Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte.
El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial.
¡Gracias por venir y enloquecer!
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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre
“¿Te acuerdas cuándo?” es la peor manera de comenzar una conversación
Alabama 3 - Woke Up This Morning | Belladrum 2023 | BBC ALBA
Me levanté esta mañana y descubrí que el sol que nos estaba siendo tan esquivo había venido a visitarnos. Me puse contento y empcé a cantar olvidando mi mal aliento:
"I'm gonna take you down, deep down to the frontline... (Deep down)"
Como buena mañana norteña, el cielo presentaba sus claroscuros, lo que me permitió salir con una chaqueta por alforja en la que guardar dos pares de gafas –prolectura y antisol–, un botellín con agua, un lápiz y una libreta –por eso de si mi divagar me acercaba a algún parnaso creativo–. Ahora que, pese a mi inmadurez, me encamino a hacerme viejo, suelo salir de casa tan equipado que en vez de irme de paseo parece que me voy a Borneo.
"Woke up this mornin', got yourself a gun. Your mama always said you'd be the chosen one."
Estaba sentado, absorto en mis ensoñaciones, cuando alguien pronunció el nombre por el que figuro asentado en el registro civil. A la tercera citación, me di por aludido y miré al invocador, temiendo que fuera alguno de aquellos señores vestidos de chándal que merodeaban por el parque; y que me estuviera retando a echarle una carrera, por eso de quedar bien ante sus nietos.
Quien me habló era un antiguo compañero de instituto, que se había convertido en turista accidental de su antigua ciudad. La celebración este domingo de un atractivo partido de fútbol lo había atraído a Gijón antes de lo previsto.
Tras haberme recordado quién era (él), se olvidó de preguntarme cómo estaba (yo).
"When you woke up this mornin' and all that love had gone."
Mis tripas empezaron a avisarme de que llegaba el momento de irme a casa, para no tardar en saborear la comida de desenlatada que debía recalentar. Así que rechacé la invitación del aparecido a ir a compartir unas sidras; y, tras desearle un buen día y un mejor regreso a su casa, me despedí sin mostrar intención de saber más de él y de sus treinta años de gloria que aún le quedaban por glosarme.
El desconocido se ofreció a acompañarme un rato, así que opté por tomar el camino de vuelta más corto. Me habló de forma apurada sobre su vida exitosa y de su glamurosa esposa, a la que me presentaría la próxima vez que nos volviéramos a ver. Llegados a mi portal, intentó seguir aireando éxitos, entre los que no estaba el de lograr atrapar mi atención.
"Your papa never told you about right and wrong."
A mi hambre de fiambre se unió la urgencia por ir hogaño al baño –que como ya no soy aquel alumno hirsuto de instituto al que mencionaba el desconocido, mi cuerpo cincuentón encuentra difícil frenar la micción–, así que tras una brusca despedida me fui sin tiempo para aceptar su sugerencia de intercambiar nuestros números de teléfono, que el muy alegre tenía toda la pinta de ser uno de esos hombres felizmente casados que no se cansan de mandarte por WhatsApp, a escondidas de sus esposas, videos de jovencitas gozosas de no estar unidas a él.
No sé por qué me acordé del fallecido James Gandolfini. Más bien de la psiquiatra que oía sin escuchar sus confesiones en la teleserie «Los Soprano». Quizá, al final, la vida sea un sueño; pero hay momentos en los que escuchar la de otros se convierte en pesadilla.
"Yeah, I know you, you just can't help yourself, yeah."
