Este jueves es nuestro compañero Pepe
quien nos sugiere “asomarnos al interior
de nosotros mismos” en su convocatoria: "Con los ojos vueltos"
El
humo cegó mis ojos
Quizá
el humo
sea metáfora borrosa de una vida que a la par que nos consume, se impregna
en la piel, el cabello, los recuerdos… Apuramos su sabor o lo disfrutamos
perezosamente. El humo, como la vida, nos acompaña en todo
momento, sea triste o alegre. Al sentirnos (de)pendientes cambiamos de marca de
tabaco, como lo hacemos de parejas o amigos; pero al igual que siempre
recordamos ese primer beso que aceleró nuestro corazón, nunca olvidamos ese
primer cigarrillo que nos revolvió las tripas.
Los ciclos
del placer compartido seguido por la espera insegura, me llevaban a exhalar humo
y expeler sentimientos. Después de todo, guardaba su tabaco cerca de mi
corazón. Hubo veces en que tener un cigarrillo en la boca era lo más parecido a
relamer su lengua. ¡Qué hombre me sentía cuando mimaba la
comisura de mis labios!
Al
igual que mi corazón subsistía con besos robados, mis pulmones se alquitranaban con cigarrillos
mendigados. Acabé limosneando amor y comprando cigarrillos: un hombre debe
pagar sus vicios y adeudar sus sentimientos. Los hombres no lloran, fuman en
silencio.
Quizá
nunca fui tan hombre como cuando superé los dos paquetes diarios y las cuatro
palpitaciones nocturnas. Lejos quedaba el tiempo, enterrado más allá del
arcoíris, en que exhalaba fuerza de ánimo. Cambiar de marcas no me ayudó a dejarlo,
al igual que cambiar de camas no hizo que la olvidara. Mi vida era un carnaval de espejos
y humo.
Toda excusa me llevaba a colgarme de ella, lo mismo que cada impulso hacía que
un cigarrillo colgara de mi boca.
Tras
un despertar, entre arcadas de lo fumado, el fuego dejó de caminar conmigo:
sólo su saliva me revolvía más que la nicotina.
Si
yo he podido dejar alguna adicción y pocos de mis muchos vicios, tú también
podrás, atentoLector. Créeme que lo tóxico que transpiro en este relato juevero
no es fabulado: lo inhalé a diario hasta que comprendí que aquello no era vida,
era humo.
Aunque
debo admitir que hay noches de ardor en que salgo con mechero, confiando en que
quien me pida fuego, camine conmigo. (350)
Pulsando
en este enlace encontrarás más vueltas de ojos.
Gracias
por tu compañía, atentoLector.
El humo no es tangible, el amor si, se puede tocar... Es preferible eso y no limosnear cigarrillos y comprar amor...
ResponderEliminarMuy sincero tu interior humeante 😉... Saludos!
Hola, JLO:
EliminarSinceramente, durante muchos años eché humo.
Mi vida estaba “red hot” y no por abusar de los “Chili Peppers”, ni de algo tan puro como el amor: lo mío, que siempre consumía como nuestro, fue adicción y más tóxica que la nicotina.
Ahora que echo caladas de recuerdos, el tiempo no quema. Pero entonces, el fuego caminaba conmigo y malinterpretaba las quemaduras como pruebas de estar vivo.
Un abrazo intenso, pero descotinizado, JLO.
A mí me encantaba fumar, fumaba bastante, pero también hace años que lo dejé, y no me costó dejarlo, ahora reconozco, que fue una de las mejores decisiones que hice en mi vida, abandonar el tabaco porque el humo te impide ver otras cosas.
ResponderEliminarMe ha encantado tu texto, espero que ahora sea otra clase de fuego el que vaya contigo, y no el del cigarrillo.
Un placer leerte, Nino.
Besos enormes.
Buenas tardes, María:
EliminarGracias por tus palabras.
Sí, el fuego siempre va conmigo, de ahí que los serviles aseguren que mi carácter es incendiario.
Por cierto, compañera, tienes todo mi apoyo frente a quien quiera cortarte las alas.
Quien no nos quiera leer lo tiene fácil, que no lo haga.
Quien intente abusar de uno de nosotros lo tiene muy complicado, somos una hermandad libertaria y ofender a una persona es ofendernos a todos.
