La sociedad lleva siglos inculcándonos en el intelecto
la excelencia del artificio. La deformación educativa busca formar alumnos que
repitan sin cuestionarlas las doctrinas que les son inculcadas. Las
instituciones buscan moldear adultos que vivan las vidas ajustadas marcadas por
las estadísticas institucionales. El Sistema busca que, a cualquier edad,
nuestra vida transcurra linealmente según un plan perfecto trazado por los
poderes que son.
Pero con la perfección ocurre como con la alegría: de
ser omnipresente perdería el sentido.
Ni a ti ni a mí nos apetece vivir en el mundo feliz
novelado por Aldous Huxley –donde la
felicidad sólo se alcanza al cruzar las puertas de la perfección– ¿verdad,
Leyente?
Our society has spent centuries instilling in our
intellect the excellence of artifice. Educational distortion seeks to train
students into unquestioningly repeating the doctrines instilled in them.
Institutions seek to mold adults who live the tight lives dictated by
institutional statistics. The System seeks to ensure that, at any age, our
lives unfold linearly according to a perfect plan drawn up by the powers that
be.
But with perfection, it's like with joy: if it were
omnipresent, it would lose its meaning.
Neither you nor I would want to live in the brave new
world fictionalized by Aldous Huxley—where
happiness is only achieved by crossing the gates of perfection—do we, Reader?
La curiosidad puede tener resultados trágicos, intentar desvelar el
misterio que hay detrás de la forma de anudar una corbata o de aflojar una
coleta puede acarrear la delación de una atención indebida.
Por suerte, casi todos “no somos muy así”. Pero sólo en privado o en
privacidad compartida. Tenemos peculiaridades que conforman nuestra identidad,
que a prejuicio ajeno suelen ser denigradas como ‘rarezas’. En privado, casi
todos nos alejamos del adocenamiento. Cuando nadie nos ve, “no somos muy así”.
Cuando conformamos multitud, nos conformamos con ser como nos toca.
La valía y el valor están en la peculiaridad pública, en mantener
criterios que nos identifican aunque otros intenten aislarnos en base a ellos.
Comprar una película, escribir una carta, consultar una enciclopedia… son actos
tachados de anacrónicos por la voz intachable del pensamiento unívoco.
Confío en que tu ausencia blogueante fuera resultante de tu deseo
caprichoso, no una imposición de la realidad.
Todo un aprendizaje y un divertimento el leerte. Y también un ejercicio
fiable de socialización, charla y lectura.
Aunque su final fue el peor, la historia de Eugene Izzi me parece la
mejor. Intentaré conseguir ejemplar de su poco ejemplarizante novela “El
criminalista”.
Todos somos muy solidarios con lo que hace que no nos sintamos
solitarios, pero pocos sentimos la solidaridad que aireamos.
Puedo tener muchos defectos, pero no el abandono de ser vulgar: sé cuál
es mi lugar. Y mi lugar nunca está junto a los abusones. Mi cobardía, que no
prudencia, me impide combatirlos, pero no alejarme de ellos. Evito no ya
admirarlos, sino mirar lo que hacen. Ser espectador de sus abusos públicos.
También evito ser su marioneta o altavoz. De ahí que me niegue incluso a decir
o escribir su nombre. Les dedico el epitafio que Shakespeare escribió como despedida
para ‘Hamlet’: “The rest is silence”.
A diferencia de Odiseo frente a Polifemo, ellos airean su nombre. Somos
nosotros quienes debemos optar por hacer de su nombre ‘ninguno’.
No he visto la película sobre Bob Dylan, pero sí que fui a uno de sus
adormecimientos. Por suerte, en la plaza de toros estaba abierta la cantina; y
allí pude esperar a que mi huracanada desacompañada pasase a buscarme una vez
acabado el concierto.
Vimos tiempos inciertos, en los que revivimos amenazas que creíamos
haber dejado atrás. Quizá la culpa de todo la tenga el bienaventurado
autoengaño que nos ayuda a querer seguir vivos en situaciones en las que lo
juiciosos sería finiquitarse.
Quieren que vivamos con miedo –no paran de aterrarnos con la inminencia
de una nueva pandemia, de una nueva guerra o de un nuevo cataclismo bursátil;
mientras no hacen nada para solventar los terrores ya existentes–. Nos culpan
de ser nosotros, los administrados, quienes posibilitamos que esos terrores se
hagan realidad: se individualiza la responsabilidad de catástrofes sociales.
Me temo que todos los tiempos son inciertos: mi madre quedó huérfana en
una España dictatorial antes de ser mayor de edad; mi padre casi nace en la
celda de una cárcel; mi hermana, mi amigo Antxón, tú o yo… la mayoría de
nosotros hemos afrontado amenazas de exclusión social o de muerte física. Y
aquí estamos los que seguimos estando: viviendo.
Por dos veces me han intentado matar, amiga MARÍA. En una de ellas logré
identificar al homicida potencial, pero no fue llevado a juicio. La otra fue
una paliza en grupo. Una en 1981, otra en 2002.
Mi respuesta ante los que quieren que viva con miedo es vivir a mi
manera. No hacerme eco de las bravatas de los abusones. Ignorar sus amenazas. Combatir
sus abusos. Vivo en la periferia del sistema, pero soy feliz con mi vida.
Curioso el que desplegáramos en un domingo de carnaval esa conversación sin máscaras. En la que no me dijiste nada de mi disfraz de friolero, pues sabes que fría sólo tengo la cartera. Por eso nunca la saco de paseo. Por cierto, se me olvidó decirte lo bien que te sienta esa dieta de mejillones al natural. Y que pocos vértigos son tan gratos como el de asomarse al balcón de tu sonrisa; o el de admirar la manera en que logras que los churros quieran llegar al cielo de tu boca, mientras que a mí se me arrojan todos al infierno del chocolate.