Hola, Ángela: Lo que aquí cuento no es un cuento fabulado ni un reportaje realista, es la narración personal de un encuentro desparejado entre mi desinterés y su petulancia. Un abrazo,
jajaja me recuerdas a mi hija, que desde peque, cada vez que salíamos de viaje necesitaba el baúl de la Piqué… llevaba más equipaje ella, que todos juntos ; ) ahora mismo si miras su bolso, te puedes encontrar desde un ordenador, a un mini botiquín, a un instrumento de esos que lo mismo abre una puerta, que te corta las uñas, que te enciende la luz al llegar a casa y cien mil artilugios más, terminará con el hombro dislocado, siempre se lo digo: )
Me ha encantado este episodio de tu mañana dominical jajaja lo has contado con tanta gracia y estilo, que espero no lo lea tu amigo porque le romperías el corazón. Lo peor de esta vida que va contando su vida en cómodos fascículos a todo el que se encuentra es que están tan encantados que no se dan cuenta que el pobre que les escucha está haciendo un soberano esfuerzo por no dormirse, pero en fin.. son cosas de la edad, al final todos terminaremos contando nuestras batallitas como los abuelos, eso si llegamos a abuelos ; ) Mil gracias un abrazo muy fuerte y feliz semana, a ser posible sin encontrarte más compis de estos del pasado : )
Hola, recordante MARÍA: Tu hija es prolija en rellenar su bolso de objetos utilizables, yo soy vehemente en vaciar mi mente de recuerdos sobrantes. No soy persona previsora, no me planteo el futuro ni me preocupa lo posible que no es probable. Nunca me he visto en una situación angustiosa, ni siquiera en trasuntos vitales, lo que hace de mí alguien despreocupado. Únele mi condición de despistado y el resultado es que en mis viajes suelo llevar un equipaje de mano o una bolsa de viajes: si voy al sur, no me planteo que llueva o haga frío; si subo al norte, no llevaré bañador ni abanico. Respecto a que el reencontrado se de por enterado de esto que he narrado, es algo improbable pero no imposible. Mayores sorpresas me he llevado al enterarme de innombrables que leían y leen este blog sólo para saber si aparecían/aparecen nombradas. Soy de los que cuentan sus batallas diarias como si fueran gestas heroicas. El que lleve una vida tranquila no la convierte en aburrida. El que me leáis personas ingeniosas es lo que hace de mis enninaciones cotidianas unas fabulaciones amenas. Un abrazo, ingeniosa MARÍA.
Hola, anónimo: El que me defina como decrépito no conlleva que lo haga con estrépito, el ruido y las nueces sólo combinan bien si los desdramatiza Shakespeare. Con Beatriz compartí regaliz.
Te felicito por mantener la condición de inmadurez, que es un requisito para la creatividad. Algo que se nota en tu escritura. Un ejemplo es como describiste a ese personaje, con méritos para ser parte de una ficción.
Creo que puedo contestar esa pregunta (alguna vez quería usar esta frase de ficción) Es que la mencionada psiquiatra es inolvidable. Saludos.
Hola, Demiurgo: Je je… Si mi inmadurez se nota en mi escritura, ni te imaginas lo que se aprecia en mi grafía: parece la de un niño, no la de un Nino. Sí, no estoy adulterado por la vida, de ahí que tenga un alto componente adolescente en mi persona adulta; aunque mi personaje literario se las da de intelectual de la universidad de la vida, es un párvulo vital. Sí, el personaje de la psiquiatra era muy interesante. No me gustó cómo evolucionó, pero es que en general no me gustó como avanzó la serie en general. Un abrazo, Demiurgo.
Divertida manera de narrar un encuentro o casi mejor dicho un desencuentro je, je. Como bien sugieres, -no pregunto por ti-, hay personas encantadas de haberse conocido e incluso osan a estar enamoradas de sí mismas. Se las conoce porque solo hablan de lo "suyo". Abrazos, Nino, y suerte en la próxima salida :)
Hola, Miguel: Como bien escribes, la mejor definición de lo ocurrido es “desencuentro”. Entiendo que la gente se tenga en buena estima, prefiero que me hablen de sus alegrías que de sus penas… Pero de ahí, sin venir a cuento, el que me largase un simple funcionario sus logros económico-profesionales; el que afirmase, a un lugareño, que su ciudad natal le parecía poco viva comparada con Barcelona… No sigo, no sigo, que me pongo atómico. Un abrazo.
