The
Old Fashioned Way –
Charles Aznavour
℗
1980 Blue Pie Publishing USA
Este
viernes, un alumno quinceañero se mostraba sorprendido de que le comentara que
no llevo activados los datos en mi teléfono móvil. Para él un teléfono sin
Internet es tan inútil como lo es para mí un corazón sin amor.
El
problema es que esta cerrazón adolescente se hace más hiriente en los que ya no
peinamos canas, sino que lucimos calvas.
¿Estoy exagerando?
No
más de lo habitual en mí, amable leyente.
¿O
acaso soy el único cuasi sesentón que se sorprende al ver cómo sus compañeros
de café están más pendientes de los “chats” con sus “followers” ausentes, que
de las charlas con sus conocidos presentes?
https://isorepublic.com/photo/white-phone-table/
Es
evidente que, a ciertas edades, la decrepitud comienza a hacer mella hasta en
la piel más bella; pero sigo prefiriendo la expresividad de una arruga en un
rostro, a la tersura juvenil de un icono en una pantalla.
Intentar
explicarle esta sensación crepuscular a quien está naciendo a la vida habría
sido tortuoso. Creo recordar que le dije una verdad más sucinta: “I live my old fashioned way”.
Y
siempre ha sido así: vivir a mi manera conlleva vivir fuera del signo de los
tiempos. Soy yo quien se aísla de los demás al no ir donde ellos van, al no
hacer lo que ellos hacen, al no vivir como se espera que viva según mis datos
estadísticos… Vida que tiene más en común, dejando a un lado su
hiperconectividad, con la que lleva ese muchacho que con la de sus padres.
Mi actitud vital no es contemporánea, pero tampoco es extemporánea: es necesaria para mantener mi equilibrio emocional. No soy un marginado por otros, sí un inadaptado voluntarioso. Procuro hacer todo lo que puedo a mi manera. No haber opositado y seguir dando clases particulares es prueba de mi preferencia por vivir “a mi manera anticuada”.
Confío, amable leyente, en que no hayas encontrado anticuado este texto, escrito sin otro móvil que el de contactar para agradecerte tu cordialidad.
Yo también prefiero la forma de vivir anticuada. un beso
ResponderEliminarHola, Susana:
EliminarGracias por tu comentario. Imagino que casi todos tenemos nuestros rituales vitales, lo maravilloso está en ver cómo compartimos tantos privados que tememos sean privativos.
Un abrazo.
Soy la primera que siempre está pendiente del móvil. Besos!!
ResponderEliminarHola, Maite:
EliminarEsta dependencia tiene mucho de imposición por parte de quienes nos administran que han encontrado en ese dispositivo pequeño un gran recurso de control.
Un abrazo, Maite.
Te explicas como pez en el agua, yo tengo un móvil que era de cuando yo trabajaba que no tenía Internet , ni cámara ni fotos , un simple móvil , pues como ves a fuerza de que mis padres me cambiase el móvil por uno que fuese más moderno , me compro mi padre un Oppo de esos , y la verdad es que si no es por que me llaman y de vez en cuando mando un WhatsApp de esos , te digo que no tendrá móvil , ya que con el se están perdiendo el hablar entre si y la familia y amigos.
ResponderEliminarY con el ordenador , si no es por el blog yo creo que no tendría ordenador , mi primer ordenador me lo regalo un vecino que era suyo y yo lo herede , tenía 25 años , y mira tú si me ha dado tiempo a tener otro nuevo , que hará justo 5 años que lo tengo , y lo cuido más que a mi padre , jajajajajajajaja
Así que para mi no es un texto anticuado , te deseo una feliz mañana amigo mío.
Besos a frambuesa de mi parte y para ti un pellizco en el carrillo por lo joven que estas para ser un sesentón , disfruta del verano y no te comas la cabeza que al final todos estaremos calvos.
Besos de flor.
Hola, Flor:
EliminarSiempre me alegra el recibir tus comentarios y me estimula el leerlos.
