© The Apartment, a United Artists film.
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Hola, este relato forma parte de la antología «Nada ha sido probado», disponible en Amazon por 0,99 €.
Gracias.
Algunas arritmias que sufre el corazón brotan cuando el pensamiento deviene en conciencia de que la vida no nos emociona como antes, conciencia que nos impele a aceleramos hacia la añoranza de un pasado en que nuestro corazón latía más fuerte. El corazón no tiene freno ni marcha atrás. De ahí que sus choques frontales con la Realidad tengan consecuencias letales. Nuestra Fantasía tiene el recurso protector de enloquecer cuando la Realidad se vuelve demencial. ¡Gracias por venir y enloquecer!
© The Apartment, a United Artists film.
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Encantada de ser la primera que le dice que su relato es excepcional, Sr. Ortea.
ResponderEliminarUn placer disfrutar de nuevo de su opinión lectora, Ángela.
EliminarYo pienso que esos tres despidos en un año, no tenían por qué depender de él, sino de las empresas, del panorama actual que se vivía, donde todo el mundo se veía de forma parecida.
ResponderEliminarSiempre la vida sorprende con algo bueno, no todo es malo… Pero no creas que todo el mundo tiene la suerte que él tuvo… :)
Muchos besos, es original esta despedida, una diferente. Me ha encantado.
Buenos días, Carmen:
EliminarPues si eso es lo que piensas, eso es lo que ocurre: una vez compartidos, la trama de los textos pasa a ser reescrita por cada lector (soy todo un experto en desarrollar al vuelo de mi imaginación historias contadas por otros)
Yo voy camino del segundo despido en lo que va de año (y si pienso en los últimos 12 meses, los despidos se convertirían en 4) Hoy en día, la mano de obra para los puestos de trabajo no cualificados es tratada como carne de cañón: si demuestras tener unas habilidades innatas o, sobre todo, si te adaptas al perfil de empleado que busca el jefecillo, probablemente reenganches para una segunda campaña; sino, o bien se te expulsa sin deshonor en cualquier combate por algún pequeño error, o se te licencia al cumplirse el primer contrato.
Sí, la vida da sorpresas gratas. Pero también hay mucho ingrato que desprecia toda oportunidad que no se asemeja al tamaño de sus sueños.
Feliz viernes, Carmen.
Cierto, la suerte a veces pasa y no se la da valor.
EliminarHay demasiada injusticia en esto de los trabajos, y mucha explotación por desgracia. Siento que te pase a ti. Esas empresas se lo pierden :)
Feliz fin de semana
Buenas tardes, Carmen:
EliminarPues sí: ellos se lo pierden.
En canto me den la despedida ya no tendrán tan fácil a quien poder echar la culpa de todo lo malo.
¡Soy un gafe de lo más resultón!
Feliz finde, Carmen.
:), no, no por eso.
EliminarSe pierden a una persona valiosa. Creo que tienen mucha prepotencia y poca psicología .
¡Muchísimas gracias por tus palabras, Carmen! :-)
EliminarTe agradezco tus constantes palabras de aprecio.
Feliz sábado.
Me alegra que tu relato haya terminado con esperanza, en una época en que los despidos están a la orden del día y nos hacen verlo todo negro.
ResponderEliminarMe alegra que tu relato haya terminado con esperanza, en una época en que los despidos están a la orden del día y nos hacen verlo todo negro.
ResponderEliminarBuenos días, Tracy:
EliminarYa hace tiempo que intento que todo lo que escribo para ser compartido tenga un regusto positivo: para sustos y disgustos me basta con mirarme cada mañana al espejo.
Hace unos años pasé por una etapa quejica, es algo que confío en no volver a repetir. Hay muchas personas que serían felices de poder llevar una vida tan carente en lo económico como la mía. Procuro mantener viva la esperanza y cuidar muy bien ante quien me quejo. Por desgracia, la situación está muy mal para demasiadas personas, que nunca son los miserables que todos tenemos en mente.
