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Mis mejores deseos para ti y los tuyos, amable leyente, ahora y siempre

lunes, 1 de febrero de 2010

El Odio según Peter Bagge 4 de 4



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Ponga un poco de odio en su vida
          

Para odiar como es debido conviene obviar el orden de edición seguido por La Cúpula.
Y es que a la altura del tercer volumen de ODIO, la editorial decidió publicar los enredos de Los Bradley en la miniserie de dos volúmenes Buddy y los Bradley
Aquellos odiosos años —guiño a la serie televisiva Aquellos maravillosos años, donde dicen las leyendas que ese apóstol de la lujuria llamado Marilyn Manson hacía el papel de colega gafotas del prota—recoge seis historias protagonizadas por esta familia más cercana a los Bundy de Matrimonio con hijos que a los Simpson.
No en vano estamos ante unos relatos carentes de esa moralina que resta veracidad a los personajes de Matt Groening. Madres que la emprenden a tortas con sus niños; padres que encadenan a sus retoños; hijos que desprecian a sus padres y aborrecen de sus hermanos... Esos bocinazos de realidad con los que tus vecinos ponen banda sonora a tu vida, resuenan en toda la obra.
         Poco a poco sabremos más de Buddy; de su madre, Betty, harta del infierno en que sus seres queridos han convertido su vida; de su padre, Hal, quien a la vuelta del trabajo lo quiere todo hecho y ningún problema; de su hermana, Babs, insufrible ególatra azuzada por sus hormonas y limitada por su ortodoncia; y de su hermano, Butch, para quien He-Man encarna el ideal wasp.
Unámosle sus contados colegas como Tom y Apestoso, tan agobiados como él por la vida en Nueva Jersey, y nos haremos una idea de la odiosa cotidianidad de este jovencito aficionado al buen rock, la buena priva, y a fracasar en sus intentos de pérdida de virginidad.
         La tribu de los Bradley –¿os acordáis de la insufrible serie La tribu de los Brady?– contiene en sus diez relatos más reflexiones sobre la vida en sociedad que una encíclica papal. Las diferencias entre Buddy y su familia se agrandan, y el polluelo abandonará el nido por un “¡¡Estoy hasta la olla de que me partáis la cara cada vez que de la que voy a trapichear maría, os fastidio el coche y pierdo a Butch!!”.
Éste es nuestro héroe. Él va en dirección correcta, son los demás los que van en sentido errado.
         La mejor prueba de que la razón lo acompaña, es que es el único miembro de su familia que cuenta con un título tebeístico, ODIO. Las cinco primeras entregas de la colección de La Cúpula reproducen hasta el episodio 15 de la serie yanqui. Buddy se encuentra en Seattle, junto con su colega Apestoso, compartiendo piso con George Hamilton, un joven negro abducido en su cuarto por sus propias obsesiones.
Como todo chaval que se aprecie, Buddy entumece en un trabajo basura –en su caso en una librería de segunda mano– mientras embrutece en fiestas donde los excesos forman parte de un menú que a él siempre le sirven frío. Por si su situación fuera poco odiosa, tendrá que soportar las ínfulas de un Apestoso que le exige que lo llame Leonard, y lo hace partícipe de su intención de convertirse en estrella porno. 
Unos mucho y otros nada.
El amor llamará a su puerta en el cuerpo de una adorable Valerie, quien también trabaja en una librería, aunque de mayor lustre intelectual. La fatalidad hará que Val comparta piso con Lisa –antiguo rollete de Buddy– persona carente de toda autoestima y mujer vacía de todo decoro.
El destino barajará este repoker de pencos de las formas más caprichosas: intentando establecer una pareja entre George y Lisa; un trío entre Val, Buddy y Lisa o un farol juntando a los cinco (¿os acordaís de Apestoso?) en una misma vivienda, con resultados que convierten en gentilhombres a los cerriles de Gran Hermano. 
Buddy mutará de librero a promotor musical, pasando por usurero o chofer. Val pasará de Buddy, y se va a París a comprobar si los alemanes aún visten de gris. George pasa de desconocido a famoso gracias a escribir un artículo sobre Buddy. Y Apestoso pasa de todo y sigue a lo suyo.
Sólo nos queda Lisa, quien decide pasar de pasar, y acaba pasada con Buddy. Al final, esta pareja de enamorados por la fuerza de la soledad, deciden dejar Seattle por Nueva Jersey.  
Esta nueva etapa –recogida desde el sexto tomo de ODIO– presenta variaciones en el formato de la colección: a la comentada llegada del color, se une la adopción del tamaño comic-book. La vuelta al hogar paterno hará que nos reencontremos con la entrañable familia de Buddy, a la que el paso del tiempo no ha hecho sino que afianzar en sus miserias.
Butch bañado en alcohol espera a que lo expulsen con deshonor del ejército. Babs arrastra un matrimonio fallido y dos hijos faltones. Hal ha abandonado toda responsabilidad y se dedica a vegetar. Betty sobrevive entre tragos de ginebra y episodios de culebrones. Buddy regentará junto a un colega un negocio de especulación con el material del que se hacen los sueños.
Y Lisa trabajará en un videoclub mientras se relaja con quien pudo ser su cuñado.
Desde el episodio 21 de Hate, Bagge incorporó a su proyecto a una serie de autores –tanto desconocidos como renombrados– que colaboraron en historias complementarias. Gilbert Hernández, Robert Crumb o Alan Moore se ocuparon de suavizar la amargura por el cierre de la serie que en su decimotercera entrega, Mi gran boda yanqui, ¿concluye? con una boda embarazosa.
        

No esperes a que la MTV –cadena que ostenta los derechos televisivos de Hate– ponga el odio de moda. Coge tu colección de Hate y préstasela a tu vecinita. Seguro que sabrá agradecértelo.


©Nino Ortea. Gijón, 28/I/10.



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