Distinguido
vicepresidente:
Sirva la presente
como aviso contundente de mi dimisión concluyente.
Aunque usted no lo
supiera, yo era un hombre feliz en mi trabajo: lo podía desarrollar siguiendo
una planificación fija, sin acumulación de tareas y dentro de unos horarios
inamovibles.
Aunque usted lo
ignorara, yo era un hombre feliz con mi empleo. Probablemente esa felicidad
hacía de mí un tipo aún más raro de lo que ya me convertía de por sí el trabajo
en sí mismo. En esta sociedad en la que incluso muchos profesionales
vocacionales –como médicos o profesores– se quejan de sus obligaciones
laborales, yo desempeñaba mis cometidos con la satisfacción que te da el
saberte útil para los demás. Con esa satisfacción que sólo me daba el comprobar
que estaba allí para dar por muerto y enterrado cualquier problema vital que
hubiera afligido a nuestros usuarios.
Además de descubrirme
útil en lo social –a mí que según mi padre era pura “carne de cañón”–, mi
trabajo me hacía sentir realizado en lo personal, y ello pese a haber sufrido
en su desempeño vicisitudes como el que mi esposa me abandonara justo al
comienzo de mi segundo año laboral.
A Puri, que a terca
no hay quien la gane, se le había metido entre ceja y ceja que tenía que dejar
el trabajo, ya que me estaba volviendo más frío y tenía menos conversación que
un muerto. Además, aseguraba que el trabajar por las noches afectaba a mi salud
–ya que deslucía más pálido que un vampiro– y bajaba su autoestima –pues se
sentía una viuda al nunca tener presente a su marido ausente–. Así que un día,
justo tras un amanecer en el que la había despertado para hacer las paces con
unas flores que había cogido en la empresa, me dio a elegir entre su amor o mi
profesión.
De ahí que lleve 12
años viviendo con mis padres. Quizá ahora encuentre un momento para arreglar lo
mío con Puri. Creo que hace tiempo que metió a un tío en nuestra casa, pero
estoy seguro de que sólo lo hizo para darme celos. La llamaré una mañana de
éstas y la invitaré a comer, para charlar y ponernos al día. Eso sí, no la
podré llevar a un sitio caro pues no sé por cuánto tiempo estaré en el paro y
el dinero empezará a ser un recurso raro.
Bueno, con su venia
continuaré desplegando mi carta de dimisión en un próximo correo.
Acaba de entrarme una
carga de trabajo y como cantó el afanoso Adriano
Celentano: Chi Non Lavora Non Fa L'amore –e io sono innamorato del mio
lavoro–.
A sus pies y a los de
su señora.
Que complicada es la vida cuando desde tu propia casa vienen las pegas. Todo tiene su momento y ese trabajo estaba de terminar.
ResponderEliminarCuriosa esperanza que lleva a buscar de nuevo a la exmujer. Pero seguramente esté esperando con los brazos abiertos de nuevo.
En la vida todo va tomando su lugar...
Me encanta leerte. Un besazo.
Encantadora Adelina:
EliminarLa vida es complicada de por sí y la convivencia puede convertirla en un galimatías. Liberarse de esas pegas que mencionas puede llevar a que te tachen de despegado, pero siempre he preferido que me tachen a que me anulen e impidan que lo vital ocupe su lugar en mi vida.
Encantado con tu encanto, Adelina.
Si, mejor no dejarse anular nunca. Quien te quiere y te conoce se tiene que dar cuenta que aunque aparentes ser despegado, no lo eres.
EliminarMuchos besos, nunca cambies.
Buenos días, Adelina:
EliminarGracias, ahora y siempre, por tu compañía.
Como sabes, vivimos tiempos extraños en los que la sumisión se presenta como pasión, la intolerancia se disfraza como progresía y lo justo se comercia a precios inicuos. En estos tiempos no es extraño que a quien no se amalgame se lo tache de despegado.
Un abrazo, Adelina.
Cierto, es como dices, pero lo importante es lo que realmente eres. Peor para el que lo piense de otra manera.
EliminarMuchos besos!!