¡Salud y suerte, Tracy!
Muy bien puesto el nombre "Esperanza". La esperanza de vivir mejor.
ResponderEliminarBuenos días, Luciano:
EliminarSí, hay nombres que son un aviso para incautos (recuerdo a una Dolores que me engatusó diciéndome que se llamaba “Lola”) y otros que son una isla para náufragos.
¡Brindemos por una vida mejor aquí y ahora, no en reinos de ultratumba ni en reencarnaciones tarumbas!
Un abrazo, Luciano.
Buf esta entrada me toca de lleno mi fibra sensible, Nino, porque soy parada yse lo que puede llegar a sentir una persona que está en mi misma situación, algo que no tengo palabras, porque no las hay, para decirte lo que llega a sentir una persona en estas condiciones, solo lo puede saber quién se encuentra en esta situación, ójala la esperanza no nos la maten, y sigamos pensando en que todo tiene una salida positiva, ójala que así sea.
ResponderEliminarSiento no poder decirte más, pero hoy, me ha llegado muy de cerca esta entrada y me faltan palabras para comentar, espero me disculpes, Nino, por ello.
Un beso.
Buenos días, María:
EliminarTe entiendo perfectamente: pasé por una larga etapa de desempleo sin percibir ninguna prestación y en los dos últimos años las ocasiones en las que he trabajado ha sido con contratos temporales en su mayoría tramitados por ETT.
Intento mantener viva la esperanza, no en una intervención divina o en una rauda mejora social, pero sí que en mantenerme activo me ayudará a encontrar nuevas maneras de mejorar mi situación, que por suerte no es tan calamitosa. Además, procuro ver el lado positivo de ciertas cosas que si tengo y disfrutar de ellas. Por suerte, nunca me ha gustado complicarme la vida en lo material, con lo que ahora no me veo agobiado por deudas. Vivo con lo que tengo, e incluso disfruto de más tranquilidad personal de la que tenía hace cinco años. Lo que fue y es fundamental es mantenerme alejado de tanto sanguijuela emocional que hay por ahí suelto, buscando aprovecharse de personas en nuestra situación para alimentar su autoestima: se acabó eso de salir a entretener a gente como si fuera un oso que baila a cambio de unas monedas.
Estamos desempleados, lo que no significa que estemos desocupados sino que estamos desaprovechados.
Nosotros valemos mucho, ellos son los pazguatos que desperdician nuestra colaboración. Sin ser el infierno, los que están de más son un aburrido purgatorio.
Un cálido y sentido abrazo, compañera.
Despedirse de una suerte adversa, después de haber sido despedido, es también una forma de plantear el tema de esta semana.
ResponderEliminarTiene cierta simetría. Bien planteado.
Buenos días, Demiurgo:
EliminarDisfruto con las variaciones artísticas sobre un tema (versiones de una canción, los pequeños cambios en carteles promocionales de películas, relatos contados desde dos voces distintas...) Más allá del placer con el juego de palabras (en un principio la “despedida” era una mujer despedida de un trabajo y que celebraba su despedida de la “tristeza” que asociaba a ese puesto; pero la historia me quedó muy larga y preferí guardarla a cortarla), en este relato me apetecía jugar con la idea de que una despedida puede ser el principio de algo bueno.
Un abrazo, Demiurgo.
¡Bien por el impulso de ser generoso en su momento!... +a veces la suerte parece querer hacernos un guiño en medio de tanto apriete!
ResponderEliminarBuen texto que me ha enternecido.
=)
Buenos días, Mónica:
EliminarCreo que todos nos hemos sentido ridículos en algún momento al comprobar cómo nuestros actos de generosidad eran recibidos por mentes ruines. No podemos hacer nuestro el discurso del enemigo y definirnos con las palabras pacatas que ellos nos dedican.
