Ayer
quedé con un conocido al que no veía desde que se desató esta pandemia. A los
pocos minutos de haber empezado nuestro encuentro, yo sólo pensaba en la
libertad que sentiría al volver a casa. La vida de los otros (trabajo fijo,
pareja estable, comprar, tener,…) no me saca de mi laberinto. Los quiero, son
mis amigos, pero cuando vuelvo a casa tengo esa sensación tourneriana de haber
andado como un zombi.
Es
algo que me preocupa, pues me hace sentir ingrato e insensible.