En la vida real, suele ocurrir que lo que nos atrae de una persona termine convirtiéndose en lo que nos aleja de ella. La kriptonita de la convivencia puede suponer un recorrido por el calvario que separa el devocionario de la expectación al bestiario de la decepción, cuando comprobamos cotidianidades como que a nuestra princesa de la boca de fresa se le olvida enjaguarse las encías los días que acaban en “s” y las noches de los que terminan en “o”.
También, en esa sensación de ser “nuevos dioses” que
acompaña al sentirte nuevamente enamorado, puede pasarnos que en caso de
mantener el endiosamiento distante que en su momento nos funcionó como palpitante
del corazón ajeno –alguien debería
explicarme porqué el hacerte el difícil te lo pone fácil en la seducción–, acabemos
convirtiendo en apóstata de nuestro cariño a la que profetizábamos como nuestra
eterna apóstol; la cual se declara atea del titánico sacrificio que supone
idolatrar a un feo con ínfulas de Prometeo (y que, en su desilusión, lo del
fuego en la pasión lo deja siempre para luego).
En la vida ficcionada, suele ocurrir que lo que nos atrae de un personaje termine convirtiéndose en lo que nos aleja de él. Todos hemos acabado hartos de las camisas de Chiquito de la Calzada, de la gabardina de ‘Colombo’ y del bañador de Pamela Anderson. Excepción llamativa es la pervivencia de las camisetas de ‘Naranjito’, quizá por su valencia a ser entendidas como una exteriorización de la disposición del camisetero a ser partido a la mitad y exprimido por cualquier licuadora enloquecedora.
Al igual que los antiguos dioses del Olimpo murieron
al dejar el pueblo de creer en ellos, estos nuevos dioses –los iconos efímeros de
la cultura popular– suelen tener una vida fugaz como consecuencia de su
sobreexplotación mediática; y en cuestión de una temporada pasan de lucir en
los frontales de nuestras camisetas a arrugarse en el fondo de nuestros
armarios.
Una de las contadas excepciones a esta volátil condición de héroe por un día –ya decantada por David Bowie– es ‘Superman’. Héroe de cómic entre cuyas innumerables proezas destaca la de haber convertido su nombre singular en sustantivo común en nuestra lengua. Heroicidad que se convierte en gesta si tenemos en cuenta que su incorporación se produjo en plena héjira cultural de una dictadura analfabeta y anglófoba, que hacía que en España el güisqui se bebiera sin soda y a John Wayne se le apellidara “vaine”.
Gracias a nuestros padres, todos crecemos queriendo
ser buenos y justos. Gracias a ‘Superman’, algunos aprendimos que es más
poderosa una sonrisa que unos músculos.
Miguel Bosé - "Super Superman" (1979) HD
Aunque tú no lo creas, amable leyente, esta deliranza se originó tras la lectura de un relato escrito por David Rubio en su superblog: y es que lo de mercar la compra en el súper tiene mucho de castigo divino, cual subir y bajar una roca del monte Olimpo:
https://balasyestrellas.blogspot.com/2024/06/por-culpa-de-la-cola-del-supermercado.html
Bueno que se le va a hacer ... Si la princesa en cuestión fuera o fuese la dueña de aquel cerebrito que en la película del. "Jovencito Frankenstein" y que por error tomó, Igor (perdón Aigor) para el trasplante. Pues se lo perdonaremos.
ResponderEliminarHola, Erik:
EliminarComo buenos discípulos del Dr. Fronkonstein, sabemos que hay que ser prudentes a la hora de decir: “Podría ser peor, podría llover”. Así que en cercanía de “La princesa de la boca de fresa” mantengo una actitud silente que acalla mi ineptitud hiriente.
¿Quién necesita un cerebro teniendo una joroba?
Un abrazo.
Por eso es mejor elegir personas lo màs normales posible. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarQuizá no haya ilusión más arrebatadora que la de creer en la libertad de elección.
