Querido
diario:
Sigo intentando
cambiar para ser mejor, adaptarme a aquello que los preclaros esperan de mí y
desarrollar el potencial que yo desaprovecho pero ellos aseguran ver en mí.
Imagino que esa perspectiva que les permite saber mejor que yo lo que es mejor
para mí se la otorga su caminar erguido, mientras que el mío es balanceado. Ellos
son sapiens y yo amediensis. Ahora
mismo me están observando para asegurarse de que redacto correctamente; no hace
mucho habría maldicho que me
vigilaban para cerciorarse de que escribía lo correcto. ¡Creo que voy
mejorando!
Hoy me
parece que finalmente he aprendido a adaptar mis reacciones a sus espectadores,
con ello quiero alejarme de mi desmesura y acercarme a su canon de equilibrio.
Ser uno más y así logar que dejen de mirarme como si fuera una bestia
enjaulada, cuando lo que quiero es ser un animal amaestrado. El que te digan
qué, cómo y cuándo tienes que hacer algo ayuda a que lo hagas de la manera que
se espera. Si sigo ensayando lograré que mi comportamiento parezca natural en
vez de impuesto. Hace tiempo que no busco ser mono, sino estarlo. ¡¡Creo que ya
estoy evolucionando!!
Esta tarde
me he reunido con un par de adaptados. Ha sido muy emocionante ver cómo eran
capaces de hacer todo el tiempo lo esperado y no lo deseado. Se adaptaban a
quienquiera que tuvieran cerca y a cualquiera que fuera el lugar en que nos
encontráramos. Eran capaces de hacer o decir lo apropiado para así ser siempre aceptados.
Su educación ha anulado ese instinto que a mí me convierte en distinto. Ya no
comen cuando tienen hambre, ni se rascan donde les pica, sino que son capaces de
ocultar sus ardores como candores, para así lograr formar parte de la manada
sin que nadie los señale o los condene a la soledad. Al despedirnos me han
invitado a ir este domingo a ver un partido de balompata. Aunque hasta esa propuesta consideraba vulgar eso de ver
a veintidós primates hacer el primo, he aceptado encantado su invitación a que
les compre las entradas para el partido y me permitan acompañarlos. Después de
todo, se supone que no hay espectáculo que más aprecie un macho de mi especie.
¡¡¡Creo que me estoy integrando!!!
En cuanto
acabe de escribirte, me pondré a practicar los ejercicios de integración que he
aprendido hoy. Debo ejercitarme en perseguir al débil, apoyar al fuerte,
criticar al ausente y maldecir al diferente. Este domingo mis nuevos amigos me
pondrán a prueba antes del partido: sólo tengo que gritar sus consignas e
insultar al contrario, para concluir como se espera la primera fase de mi rito de
iniciación. Después de mi etapa de sumisión, afrontaré ante su tribunal de
buenas costumbres un prejuicio de aceptación, si lo supero iniciaré finalmente el proceso de integración. ¡Qué
ganas tengo de dejar de ser un tonto engreído para empezar a ser uno de tantos
diluidos!
Eso sí, mi
querido diario, si el domingo me aceptan tendré que dejar de escribirte,
aparentar que te aborrezco y simular que me aborrego. No te lo tomes como algo
personal, es un mero requisito evolutivo. Esto de escribir cartas en papel es
de atrasados neandertales, como buen cromañón tendré que pintarrajear garabatos
en las paredes. Debo aferrarme a esta oportunidad de evolución para evitar mi
extinción.
Por siempre
tuyo (hasta este domingo):
El otrora Nino
Ya había pasado DEMASIADO tiempo sin leerte.
ResponderEliminarEl curso es totalmente absorbente, pero intentaré organizarme y no perderme más entradas tan magnificas.
Sigue así que me encanta todo lo que publicas.
Un saludo :)
Buenos días, Sara:
EliminarGracias por encontrar un momento para desabosorverte de tus estudios y venir a enloqueleer.
Veo que has publicado una entrada en tu blog. Ahora me paso a disfrutarla.
Un abrazo.
Haré todo lo posible por seguir sacando tiempo para leerte, me encanta pasar por aquí.
EliminarUn saludo :)
Buenos días, Sara:
Eliminargracias por tus visitas.
Ahora te leo.