El tener un dispositivo móvil se ha convertido en casi un requisito para acreditar nuestra ciudadanía y cumplir muchas de las imposiciones que eso conlleva. El que ayuntamientos y demás organismos públicos nos remitan a gestionar nuestro acceso a sus servicios de manera telemática es muy preocupante: personas con limitaciones físicas, intelectuales o económicas se quedan fuera de ellos o necesitan recurrir a otros para que se lo gestionen. Ahí está lo que ocurrió durante las limitaciones de derechos públicos que acompañaron al combate a la pandemia.
Entiendo el que tu padre busque que no quedes descolgada digitalmente.
Al igual que tú, mi móvil apenas suena para llamadas personales; y mi comunicación mediante las redes sociales es muy limitada. De hecho, no considero un blog como una red social, aunque quizá debería.
Un abrazo refrescante, Flor.
Coincido completamente. En mi caso te diré que tengo una relación pésima con el telefonillo, no nos entendemos, suelo dejarlo en casa y salir sin él. Evito, de esta manera, el incordio de los ruiditos y tonos que emite constantemente de una forma inoportuna. No tengo en él ningún dato, ninguna cuenta, ninguna dirección de correo y esto me da una gran tranquilidad.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Francesc:
EliminarGracias por tu comentario. Mi relación con el telefonillo es bastante tranquila. Desde poco antes de la pandemia lo mantengo encendido en “horario laboral”, digamos que unas 12 horas. Pero lo uso para aquello que me es preciso.
Entiendo la tranquilidad que mencionas, antes yo también la sentía.
Un abrazo, Francesc.
ES un agite el celu con todos los fierros. <por eso la necesidad de la lectura y la escritura. Un abrazo, apreciado NIno. Carlos
ResponderEliminarHola, Carlos:
EliminarHay veces, pocas, en las que el corazón se agita al recibir una llamada que te moviliza.
Hay veces, muchas, en las que el ánimo se agita en enfado al comprobar que tu teléfono ya no te acerca ninguna voz lejana.
Un abrazo, Carlos.
Encuentro razones en tus planteos. La presencia es una forma de conexión. Algo a lo que debió renunciar en tiempos de pandemia, que han quedado atrás.
ResponderEliminarCelebro cuando, en un medio de transporte, alguien está leyendo un libro.
Interesante entrada. Saludos.
Hola, Demiurgo:
EliminarGracias por tu comentario. Últimamente cojo con frecuencia trenes de cercanías, en ellos no leo, me dedico a observar con mayor o menor disimulo a otros y fantasearles vidas ajenas. En algo en lo que reparo es que casi nadie lee textos impresos, pero la mayoría van capturados en las pantallas de sus terminales. Hay veces en las que imagino que todas esas personas han recibido mensajes que los conminan a no dejar de observar las pantallas, o el tren explotará; en otras que se les está notificando el fin del mundo y observan las catástrofes que acontecen…
Es increíble cómo la monotonía aviva la imaginación viajera.
Un abrazo, Demiurgo.
Tu alma es transparente Nino y así es como llegaste siempre, porque hoy en día pocos somos los que preferimos una mirada a un chat escrito, aunque no se trate de móvil lo mismo es.. prefieren quizás las pantallas el no saber quien hay detrás, así son las redes casi siempre el abrirse no despegar los ojos del móvil por alguien que vete a saber
ResponderEliminara la larga quien habrá detrás. se pierden las conversaciones frente a frente
y aunque no es mi caso, yo lo uso mucho por mi escritura...
Pero es cierto hoy en día, se valora mas eso que una mirada, y esos momentos si que se pierden, las redes, todo eso... pues es frío al menos para mi, aunque también haya gente real, hay una frase que dice quédate con quien hable contigo
y se olvide del teléfono :)
Besos amigo y que tengas un feliz día.
Hola, Cora:
EliminarCreo en el amor, no en las religiones. Quizá por eso he encontrado el cielo en ciertas miradas, en ese brillo e intensidad que ninguna pantalla, lienzo o papel sabe replicar.
No soy aplicado en los enredos, sí en las pasiones. Quizá por eso, no instalo aplicaciones para encontrar lo que no me acercaría al cielo, sino al purgatorio de la espera del eterno “ya te llamo”, “ya te digo”, “luego te confirmo”…
No sé darle al móvil usos creativos. Sí sé que mis limitaciones me inmovilizan en su uso.
El día no está siendo infeliz, aunque esté lloviendo.
Un abrazo, Cora.
