–Pienso
que en tu portada hay mucho de ti y algo de todos nosotros, Enrique. En ella, entre otros aspectos,
destaca la fuerza de tu entintado. En este número de Zander Magazine incluimos un breve tutorial sobre entintado.
¿Cómo ha cambiado tu trabajo en ese aspecto hasta llegar a pintar directamente
a acuarela, como en las páginas de tu última obra, Dorian Gray?
–El entintado cambia cuando cambia tu forma de
dibujar. Cuando empecé estaba muy interesado en dominar la técnica, y entinté
durante años con diferentes plumillas. Pero, en algún momento, me di cuenta de
que "entintar bien" quiere decir "entintar como" o formar
parte de una escuela o tradición. Eso es estupendo para llegar a ser un maestro
calígrafo, por ejemplo, pero no es necesario para contar una historia. Decidí
disfrutar más y sufrir menos: me pasé al pincel y a su sinuoso descontrol.
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dorian_gray_corominas |
–En
la revista aparece un artículo sobre Josep Toutain, ¿qué recuerdos
tienes de él?
–Era un tipo carismático, un truhán y un señor...
con un gran amor por el medio, a diferencia de otros editores. Eso sí, muchos
de los que publicamos en la etapa final de sus revistas seguimos encontrando
nuestras historietas en viejas publicaciones alemanas, americanas, francesas...
¡Toutain sigue dando sorpresas!
–Ya
por entonces combinabas tus trabajos de dibujante con los de ilustrador. ¿Ha
sido la realidad del mercado la que te ha llevado a centrarte en tu trabajo
como ilustrador, o no ves grandes diferencias entre ambos campos?
–Soy un dibujante de cómics muy lento e inseguro,
un escritor dominguero y, creo, un ilustrador competente y profesional. Hay
muchas diferencias entre esos campos, pero a mi me interesa, sobre todo,
encontrar el tono y la atmósfera de una imagen o una historia. Y eso es algo
que se puede hacer pintando un óleo o dibujando monigotes.
–Y lo logras, en historias como Tragaldabas,
que apareció serializada en el mensual Creepy en 1989 y que
recuperaste como álbum en 2000. ¿Crees que tus historias son trabajos acabados
una que vez las entregas o aprovechas sus diferentes ediciones para retocarlas?
–Son trabajos acabados, muy acabados en todos los
sentidos: ver mis trabajos viejos es una tortura. Para la publicación de Tragaldabas
en álbum tuve que corregir y reducir algunos textos, pero solo por la salud
mental del maquetador de la edición de Recerca/AlMargen, un buen amigo.
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Portada de Tragaldabas |
–La
lectura de Eye Gray –número
único presentado en 1999 dentro de la línea Laberinto de Planeta DeAgostini–, me hizo confiar en que no
tardaríamos en leer más casos de la detective Anne Bardelli; hasta el momento
no ha sido así. ¿Alguna vez te has planteado que otro autor planteara su
percepción de tus propias historias, como tú has hecho con el Dorian Grey de Oscar Wilde?
–¿Eh? ¡Nunca! Estoy en contra de la tortura y,
afortunadamente, nunca he tenido éxitos comerciales que justifiquen algo así.
Tuve la suerte de que David Morancho
y Martín Pardo quisieran dibujar un
par de guiones míos para el tomo recopilatorio Barcelona, y ya fue genial sentirme guionista durante unas semanas.
–Cómo
autor de numerosas ilustraciones para cubiertas, ¿te preocupa que un libro se
prejuzgue por tu portada?
–Una buena cubierta es aquella que indica al
posible lector lo que se puede encontrar en el interior del libro. La mala
calidad de la ilustración nos puede hacer pensar que la edición es cutre, pero
los lectores saben que eso no tiene nada que ver con la calidad literaria. Lo
importante es no traicionar conceptualmente al lector ni al autor.
–¿La
repercusión de tus ilustraciones para Canción
de hielo y fuego ha llevado a que te hayan ofrecido desarrollar algún cómic
sobre cualquiera de sus pasajes?
–No, ni me lo han ofrecido ni me lo he planteado
seriamente. Además, los derechos sobre las adaptaciones de la obra de Martin al cómic pertenecen a una
editorial americana... ¡y yo les quedo muy lejos!
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Tyrion Lannister por Corominas |