Y sí: en mitad de tanto apriete debemos tener muy presente la suerte de la que disfrutamos de contar con personas que nos quieren (suena a consejo de galleta de la suerte china, pero es así: despertar cariño en otros es una gran suerte, al igual que disfrutar de una salud que nos permita saborear nuestras pequeñas cosas)
Un abrazo, Mónica.
El despido ya sea objetivo o disciplinario siempre duele, mas aun cuando se necesita. Mas sin embargo, hay que tocar otras puertas, para retomar nuevas experiencias, otras oportunidades.
ResponderEliminarLa suerte llego al azar para tu protagonista con la loteria. Buena suerte le dio la Esperanza!
Saludos
Buenos días, Yessy Kan
EliminarMás allá de las causas que motiven un despido, que pueden llegar a estar justificadas. Es inevitable en la mayoría de los casos percibirlo como un rechazo o un fracaso. Incluso en trabajos despersonalizados, del tipo ajustador de tuercas que escenifica Chaplin en “Tiempos Modernos”, uno aporta su impronta como único recurso para no convertir una jornada laboral en una condena a trabajos pesados. Y muchas veces es esa personalización es lo que disgusta a supuestos jefes de personal que prefieren trabajar con zombis a tratar con personas.
Aunque es algo difícil, y muchos miserables buscan obnubilar nuestro ánimo, debemos mantener la esperanza.
Un abrazo, Yessy.
Excelente relato Nino! Un pasaje de la frustración a la esperanza cumplida.
ResponderEliminarAl leerte se siente ese viaje entre el despido, la desazón, el cuidado del ser amado y luego la felicidad de poder convertir un hecho desafortunado en otro fortuito.
Me alegra mucho que haya terminado así tu texto.
Un abrazo.
Buenos días, Sindel:
EliminarSoy experto en muchas cosas (simple consecuencia del cumplir años), una de las que más me reconcome es mi facilidad para autofrustrarme, al igual que soy una persona que se ilusiona con facilidad. Una vez más, convertirme en equilibrista en la cuerda floja de los sentimientos es todo un reto a mi debilidad por el vértigo.
Te agradezco el que nos hayas acompañado en ese viaje, en el fondo la misma suerte que nos aleja de unas cosas nos acerca a otras. Obviamente no soy una persona con mala suerte, pero tampoco soy de los que se quedan sentados en casa esperando a que la fortuna venga a visitarme. Reacciono frente a toda acción, característica de mi carácter impulsivo.
Es toda una suerte contar con tu compañía, Sindel.
Un abrazo.
Te leo siempre sin atreverme a comentar, pero hoy he leído tus comentarios y quiero mandarte mucho ánimo.
ResponderEliminarUn saludo!
Buenas tardes, FuckFAC:
EliminarGracias por tu comentario y tu ánimo.
un abrazo.
Según se lee el relato se va pasando de la angustia a la esperanza (muy buena la coincidencia con el nombre), hasta llegar a la despedida real, el reencuentro con la posibilidad de ser uno mismo
ResponderEliminarBuenos días, Manuel:
EliminarGracias por tu lectura y comentario.
Me alegra comprobar que el viaje hacia la esperanza que intenté trazar con mis personajes llega a su destino: sí, éstos son tiempos difíciles; pero los que los convierte en inhumanos es nuestra reacción frente a ellos. Yo intento compartir un acto de ilusionismo que tiene mucho de escapismo de una realidad ingrata.
Gracias por tu compañía, Manuel.
Que buen relato Nino... Primero me ha apenado ese despido... el tercero en un año.... he sentido esa frustración de él, esa preocupación... pero luego ese giro, esa nueva despedida de la mala suerte, de los momentos de doble turno, de horas nocturnas.... me ha gustado mucho....
ResponderEliminarMuchos besinos...
Buenas tardes, H...
EliminarTe agradezco tu comentario. Me resulta muy estimulante el ver que lectores desconocidos os animáis a conversar conmigo. La verdad es que agradezco vuestra compañía y la oportunidad que me brindáis de descubrir vuestros blogs.