Me parece estupendo, yo el móvil lo tengo para tener un teléfono exactamente, no tengo desconectado casi nada, si lo datos, porque cuando quiero conectarme a Internet prefiero con el wifi a ser posible en lugar seguro, en cuanto a las otras zarandajas como el WhatsApp, no le hago ni p. caso por regla general a menos que sea porque mis hijas allá donde estén me pidan que les recoja un paquete que siempre dan mi dirección para su entrega.
ResponderEliminarY en lo otro te entiendo , siempre he ido a contra corriente no se ni como he estado cruenta y dos años trabajando sin que me echaran por no seguir la corriente, teniendo en cuenta la clase de empresa en la que estuve.
En fin. Te alabo el gusto amigo.
Salud
Hola, Erik:
EliminarGracias por tu comentario. Mi relación con el móvil era llevadera, como lo suelen ser todas las relaciones basadas en el desapego. Pero, a la par que el teléfono fue poseído por el demonio de Internet, mi relación se bautizó en recelo. Entonces, huí despavorido de él; aunque poco a poco la endemoniada realidad me ha ido obligando a sostenerlo con esa mano izquierda que nuestra sociedad siempre ha asociado con “la mano del Diablo”.
He trabajado de teleoperador. Me temo que han sido muchas las veces en que teléfonos ajenos han lanzado invocaciones diabólicas tras oír mi voz.
Un abrazo, Erik.
Mientras miramos la pantalla del móvil perdemos el paso de la vida, algo así leí en un momento dado. La desconexión casi total es mi destino en vacaciones.
ResponderEliminarSomos nosotros y nuestras circunstancias, amigo Nino, no tenemos que darle explicaciones al de al lado. Cada uno es como es, y mientras nos aceptemos a nosotros mismos ya es un gran paso.
Mil besitos y mi cariño ♥
Hola, Auroratris:
EliminarSabes, amiga, lo mucho que significó y significa el móvil en nuestro convivir. Gracias a ti, WhatsApp es a diario una herramienta de comunicación. Logra que mi natural distante se muestre cercano. Y los dos logramos conversar sin enredarnos en memeces sociales. Y es que es eso: nuestro uso es por el natural humano de la afinidad, no por lo antinatural de deshumanizarnos en imposiciones tecnológicas.
Un abrazo refrescante, Auroratris.
Primero decirte que hoy me ha llegado tu libro ¡ mil gracias! lo he ojeado y he visto una cosa preciosa que has escrito y solo contestarte que tú tb me pareces un cielo : )
ResponderEliminarRespecto de esta entrada, te diré que cuando la explosión del uge de la telefonía móvil, fui de las que me resistí todo lo que pude porque a mi me está sonando toodo el día el fijo y no quería que me ocurriera igual, solo que en el bolso, desgraciadamente por cuestiones de trabajo no me quedó más remedio, tengo que llevar datos porque necesito ver permenentemente los correos por si me llegan notificaciones, uno de los calvarios con lo que he aprendido a vivir, pero salvo por eso, no estoy colgada de él para nada, donde esté una buena conversación cara a cara que se quite todo lo demás y lo de ir a tu aire me parece perfecto si te lo permite la vida, a mi meeencantaría pero salvo en la blogosfera - por eso meeencanta- que entro digo o no digo, salgo o me voy cuando quiero en la vida no es tan fácil ... pero hay que intentarlo, aunque sea solo a ratitos.
Un abrazo muy fuerte y por favor, dale las gracias en mi nombre tb a CLARISA!!
Hola, MARÍA:
EliminarMuchas gracias por tu compra de la antología y por tu apreciación preciosista. El texto lo seleccionó Clarisa, tú y yo lo escribimos. Eres una influencia inspiradora.
Mi primer móvil lo compré en 1998. A mi madre le preocupaba el que me pasara días ilocalizable, por lo que fue un recurso comunicativo muy útil. Durante un tiempo llegué a tener dos números: uno para la decencia y otro para la indecencia. Pero ese tiempo caducó en 2010 y desde entonces soy monógamo.
Al adecentarse mi vida se acentuó mi rasgo olvidadizo; y cuando no se me olvidaba coger el móvil, se me olvidaba encenderlo. Olvidos que no tenían consecuencias graves, sólo monetarias. Y cuando aprendes a vivir sin algo, apenas lo echas de menos. Pero, mi vida volvió a cambiar en 2019 y el móvil ha cobrado presencia diaria en ella.