Un abrazo.
La verdad es que el relato de David es muy bueno e implica darle unas cuantas vueltas en la cabeza en ese compendio de humor negro y facilidad narrativa. El azar siempre está ahí y sobrevuela muchos de los flechazos de Cúpido hasta que se esfuman por la cruel rutina. Me gusta que Naranjito haya sobrevivido y sea un mito ahora je, je. Bueno y Súper, Súperman :)
ResponderEliminarAbrazos, Nino!
Hola, Miguel:
EliminarTanto tú como David, dentro de vuestros enfoques temáticos diferenciados, nos regaláis textos de calidad.
Acabo de malvender una carpeta escolar de ‘Naranjito’ por 10 €, así que me requetealegro de la mitificación de lo efímero.
Un abrazo.
He tenido que traducir el título para asegurarme de que te estaba leyendo. Te ha quedado super loco, Niño! Un beso.
ResponderEliminarHola, Ángela:
EliminarEl recurso al título en alemán –El de “Superhombre” es un concepto para el que soy inepto– fue un mero divertimento.
Un abrazo.
Muy destacado el planteo con que comienza y termina tu texto.
ResponderEliminarMe recuerda a alguna escena de Zenitram, un atolondrado superhéroe argentino, que imita la cita de Superman con Lois Lane, llevando volando a su amada, hasta un picnic en un lugar alto. Lo que no resulta bien, por el vertigo que puede tener una mujer sin el poder de volar.
El contacto cercano, prolongado, puede eliminar ese atractivo que tiene la imaginación o el no frecuentarse tanto. Otra posible desilusión, descubrir que esa diosa cosplayer es una terraplanista.
Pero tampoco sirve hacerse el indiferente.
John Constantine tal vez haya heredaro el abrigo de Columbo. Y que sensuales se veía Pamela Anderson, Carmen Electra y otras también, en esas mallas enterizas.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarIntentaré ver “Zenitram”, no la conocía –he visto que, al menos aparecen en ella 2 intérpretes españoles–. Sufro de vértigo físico y pasional, por lo que las historias que de alguna manera lo abordan, como limitación física o motor afectivo, me interesan.
Coincido contigo en que la sobreexposición física con tu pareja suele llevar al tedio, aunque en mi caso encuentro tediosa toda relación afectiva o laboral basada en lo repetitivo. De ahí mi situación habitual de desempleado y desemparejado.
¡Menudos calambres me daba el ver a Carmen Electra!
Un abrazo, demiurgo.
Siempre me gusto esa canción. Y si solo estas con una persona por el fisico termina aburriéndote. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, Citu:
EliminarSin perder su efervescencia, el paso del tiempo asienta en la cultura popular a muchos éxitos ‘pop’.
El físico atrae mi atención sensorial pero no despierta mi atención emocional.
Un abrazo.
Acabo de leer el estupendo relato de David y el tuyo aunque más intimista no le va a la zaga : ) Además pienso que tienes muchísima razón, lo que nos atrae de alguien a la postre puede terminar con la relación y si no, fíjate en todos esos tipos en modo canalla, los malotes duros y macarra de ahora, que tanto atraen a algunas mujeres.. es por esto que hacerse el duro atrae porque el peligro resulta y irresistible y mucho más un reto, esa sensación de conquistar resulta muy atractivo, por eso cuando te lo ponen fácil se pierde el interés, sobre todo si de mano no existe jajaja a mi no me gustan nada los supermanes, ni los de verdad, ni los que se lo hacen aparentando serlo sin ser así y aun menos los chulos malotes jaja me gusta la gente natural sin grandilocuencias, tal cual y sobre todo que traten bien a la gente, de hecho en mi caso me ocurre lo contrario de lo que cuentas, de mano siempre me llaman la atención las virtudes no los defectos, esos se ven más tarde, aunque nunca es demasiado tarde para echar a correr jaja me ha gustado mucho tu texto, un abrazo fuerte NINO!!