Pues sí, Adelina, tal y como compuso Sabina: “Peor para el sol, que se mete a las siete en la cuna del mar a roncar; mientras que nuestra ilusión nunca duerme.
EliminarUn abrazo, compañera.
Preciosas palabras de Sabina. Eso, peor para el sol.
EliminarMuchos besos
Un abrazo sentido, Adelina.
EliminarEl talento para narrar los problemas del trabajo en la incidencia de las relaciones sentimentales, a través de un género, que otrora nos apasionó: el epistolar. Un abrazo.
ResponderEliminarCarlos
Talentoso Carlos:
EliminarEl amor y la pobreza son habitualmente presentados como puerta y ventana que arrastran el sentimiento; pero el trabajo es muchas veces el muro tras el que escudamos la falta de sentimientos.
El amor crea un hogar, el trabajo sólo compra casas (y eso con suerte, que con los salarios actuales no da ni para un trastero)
Un abrazo, Carlos.
Hay decisiones que se toman tarde. Me ha encantado tu manera de contar los hechos. Y sobre todo la música con la que cierras tu misiva.
ResponderEliminarMil besitos con cariño y feliz noche, compañero.
Compañera Auroratris:
EliminarUn final acertado es siempre lo más difícil en un acto compartido, es la prueba de que se ha establecido una intercomunicación.
Gracias por tu cariño.
Me has hecho reír con tu texto... una carta de renuncia que deja para continuar luego, porque le entra trabajo...y ni hablar de ir a buscar a la ex-mujer, nada más y nada menos que luego de 12 años...
ResponderEliminarNino te pasas de bueno, el género que sea que abarques, lo haces estupendo!
Un besote y comienza muy bien tu semana!!!
(P.D.: una estupidez, pero que si no te la digo me sentiría mala compañera tuya... en italiano es "lavoro"...😉)
Compañera Alma:
EliminarNada de estupidez, todo un detallazo el que me hayas indicado mi uso nineante de una expresión italianizante. Corregido he mi falta de escritura gracias a tu detalle de apreciatura.
Al igual que mi persona, mis personajes suelen ser incongruentes y obrar a destiempo. Más de 12 años me ha llevado en muchas ocasiones reaccionar ante lo evidente.
Gracias, Alma, por tu compañía y tu aprecio.
Un abrazo con tutto il cuore.
Que curioso, una carta de renuncia, que se desvía a los problemas con su esposa, por el horario. Y se interrumpe por el trabajo. Es que todavía no renunció.
ResponderEliminarEs un buen ejemplo de relato epistolar.
Esperaré la continuación.
El 26 de agosto mi blog cumple un año más. Sos el primero a quien se lo menciono.
Saludos.
Celebrante demiurgo:
EliminarGracias por la primicia en el aviso, procuraré no faltar al cumpleaños.
Sin ser un holgazán, no entiendo el amor como algo trabajoso. En el tema de los sentimientos soy un artesano cuidadoso, no un operario industrial.
Confío en que este domingo llegará un nuevo chispazo de este trabajador achispado.
Un abrazo, Demiurgo.
Me has dejado con ganas de saber cuál es su trabajo y de leer la continuación de la historia.
ResponderEliminarBesos!!
Hola, Ángela:
EliminarGracias por tu cercanía puntual.
Este domingo planeo publicar una segunda entrega de este trabajador entregado. Despertar tu curiosidad lectora es la mejor de las recompensas comunicativas.
Un abrazo, Ángela.
Es curioso cómo el verbo "renunciar" puede convertirse en "seguir". O en "vivir"; o en "amar"... Tu carta la leí a tiempo, justo cuando iba a renunciar a dejar de escribir en las orillas (que suele ser lugar donde nadie se para), porque todo va siempre tan deprisa, tan de "a paso borrado".
ResponderEliminarY justo ese "chispazo" tuyo ha hecho mi reaccionar.
Reconozco que tengo intriga por ese trabajador espléndido, que renuncia al trabajo de su vida para emprender la reconquista del amor. Preciosa tarea. Intuyo que más vivaz e iluminante, aunque también trabajosa.