Respecto a este texto, me satisface ver leer que os gusta: es tan limitado en su escritura como ambicioso en su propósito, pues busco trasmitir esperanza a todo quien lo lea. La felicidad llega en los momentos más inesperados. Sobre todo la que proviene de ser objeto de actos anónimos desprendidos.
Ya ves, a raíz de este cuento sois varias las personas que os habéis acercado a saludarme.
Ahora me paso a leerte.
Bienvenida, H...
Una verdadera suerte, si señor; pero no siempre ocurren estas cosas por desgracia.
ResponderEliminarMe gustó tu relato.
Un abrazo
Buenos días, Carmen:
EliminarComo bien escribes, por desgracia la suerte (la buena) es esquiva, quizá es eso lo que la convierte en tan deseada, pues un mundo de suertudos le quitaría toda ilusión a deshojar margaritas, doblar una esquina o sonreir a una desconocida.
La música del azar no es siempre melódica, de ahí que disfrutemos tanto cuando podemos bailarla al compás de una compañía grata.
Compañía tan grata como la de tu comentario, Carmen.
No sé a donde nos encaminamos, tanta precariedad laboral que genera tan gran falta de expectativas vitales, sólo lleva a un panorama de desesperanza, a un callejón sin salida. No creo que sea bueno para nadie, ni siquiera para aquellos que con sus leyes propician estas situaciones. Celebro que al menos al protagonista de tu relato le haya sonreido la suerte en forma de número premiado.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Buenos días, Pepe:
EliminarQuizá los poderes que son, no estos pantomimas que tenemos de administradores, buscan que nos acomodemos en la desesperanza, en el convencimiento de que nos domina el fatalismo de una suerte fatal y debemos resignarnos ante un destino en el que, al menos, nos queda el consuelo de que otros vienen tiempos peores y los nuestros son sólo difíciles.
No creo en mesías, salvadores ni en revolucionarios jacobinos. Creo en mí y en nuestra valía como sociedad siempre que respetemos a cada individuo que la forma.
Quizá la “felicidad” sea sólo un espejismo, pero su búsqueda nos da una razón para buscar su oasis en el desierto de la vida. Lo que no nos lleva a nada es caer en el derrotismo de la indolencia o en la ira de la violencia.
Luchemos por ser como queremos ser dentro de lo podemos ser. Normalmente nuestro enemigo somos nosotros, no el vecino.
Un abrazo, Pepe.
Los primero, la imagen. Me parece genial la película y el papel de Jack Lemmon y el actor.
ResponderEliminarEl relato narra esa situación que tantos viven, que parece condenar a la desesperación a su protagonista y queda resuelta con ese final que me ha parecido cuentas con mucha elegancia.
Un abrazo Nino.
Buenas tardes, Juan Carlos:
EliminarLo primero agradecerte tu nueva visita y comentario. Me has alegrado la tarde, creo que nunca habían calificado de “elegante” ninguno de mis textos.
No creo en cuentos de hadas ni en providencias divinas. Pero sí que me han ocurrido cosas improbables, de ahí que crea en la “suerte”. Esa situación de contrataciones esporádicas canceladas por despidos inesperados, es en la que me muevo últimamente. Más allá de lo incomprensible que me parece la política laboral de lo efímero, el verdadero problema está en el factor humano: hemos perdido toda conciencia de clase trabajadora y vemos al compañero como enemigo.
Un abrazo, Juan Carlos.
Esa imagen no puede ser más clara, la incertidumbre de no saber si encontrarás trabajo o seguiras buscando por tiempo hasta desgastar la Esperanza. Desgraciadamente, los ineptos que deberian estar buscando soluciones, estan muy ocupados llevandoselo crudo y dejando las arcas del pais tan vacias que ni las ratas las ocupan.
ResponderEliminarDeseo que esta situación cambie cuanto antes, el trabajo para un obrero es casi tan necesario como el pan que podemos comprar con el sueldo.