ResponderEliminarHola, elogiosa MARÍA:
EliminarGracias por tus elogios, pero como buen lector reconozco que la calidad de los textos davidianos es súper, mientras que la de los ninianos es normal (otra cosa es que la ramplonería imperante los dote de una aparente mayor calidad).
Sin haber sido casquivano, fui promiscuo (siento acertado el usar tiempo pasado, pues no soy el que fui) Y lo que fui y soy es afortunado: solo di con una mujer abusiva (aunque debo admitir que, para mi pasmo, no fue en la adolescencia, sino que al final de la treintena). Me atraen las mujeres independientes, pero no las autosuficientes.
En amistades no he mantenido ninguna con personas abusivas. Las evito desde la época de parvulitos. Ya entonces me llamaba la atención el que ciertos condiscípulos “mierdecillos” obtenían el reconocimiento de ser fuertes por abusar de los compañeros débiles. Reconocimiento que era refrendado por los maestros, que mostraban tolerancia hacia esos abusos e incluso llegaban a otorgar la condición de cuidadores a estos abusadores. En mi caso, sin ser malote fui/soy rarote, lo que me aún me imprime de una patina de atractivo ante ciertas observadoras miopes que vislumbran a Mr. Hyde donde está el Dr. Jekyll.
Leerte me ha hecho volar en los recuerdos, gracias MARÍA.
¡Hola, Nino! Jo, la camiseta de Naranjito. Cuánta razón tienes con eso de la kriptonita de la rutina. Lo poco gusta, lo mucho empacha, incluso en las relaciones personales. Lo curioso, al menos en mi caso, es que pasado el tiempo de ayuno, aquello que adoramos, pero que luego nos cansó, vuelve a hacernos tilín. Prueba de ello es que al ver tu referencia a Chiquito ya llevo como cuatro "Comorrr..." "ese fristro pecadooor" y presumo que andaré con ello el fin de semana, ja, ja, ja...
ResponderEliminarPor supuesto, muchísimas gracias por tu mención. Sobre todo, me alegra mucho que ese relato te haya inspirado esta reflexión y, por ende, invitarnos a los demás a sumarnos al debate. Un fuerte abrazo!!
Eliminar¡Naranjas, David!
Sí el maldito ‘Naranjito” es ahora bendito. Mira que se nos machacó con su omnipresencia comercial y ahora me arrepiento de tooodo el material naranjero que tiré.
Respecto a Chiquito, lo descubrí en una tarde de resaca en la que estaba tumbado sobre el mandor a distancia de la tele (tal era mi estado de trastornor que ni me enteré) y por Canal + echaban la peli de “Condemor”. Aquel torpedor de película fue mejor cura para mi caidita resacosa que cualquier fistro de medicamento. Como la popularidad de Chiquito por entonces era enorme, pude resarcirme de haberlo descubierto a destiempor.
Tu relato es súper pecador, ¡¿te das cuén?!
¡Un abrazor y al ataquer con el fin de semana!
La fina línea que separan tus deliciosas ocurrencias que me encantan a tus puñeteras manías que me sacan de quicio :)
ResponderEliminarLa rutina lo muele todo, por eso Bolaño decía que sólo sobreviven los inventores, los que son capaces de añadir capas de locura a eso que llamamos realidad.
Un abrazo
Hola, Beauséant:
EliminarY es que del ingenio al desquicie hay sólo un paso. De ahí que la belleza gane con el silencio y el encanto, con la distancia.
Hace ahora cuatro años nos esforzábamos por retornar a una rutina que nos había sido privada durante el confinamiento. Alguien tan despegado como yo, añoraba ver gente. Bastaron unos breves encuentros enmascarillados para que volviera a recordar que encuentro ordinario tanto el esfuerzo como lo rutinario.
Para lo ordinario no hay vacuna, para el Covid –por suerte– SÍ.
Un abrazo.