Hola, J. P. : Lamento que se te activen ciertos controles al comentarme, mientras que a otras insultantes Google no les pone ninguna cortapisa. Un abrazo.
Hola, Citu: Reconozco que soy de natural distante y que el envejecer me está acercando a la misantropía. Pero ya de niño me asqueaban (y no lo ocultaba) los prepotentes. Un abrazo.
¡Me has asustado! En un principio pensé que me habías estado vigilando al salir a mis paseos , incluso hasta con el desconocido que duras penas consigo quitarme de encima a veces... Luego ya me tranquilice. Yo ya voy por los setenta. Salud.
Hola, Erik: Es curioso el que sufras ese seguimiento por parte de un desconocido, quizá sea alguien a quien no le guste pasear solo y te use como acompañante distante. En mi caso, ese fantasma del pasado se evaporaba hoy. No soy una persona atenta a su entorno, por lo que es raro que repare en con quien coincido (mi inteligencia visual es muy limitada). Un abrazo.
Niño, estas situaciones se dan. Eventos ocasionales de incordiodeclos cuales uno busca desembarazarse lo más pronto posible. He vivido estos momentos y que latudos son. Un abrazo. Carlos
Hola, Carlos: Por suerte reaccionamos ante lo que nos desagrada aunque se nos presente de forma repetida. Los momentos latudos y las situaciones latosas no me gustan ni enlatados en el recuerdo. Un abrazo,
¡Hola, Nino! Míralo por el lado bueno, el tipo te regaló la inspiración para escribir una nueva entrada, así que algo te aportó ese inesperado encuentro, ja, ja, ja... El relato es una delicia. Tiene ironía, crítica y fluye como lo hacen las vivencias personales cuando se trasladan a las letras. Frases como "siguió aireando éxitos entre los que no estaba atrapar mi atención", me han llevado a Hammet, Chandler, perfectamente podría haberla dicho Spade o Marlowe en un relato cotidiano pero significativo al estilo Carver. En efecto, hay gente encantada de conocerse y de hacérselo saber al resto como si de esa forma se reafirmaran en su mentira. Magnífica publicación, Nino. Un abrazo!!
Hola, David: Uno puede ser muso de las inspiraciones menos esperadas: como quien al pasar recuerda a quien lo huele la conveniencia de ducharse; o como quien al contra sus logros nos recuerda el juego del parchís, por eso de comer 1 y contar 40. Lo preocupante es que a este uno, que sin ir de bárbaro evita a los vulgares y a las corrientes, lo inspire la vulgaridad de quien miente hasta en su edad. Llamativa tu mención a Spade y Marlowe. Estoy releyendo algunos volúmenes de la colección “Serie negra” editados a principios de los años 70 por la editorial argentina Tiempo Contemporáneo: la llegada de ese fatuo me interrumpió la lectura de “Un hombre llamado Spade”. Hace tiempo que no leo alguna obra de Raymond Carver, toda la polémica que acompañó a la figura de su editor me acabó alejando del interés por Carver. Voy a buscar mi ejemplar de “Furious Seasons and Other Stories”. Gracias por tu comentario y el estímulo que trasmite, David.
Estaba encantado de conocerse. Un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarReconozco que no soy el mejor escuchante de automombos ajenos, pero me incomodó bastante su actitud.
Un abrazo.
Este es uno de esos textos tan tuyos que me cuesta descubrir si lo que cuentas es verdad o solo una excusa para dar rienda a tu imaginación. Un beso.
ResponderEliminarHola, Ángela:
EliminarLo que aquí cuento no es un cuento fabulado ni un reportaje realista, es la narración personal de un encuentro desparejado entre mi desinterés y su petulancia.
