Descansen todos en paz.
Otto Preminger no dejaba que la realidad maculara sus películas. En el filme Cara de ángel (1952), Preminger no estaba contento con el resultado de una escena en la que Robert Mitchun abofeteaba a Jean Simmons. Hizo repetir la escena hasta llevar a Simmons a llorar de dolor. Entonces ordenó cortar. La toma era perfecta.
Jean Simmons solloza en más momentos de la película, atrapada por una pasión enfermiza y criminal hacia alguien que no pertenece a su mundo. Simmons interpreta a una burguesa obsesionada con un proletario. Quizás mi mujer en la lluvia pasaba ahora a ser una hija de Electra, y yo había trasmutado de policía desencantado a conductor atrapado en una relación destructiva de la que no quiere salir.
Aunque en teoría prefiero las ligazones en blanco y negro, me acabo desviviendo por ese gris que tan bien retrata Preminger.
Mi condición fetichista se manifiesta en mi pasión por el coleccionismo de carteles de cine.
En una entrevista que me realizó el diario La voz de Asturias el 22 de noviembre de 1992, hablo en un momento dado de los que son mis carteles favoritos, y destaco la ilusión que me haría conseguir un programa original de la película Cara de ángel. Con el paso del tiempo, lo tuve frente a mí en una plaza porticada de Bilbao donde los domingos se mercadea con quimeras.
No compré el cartel.
Creo que es bueno tener siempre un sueño que me haga seguir buscando. Pues al buscar, aprendo.
Ha muerto Jean Simmons. Su sueño de inmortalidad seguirá vivo mientras hablemos de ella.
Cuidaros en este domingo de color tan especial.
© Nino Ortea. Gijón. 24/I/2010
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