Un abrazo, hermana.
No niego que he fumado... nunca me enganché, pero sí me enganché a otras drogas llamada sentimientos que producen el mismo efecto y el mismo humo no me dejaba ver la toxicidad.
ResponderEliminarGran relato, amigo Nino.
Mil besitos y feliz tarde.
Buenas noches, Auroratris:
EliminarYo no niego que he pecado, ni reniego de los pecados que llevo cometidos por lujuria, gula o pereza.
Si te soy sincero, los que peor llevo son aquellos con los que arremetí contra el buen gusto; y, sin duda, el haberme comportado de manera vulgar, por no escribir arrastrada, es algo que me ha dejado gran inseguridad.
El tabaco fue el menor de mis vicios, pero quizá por ello el que más me incomodaba no ser capaz de dejar atrás.
Fumaba de una manera muy peculiar, apuraba el cigarrillo con caladas profundas que hacían que calentar la boquilla. Hubo veces en las que mi fumar era un ejercicio consciente de atracción. Odiaba hacerlo, como siempre he odiado el saberme débil.
La falsa sensación de inmunidad frente a la toxicidad, tanto entre personas como entre substancias, explica tantas adicciones mortales y tantos muertos en vida.
Gracias por tu compañía, compañera.
Hola, como no me gusta la dependencia ni los apegos irracionales, debe ser por eso que me he salvado, jajajja.
ResponderEliminarPues no me han mandado mails amenazantes y desagradables cada vez que ponía a caldo a las instituciones eclesiásticas por decirlo bonito. Ni caso a los censuradores.
Un abrazo bien gordo.
Buenas noches, Veronica:
EliminarGracias por tu visita comentada.
No soy persona racional, mi carácter es impulsivo. Por eso el escribir tiene en mí un efecto sanador, y por eso incluso mis fabulaciones tienen mucho de introspecciones.
Respecto al apego, coincidimos. Solo lo siento por mi madre (pese a su ausencia física), mi hermana y mi padre, hacia unas cuantas personas he sentido/siento complicidad y, en principio, hacia todo desconocido siento respeto. El resto, me puedo llevar mejor o peor, pero a unos los tolero y a la mayoría los ignoro.
No soy de guardar ausencias ni rencor, pero sí a no ocultar el desapego que me produce la decepción. Cuando me voy, me voy y no vuelvo. Pero, bueno quizá debería haber escrito “pera”, hay una persona que no miente cuando afirma que fue mi consentida; y que es verdad que a su lado di más vueltas que las que da un perro para echarse.
Sí, hay que defender nuestra libertad, lo contrario es un acto indigno del afecto que nos muestran nuestros contados seres queridos. Aplaudo tu coraje en defensa de lo que crees y de los que quieres.
Buenas noches, compañera.
Os deseo lo mejor.
Hay relaciones más adictivas que fumar, y te lo dice una fumadora desde los 19 años.
ResponderEliminarLeerte es un vicio de los buenos, Nino.
Besos!!
Buenos días, Ángela:
EliminarSí, las adicciones son un problema. Lo son a nivel social y lo son en lo personal. Pese a mi teórica búsqueda de libertad, tuve y tengo adicciones. Por suerte, en lo afectivo sólo he tenido una; pero su efecto me ha intoxicado, ya que me ha creado una gran inseguridad a volverme a ver así de autoabandonado. Si continuase con la metáfora del tabaco, te diría que sigo prendiendo cigarrillos, pero no tragando su humo.
Un gran abrazo, Ángela.
Las adiciones son difíciles de dejarlas aún lado , hay que tener valor y decir basta ..cuando llega ese momento te das cuenta lo fuerte que has sido y a corto espacio de tiempo ves los resultados positivos que has alcanzado , así pues no vuelvas atrás deja el pasado y comienza una nueva etapa. Referente al amor , ese nunca se exige y menos se mendiga , el que te quiera que te acepte pero sobre todo valorate a ti mismo .
ResponderEliminarUn saludo y feliz jueves.
Buenos días, Campirela:
EliminarDesde mi experiencia, lo peor de una adicción es cuando la envicias de rutina (fumar durante los cinco minutos asignados en el trabajo puede ser un claro ejemplo de adicción enviciada, ¿por qué funmas cuando se te ordena?)