Siempre es un placer leerte. Leer tus historias, tan cercanas; tan lejanas; tan tuyas; tan nuestras...
Je ne peux pas dire adieu aux vagues... mille soleils pour toi, mon bon ami.
(Y millones de gracias por destacar mi libro en tu perfil). Abrazos.
Amiga Clarisa:
EliminarTe aprecio como persona y te admiro como escritora. Es más, eres la única persona viva a la que admiro en lo literario. Eres vida, lo son tus actos y de ahí que tus textos se vean impregnados de vida.
La vida no es siempre un camino fácil. Al menos no lo es para quienes intentamos que en nuestros pasos se acompasen la emoción y la reflexión. Son muchas las veces en las que nos movemos a trompicones por sendas en las que muchos avanzan con paso resuelto.
Nuestro caminar por donde queremos estar y no por donde quieren que estemos lleva a travesías azarosas. Pero no estamos solos, Clarisa. Tú y los yuyos estáis donde os ha llevado vuestro sentir, lo fácil sería haberos quedado en donde establecía el “sentido común”.
Centrándome en lo literario, también yo me planteo de manera recurrente el alejarme de la publicación. No es secreto que no sé interactuar en Internet; y creo que mis limitaciones literarias son obvias. Pero hasta ahora siempre he acabado volviendo. Y te voy a ser sincero, amiga, lo hago básicamente por vuestro aprecio. Pero lo hago también por sentir una necesidad y un reto en el proceso comunicativo. No puedo negar que el compartir mis “enninaciones” me satisface y estimula. Por eso siempre acabaré volviendo mientras sienta que hay alguien, aunque sea una persona, que comparte mi curiosidad recreativa.
Sé que te gustará saber que confío en haber autopublicado un nuevo libro antes del fin de año: la obra contendrá algo viejo, algo nuevo y algo prestado.
Me gustaría mucho llegar a leer alguno de tus proyectos literarios de los que me has hablado. Si podemos compartir camino en alguno de ellos, cuenta con mi compañía.
Bueno, Clarisa, es siempre un estímulo el contar con tu compañía.
Un abrazo a todos.
Me parece interesante este rinconcito; me quedo por aquí.
ResponderEliminarUn beso lector.
Hola, Eva:
EliminarBienvenida. Gracias por tu compañía.
Me guta el estilo en el que está plasmada la carta. Por momentos formal, por momentos intrrumpida por escenas domésticas. Gran manera de llevar el mensaje adelante. Y creo qeu la canción (que no conocía, ni siquiera al autor) hace juego con ese estilo.
ResponderEliminarMuy buena entrada Nino, a la espera de la siguiente
Abrazo Calentano y rocanroleante!
Hola, Frodo:
EliminarGracias por la gracia de tu comentario agraciado. Confío en no caer en tu desgracia por incumplir mi propósito y no publicar la finalización de esta deliranza.
La causa no es ningún despropósito, sino que un alegrón de lo más rocanroleante: nuestra comúnmente admirada Clarisa ha publicado un nuevo libro; y no hacerse eco de esa noticia implicaría tener un corazón ingrato y una mente insensata. Y tú y yo, amigo Frodo, podemos permitirnos ser muchas cosas pero nunca seremos desafectos al afecto.
Un abrazo, compañero.
Hola:
ResponderEliminarHoy iba a compartir el final de esta delizanza laboral, pero acabo de recibir buenas noticias que me llevan a posponer su finalización en una semana.
Te pido disculpas, amable leyente.
!Je!
ResponderEliminarLas he leído al revés, pero eso es normal. Yo normalmente los periódicos y las revistas casi siempre las empiezo por el final, así es que no asido nada raro.
Pero me gusta creo que volveré por aquí.
Saludos
Hola, Erik:
EliminarLa publicación de esta “deliranza” es caótica y su contenido es diletante, lógico tu mareo.
Gracias por tu lectura comentada.
¡joer! HA SIDO " coño " Que no me he agarrao a ningún sitio.
ResponderEliminarEfectos de mi escritura mareasnte, disculpa Erik.
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