El siguiente texto quizás sea un canto a ella misma. A la necesidad de ser escuchados. A la dificultad de intentar ser, cuando no puedes estar.
El siguiente poema lo podéis encontrar en el blog KADAMANECER.
Me limito a acompañar a Mar en su canto, quizás confiando en así exorcizar demonios que taché de ajenos cuando, en realidad, forman parte de mí.
La autora se mostró muy sorprendida cuando le expresé mis deseos de publicar su texto en este blog. Le reconocí que me siento muy identificado con lo que cuenta, pues lo asocio a lo vivido, y confío en que forme parte de mi pasado.
Ojalá hubiera yo tenido en su momento la capacidad de expresar sin resquemor mi dolor. En lugar de ello mi lirismo se empozoñaba con la hiel del rencor.
Ojalá, en su momento hubiera podido depurar el desamor del desafecto.
No sé si no supe o no quise hacerlo, el caso es que es fácil dejar que el descontento convierta en monstruos a personas. A mí me resultó necesario; leido ahora sonrojante, pero entonces terapeútico. Lo que no supe, fue transmitir sentimientos; si no que volqué mis emociones.
Ojalá que, cuando vuelva el momento, sepa separar a la mujer de la persona; a la realidad de mis ilusiones.
Ojalá, pueda escribir algo parecido a lo que ha compartido Mar.
Y tú me dices...
que tienes el deseo vencido de esperarme,
que te duelen los ojos de tenerlos vacíos de mi cuerpo,
que has perdido hasta el tacto de tus manos
de palpar esta ausencia por el aire,
que olvidas el dulce de mi boca.
Y tú me lo dices, tú que sabes
que me hice sangre en las palabras de repetir tu nombre,
de golpear mis labios con la sed de tenerte,
de darle a mi memoria, registrándola a ciegas,
una nueva manera de rescatarte en besos
desde la ausencia en la que tú me gritas
que me estás esperando.
Y tú me lo dices, tú que estás tan hecho
a este deshabitado ocio de mi carne
que apenas sí tu sombra se delata,
que apenas sí eres cierto...
en esta oscuridad que la distancia pone
entre tu cuerpo y el mío.
MaR.