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sábado, 24 de julio de 2010

Una de vaqueros: Desperadoes 1/2



Desperadoes. Serie limitada. 5 cómics. Editorial Planeta.

Guión: Jeff Mariotte.

Dibujo: John Cassaday.



Nos encontramos con un trabajo en el que el guionista Jeff Mariotte, aprovechándose de las posibilidades y flexibilidad del western, alterna elementos típicos de este género con otros recursos ajenos a él, como asesinos en serie con poderes paranormales. Aunque, en realidad, esta inclusión no es ninguna novedad; pues ya a finales del siglo XVII el escritor norteamericano Charles B. Brown incluía el terror y lo paracientífico en sus relatos.



La acción se sitúa en un contexto concreto, el oeste norteamericano de 1879; época crucial para los EE.UU., pues bajo la presidencia de Grover Cleveland el país sufrió un periodo de depresión industrial, con un elevado desempleo y numerosas huelgas. Mariotte adopta una estética cercana al Spaghetti Western. El feísmo y la ausencia de lirismo priman en sus descripciones, la violencia es desmedida, la sangre lo llena todo y los cargadores nunca se quedan vacíos pese a su continuo uso. El guionista recurre al retrato psicológico tanto para justificar las acciones de su grupo salvaje de justicieros como las del asesino.

El cabalgar de estos jinetes de leyenda aparece trazado por un fatalismo, que impide a los personajes alejarse de un violento mundo llamado a desaparecer frente a los tiempos modernos. Permuta ejemplarizada en el personaje que actúa de narrador — de aspecto frágil y modoso— cuyo comportamiento está muy alejado del ideal fronterizo, incluso en detalles tan espirituosos como el que beba coñac y no güisqui.



Es curioso que este “petimetre” sea un agente de la agencia de detectives Pinkerton, la cual tras un pasado glorioso —en el que llegó a organizar el servicio secreto del ejército de la Unión— se encontraba en aquella época dedicada a reventar huelgas, como la ferroviaria de 1887. La sensación de encontrarnos en un momento de cambios, en el que nada es lo que parece, se ve desarrollada por el hecho de que los justicieros que buscan detener al sádico asesino de niños mestizos, sean perseguidos por la justicia. O por las muestras evidentes de un racismo institucional ya por entonces ilegal y que aún hoy en día es evidente en leyes intolerantes como la de inmigración del estado de Arizona. Parece ser que entre las cosas que se llevó el viento, están las promesas de cambio del falsario de Barack Obama.

Pero bueno, mejor pienso mañana estas reflexiones en mi lejana Tara y ahora continúo con mi acercamiento a Desperadoes.



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