Mi madre me había dicho que llegarían días como éste, en los que sentiría que lo que me convierte en raro es mi habilidad anómala para disfrutar de lo que los demás prescinden.
Mi cerebro me dijo que llegarían días como éste, en los que, sin más razón que la ilusión, mi imaginación comprende que, sin saber el cómo ni buscar el porqué, dejo de pensar que lo imaginable es imposible.
Mis tripas me han dicho que llegaban días como éste, en los que la calma y la pereza no adormecen a mi desvelado instinto frente a cualquier desvelo.
Mi corazón me dice que habrá más días como éste, en los que el pasado no cuenta y el futuro no inquieta.
Me encanta tenerte en mi vida en días como éste.
¿Bailamos?
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