Mi interacción en la Blogosfera es mejorable. Pero no me estimula el “blogosferarme”.
Un gran abrazo, MARÍA.
No puedo opinar mucho porque, quizás por la edad, estoy en tu equipo. Mi móvil sólo tiene opciones de mensajería y siempre con datos, buethoot y GPS quitados.. Cuando estoy con alguien el móvil siempre en silencio y en la mochila, es mi forma de decir a la otra persona, estoy contigo y me interesa lo que dices. El dejar el móvil al lado "por si llaman" me parece una falta de respeto, la verdad.
ResponderEliminarSupongo que no somos muchas personas, pero me alegra que haya más gente :)
Hola, Beauséant:
EliminarGracias por tu comentario, compañero de equipo. ¡Ojalá fuera estuviera en la juventud la explicación para esta explicación a nuestra adicción tecnológica! Adicción que, como tal, no sólo conlleva una dependencia, sino que acarrea la vulgarización del adicto. Lo mismo que un alcohólico se orina encima, que una apostadora empeña su dentadura postiza o que un putero degrada su moral; la adicción a la conectabilidad tecnológica nos vulgariza en nuestro afán por exhibir lo anodino de nuestro día a día, lo insostenible de nuestras ínfulas creativas o lo fútil de nuestro esconder la soledad bajo una alfombra de “ciber amistades”.
Ojalá la estulticia, al igual que el acné, se solucionara con la edad.
Sí, por suerte, somos muchas las personas que nos rebelamos ante la tendencia a convertirnos en masas.
Un abrazo, Beauséant.
¡Hola, Nino! Pues si ese quinceañero me conociera a mí, que ni siquiera tengo teléfono móvil, creo que sería como ver a un Neanderthal, ja, ja, ja... Tengo 51 y todavía aguanto sin caer en esa tentación. Quien me quiera llamar ya sabe dónde estoy en casa o en el trabajo y si no estoy en ambos lugares pues que se espere. Para mí la tecnología digital es una herramienta y como tal soy yo quien decide cuando usarla. Un abrazo!!
ResponderEliminarHola, David:
EliminarNo puedo imaginarme las caras que se te habrán puesto tras escucharte que no tienes teléfono móvil. Al igual que no me puedo imaginar las dificultades burocráticas que te habrá acarreado el no tenerlo,
Sí que imagino que, más que un “Neanderthal”, para cierto tipo de adolescente tu ir a contracorriente podría onvertirte en un “ídolo retro”.
Es evidente tu uso creativo de la “tecnología digital”, al igual que lo es tu fidelidad a tus convicciones.
Un abrazo, David.
Buen domingo, Nino! Por desgracia para mí, si no hubiera sido por el móvil ya estaría muerta o perdida, literalmente, je... Si no tienes el billete de avión en el móvil, no vuelas; si no llevas cierta aplicación en el móvil para pagar recibos, me echan de casa, literalmente... Y así tantas cosas que me obligan a depender del dichoso móvil. Pero suelo apagarlo todo el tiempo que puedo y me olvido. También prefiero conversar cara a cara, que hablarle a una pantalla... Ay, te entiendo muy bien, si yo pudiera...
ResponderEliminarEspero que estés teniendo un feliz domingo al fresquito de buena compañía.
Abrazos! 😄🤗🪁
Hola, dominical Clarisa:
EliminarEl día está transcurriendo bien, son las noches las que parecen enclavadas en “La Iguana” que fabuló Tennessee Williams (y es que llevo tan mal el calor…)
Confío en que vosotros estéis bien, con la brisa fresca de las risas de los niños sonando de fondo.
Por suerte, han sido contadas las situaciones en que me ha sido impuesto instalar una aplicación en el teléfono para acceder a un servicio. Tengo tiempo y terquedad, lo que hace que suela sortear esas sugerencias conativas.
Fíjate que la aplicación de la que estoy más pendiente es la del portal de venta de segunda mano. ¡Ah, el dinero mueve mi mundo!
Life is a Cabaret, old chum.
Come to the Cabaret!