Por suerte convivo con calma con mis adicciones químicas, hace más de 7 años que no sufro las consecuencias del abuso de sustancias. En cuanto a las dependencias físicas, soy débil ante la curiosidad y me fascina la belleza, de ahí que mi vida no sea la de un anacoreta, pero sí la de un solitario.
El amor carnal lo siento independiente, sin ser por ello desleal o desvirtuarlo: digamos que no lo entiendo como una necesidad (eso de “me muero sin ella” no es lo mío) y sí como un estímulo reconfortante (el amar y ser amado te ayuda a crecer como persona y a entender a “los otros”). Pero, como ya he comentado a otros compañeros: he sido infiel a mi sentir, y eso no puedo olvidarlo.
Un fuerte abrazo, Campirela.
Me quedo pensando en eso de que un hombre debe adeudar sus sentimientos.Un relato puro humo y metáfora, puro olor a tabaco ("y chanel" era?)
ResponderEliminarSiempre hay noches...y así debe ser, para que algo de lo vivido quizá tenga sentido, como lo tienen tus palabras, sí Señor.
Besos
Me llevé el tema musical para facebook. TREMENDO!!! otro beso
EliminarBuenos días, Vivian:
EliminarAseguran, los que mienten al afirmar que la seducción se basa en saber mantener la distancia, que uno no debe entregarse en eso del “ars amandi”, sino que lograr que sea el objeto del deseo quien se acabe entregando. De hecho, la musa involuntaria de esta introspección era vulgarmente clara en su concepto de “toma y daca”, a ella la atrapó mi personaje, no mi persona. Cuando menos humano era, más la atraía.
Si reparo en lo que llevo sentido, me uno a los que opinan que la llama del amor se mantiene viva día a día; y que no hay que confundir el fuego de la pasión con una lumbre siempre viva. Soy dado a fogonazos, no a llamas eternas.
El incluir la canción de The Platters es un guiño a una experiencia reciente. Estaba con una milady viendo la peli “Always”, donde suena esta canción. Ella, autoeregida en experta musical, manifestó su sorpresa al escuchar una canción que atribuyó en origen a Louis Armstrong; yo no estaba allí para corregirla en sus errores, sino que para disfrutar de sus aciertos. Pero ahora que nuestra música ha dejado de sonar, me vino a la cabeza la canción en cuanto leí el tema propuesto por Pepe.
Gracias por tu compañía, Vivian.
Feliz viernes.
Hola:
ResponderEliminarOs agradezco mucho vuestros comentarios. Pero ha llegado la noche y me esperan ciertos compromisos.
Disculpad que me ausente de Internet hasta mañana.
Feliz noche.
Una metáfora de la vida.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Buenos días, Tracy:
EliminarGracias por tu comentario.
Feliz viernes.
Nino..Nino..Nino....que grande eres...tus palabras rebozan humo, claro..pero aparte de humo, estan plenas de una sabiduría aprendida a bocanadas...es verdad la relación a la ilógica lógica que haces....la vida es humo..se va rápidamente...como un suspiro...pero no es humo la vida..es todo lo contrario...Como siempre que te puedo leer, me voy feliz de alimentarme con palabras tan intensas...Besosss
ResponderEliminarBuenos días, Diva:
EliminarSon vuestras palabras las que me engrandecen el ánimo ante lo pequeño de mi habilidad literaria.
Son tus palabras, Diva, las que me hacen sonreír de felicidad mientras te escribo y me llevan a seguir escribiendo en un viernes en que se ha ido el sol, y con él mis ganas de avanzar en mi divagar creativo.
No creo que lo mío sea sabiduría, más bien creo que esta historia es una muestra de mi torpeza emocional, pero sí que las bocanadas que ahúman este relato son de experiencia vivida. Me gusta recordarme ocasionalmente mis debilidades, por eso de evitar caer en la tentación de creer que las supero. Al igual que de manera esporádica, me subo en mitad de mi salón a una silla, para tener presente que sufro de vértigo; el escribir sobre mi intoxicación emocional me ayuda a evitar las relaciones tóxicas.
Un fuerte abrazo, compañera.
Te deseo lo mejor.