El Principado de Asturias que preside el socialista
Adrián Barbón se erige ahora como la comunidad autónoma con impuestos más altos
para las rentas más bajas tras la rebaja adoptada este martes por la
Generalitat de Cataluña. (...)
Para leer el artículo de Carlos Segovia, publicado el Martes, 25
marzo 2025 en la edición digital del diario “El Mundo” sólo tienes
que pulsar aquí
El otro día, una compañera de un taller literario
indicó que la única posibilidad de que un texto creativo presentara una
redacción perfecta era que hubiese sido tamizado por el lenguaje máquina de una
Inteligencia Artificial. De así que ella usara los documentos creatos por una
IA como plantilla para sus creaciones literarias.
Mi comentario vino a ser que probablemente el texto
tendría el primor de una naranja mecánica; y causaría en su lector un “efecto
Ludovico” similar al que hizo que el homicida ‘Alex’, ideado por Anthony Burgess, se convirtiera en
prohombre. Un texto creado por IA puede ser juzgado como perfecto según cánones
académicos; y su realismo ajustarse a la perfección a las utopías técnicas que son
los géneros artísticos. Pero la creatividad es caos, es distopía, es
imperfección.
Inagen tomada de la portada del ensayo: Psicología
del aprendizaje: “LA NARANJA MECÁNICA”
Al ver la expresión de hastío que mostraban mis
compañeras, concluí mi digresión. Me disculpé por mi vehemencia y propuse que
continuáramos con nuestra feria de vanidades y artificios.
The other day, a classmate in a literary workshop
pointed out that the only way for a creative text to be perfectly written was
if it had been sifted through the machine language of an Artificial
Intelligence. Thus, she used documents created by an AI as a template for her
literary creations.
My comment was that the text would probably have the
charm of a clockwork orange and would cause in its reader a "Ludovico
effect" similar to the one that made the homicidal "Alex,"
conceived by Anthony Burgess, become a social icon. A text created by AI can be
judged perfect according to academic canons; and its realism will perfectly adjust
to the technical utopias that constitute artistic genres. But creativity is
chaos, dystopia, imperfection.
Seeing the bored expressions my classmates displayed,
I concluded my digression. I apologized for my vehemence and proposed that we
continue with our fair of vanities and artifices.
Terror, pánico, miedo… Eso sentiría si dejara de leerte (el que no lo
haga con asiduidad no conlleva que no lo haga con intensidad).
Miedo sentí al ver este título y no entender nada. Temí que habría
aumentado el desneuronamiento que te menciono en la respuesta a tu comentario.
Pese a ser asturiano tengo poco de gallego, más bien no tengo “nada” (carencia
acorde con el apodo de “Nadie” por el que últimamente me llaman todos). El
miedo inicial dio paso a la curiosidad al ir leyéndote y, cual Garbanzito, he vencido
el miedo al silencio cantándo a los cuatro vientos lo que disfruto leyéndote.
Llegará un momento en el que el resto será silencio. Hasta entonces,
peonces.
Aunque te sorprenda, soy de natural asustadizo: la vulgaridad y el mal
aliento me resultan de lo más espantadizo.
Como bien sabes, el dicho asegura “gallegos y asturianos, primos
hermanos”. Pero, este bicho te atestigua que no siento cercanía hacia Galicia.
La veo como una sociedad recelosa, como ese vecino que te mira por encima del
hombro cuando tu subes a casa por la escalera y él lo hace usando el ascensor
comunitario. Además me enfada su expansionismo: la forma en que se ha apoderado
del occidente asturiano me lleva a evitar en lo que puedo consumir productos
gallegos.
Respecto al uso de “Nadie” para invocarme, tiene una explicación
cinematográfica: he visto recientemente la película “The Return”, en la que
Umberto Pasolini ficciona la vuelta de Odiseo (Nadie) a Ítaca.
Mi especialidad es la de ser feliz junto a quienes me hacéis sentir
felicidad.
No hay mejor nave que una persona en la que confíes.
¡Feliz travesía, MARÍA!
Hola, Clarisa:
Confío en que estéis bien, en que esta realidad ingrata no mate tu deseo
ilusionante de una vida en paz para todos. Esa alegría a la que eres fiel,
resulta en esperanza para quienes te fidelizamos.
Quizá, dado el tiempo pasado desde que compartiste este texto, el
presagio se haya incumplido y el árbol siga blanco.
Y es cierto que ‘Mara Laira’ es tu musa creadora y nuestra incitación
lectora.
Respecto a la certeza de lo que parece irreal, basta con leer las
noticias para ver que a la nación agredida se le presenta como agresora, o que
la culpa del engañado está en su candidez, no en la malicia del malhechor.
De todos estos ataques que recibe Rowling por expresar mi opinión, los
que más me entristecen son los que le dirigen sus otrora lectores. Si ellos son
incapaces de respetar la libertad de expresión de una autora a la que
admiraron, ¿cómo vamos a esperar que esos intransigentes nos permitan
expresarnos o vivir en libertad a quienes somos personas sin más dones que la
conciencia de nuestra libertad y el respeto por la ajena?
La lectura de tu texto me ha llevado a la niñez, a las páginas de unos
“Trueno Color” donde ‘el capitán’ y sus amigos se enfrentaban a unos malvados
que navegaban con un barco sobre el desierto.
La arena es una superficie que asocio a la libertad, asociación que me
vuelve a llevar a la infancia y a las largas jornadas de playa durante las que
se me concedían libertades efímeras que no disfrutaba sobre el asfalto.
Han sido dos las veces en las que he intentado hacer surf y he logrado
hacer el ridículo. Eso sí, fue sobre el agua, no en la arena.