Muy bueno tu relato.
Abrazos amigo.
Buenas tardes, Lucía:
Eliminar“El apartamento” es una de mis películas favoritas. Más allá de mi admiración por Jack Lemmon, comparto la que creo que es su reflexión: puedes sacrificar tus ambiciones, pero no tus ilusiones.
La “esperanza” se erosiona en tiempos de incertidumbre, nos aferramos tanto a ella que acabaríamos desgastándola si no la cimentáramos con nuestra ilusión ante lo improbable.
Muchas veces en estados de desesperanza nos refugiamos en el mesianismo de delegar nuestros derechos y libertades en un mesías que nos salvará, o propugnamos una revolución que pase por la guillotina a los miserables que nos desgobiernan. Creo que la salvación de la “esperanza” es un acto individual con proyección social (uno mejora bpara mejorar la sociedad en la que convive). El problema está en que son muchos los que proyectan sus problemas en la sociedad (las culpas no son nunca de ellos, son de “los otros”), lo que suele conllevar un abandono de toda esperanza de mejora.
Respecto al trabajo, más allá de su componente retributivo, cumple una gran sensación de integración social al permitirnos sentirnos útiles. Por eso hay que procurar mantenerse activos y productivos (escribir, cantar, cocinar, hacer la compra...)
¿Obrero? Hoy en día todos queremos ser “clase media”. Hemos permitido que nos arrebaten nuestra conciencia de clase trabajadora, y que nos dejen a cambio ínfulas mediocres de ser más por consumir más.
Disculpa, Lucía, creo que se me calentó la cabeza y te he escrito una sarta de frases incongruentes con tus palabras de ánimo y esperanza.
Gracias sinceras por tu comentario.
Un abrazo.
Hola, Nino
ResponderEliminarLo que a mí más me ha gustado, no es que en el relato se haya ganado la lotería, es ese detalle bonito que pasa casi inadvertido "Ese sábado se permitirían ser felices."
Las adversidades parece que no vienen solas y al llegar, les encanta acomodarse y pasar en demasía tiempo a nuestro lado, pero el no olvidar la sonrisa y seguir teniendo esos detalles que hacen más unión y más fuerza en la pareja es lo que los saca adelante y cuando las cosas se resuelven, el amor sigue allí, más fuerte que nunca, es un placer visitarte
Un saludo
Hola, Ame. Buenas gracias.
EliminarGracias por reparar en ese detalle. Es una mis frases favoritas en el texto. Creo que muchas veces vivimos encogidos, como si tuviéramos miedo de que el mostrar nuestra felicidad pudiera ofender a los demás. Vas por la calle y ves a gente seria o hablando a voces por el móvil: no ves a gente feliz que vaya tarareando una canción o admirando la belleza que callejea a nuestro lado.
Es como si los miserables que han laminado nuestras conquistas sociales, también hubieran anulado nuestras ilusiones personales. Nuestra actitud vuelve más sombríos unos tiempos ya de por sí obscuros, al quitarles la luz de nuestras sonrisas y la música de nuestros gritos. Si incluso nuestros niños ya no gritan de alegría, sino que chillan de rabia, en los patios de los colegios.
Debemos permitirnos ser felices con nuestras pequeñas cosas.
Las relaciones de pareja, como bien escribes, deberían basarse en el amor; sin embargo hay un gran número que se sustentan en el miedo a la soledad, en preferir pensar en lo infeliz que te hace alguien en lugar de pensar que no haces nada por buscar la felicidad.
Gracias por tu compañía, Ame.