Nunca fumé, de ahí que no pueda reconocer las sensaciones que describes, pero puedo imaginarlo gracias a tu detalla narrativa. Coincido y celebro que luego de tus reflexiones separes lo que fue humo de lo que es vida y en ello te enfoques. Un abrazo
ResponderEliminarBuenas tardes, Mónica:
EliminarNo has fumado una calada, pero llevas inhaladas muchas experiencias vitales que exhalas con generosidad en lo que escribes, como por ejemplo haces en este comentario.
Fumé durante 32 años, y si te digo la verdad disfruté de pocos de esos miles de cigarrillos. Me costó dejarlo, y creo que me ayudó el que por primera vez en mi vida empecé a plantearme que podía llegar a envejecer. No sé si conoces la canción “Fuertes emociones”, compuesta por Enrique Urquijo (de cuya muerte hoy se cumplen 18 años) para la banda Los Secretos.
En ella canta la que fue mi vida, salvo el receso matrimonial, de los 16 a los 45 años. He encontrado este enlace a la canción https://www.youtube.com/watch?v=gOXL0W6ZAUw por si la quieres escuchar.
Un abrazo, compañera.
Nino, yo en eso de la adicción a la nicotina he sido Guadiana, 2 años sin fumar, volví, 5 años sin fumar, volví, 1 año sin fumar, volví. Ahora ya llevo 13 y creo que no volveré, claro que eso me obliga a no fumar ni siquiera un cigarro. En el paralelismo que has descrito, o que al menos yo creo percibir en tu entrada, he de decirte que en mi vida existe una adicción que me enriquece y complementa y a la cual estaría loco si decidiera renunciar a ella, por más que no podría. Camina a mi lado o yo al suyo.
ResponderEliminarGracias por sumarte a mi convocatoria.
Un fuerte abrazo.
Hola, Pepe:
EliminarYo fui Ebro, ahora llevo ocho años de secano. Y, confío en que el manantial esté vacío.
Ese paralelismo que percibes, existía en mi ánimo creativo, gracias por hacerme saber que he logrado encontrare palabras para transmitirlo. Me alegra leer que disfrutas de esa adicción que te complemente sin hacerte saber suplementado. Me temo que varias veces tiré esa ocasión, lo mismo que tiré tantos cigarrillos tras un par de caladas apuradas.
La musa involuntaria de esta introspección era una persona a la que, nunca lo entenderé, le gustaba verme débil a su lado: sabía que quería dejar el tabaco y otras adicciones, y ella me regalaba incluso aquello que no consumía. Y yo, jamás lo comprenderé, acepté volverme humo.
Un gran abrazo, Pepe.
Hola Amigo: me he deleitado leyendo tus metáforas de vida y humo, Me ha encantado, todo, Has estado soberbio. Me quedo con la frase "mi corazón subsistia con besos robados, y mis pulmones se alquitranaban con cigarrillos mendigados"
ResponderEliminarNunca he fumado pero no me hubiese importado, para poder escribir una entrada como la tuya.
Un abrazo
Hola, Montserrat:
EliminarFeliz y satisfecho, así me han hecho sentir tus palabras.
De mi sufrimiento aprendí, dejar atrás ciertas adicciones me ha cambiado. No soy el que fui –si no, no seguiría vivo–; pero además he evolucionado. Temía haber hecho de la oportunidad creativa que nos había sugerido Pepe un “canto a mi mismo, me alegra saber que lo escrito es un coro que se puede interpretar por voces de diferentes tonalidades y acentos.
Mi sufrir evocado me ha llevado a recrear palabras, que muestras de aprecio como la tuya evitan que sean volátiles como el humo.
Esa frase tiene una explicación laaaarga, Montserrat, pero sin recordar detalles humillantes creo poder resumirla en una frase sencilla y copulativa (no veas en este último adjetivo un doble sentido, por favor): Mi comportamiento fue indigno.
Gracias por tu lectura comentada, compañera.
Es algo que nunca entendí, que placer puede haber en eso. Sí entiendo lo de tomar una cerveza.
ResponderEliminarEs bueno que lo hayas dejado.
Entiendo más lo de no olvidar a una mujer. Le encuentro mucho sentido.
Bien planteado el tema.
Saludos.
Hola, compañero Demiurgo:
EliminarEn mi caso, la curiosidad unida a una buena salud física que me tentaba poner a prueba y a una falsa seguridad en que moriría joven, explican que haya callejeado por travesías poco recomendables.