Un abrazo,
jajaja me recuerdas a mi hija, que desde peque, cada vez que salíamos de viaje necesitaba el baúl de la Piqué… llevaba más equipaje ella, que todos juntos ; ) ahora mismo si miras su bolso, te puedes encontrar desde un ordenador, a un mini botiquín, a un instrumento de esos que lo mismo abre una puerta, que te corta las uñas, que te enciende la luz al llegar a casa y cien mil artilugios más, terminará con el hombro dislocado, siempre se lo digo: )
ResponderEliminarMe ha encantado este episodio de tu mañana dominical jajaja lo has contado con tanta gracia y estilo, que espero no lo lea tu amigo porque le romperías el corazón. Lo peor de esta vida que va contando su vida en cómodos fascículos a todo el que se encuentra es que están tan encantados que no se dan cuenta que el pobre que les escucha está haciendo un soberano esfuerzo por no dormirse, pero en fin.. son cosas de la edad, al final todos terminaremos contando nuestras batallitas como los abuelos, eso si llegamos a abuelos ; ) Mil gracias un abrazo muy fuerte y feliz semana, a ser posible sin encontrarte más compis de estos del pasado : )
Hola, recordante MARÍA:
EliminarTu hija es prolija en rellenar su bolso de objetos utilizables, yo soy vehemente en vaciar mi mente de recuerdos sobrantes.
No soy persona previsora, no me planteo el futuro ni me preocupa lo posible que no es probable. Nunca me he visto en una situación angustiosa, ni siquiera en trasuntos vitales, lo que hace de mí alguien despreocupado. Únele mi condición de despistado y el resultado es que en mis viajes suelo llevar un equipaje de mano o una bolsa de viajes: si voy al sur, no me planteo que llueva o haga frío; si subo al norte, no llevaré bañador ni abanico.
Respecto a que el reencontrado se de por enterado de esto que he narrado, es algo improbable pero no imposible. Mayores sorpresas me he llevado al enterarme de innombrables que leían y leen este blog sólo para saber si aparecían/aparecen nombradas.
Soy de los que cuentan sus batallas diarias como si fueran gestas heroicas. El que lleve una vida tranquila no la convierte en aburrida. El que me leáis personas ingeniosas es lo que hace de mis enninaciones cotidianas unas fabulaciones amenas.
Un abrazo, ingeniosa MARÍA.
Quédate con lo bueno, pasados tantos años te ha reconocido, así que no estás tan decrépito como te pintas. Besos 😘😘
ResponderEliminarHola, anónimo:
EliminarEl que me defina como decrépito no conlleva que lo haga con estrépito, el ruido y las nueces sólo combinan bien si los desdramatiza Shakespeare.
Con Beatriz compartí regaliz.
Te felicito por mantener la condición de inmadurez, que es un requisito para la creatividad. Algo que se nota en tu escritura.
ResponderEliminarUn ejemplo es como describiste a ese personaje, con méritos para ser parte de una ficción.
Creo que puedo contestar esa pregunta (alguna vez quería usar esta frase de ficción) Es que la mencionada psiquiatra es inolvidable.
Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarJe je… Si mi inmadurez se nota en mi escritura, ni te imaginas lo que se aprecia en mi grafía: parece la de un niño, no la de un Nino.
Sí, no estoy adulterado por la vida, de ahí que tenga un alto componente adolescente en mi persona adulta; aunque mi personaje literario se las da de intelectual de la universidad de la vida, es un párvulo vital.
Sí, el personaje de la psiquiatra era muy interesante. No me gustó cómo evolucionó, pero es que en general no me gustó como avanzó la serie en general.
Un abrazo, Demiurgo.
Divertida manera de narrar un encuentro o casi mejor dicho un desencuentro je, je. Como bien sugieres, -no pregunto por ti-, hay personas encantadas de haberse conocido e incluso osan a estar enamoradas de sí mismas. Se las conoce porque solo hablan de lo "suyo".