Me gusta este final Nino, no puede uno tener la suerte siempre de espaldas. Disfruto con tus protagonistas las felicidad de saber que despiden las malas horas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Buenas tardes, San:
EliminarAdmiro a las personas que son capaces de salir en busca de la felicidad y logran encontrarla. Para mí es fácil encontrarla: ya que llevo una vida sin apenas problemas, bastante salud y me siento querido. Pero hay personas cuyo día a día es duro y no se atragantan al tener que digerirlo, es más son personas activas y generosas. Son capaces de disfrutar de la magia de aquello que no valoramos o consideramos rutinario. De hecho, momentos en los que yo creo atravesar “malas horas” no son nada llevado a su día a día; pero no afean mi quejarme, me escuchan e intentan ayudarme.
Mis protagonistas suelen tener lo mejor de mí, ellos sí son capaces de disfrutar con la felicidad de lo sencillo, yo habitualmente sólo soy capaz de mantenerme espectante y bo caer en la melancolía.
Un abrazo, San.
Horario de vida a contratiempo...qué frase tan magnífica...yo creo que es la que empapa todo el relato...porque él, sin saberlo también está haciendo lo mismo, dando saltos de vida de trabajo en trabajo...y de repente un golpe de suerte...
ResponderEliminarbien llevado y de una exquisita sencillez
Un abrazo
Horario de vida a contratiempo...qué frase tan magnífica...yo creo que es la que empapa todo el relato...porque él, sin saberlo también está haciendo lo mismo, dando saltos de vida de trabajo en trabajo...y de repente un golpe de suerte...
ResponderEliminarbien llevado y de una exquisita sencillez
Un abrazo
Buenos días, Max:
EliminarDisculpa mi retraso en contestarte.
Gracias por tus palabras de aprecio. Más allá de su efecto beneficioso en mi autoestima, el leerlas me ayuda a conocerme. Por ejemplo: siempre temo que escribo de una manera rebuscada, con lo que el que encuentres “sencillo” este texto es algo que me anima a la vez que me sorprende gratamente.
El vivir a contratiempo es todo un problema. Como sociedad nos orquestamos para movernos a un compás, tanto la vida laboral como la social deben bailarse a un ritmo concreto y en unos horarios de sesión preestablecidos; la diversión de un adulto va asociada al ocio nocturno y su jornada laboral al horario solar de lunes a viernes. Si te sales de esas pautas, aunque lo hagas obligado, te conviertes en un “diferente”, lo que hace que muchos te marginen (el trabajo en turno nocturno es nocivo para las vida social e incluso afectiva)
Gracias por tu compañía, Max.
las despedidas
ResponderEliminaresta a la orden del dia en USA
todo el mundo trabaja por contrato
Es un buen momento cuando te despiden de tomarte una buenas vacaciones
un abrazo inmenso
Buenas tardes, Mucha:
EliminarCreo que una consecuencia directa (y quizás premeditada) de esta ¿crisis? es que hemos sufrido un expolio de derechos laborales. Aquí en Europa se había asentado una legislación garantista de derechos sociales y laborales, conocida como “Estado del bienestar”, con la que entre otras cosas se buscaba frenar el ascenso electoral del Partido Comunista al ofrecerse a los trabajadores una protección económico-saniratia sin precedentes. En toda la Europa Occidental se aplicaron, con diferencias, medidas de este tipo (incluso en la España dictatorial de Franco).
Ahora vemos como poco a poco nuestros derechos y libertades se desvanecen, a medida que la economía se ha globalizado y, tristemente, toma como modelo las legislaciones menos garantistas de EE.UU. y los sistemas de producción de la dictadura de la plutocracia comunista china.
Vivimos tiempos difíciles. Lo importante es resistir su envite sin volvernos mezquinos.
Un abrazo, Mucha.
saludos al Doctor
ResponderEliminarLe dejo un beso perfumado en una servilleta
Mi estimada Mucha:
EliminarDe ahora en adelante seré un hombre pegado, por no decir entregado, a esa servilleta que rozó la parte de usted que yo sueño acariciar.
También de ahora en adelante seré un doctorado en alegría al contar con este amuleto de felicidad que usted a tenido a bien obsequiarme.
Siempre suyo en la distancia:
Alex