En realidad, vamos para atrás.
Usándome como objeto de investigación, a mis 44 años veo que:
-Soy más pelón que cuando gateaba.
-No es nada raro que me desplace a 4 patas tras abusar de los biberones.
-Me sigue cayendo la baba ante lo que me gusta.
¡Y, encima, van y vuelven los discos de vinilo!
Así que, me temo que desacordes como estos son los que nos esperan en menos tiempo del que yo tardaré en desandar a tu lado.
Así que, en medio de esta vuelta al pasado:
¡Mañana, cuando me despierte, quiero volver a hacerlo contigo!
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