ResponderEliminarAbrazos, Nino, y suerte en la próxima salida :)
Hola, Miguel:
EliminarComo bien escribes, la mejor definición de lo ocurrido es “desencuentro”.
Entiendo que la gente se tenga en buena estima, prefiero que me hablen de sus alegrías que de sus penas… Pero de ahí, sin venir a cuento, el que me largase un simple funcionario sus logros económico-profesionales; el que afirmase, a un lugareño, que su ciudad natal le parecía poco viva comparada con Barcelona… No sigo, no sigo, que me pongo atómico.
Un abrazo.
Es que hay personas que son insufribles y escucharlas e s un reto. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, J. P. :
EliminarLamento que se te activen ciertos controles al comentarme, mientras que a otras insultantes Google no les pone ninguna cortapisa.
Un abrazo.
Es que hay personas que son insufribles y escucharlas es un reto. Te mando un beso.
ResponderEliminarHola, Citu:
EliminarReconozco que soy de natural distante y que el envejecer me está acercando a la misantropía. Pero ya de niño me asqueaban (y no lo ocultaba) los prepotentes.
Un abrazo.
¡Me has asustado! En un principio pensé que me habías estado vigilando al salir a mis paseos , incluso hasta con el desconocido que duras penas consigo quitarme de encima a veces...
ResponderEliminarLuego ya me tranquilice. Yo ya voy por los setenta.
Salud.
Hola, Erik:
EliminarEs curioso el que sufras ese seguimiento por parte de un desconocido, quizá sea alguien a quien no le guste pasear solo y te use como acompañante distante. En mi caso, ese fantasma del pasado se evaporaba hoy.
No soy una persona atenta a su entorno, por lo que es raro que repare en con quien coincido (mi inteligencia visual es muy limitada).
Un abrazo.
Niño, estas situaciones se dan. Eventos ocasionales de incordiodeclos cuales uno busca desembarazarse lo más pronto posible. He vivido estos momentos y que latudos son. Un abrazo. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarPor suerte reaccionamos ante lo que nos desagrada aunque se nos presente de forma repetida. Los momentos latudos y las situaciones latosas no me gustan ni enlatados en el recuerdo.
Un abrazo,
¡Hola, Nino! Míralo por el lado bueno, el tipo te regaló la inspiración para escribir una nueva entrada, así que algo te aportó ese inesperado encuentro, ja, ja, ja... El relato es una delicia. Tiene ironía, crítica y fluye como lo hacen las vivencias personales cuando se trasladan a las letras. Frases como "siguió aireando éxitos entre los que no estaba atrapar mi atención", me han llevado a Hammet, Chandler, perfectamente podría haberla dicho Spade o Marlowe en un relato cotidiano pero significativo al estilo Carver.
ResponderEliminarEn efecto, hay gente encantada de conocerse y de hacérselo saber al resto como si de esa forma se reafirmaran en su mentira. Magnífica publicación, Nino. Un abrazo!!
Hola, David:
EliminarUno puede ser muso de las inspiraciones menos esperadas: como quien al pasar recuerda a quien lo huele la conveniencia de ducharse; o como quien al contra sus logros nos recuerda el juego del parchís, por eso de comer 1 y contar 40.
Lo preocupante es que a este uno, que sin ir de bárbaro evita a los vulgares y a las corrientes, lo inspire la vulgaridad de quien miente hasta en su edad.
Llamativa tu mención a Spade y Marlowe. Estoy releyendo algunos volúmenes de la colección “Serie negra” editados a principios de los años 70 por la editorial argentina Tiempo Contemporáneo: la llegada de ese fatuo me interrumpió la lectura de “Un hombre llamado Spade”.
Hace tiempo que no leo alguna obra de Raymond Carver, toda la polémica que acompañó a la figura de su editor me acabó alejando del interés por Carver. Voy a buscar mi ejemplar de “Furious Seasons and Other Stories”.
Gracias por tu comentario y el estímulo que trasmite, David.