El tabaco nunca me gustó, pero me acabó enganchando: empecé a fumar como muestra de rebeldía, y acabé sumiso ante él.
Siento que en mi vida sólo hay una mujer, aunque se encarne en diferentes cuerpos. Mi amor hacia ella es eterno y fiel, lo efímero son nuestros encuentros. Incluso en el caso de esta mujer insensible a mi debilidad, creo que fue una respuesta de mi eterna enamorada a mis frecuentes desatenciones. Creo que lo que te estoy comentando resuena un poco loco en corazón ajeno, Demiurgo, pero siempre he amado a la misma mujer.
Mis adicciones si son diferentes. Pero esta historia sí que me es bastante difícil ponerla en palabras.
Un abrazo, compañero.
Yo nunca sentí ese placer, un cigarro no me sabía a nada, pero sé por personas conocidas que el dejarlo es costoso, así que no te arrepientas nunca. Ahora el amor es otra cosa, hay que luchar por él y si se escapa siempre habra otro que lo sustituirá.
ResponderEliminarUn abrazo
Buenas tardes, Carmen:
EliminarGracias por tu compañía.
Ese amor, por el que escribes que “hay que luchar”, para la banda musical Roxy Music “es la droga”. Te releo mientras los escucho, de repente pienso que quizá con mis adiciones intente llenar un vacío de amor: soy enamoradizo, lo sé; pero ahora me pregunto si he sentido amor carnal de verdad. ¿Y si siempre he sentido el amor como algo irreal, como una ensoñación de perfección inmaculada? Quizá ésta es la razón por la que lo he revivido siempre como algo nuevo, sin mácula.
Gracias por ayudarme a conocerme, Carmen.
Qué relato más intimo, por favor. Creo que diste perfecto con la consigna.
ResponderEliminar¿Qué hay más interior que esa melancólica tarea de fumar? Ver cómo los segundos pasan, como el humo va desapareciendo en el aire.
El relato merece un diez. Felicitaciones.Juega con el humo como con el amor, con los sentimientos, con el tiempo. ¡No nos vendés humo!... como se dice por acá.
No tengo ese vicio, por suerte.
Te dejo esta canción
https://www.youtube.com/watch?v=k5oKzGfpsec
Abrazo grande! Me encantó
Buenas tardes, Frodo:
EliminarGracias por este comentario revitalizante. Incluso la tarde se ha conjugado con tus palabras animosas, y ahora se muestra suavemente soleada. Me paso a leerte por tu blog y salgo a buscar el solaz.
Temía que mi reflexionar en público sobre un comportamiento íntimo pudiera ser malinterpretado como una venganza nada poética contra una musa ya ajada. Te agradezco que me escribas que te parece un texto adecuado. Aquí en España también se usa la frase “vender humo”.
Mi fumar nunca fue calmado, apuraba el tabaco a la par que el tiempo. El humo que exhalaba era en bocanadas densas.
Es malo tener vicios, tuve unos cuantos y combato unos pocos. Las adicciones, dejando en un diccionario su etimología, no las considero tan malas, ayudan a sobrellevar la vida o a imaginar una vida mejor. Cree que los problemas de las adicciones lo sufren más las personas cercanas al obnubilado que el propio adicto.
Gracias sinceras por tu compañía, Frodo.
Es todo un placer y un estímulo.
Soy de las que fume pero nunca me trague el humo, asi que ya ves una fumadora pesima. Me ha gustado muchisimo tu entrada, ese paralelismo entre el amor perdido y el humo, ambas cosas se diluyen en el aire y creo que al final te has quedado con este ultimo, más sano, más nitido y posiblemente más puro. Besos.
ResponderEliminarBuenas tardes, Molí:
EliminarTraspiras tanta vida, prueba de ello son tus textos en tu blog, que me parece natural que no quisieras ahumar tus sensaciones; ya tragamos tanto a la fuerza, que hay que ser un insensato, como este pazguato, para pagar por hacerlo.
Los ritos de seducción tienen mucho de lenguaje con señales de humo: o las interpretas en su momento o el viento del tiempo las dispersará de tu horizonte. Y sí, ahora mis percepciones son más nítidas y mi vivir más sano, pero no menos locuelo.
