La
reciente lectura de un comentario de Verónica
me ha llevado una vez más a la introspección.
Disfruto con la lectura del
ingenio y conocimiento que combinan sus posteos en su blog Censura Siglo XXI. Construye
sus entradas con textos e ilustraciones que me entretienen y estimulan, que
despiertan mi interés por la forma en que siente y reflexiona. Interés no
habitual en mí, ya que habitualmente lo ajeno me aburre. Aunque creo que a ella
no le gusta mucho la palabra, sus textos me transmiten “esperanza”.
También es frecuente el que,
tras leer sus palabras, me ponga a pensar en lo que sé de mí. Esto es lo que
necesito escribir tras leer su último comentario.
Lo que sé de mí (X/14)
Normalmente me
importa un bledo el qué dirán y lo que piensen los demás.
También es frecuente
el que descuide lo que otros sienten, de ahí que mis mayores faltas ya no sean
las de ortografía como cuando era niño, sino que de simpatía y empatía.
Pese a mi componente
huraño y egocéntrico, me gusta cómo soy. Me estimula más mi compañía de lo que
me entretiene la de la mayoría. Aunque soy un solitario, no me siento solo. Siempre
hay alguien con quien me apetece charlar o estar en silencio, aunque ese “siempre”
sólo dure un rato. Tengo la ilusión del reencuentro y la suerte de conocer a
nuevas personas; por lo que cada vez está más claro que se equivocan quienes
me señalan de “raro”: en realidad soy “caro”, ya que no me vendo por lo que compra
el dinero o araña la soledad.
En su comentario, Verónica
realiza una reflexión sobre la percepción de la “honestidad”, que me resulta
muy cercana.
Mi honestidad pierde su
rastro entre los vericuetos de la coherencia y la congruencia. Cuando me bajo
del púlpito de las ideas, mis actos suelen desdecir mis palabras. Pese a ello
me gusta creer que soy una persona de palabra que no se lleva el viento, sino
que impulsa la pasión. Algo así como un Clark Gable que tarda en comprender lo
que tiene que hacer, pero lo acaba haciendo aunque para entonces su mundo arda
en llamas y su matrimonio haga aguas.
Creo que mi
honestidad se basa en la fidelidad a mis caprichos, de ahí que desde fuera de
mi sentir sea tan repetido el que se me perciba como liviano.
Esto lo ha escrito
Nino (que no mi heterónimo Nino Ortea)
Hola, Nino de verdad y no heterónimo...
ResponderEliminarNo sabes cuánto me alegra el poder sacarte de tanto en tanto un par de reflexiones o pensamientos, aunque mi idea sea solamente, al postear, el matar curiosidades o estimular la búsqueda de más, lo emocionante de descubrir al igual que yo me emociono. Tal vez son los años los que me hacen sintetizar, decir lo que quiero sin rodeos, difuminar mi cabreo social entre ironías bien finitas :)))
No, no creo en la espera - nza, porque me agobia la espera en general, cuando decido cualquier cosa tiene que ser yYA, jajajaja. Si me dices luego o mañana, me has matado; ya ves, peor que los niños. Ilusión, impulso, ilusión de hacer, de ver, de leer, de sentir... siempre cosas nuevas. La esperanza suele venir de vacío o completarse con un casual, también si se le pone empeño y se trabaja puede que esa esperanza llegue a cumplirse. El resto son ilusiones, deseos, sueños, revuelos... que sí, que se esperan, pero debe hacerse la espera sin esperanza, pero sí currando de lo lindo para lograrlo.
Mis reflexiones suelen durar tanto como un flash, incluso si las hago en voz alta.
De raro nada, lo chulo es que tú lo expones sin hipocresía y otros se recubren de ella. Tu reflexionas tu desnudo, mientras otro se cubren con fajas bien apretadas, amigo.
Un placer conocerte y disfrutar de tus comentarios.
Και, πως να μην είμαστε φίλοι; Μηλάμε την ίδια γλώσσα, αγαπημένε μου.
Φιλιά πολλά και ένα μεγάλο ευχαριστώ. Α, και καφεδάκι παρέα.
Buenas tardes, Verónica:
EliminarEs mucho lo que no sé pero me encanta imaginar, entre otras cosas cómo sienten los demás “la alegría”: en mi caso, la alegría es un bálsamo que hace que el tiempo no pase, sino que vuele; que hace que se calme mi innato estado de inquietud al dejar de preguntarme cómo o por qué; es sentirme saciado de todo y sólo querer sentir ese momento. Imagino que en tu “alegría” forma parte importante el compartir y disfrutar de cosas tan sencillas como una tarde tranquila junto a tu pareja e hijos.
Somos diferentes, tiendo a los vericuetos y a lo redundante. Me gusta tu capacidad de síntexis, creo que es uno de los aspectos que hace que escribas de una manera tan comunicativa, y admiro tu naturalidad para la síntexis, eso hace que lo que tú defines como “cabreo social” sea en realidad “DIGNIDAD”.
También nos diferenciamos en la “esperanza”, yo me aferro a ella. No tengo hijos, ni nada ni nadie que me dé o quite fuerza para vivir. Tengo la esperanza, percepción o quizá ilusión de que me queda por vivir algo “maravilloso”. Ese espejismo vital es lo que me hace continuar por este desierto de desmotivación.
Prefiero tus flashes reflexivos que los cien años de lucided de tanto bocafácil que nos rodea. Tus opiniones son auténticas, no basadas en tendencias o mimetismos. Además, disfruto mucho con tus textos trufados con referencias culturales que me llevan a aprender, recordar o soñar.
Confío en que ésta sea para ti y los tuyos una tarde de alegrías compartidas. Para mí lo ha empezado a ser desde que he leido tu comentario.
Un cálido abrazo, verónica.
Nino
Σας ευχαριστώ πολύ για τα λόγια που μοιράζεστε. Ελπίζω ότι σύντομα θα βελτιώσει τα πράγματα για όλους. Και τώρα αυτό saboreemos ελληνικό καφέ, Veronica.
si que es un lindo blog el de Verónica, yo también lo visito cada vez que pone algo nuevo... y no creo que debas dar tantas vueltas con tu personalidad, sos así... y creo que no te importa mucho el que dirán... así que seguí contento con tu soledad acompañada ja y con el blog por supuesto...
ResponderEliminarabrazo master! (ahora voy a leer lo que escribió ella acá arriba y tu respuesta, no quería que influyera en mi comentario jaja)...
Buenos días, JLO:
EliminarConocí a Verónica gracias a ti, ya que los dos respondimos a tu invitación de contestar a tu “Cuestionario Proust”, una feliz casualidad.
Respecto al qué dirán, hay momentos en que más que importarme me “encabrona” el que personas que viven al sol de la opinión ajena cuestionen mi condición sombría. Además de que, obviamente, me gustaría gustar a todo el mundo y fascinar a unas cuantas mendas lerendas.
Gracias por el comentario, JLO.
Un abrazo.