La línea del extraordinario guionista.
America’s Best Comics significa el regreso por la puerta grande de Alan Moore al cómic generalista, a la vez que contiene algunos de sus mejores trabajos para el medio desde su retorno a través de Image.
El guionista intenta rejuvenecer el género de superhéroes recurriendo a su sólida narrativa, una respetuosa referencia a la cultura popular y una acertada elección de colaboradores gráficos. Moore mantiene su oído para el diálogo, su talento para una exposición clara y concisa, su infalible sentido de distribución de la narración de forma gradual a lo largo del tiempo y del espacio de cada página. Poco a poco conocemos detalles sobre personajes y entorno, lo que ayuda a una progresiva familiaridad con el mundo descrito.
Al dedicar toda una línea editorial a un escritor, A.B.C nos transmite la visión de un autor de culto sobre una constante tan popular y hundida en las raíces de nuestra cultura como es el de la narrativa fantástica y heroica, mezclada con el humor y cierta crítica social.
Llevado por su deseo de realizar un producto fresco, Moore decidió retrotraerse en el tiempo. Acercarse a las fuentes del arte de masas en los momentos anteriores al nacimiento del comic-book. Plantearse qué habría pasado en el mundo de la historieta si el primigenio nº1 de Action Comics no hubiera visto la luz.
Alan se inspira en iconos culturales anteriores a Superman, presentes en géneros tan variados como la Literatura Victoriana, la Mitología Clásica, las novelas de entregas o las pulp. Basándose en estas fuentes originales se plantea como serían abordados estos personajes hoy en día, adaptándolos a técnicas tan coetáneas como la estructura de una serie televisiva policiaca.
No sería adecuado hablar de estilo retro o nostálgico, más bien nos encontramos ante una puesta al día de situaciones o personajes eternos. De hecho salvo The League..., las restantes colecciones transcurren en un tiempo simultáneo a la fecha de edición del tebeo en USA.
Moore se aleja de la pedantería o de la tendencia hacia la simple añoranza de felices tiempos pasados, al combinar su amplia erudición con su apasionado conocimiento de la cultura popular. Crea una especie de universo compartido para una era histórica, a semejanza de lo realizado por Lee y Kirby en los albores de Marvel, donde los héroes y lo fantástico forman parte de la realidad cotidiana. Este realismo mágico favorece la relación con el lector, que siempre encontrará momentos conocidos para él, como esos chicos que pese a la cercanía del peligro se maravillan ante las curvas de Telsa Strong, o las referencias a los abrasivos talk-shows televisivos.
A diferencia de anteriores creaciones como V de Vendetta, apenas encontramos carga ideológica, aunque Moore no se abstiene de mostrarnos su sempiterno combate al fascismo. Ahora no enfrenta a sus héroes al tacherismo o a la dictadura nuclear, les confronta con herederos directos del nazismo mediante Tom Strong o a la eterna amenaza amarilla en The League of Extraordinary Gentlemen.
Su sentido de la estructura narrativa se ha relajado, lo que hace de estas historias una lectura más fácil y natural. Mantiene su perfecto sentido de distribución dramática y su innato toque irónico, mostrándose su imaginación y su capacidad de fabulación tan fértiles como siempre.
Una vez más se muestra sumamente acertado a la hora de seleccionar colaboradores, que en su nueva aventura editorial alcanzan el status de cocreadores. Al igual que nos es imposible imaginar una Broma asesina no dibujada por Brian Bolland o un From Hell no realizado por Eddie Campbell, el feista estilo de Kevin O´Neill resulta perfecto para la versión pulp de la era victoriana reflejada en The League... y el claro y alegre trazado de C. Sprouse nos hace creer la utopía reflejada en Millennium City.
Parece ser que Alan Moore tiene pensado ceder esporádicamente los guiones a colaboradores/amigos como Neil Gaiman o Steve Moore (quien en la noche de los tiempos lo ayudó a perfeccionar su técnica)
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