Gracias por tu compañía, Molí.
Nunca he fumado, y aunque parezca contradictorio tu relato me dejó con un gran sabor de boca ;)
ResponderEliminarMe alegro que tu historia termine con que te hiciste paso a través del humo para abondonar esta horrible (a mi ver) adicción, si bien sigas saliendo a la calle con un mechero. Genial ese detalle.
Me llamó la atención tu frase: "Los hombres no lloran, fuman en silencio." Si la pensamos literalmente... entonces los hombres que no fuman, ¿sólo les queda la opción de llorar?
¡Un beso!
Buenas tardes, Dafne:
EliminarTus palabras no son inconsecuentes: su primera consecuencia ha sido la de renovar mi alegría, la segunda la de proponerme mantener buen sabor de boca en ti, y en todos los que me regaláis vuestra atención lectora.
No sé si el infierno está en los detalles, pero sí que el purgatorio es la desmemoria de los pequeños detalles. En más de una ocasión, prender un cigarrillo ha servido para encender la chispa de un encuentro. Sería un error muy grande por mi parte, olvidar un complemento tan pequeño como un mechero.
En respuesta a tu silogismo deductivo sólo puedo exponerte mi consecuente actual: ahora que no fumo, cuando lloro no puedo mentir como excusa que el humo me entró en los ojos.
Un gran abrazo, Dafne.
sos genial
ResponderEliminarme has embelesado con tus letras
un bravo compañero!!!!
Ingeniosa, Mucha:
EliminarSentir el beso de tu embeleso, aligera el peso de la migraña que me tiene poseso.
Siempre es un estímulo el contar con tu compañía.
Feliz domingo, Mucha.
Disculpa la tardanza, Nino
ResponderEliminar¿En qué momento nuestro gran deseo de amar se convierte en adicción?
Creeme que ese humo en los ojos tambien un dia lo llegue a tener.
El tema es complejo, pero hay que aprender a re programar el cerebro con los químicos que secretamos con la alegría, con la paz interior y con el verdadero amor hacia nosotros mismos. Muy romanticamente mustia tu introspección, me encanto.
Un abrazo
Buenos días, Yessy kan:
EliminarTu comentario llega justo a tiempo, coordinado con tu tiempo de lectura. Así que no tienes nada de qué disculparte, pues el mar de tiempo tiene otras mareas aquí en Internet, donde se convierte en un horizonte eterno.
Buena pregunta la que planteas. Mi respuesta se basa en experiencias, no en reflexiones: soy adicto a sensaciones y sustancias. Quedaría muy lírico el que te contestara que “soy adicto a la vida”; pero te estaría mintiendo, pues las personas de mi entorno no viven como yo. Es más, soy una persona que afronta las experiencias con una intensidad que conduce a que me desviva, y acabe consumiéndolas hasta el final.
En el amor carnal, lo vivo con pasión y lo afronto como algo efímero (ni siquiera cuando estaba casado, me veía con esa persona hasta el fin del tiempo, lo entendía como un compartir nuestro día a día)
Creo que mi problema con las adicciones, es cuando las pervierto, cuando me envicio: al igual que no sé jugar a las cartas sin intentar hacer trampas –por eso de comprobar si me pillan, no por ganar–; envicio las relaciones de pareja cuando no me voy en el momento sentido, sino que dejo que me domine la curiosidad por ver en qué evoluciona aquello que ya no es “amor”, sino “vicio”.
Gracias por tu compañía, Yessy kan.
Un abrazo.
Uf!!! Nino me encantó tu entrada, pura metáfora, como me ha gustado cada una de tus respuestas a los comentarios, creo que es un buena forma de conocer a ese Nino que escribe historias que te atrapan y que atraviesan la pantalla. Gracias por tu compartir.
ResponderEliminarBesos.
Buenas tardes, San:
EliminarMuchas gracias por tu valoración sonriente tanto de mi introspección metafórica como de nuestra conversación.
Me sorprende y maravilla el recibir palabras de afecto personal y de aprecio creativo como las que me dedicas. Palabras con las que me haces sentir joven y con ganas, pues suponen una nueva primera vez: nunca antes me habían dicho que mi narrativa atrapa.
Gracias sinceras, San.