego de un revitalizante sentir la brisa del mar y el frescor de la mañana ( con lo que de pasó asusté la araña de mi migraña ), me he echado tierra adentro. Me he acercado a un centro municipal desde el que estoy escribiendo estos comentarios. Luego ya veré si regreso a casa, o almuerzo un par de bocadillos caseros que me había preparado y sigo disfrutando de este día de vacaciones en mi ciudad.
Sí, Verónica, ya hemos conversado varias veces sobre nuestra condicionamiento social de “ovejas marrones” Sinceramente, no soy el “holgazán” o “vago” que prejuzgan “los adaptados” aturullantes, soy un perezoso afortunado de tener un tiempo libre de obligaciones y que sabe disfrutar sin gastar dinero ni consumir ilusiones.
¡Y sigue la vida! ¡Y es un placer precivir en su travesía tu estimulante viento en las velas!
¿Permiso para subir a bordo? Disfrutar de un café en tu compañía es lo que más me apetece ahora.
Abrazos de grumete, capitana Verónica.
¡Bienvenido al club, Nino!
ResponderEliminarBuenos días, Ángela:
Eliminar¡Bienvenido me hacéis sentir con cada uno de vuestros comentarios, gracias!
¡Confío en que no me expulse la dirección del club por mi rumbosa navegación sin rumbo!
Un abrazo, Ángela.
Amo el internet
ResponderEliminarLo prefiero a la relidad que a veces me da la vida
y tengo que aceptarla
un abrazo escritor
Buenos días, Mucha:
EliminarMi pasión internaútica ha sido fluctuante hasta el momento, más que desconfiar de ella, lo hago de mí, pues sé de mi tendencia al exceso en la entrega y la facilidad con la que me desencanta la rutina. Confío en que mi relación a Internet, sin llegar a ser amorosa, sí que sea placentera y beneficiosa.
Un abrazo, musa y escritora.
Este mar es tan grande y tan vasto que hay sitio para todos... y vos Nino, seguramente encontrarás el tuyo. Siempre habrá a quienes "no gustemos", pues mi respuesta es la mejor sonrisa y desearles que vayan por la vereda del sol... pero lejos de la mía. Y luego, también encuentras seres fantásticos, los cuales un día cruzan tu trayectoria, y su ser iluminan tus días... esos seres que hacen bien, porque los lees y eso te hace pensar, reflexionar, soñar, emocionar, sentir... sentir que no sos el único... A mí por ejemplo me hace bien leerte, por lo cual agradezco el que seas un marinero en estas aguas virtuales y el haber llegado a tu rincón en el mundo.
ResponderEliminarUn besote.
Buenos días, Alma:
EliminarHay veces en que he convertido un arroyo de desánimo en un océano de desolación, siento de forma desaforada y reacciono de manera desespera. Pero, por alguna razón, acabo reparando en esa luz de esperanza que siempre brilla más allá del océano; y la curiosidad me anima a emprender curso hacia Puerto Esperanza.
No soy dinero para que todo el mundo me quiera; pero sí que soy una persona, y como tal merezco respeto. Lo único que quiero es que me dejen navegar tranquilo tantos “maestros de puerto” que se empeñan en decirme cómo mantener la singladura mientras que ellos son incapaces de frenar sus permanentes vías de agua.
Tengo suerte de haberte encontrado, de que hayamos coincidido en algún estrecho y lo sigamos haciendo en alta mar. Tengo la suerte Alma de que cada vez que te visito me siento en puerto amigo.
Un besote, compañera.
Me parece bien que te hayas decidido a no quedarte en la orilla, a navegar en Internet. Y elegir la ilusión. Me gusta comentarte sobre lo que subís.
ResponderEliminarSaludos.
Buenos días, Demiurgo:
EliminarDentro de esta “Hermandad de la costa” que poco a poco hemos ido conformando, el respeto a nuestras diferencias y el aprecio a nuestras habilidades componen la base de nuestro hacernos a la mar de ciber-inquietudes. Mi aprecio hacia ti se convierte en admiración cuando nos acercamos a las costas de la imaginación.
Un abrazo, capitán Demiurgo.
Y el viento se hace palabra para abrazar la piel del navegante y hasta sus entrañas.
ResponderEliminarMi abrazo, siempre
Buenos días, AtHeNeA:
EliminarDe vez en cuando me endioso, y soplo ráfagas de ira en las que culpo a todo y a todos de mi frustración vital. Si algo he aprendo en estos largos años de travesía bucanera por Internet es que hay una hermandad de desiguales con base en Puerto Aprecio. Gracias por guiarme con tu luz hacia ese puerto, AtHeNeA.
Desplegar velas
ResponderEliminarotras arriarlas
nunca en aguas muertas
salvando tempestades
es la manera de vivir
navegar entre mares
calar en radas que abrigan
o puertos distantes
que los vientos siempre te sean favorables
un abrazo
Nino
EliminarBuenos días, MaRía:
Como creo haberte escrito varias veces, el leerte me inspira. Disculpa la torpeza del “poenino” escrito a “vuelablog” con el que intentaré corresponder a tu delicado comentario:
Uno despliega velas, sin saber cómo arriar las anteriores.
Uno navega hacia aguas vivas de esperanza, en busca de salvarse de sus temores.
Uno encuentra vientos que abrigan su ánimo y lo acercan a puertos inspiradores.
Uno sale a navegar por necesidad y regresa con espíritus vivificadores.
Gracias ahora y siempre, compañera MaRía.