A veces pienso, que tal y como "evoluciona" la sociedad, quizá sea mejor no hacerlo, no para dejar este legado tan triste a nuestros hijos... O, mi teoría, al humano le debió picar el bicho de "la maldad" allá por el Cro.Magnon, y a estas alturas, somos una sociedad des-humana avanzada, en eso justo: maldad. Así, aquellos que tuvieron suerte, y sus ancestros no fueron "picados" por ese "bicho", han evolucionado al margen, y por supuesto, no son entendidos. ¿Pero qué importa?.
ResponderEliminarMe gusta mucho como llevas tu evolución, sobre todo como lo describes y escribes. "aparentar que te aborrezco y simular que me aborrego". Esa frase, entre otras, me descoloca y me encantó. Habría sólo con ella, para una tesis o un ensayo, y nada primitivo, je.
Siempre paso un buen rato entre tus palabras. Saludos, que vaya muy bien.
Buenos días, Clarisa:
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Me parece muy interesante tu reflexión sobre hasta qué punto la pérdida de la inocencia, o tal y como escribes ‘la picadura del dicho de “la maldad” allá por el cromañón’ es uno de los rasgos que marca la evolución humana. Somos crueles con los ausentes, los débiles o el primero que marcha de una fiesta. Nos hacen reír las caídas y los golpes de los actores en el teatro de la vida y nos reconfortan los males de los otros, de los que no son de nuestro grupo; hasta el punto de que definimos como “justicia poética” (para los creyentes rencorosos “justicia divina”) el que quienes nos disgustan sufran penalidades.
Sin proponer el revisionismo de la teoría de “El buen salvaje”, está claro que el vivir en sociedad nos desvirtúa, hasta el punto de que confundimos lo ético con lo moral y entendemos lo legal como justo. En esta era de correveidiles quien no mantiene las apariencias y guarda el paso es señalado como un alienado.
Yo soy el primero que al juntarme pierdo mi individualidad y me convierto en masa, de ahí que evite asistir a actos multitudinarios y huya, que no evite, las aglomeraciones.
Me llama la atención la aceptación social que tiene el desvirtuarse. En esta época de cantos a la “belleza interior” todo el mundo cuida su aspecto, sus modos y apariencias. Estamos atrapados entre el “posibilismo” y la “empatía”; si no se prejuzga que nuestros actos se orientan a la aprobación social, se nos culpa de “egocentrismo” y se nos culpa de “mediocres”.
Como te escribí al principio, Clarisa, tu reflexión me parece muy interesante. Creo que voy a seguir pensando sobre ella.
Salud y suerte.
Si es que se supone que la mayoría lleva razón... eso es algo que yo jamás comprenderé muy bien, mucho menos a la hora de tratar a otro ser idéntico a nosotros (aunque en ocasiones eso de "idéntico da también qué pensar)... hacia donde vamos? creo que sabemos... No todos, espero...
ResponderEliminarNo sé si es que me he enredado en tantas ideas que me vinieron a la mente, pero entre lo de evolución e involución, recordé esta imagen:
http://1.bp.blogspot.com/-JNtv-VOvYVs/TjkrAbiI6yI/AAAAAAAAAPE/bbrgwZeerM4/s1600/ape-man-evolution.jpg
A ver si llega a ser una parte de nuestro "desarrollo" :s
No sé cómo vine a dar aquí, pero me alegra.
Me acomodo, si se puede :)
Buenos días, Nicky:
EliminarGracias por tu lectura y comentario. Ante todo, disculpa el retraso en mi respuesta.
Acomódate donde puedas y quieras. Bienvenido/a,
Ayer en una conversación entre iguales en la que charlábamos sobre Cine B y Revistas Z, volvió a salir el tema de “Si la mayoría consideran algo, tiene razón”, a lo que me opuse. El tema era tan sencillo como la consideración de la peli “Bahía de sangre” como el primer slasher.
Cuando esta opinión de la mayoría se traduce en intransigencia hacia lo diferente o negación de lo verdadero, el resultado es una sociedad de filisteos y falsarias como en la que vivimos. Por desgracia, Internet no ha supuesto una liberalización del pensamiento, sino un aumento considerable en la vanidad humana.
La imagen que me indicas ilustra muy nien el que ha sido nuestro “desarrollo”.
Ya lo dice el dicho, “adaptarse o morir”, aunque esa adaptación sea una involución que nos convierte en bicho.
Un abrazo, Nicky.